Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

lunes, 2 de diciembre de 2013

El tigre y el zorro y el tigre se hace el muerto .151

El tigre lu andaba persiguiendo al zorro y no lo podía agarrar. El tigre se hizo el muerto a fin de conseguir que el zorro se allegara. 'Taba tirau en el suelo. No conseguía que naide asistiera al velorio. Y llegó el zorro a visitar al muerto. Se decía en el pago que 'taba muerto el tigre. Y llegó el zorro y no creiba que 'taba muerto.
Y si allegó el zorro y lo vido al tigre y dijo:
-Si 'tá muerto mi tío tigre debe dar muestra que 'tá muerto. Debe largar tres ventosidades.
Y tal era el apuro de agarrarlo al zorro que tenía el tigre, que ya hizo fuerza de más y se largó las tres ventosidades.
Y entonce el zorro dijo:
-Muerto que se pea no velo yo -y áhi no más tomó la puerta, y el tigre se quedó en ayuna.

Juan C. Ruarte, 66 años. Villa General Roca. Los Manantiales. Belgrano. San Luis, 1948.

Narrador inteligente y que conoce muchos cuentos.

Cuento 151. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El tigre y el zorro y el tigre carnea .123

El tigre y el zorro eran enemigos. Andaban tirandosé siempre. El tigre lo perseguía al zorro y el zorro li hacía las escapadas y li hacía picardías a cada momento. El tigre se llamaba Ildefonso y el zorro se llamaba Juan.
Es que un día andaba por cazar el tigre. El zorro andaba cerquita. Es que el tigre 'taba junto ande tenían que tomar agua los animales del campo.
Y por áhi dice el zorro, haciendosé el chiquito, y de lejito no más para que no lo salte el tigre:
-Tío Ildefonso, áhi vienen las vicuñitas, vienen al agua. Yo le voy hacer que pille. Hagasé el muerto. Ya le voy hacer pillar una.
-Bueno -que le dice el tigre y si ha tirau al suelo.
Y que decía el zorro y cantaba:
Vicuñitas, vengan al agua que el tigre si ha muerto. Chiqui, chiqui, chi. Vicuñitas vengan al agua que el tigre si ha muerto. Chiqui, chiqui, chi.
Las vicuñitas creyeron y fueron al agua. Habían estau en l' orillita. Cuando han acordau, ya lo cazó una. Áhi no más lo mató. Y se puso a carniar y a comer. Y ha venido el zorro y se sentó a mirar. Y nada, el tigre comía y comía y no le convidaba. Y al fin le dice, despacito:
-Tío, tío Ildefonso, las tripitas me saben gustar.
-Cintas pa tu tía -le dice el tigre.
Y no le daba y seguía comiendo. Y el zorro le volví a decir, muy humilde:
-Tío Ildefonso, la guatita me sabe gustar.
-Manto pa tu tía -le dice el tigre.
-Tío Ildefonso, la bostita me sabe gustar -le vuelve a decir el zorro.
-Yerba pa tu tía -le dice el tigre.
-Tío Ildefonso, la vejiga me sabe gustar.
-Bueno, tomá -y se lo dio.
Bueno, después que se llenó, sacó unos pedazos de carne y le dice:
-Ahora, llevale esto para tu tía.
Agarró y enterró la carne que le sobró, el tigre, como hacen ellos. Y se puso a dormir.
El zorro había juntau un montón de bumbulitos, de esos que hacen ruido, y los había puesto en la vejiga, bu... bu... bu... hacían. Y despacito se lo ató a la cola del tigre. Y es que le grita:
-Tío, tío, mire, tío Ildefonso, dicen que viene un ejército, con todas las armas, viera usté. Tío, oiga el ruido de las armas.
Y es que el tigre se despierta asustado y oye el ruido, y dice:
-¡Ay! ¡Qué voy hacer ahora!
-Y dispare, dispare...
Y claro, el tigre había salido disparando. Y que ya lejos dice:
-¡Ay!, ¡cada vez más cerca! ¡Me vienen persiguiendo! ¡Me vienen persiguiendo! ¡Ay! ¡Ay! ¿Qué hago?
Y ya si había caído, cansado de tanto disparar. Y se da vuelta y se mira la vejiga, y que dice:
-¡Ay!, ¡este bandido, ya mi ha hecho una picardía! ¡Ya va a ver lo que le va a pasar!

