Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 4 de mayo de 2014

El sapo y el avestruz y la carrera .496

El avestruz ha sido siempre un poco bobo. Tan es así, que una vez le ganó el sapo una carrera. ¡Fijesé, el sapo le ganó al avestruz! ¡Qué cosa bárbara! Corrieron y pusieron de sentencia, a los muchos metros, un mortero y el que llegara primero, se sentaba. Ése ganaba. Bueno... Largan la carrera el avestruz y el sapo. El sapo salta. Pero este sapo había sido más diablo. Había puesto en todo el camino una hilera de sapos que iban saltando, saltando ¿no? Y el avestruz vía que siempre el sapo saltaba adelante. Y él más se apuraba.
Bueno, cuando llegó, el avestruz fue a sentarse en el mortero. Y sale un sapo y le dice:
-¡Che, che, no me apretés!
Que él había llegau primero.
Entonces quedó que le había ganado la carrera. Entonce le puso por condición al avestruz, que coma toda clase de bichos pero que no coma sapos. Y no come. Los sapos quedan sin que los ataque el avestruz.

Amílcar Aniceto Zapata, 79 años. Estancia Rincón del Vizcaíno. Don Cristóbal. Nogoyá. Entre Ríos, 1970.

Estanciero. Buen narrador.

Cuento 496. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El sapo y el avestruz y la carrera .484

Se formó una carrera entre el sapo y el avestruz y quedaron invitaos para un domingo.
El avestruz se reía del sapo y 'taba seguro que le ganaba. Todos los animales creían lo mismo, que qué le iba a ganar el sapo.
Y el sapo juntó muchos sapitos y los puso por donde iban a correr. Y en la raya, al final, puso un sapo grandote.
Y se hizo la carrera, y largaron el sapo y el avestruz. Y el avestruz corría, y iban saltando adelante del avestruz los sapitos. El avestruz no quería crer que le ganaba el sapo y corría más. Y cuando iba a llegar a la raya, salió el sapo grande y le dice al avestruz:
-¡Te la gané! ¡Te la gané!
Y el sapo le ganó no más la carrera al avestruz.
Y áhi viene bien el dicho: «Más vale maña que fuerza».

Arturo Aguilera, 76 años. Uspallata. Mendoza, 1959.

Buen narrador.

Cuento 484. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El sapo voltea la carreta .302

A los animales les habían dicho que las carretas tráian cosas ricas, pasas, alfajores, quesos. Que cuando se daban vuelta, quedaban muchas cosas para comer en el suelo. Que haciendo hombro en una rueda se daban vuelta.
Una vez, los animales 'taban reunidos y vieron venir una carreta cargada de todo. Áhi dijieron a ver quién se ponía en la güella y hacía hombro para voltiar la carreta. Pero no se animaban. Todos dispararon de la güella y se pusieron a ver. El único que hizo valor fue el sapo. Y se puso en la güella. Cuando pasó la carreta medio se hizo a un lado, pero lu alcanzó a agarrar di atrás. Trató de salvar la cabeza, pero le pasó por los cuadriles. Y algo voltió de las cosas que llevaba la carreta, que iba muy cargada. Y el sapo le dijo a los compañeros:
-¡La echamos, compañeros!
Y de áhi le quedaron al sapo aplastados los cuadriles y la cabeza levantadita, afirmado en los dos bracitos.

Juan C. Ruarte, 66 años. Villa General Roca. Los Manantiales. Belgrano. San Luis, 1951.

Cuento 302. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El quirquincho, el zorro y las carretas .299

