Había una vez un mendigo
que todas las semanas salía a recorrer las tierras de los ricos propietarios
para pedirles una limosna. Un día, llegó a la finca de una viuda y le pidió un
trozo de pan.
-Aún no está hecho.
-Entonces dame, por
favor, un poco de harina.
-Aún no está molida.
-Entonces dame, por
favor, un poco de trigo.
La mujer perdió la
paciencia y le arrojó un grano de trigo.
-Ahí tienes el trigo.
El mendigo le dio las
gracias, guardó el grano en su mochila y se fue a otro cortijo.
-Querría que me cuidase
este grano de trigo -le dijo el mendigo al campesino-. Guárdemelo bien, por
favor, que dentro de poco estaré de vuelta.
El campesino guardó el
grano de trigo, pero una gallina lo vio y se lo comió.
Cuando el mendigo estuvo
de vuelta, le dijo al campesino:
-¿Por qué has dejado que
la gallina se comiese mi grano de trigo? Ahora tendrás que darme a cambio la
gallina.
El campesino le dio la
gallina y el mendigo se dirigió al cortijo más próximo.
-Amigo,querría que me
cuidase por un momento mi gallina. No la pierda de vista, por favor. Estaré de
vuelta enseguida.
Pero el gato del
campesino se comió la gallina y el mendigo, al volver, le dijo:
-Su gato se ha comido mi
gallina, así que ahora el gato es mío.
Y se fue llevándose
consigo el gato. Llegó a la casa de un gran señor y le dijo:
-Amable señor, cuídeme un
momento este gato. En pocos minutos estaré de vuelta.
Pero, cuando vio que el
perro del señor había matado a su gato, dijo el mendigo:
-Ahora el perro es mío.
Y se marchó acompañado
por el perro, hasta que se lo entregó a un hombre diciéndole:
-Amigo, cuídeme un
momento este perro. Estaré de vuelta en un instante.
Pero, cuando volvió, el
perro estaba muerto. Lo había matado el toro. El mendigo dijo:
-Me llevaré en su lugar
el toro.
El hombre tuvo que darle
el toro y el mendigo se marchó. Llegó a la casa de un ricachón y le dijo:
-Amigo, preste atención a
mi toro. Dentro de poco estaré de vuelta.
Pero, antes de que
volviese, el caballo del ricachón mató al toro.
-Ahora el caballo es mío
-exclamó el mendigo.
Y se fue con el caballo.
En el camino se encontró con un rey. El rey tenía prisa por volver a su casa,
pero su caballo se había herido una pata y cojeaba. Entonces le pidió prestado
su caballo al mendigo. Al día siguiente, el mendigo fue a ver al rey para que
le devolviese su caballo, pero el caballo estaba muerto.
-Te devolveré en oro el
valor de tu caballo -dijo el rey.
Y le dio al mendigo tanto
oro que le permitió convertirse en un rico señor. Ya no tuvo que pedir limosna,
sino que vivió en un hermoso palacio y ¿a que no sabéis con quién se casó?:
justamente con la viuda que le había dado el grano de trigo.
Fuente: Gianni Rodari
126. anonimo (rumania-transilvania)
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