María Adela Oviedo de Nieva, 68 años. Santa Rosa. Tinogasta. Catamarca, 1970.

Lugareña rústica. Buena narradora.
La narradora relata las aventuras del tigre y el zorro como cuentos independientes y así los consignamos aquí.

Cuento 123. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 


El tigre y el zorro que toma agua .173

El zorro era muy diablo. Solía hacé enojá de má al tío tigre. Y el tigre lo quería matá. Y el tigre 'ecía:
-Lo quero matá a este cabezudo. Vo nicó sabé qúe te busco pa matate. ¿Vo, pa, creé que te va a salvá?
Y el tigre le mangueaba al zorro. Que había sólo una parte que había agua y el zorro tenía que vení a tomá agua. Y en esa parte 'taba el tigre. Y el zorro sabía y 'ecía:
-¡Vamo a dir no más! ¡Qué ticó, me va hacé el tigre!
Y llegó el zorro al agua y lo vido al tigre:
-¡Juna gran siete! -'ijo, y se volvió atrás.
Y el zorro jue y se puso miel y se rodó en un montón de hojas. Y salió lleno de hojas como un bicho raro de má. Y el tigre le mangueaba en el agua. Y él 'taba loco de sé y vino lleno de hojas y pasó. Y si agachó, tomó agua, y el tigre mirando por él, toito asustao, de ese bicho que nunca vio. Y el zorro 'taba tomando agua un güen rato. Y de lejo no más le 'ice el tigre:
-¡Oh, chamigo follarada!, ¿qué tanta agua vo pa tomá?
Y entonce 'ice el zorro, cree que tenía domado al tigre, con voz gruesa:
-Así tomamo agua nohotro, chamigo -y se 'ía saliendo del agua.
Salió el zorro y le 'ice con voz de él mismo:
-¡Ah!, que yo, de que me separé de vo, no tomé agua. Por eso tomé de má ahora.
Y le conoció el tigre y le saltó. Y el zorro salió disparando.
No le pudo agarrar nunca al zorro, el tigre.

Isabelino Ramírez, 73 años. Santo Tomé. Corrientes, 1952.

El narrador es trabajador rural. Habla guaraní y su lenguaje tiene las características del español regional.

Cuento 173. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El tigre y el zorro que pescan quesos .201

El zorro se robó unos quesillos y se jue a una laguna. Áhi tenía que tomar agua, y pensó que iba a cair el tigre. Y ya lo vio que venía y echó unos pedazos de queso áhi cerca. Y áhi llegó el tigre y le dice:
-Ahora sí que te viá comer.
Entonce le dice el zorro:
-Mire, tío, ante que me coma, mire los quesos que hay en esta laguna. Pruebe primero y después me come.
Y probó el tigre y le gustaron mucho, y le dijo que le diera más.
-Sí, pero hay que sacar de más adentro.
Entonce el tigre dijo que él no podía entrar. Entonce le dice el zorro:
-Pero, venga tío, subamé a caballo y yo lo viá llevar. Yo lo viá llevar a caballo. Yo lo viá llevar.
Subió el tigre. Y el zorro se metió en la laguna.
-Yo le viá a decir ande hay muchos quesos, ¿no?
Y jueron, y el zorro, en un lugar que era más hondo le dice:
-Usté meta la mano y áhi va agarrar muchos quesos.
Entonce el tigre metió la mano y sacó barro.
Y el zorro le dice:
-¡Áhi 'ta lo güeno, tío! ¡Meta la mano más hondo, áhi 'ta lo güeno!
Y cuando el tigre metió la mano a onde 'taba más hondo, y se agachó mucho, el zorro hizo una cuerpiada y lo largó a lo más hondo. Y se hundió el tigre y el zorro salió disparando, y le dijo:
-¡Que te murás, maula!