Dice que eran dos amigos, el peludo y el zorro. El zorro siempre ha sido habilidoso y siempre encuentra comida, pero una vez pasaba hambre. El quirquincho, en cambio, consiguió cosas para comer.
En aquellos tiempos viajaban carretas con mercaderías de Buenos Aires a la campaña y de la campaña a Buenos Aires. El quirco cuando vio que venían unas carretas fue y se puso en unas vuellas del camino. Esperó que pasaran las tres carretas primeras y fue y se puso en la vuelta, y cuando fue a pasar la rueda inchó el lomo y volcó la carreta.
El carretero entró a gritar a los compañeros para que le ayuden a levantar la mercadería. Mientras tanto el peludo entró a retirar mercaderías y quesos y fiambres, y a esconderlas y a acarriar a su casa.
Al otro día llegó el zorro a la casa del peludo, y 'taba lleno de todo el peludo. Y el zorro se moría di hambre, y entonce le dice el quirquincho que lu iba a envitar y lu entró a envitar. Y al zorro almirado l'izo el cuento de cómo tenía tanta comida. Y entonce le dice el zorro que pórque no li avisaba cuando vinieran las carretas para hacer lo mismo. El quirquincho le dijo que cómo no.
Al poco tiempo, no más, venían las carretas. Le dice el peludo al zorro cómo tenía qui hacer, que se pusiera en la penúltima carreta y él se iba a poner en la última. Que se pusiera bien metido en la vuella. Y cuando llegara la rueda que hinchara el lomo. Y que él, al mismo tiempo, lo haría igual. Pero el peludo voltió la carreta y el zorro, cuando quiso hinchar el lomo, lo aplastó la rueda y lo dejó áhi, para todo el viaje.
Entonce el peludo acarrió las mercaderías que pudo. Y después recogió el cadáver de su compañero, y le sacó una patita, y hizo una flauta, un pito, para recuerdos de él. Y el peludo silbaba con la flauta que había hecho de la pata del zorro. Entonce le avisó a los parientes del finau zorro, la muerte del compañero.

Bonifacio Díaz, 67 años. Las Cuevas. Las Heras. Mendoza, 1951.

El narrador oyó contar este cuento en Mendoza a su abuela, oriunda de Chivilcoy, Provincia de Buenos Aires.

Cuento 299. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El quirquincho, el zorro y la carreta con quesos .298

Dice que eran el quirquincho y el zorro. Eran amigos, compañeros. Se juntaban por ahí.
Y el quirquincho va y ve una carreta qu'iba llena de quesos. Y agarra, éste, se pone en la huella del camino. Va la carreta, pega un tropezón, y salta un queso. Pasa la carreta, pero queda el queso. Entonce el quirquincho se puso a comelo al queso. Y viene el zorro:
-¿Qué 'tás comiendo, hermanito?
-Este queso.
-¿Y de dónde lo has hallado? ¿De dónde has sacado?
-Y, de la carreta ésa.
-¿Y comu has hecho para sacalo de la carreta?
-Y mi hi puesto en el camino y ha tropezau la rueda y ha saltau el queso.
-¡Convidame, hermanito!
-¡No! -dice. Andá vos conseguilo como hi conseguido yo.
-¡A ver, qué tal es!
Con la punta 'e l'uña es que li ha sacau y que li hace probar.
-¡Ay! ¡Qué rico! ¿Y cómo has hecho? ¿Cómo has hecho?
-Y mi hi puesto en el camino y ha tropezau la rueda en mí y ha saltau el queso.
-¿Y adónde voy a ir?
-Y andá buscala a la carreta y ponete vos también.
Claro, el quirquincho era duro. Si hacía una pelotita, así quedaba hecho, y ahí tropezaba la rueda como tropezar en una piedra. Pero el zorro, blando, agarró y se puso. Viene la rueda. Y lo pasa y lo hace pedazo, al zorro, lo corta en el medio. ¡Qué le va a pasale como al quirquincho, que es duro!

María Adela Oviedo de Nieva, 68 años. Santa Rosa. Tinogasta. Catamarca, 1970.

Lugareña. Buena narradora.

Cuento 298. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033


El quirquincho y el zorro y la carreta volcada .295

Resulta de que una tarde estaba el quirquincho sentado, casi cerquita de la puerta de su cueva. Y en eso pasa el zorro y le dice:
-¿Qué hacés, compadre?
-Aquí 'toy, compadre, tristón -dice. Nu hay ni siquiera una raíz para morder. Han síu tan fuertes las heladas que todo si ha perdido. Nu hay nada para comer. Aquí 'toy esperando que pase un carro que trae quesos.
-¿Y cómo vas hacer para sacarte un queso del carro? ¿Vas a comprar, qué vas hacer?
-No -dice. Yo me voy a dar maña y me voy a sacar un queso di arriba.
-Pero, ¿cómo vas hacer?
Dice:
-Ya vas a ver cómo voy hacer -dice. Yo, cuando pase el carro, yo me pongo abajo, y un queso va a caer.
Y efectivamente. Se ponen a esperar y 'taban divisando... para un lado, para el otro... En eso ya han visto que venía el carro a lo lejo. Y el quirquincho le dice:
-Áhi viene el carro. Hay que 'tar listo cuando pase.
Se acercó. Y el quirquincho se hizo bolita y se tiró en medio del camino, de manera que la rueda del carro le pasó por encima. Dio un semejante barquinazo y se cayó un queso.
-¿Has visto? -le dice el quirquincho, así se hace -dice.
-Ya ves, ya tenemos un queso para comer.
-Bueno, compadre, pero supongo que no será egoísta, usté me dará un pedazo para mí.
-Cómo no -le dice el quirquincho.
Parten el queso y se lleva cada uno la mitá. Y le dice el zorro:
-¡Ah!, mañana -dice- mañana yo lo voy a jorobar a éste.
-¿Pasa todos los días el carro?
-Sí -dice. Casi todos los días 'ta pasando.
-Mañana yo lo voy a esperar más arriba -dice, al carro, para comerme el queso solo.
Y se fue el zorro, efectivamente, más arriba a esperar. 'Taba esperando. Ya lo ve venir. Y 'taba listo, hecho rosquita, el zorro. Pasa el carro y se tira abajo 'e la rueda. Y claro, como él nu es duro como el quirquincho, lu hizo pedazo el carro. ¡Pobre zorro!

Delia Corvacho de Saravia, 46 años. Humahuaca. Jujuy, 1970.

La narradora es maestra de escuela.

Cuento 295. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El quirquincho y el zorro meleros .348

Diz que habían salíu el quirquincho con el zorro a buscar lachiguanas, a meliar. Entonce el quirquincho ha ido por un lau y el zorro por otro. Así que convienen que el que encuentre colgau lechiguana le iba a gritar al otro.
-Así se ayudamos -han dicho.
Entonce ha ido el quirquincho, ha ido y se ha colgau de un gajo, hecho una pelotita. Y así se ha quedau, que parecía una lechiguana. Y así le ha gritau al zorro:
-Compañero, aquí está un colgau.
Entonce el compañero ha veníu y ha encontrau el colgaíto que estaba en un gajo.
Entonce el zorro ha veníu y lo ha hincau, lo ha chuciau con un palito a la lechiguana por todas partes, y lo ha acertau abajo de la colita, y diz que probaba y que decía:
-¡Misqui! ¡Misqui!
Y que le salía agüita y otra cosa al quirquincho por esa parte. Y el quirquincho se ha pegado una carcajada y el zorro se ha retirau avergonzado.
Y se han ido otra vez. Y el zorro ha ido y se ha hecho un colgado y le ha gritau al quirquincho:
-Compañero, aquí 'tá un colgau.
Pero claro, 'taba con la cola peluda que le daba al suelo, qué iba parecer un colgau. Y ha veníu el quirquincho y ha agarrau un palo para bajar el colgau y le ha dau un palo al zorro, que lo descolgó del gajo.

Felipe Lascano, 73 años. Media Flor. Capital. Santiago del Estero, 1951.

Cuento 348. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El quirquincho y el zorro meleros .346

Éste es el cuento de la bala, cuando lu hizo comer guano el quirquincho al zorro.
Primero iban los dos, el quirquincho y el zorro a meliar, a buscar panales de abejas para juntar miel. Y el quirquincho pícaro se colgó y le pegó el grito al zorro:
-Compañero, ¡una bala!
Y el zorro corrió y vio esto colgado y creyó que era una bala. Y con un palito le hurgaba, y el quirquincho comenzó a largar el guano y el zorro comía:
-¡Ah, qué linda miel! -dice.
Pero después se dio cuenta el zorro que no era bala, y el quirquincho si ha largau riendosé del zorro.
De vuelta, el zorro ha hecho lo mesmo. Y cuando si ha colgau le ha pegau el grito al quirquincho, y el quirquincho ha agarrau un palo. Y con el palo lo ha bajau para abajo.
-¡Ah! ¡qué linda bala! -ha dicho. ¡Áura la bajo! -y li ha pegau, le dio un palo y claro, lo bajó al zorro.

Moisés Medina, 59 años. Tacanas. Leales. Tucumán, 1970.

Cuento 346. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El quirquincho y el zorro en la bodega .430

Güeno... El quirquincho había sabido vivir cerca di una bodega, y que él empezó a entrar y halló una pileta con vino. Tomaba vino en una piletita. Y empezó a entrar áhi.
Güeno... Por áhi un día se juntó con el zorro y que le dijo el quirquincho:
-Compadre, ¿no quiere que vamos a tomar vino? Yo tengo una piletita muy linda. Áhi tomo vino todas las noches.
Y se jueron a tomar vino. Y güeno, el zorro si había chumado y que le dijo:
-El que se chuma grita -y pegó unos gritos.
El quirquincho que le rogaba:
-No grite, compadre, que van a sentir los perros y los van a correr.
Pero no había caso, el zorro estaba corajudo porque había tomado vino y gritaba no más. Y luego d'eso jue sentido por los perros y los corrieron, pero se alcanzaron a escapar.
Y así volvieron otras noches y el zorro se chumaba y gritaba no más y venían los perros y los corrían, hasta qui una noche lo agarraron al zorro. Eso le pasó por gritón. El quirquincho, como sabe andar calladito, volvía todas las noches y tomaba vino y no lo pillaron nunca porque no metía bulla.

Ramón Sánchez, 67 años. Real del Cadillo. General Roca. La Rioja, 1950.

Campesino inteligente.

Cuento 430. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El quirquincho y el zorro .344

Diz que el quirquincho y el zorro si habían convidau para salir a meliar. Y que dice el quirquincho:
-Yo tengo una lachiguana. Y entonce dice el zorro:
-Entonce vamos a sacala.
Y el zorro, ya de cuanta le había sacau la lachiguana del quirquincho y se la había comido.
Y ya llegaron y no 'staba la lachiguana.
-Chey, ya me la habían robau a la lachiguana, y me la han comido. ¿Quién será?
-Yo no sé -le dice el zorro, y él se la había comido.
Y el quirquincho se daba cuenta que era el zorro, y dice:
-¡Ya ahora! ¡Ya van a ver lo que yo le voy a hacer al zorro!
-Chey, vamos a otra -le dice. Y se jueron.
Uno agarró por un camino y el otro por otro.
-Chey -le dice el quirquincho-, cuando encontrís alguna colmena, ya sea lachiguana o bala, me gritáis.
Y entonce el quirquincho si había colgau de un gajo y se había hecho bolita, y si ha puesto a largar la caca, y le grita:
-Juan, aquí 'stá una bala -que le dice.
Y si ha veníu corriendo el zorro y no lo había encontrau al quirquincho. Y lo ve en el gajo, y dice:
-¿Y ésta será la bala? ¡Ésta es la bala! -que dice.
Y lo que le 'taba saliendo la caca al quirquincho, el zorro créiba que era la miel, y ha agarrau en un palito, un poco de caca y la ha probau, y que dice:
-¡Ah!, esta miel es muy hedionda, no sirve.
Y entonce si ha ido, y el quirquincho ha salíu, y se encuentran otra vez.
-Chey -que le dice el zorro, adónde 'tá la bala, que la hi encontrau, pero la miel ha sido muy hedionda.
Entó que le dice el quirquincho:
-Es que no la hais encontrau.
Y siguen buscando. Y el zorro si ha dau cuenta de lo que le ha hecho el quirquincho, y si ha colgado él, y li ha gritado al compañero. Y el compañero ha venido y ha dicho que va a bajar la bala, y ha agarrado un palo y li ha pegado al zorro, y lo ha bajado.

Bernardino Zoto, 52 años. Obraje Las Hacheras. Las Víboras. Anta. Salta, 1952.

Cuento 344. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El quirquincho y el zorro .270

Había una vez un quirquincho y un zorro. Andaban junto. Y le dice el quirquincho:
-Vamo a domar un potro.
-Bueno -dice el zorro.
Y salieron a lazar el potro en el campo. Y le encontraron a lo potro. Y el quirquincho hizo la cueva, y le lazó y se metió en la cueva y le sujetó. Y le subió el quirquincho y no le echó. La cueva es con curva, por eso le sujetó al potro.
Y entonce le tocó al zorro. Y el zorro hizo la cueva, y lo lazó al potro y lo sacó disparando. La cueva es derecha, por eso no le pudo sujetar y casi le mató. Le ayudó el quirquincho y el zorro le subió al potro. Y el potro le echó y lo mató.

Cástulo Cerdán, 13 años. Isla Apipé Grande. Ituzaingó. Corrientes, 1959.

El narrador, nacido y criado en la isla, es alumno de su única escuela primaria. Aprendió el cuento del padre, que es el mejor domador de la isla.

Variante del cuento tradicional en el que se mata al potro para comer.

Cuento 270. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El quirquincho y el zorro .261

Andaba el zorro buscando quien lo ayudara a enlazar unos potros. Jue y encontró al quirquincho que se llamaba Anastasio. Y ya lo saludó muy amable y que le dice:
-Mi compadre Anastasio, ¿no quere que vamos de compañeros a rodar tierra? Tengo por áhi otro compañero que va a ir con nosotros. El zorro que lo quería hacer comer al quirquincho con el tigre. Que el tigre lo 'tába esperando al zorro para matalo por todas las picardías que le hacía.
-Bueno, compadre -que le dice el quirquincho.
-Y, compadre Anastasio, ¿usté no sabe enlazar?
-Sí, sé enlazar, compadre -que le dice el quirquincho.
Y ya lo llevó a la aguada ande bajan los animales a beber, y le mostró el lazo. El quirquincho cavó una cueva, como la sabe hacer él, con recovecos. Cuando llegaban los potros, el zorro le pasó el lazo al quirquincho. El quirquincho en lazó y se metió en la cueva. El potro pegó l'estirada pero ni lo movió al quirquincho. Pegó otra estirada y cayó y se quebró el cogote. Es sabido que cuando se mete a la cueva el quirquincho nu hay quién lo mueva.
Bueno, ya se allegaron a carniar. Vino el tigre que 'taba áhi cerca, y comió hasta que se llenó. Chocho 'tába el tigre lo que podía dar esas comilonas.
Ya cuando si acabó la carne, tenía miedo que el tigre lo matara y lo envitó otra vez a enlazar al quirquincho. Ya jueron.
-Güeno, enlace usté, le dice el quirquincho al zorro.
Y el zorro creyó que como él era más grande lu iba a sujetar mejor al potro. Cavó una cueva derecha, como hace la cueva el zorro. Llegaron los potros a beber. Entonce el quirquincho l'hizo orillar la manada hasta que la tuviera a tiro, el enlazador.
Enlazó el zorro y se puso el lazo a media panza. Y áhi lo sacó el yeguarizo como una bala, y ya lo partía por el medio de la panza. Y Anastasio le gritaba:
-¡Tire, Juancito! ¡Tire, Juancito!
-¡Le voy dando lazo! ¡Le voy dando lazo! -decía el zorro al tiempo que el yeguarizo lu iba matando a golpes.
Y el animal lo mató no más al zorro. El quirquincho, de miedo, se escondió en la cueva, que ni tuvo tiempo de verlo el tigre.
-Bueno -dice el tigre, ya se murió este pícaro, qué voy a hacer solo. Me voy.
Y se jué.
Y así se terminó la vida del zorro que se créia que él era más capaz de todos en cualquier trabajo.

Eustaquio Funes, 62 años. El Morro. Pedernera. San Luis, 1951.

Modesto propietario. Muy buen narrador.

Cuento 261. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033



El quirquincho y el zorro .260

Eran compadres el quirquincho y el zorro y andaban rodando tierra. Andaban a pie y tenían que encabalgarse. Vieron llegar una tropilla de yeguarizos y le dijo el quirquincho al zorro que tenían que enlazar un potro cada uno, y se prepararon. El quirquincho, hizo una cueva, medio torcida, con caracoles, y el zorro, derecho no más. Y armó el lazo el quirquincho y el zorro le echó los yeguarizos a una manga que había áhi. Enlazó el potro y se metió en la cueva. Pegó una estirada el potro, que cuasi se mató, pero ya lo agarraron y lo tuvieron para cabalgar. Y que le dice al zorro:
-Agora le toca a usté, compadre.
El zorro armó el lazó, se lo ató a la cintura y le dijo al quirquincho:
-Eche, no más, compadre.
Y echó el quirquincho los yeguarizos y el zorro enlazó, ¡amigo!, y se metió en la cueva. El potro era malísimo y se echó a corcoviar y disparar, y lo sacó al zorro como una bala' a la rastra. Claro, como el zorro hizo la cueva derecha, no tenía ande hacer pie. Y ahí lo llevó arrastrando por medio de las espinas, y las ramas y las piedras. Y el quirquincho gritaba:
-¡Sujete, compadre! ¡Sujete compadre!
-¡Qué, pucha!, ni le óiba el zorro con el susto y los golpes.
A los tiempos se juntaron, y tuavía andaba el zorro lastimado, machucado, revolcado entero. Y que le dice el quirquincho:
-¿Y qué le pasó, compadre? ¿Páque dejó ir al potro? ¿Cómo a mí no me llevó?
-L'iba dando lazo, compadre. Pero... ¡Y el lazo, ése, no se cortaba! Y mire, vea, el animal, ése, al fin me arrastró porque era más fortacho qu'el que a usté le tocó.

Juan Lucero, 67 años. El Durazno, Pringles. San Luis, 1952.

Cuento 260. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El quirquincho y el zorro .256

Éste que era don Juan el Zorro, zorro astuto y bien empelau. Un buen día, a la orilla de la laguna se juntaron con su amigo Pedro el Quirquincho, con quien mantenía una larga amistá, y mirando tomar agua a la manada de cimarrones, don Pedro el Quirquincho le dijo al amigo Juan el Zorro:
-¡Qué hermoso potro blanco repunta la manada!
El amigo Juan sonriente le dijo:
-¡Qué bien montaríamos en él!
El Quirquincho, con tranquilidad miró al animal blanco y le dijo:
-Montar me resulta fácil cuando el potro está agarrado.
-En fin -dijo el zorro, enlazar me resulta fácil y montar también -y armando el lazo largó el primer pial, pero no acertó.
En cambio, el quirquincho pialó y disparó a su cueva, enredando el lazo en una raíz. El zorro quedó almirado de la sabiduría de su amigo. Para demostrar que él era mejor enlazador pialó de nuevo. El potro disparó con el lazo, y el pialador, no consiguiendo zafarse, jue arrastrado por el potro y pagó con su vida tamaña imprudencia.
Y el quirquincho pasó por un zapato roto para que Ud. me cuente otro.

Pedro Lucero, 22 años. San Pablo. Chacabuco. San Luis, 1940.

Semiculto. Buen narrador.

Cuento 256. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El quirquincho bola y el zorro y la carreta volcada .296

Hicieron una apuesta a cual resiste que pase una carreta por encima. Y que venían cargadas las carretas y que iban a cosechar algunas cosas, si se ladiaban.
El quirquincho bola tiene una coraza dura, y se puso en el camino. Pasó la carreta, y él estaba ande iba a dar una rueda, y se ladió la carreta, y voltió varias cosas de comida. Y ganó el quirquincho bola, porque no le pasó nada.
Y le tocó al zorro, y se puso igual. Y pasó la carreta, lo agarró con la rueda, y lo reventó. Y se acabó la apuesta.

Medardo Farbán, 49 años. Santa Catalina. Jujuy, 1951.

Lugareño semiculto en este lugar lejano de la Puna. Juez de Paz.

Cuento 296. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El quirquincho bola y el sapo y la carreta volcada .303

Una vez un peludo convidó a un sapo a tomar vino y comer queso ande había volcado una carreta. Al volcar la carreta habían quedado en el camino quesos y pipas de vino que tráiba de carga. Esta carreta venía con una tropa de carretas de las que antiguamente hacían el comercio, antes que hubieran trenes. Comieron hasta llenarse y chuparon hasta quedar bien borrachos. 
Cuando 'taban bien mamados, vieron que se les había acabáu el vino y no sabían di ande sacar más. Entonces le contó el quirquincho bola al sapo que él había hecho volcar la carreta, que si había puesto en la güella, cuando vio que venía una tropa de carretas, que cuando fue a pasar una carreta él hinchó el lomo con mucha juerza, ande daba una de las ruedas, y la carreta volcó. Que se cayó toda la carga, y que mientras los hombres volvían a cargar, él iba escondiendo quesos y pudo tapar con yuyos unas pipas de vino. Entonces dijo el sapo que él iba hacer lo mismo.El quirquincho bola y el sapo 'taban conversando a la orilla del camino y comiendo lo último que quedaba, cuando vieron que venía una tropa de carretas. Áhi no más se acomodó el sapo en la güella. El mataco lo quería convencer que no se ponga, que él no iba a resistir, pero como 'taba tan mamáu el sapo no hizo juicio y se puso no más.Pasó la carreta, que era tan pesada, y la rueda lo aplastó al sapo, y claro, ni se tambalió siquiera.Por eso todos los sapos son con esa figura de animal aplastado, porque desde entonces quedaron así, aplastados. 

Gabriela Romero, 64 años. El Sauce. Chacabuco. San Luis, 1950.

Campesina. Buena narradora. 

Posiblemente éste es el cuento original que explica el aspecto del sapo y la dureza del mataco cerrado en su caparazón. 

Cuento 303. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033