Pascasio Castro, 70 años. Los Toldos. Buenos Aires, 1960.

El narrador es peón de estancia. Muy buen narrador.

Cuento 201. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El tigre y el zorro que pescaba quesos .202

El tigre andaba con mucha rabia. Lo andaba buscando a Juan, al zorro. Como a los cuatro días lo encuentra en la costa de un arroyo y le dice de lejo:
-Aura sí me las pagarás.
-Pero, no, tío, cómo me va a matar. Vea antes la comida que estoy pescando en este arroyo.
Y entonce dijo:
-Bueno ¿qué estás pescando?
-Estoy pescando quesos.
El zorro andaba con un queso y tiraba pedacitos al agua. Que ya estaba adentro del arroyo, porque cuando lo vio al tigre que venía, que se había tirau al arroyo. Y en el arroyo había un gran remanso, pero el zorro se quedaba en la orilla del remanso. Y el tigre vía que sacaba queso el zorro y comía y le tiraba unos pedacitos, y le pregunta:
-¿Y es trabajoso sacar queso? Aunque haiga agua, ¿se puede dentrar?
-No, tío -le dice, tiene que tirarse no más. Y mientra más adentro se tire má va a sacar. No hay ningún peligro.
Y se tiró el tigre al remanso y casi se augó. Se le enllenaron las orejas de agua. Y salió bufando de rabia y aturdido.
Aura, para eso, el zorro se había juído. Y no lo pudo agarrar más.

Vicente Rossi, 61 años. Tandil. Buenos Aires, 1957.

El narrador es cochero del pueblo. Ha cursado el primer grado de la escuela primaria.

Cuento 202. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El tigre y el zorro que fríe pescado .230

Otra vuelta el tigre lo encontró al zorro friyendo pescado arriba di un árbol. Y le preguntó que cómo había subido.
-Y, con la cabeza pa abajo -dice. Suba mi tío, le voy a convidar. Están riquísimos estos pescados. Los acabo de pescar en el río. Suba, no tenga pereza. No se va arrepentir.
Y subió. Cuando iba subiendo le echó la grasa caliente en la cola. Se bajó el tigre y el zorro se le volvió a escapar otra vez. El tigre, quemado vivo, bramaba de dolor y rumbió pa las casas, para que lo curara la tigra. La tigra lo curaba y le decía cómo le creiba al zorro que es tan mentiroso.
Sanó el tigre y lo salió a buscar al zorro pa matarlo. Y hasta la fecha lo anda buscando, pero el pícaro se le dispara siempre.

Esteban Pérez, 70 años. Viale. Nogoyá. Entre Ríos. 1970.

El tema del cuento es, en realidad, del mono y el tigre, atribuido aquí al zorro. Nuestro zorro no trepa a los árboles.


Cuento 230. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El tigre y el zorro en la aguada .198

Entonce Ildefonso, un día, se encontró con una cigüeña y le preguntó:
-¿No has visto pasar por acá a mi sobrino Juan?
-Sí -dijo la cigüeña, todos los días viene a estas piedras a tomar agua.
Y entonce el tigre pensó que se iba a esconder en la aguada. Se metió en el agua, con la boca para arriba, lo más adentro que pudo.
Al otro día, a la hora que dijo la cigüeña, llegó el zorro a la aguada. Le pareció que había algo raro en la bajadita de la aguada y metió entonce una patita al agua, con gran desconfianza. Ahí, entonces, le agarró el tigre la patita entre los dientes. El zorro, al momento, le dijo en alta voz y como si nada le doliera:
-¡Ay, mi tío, por morderme la patita me mordió el bastoncito. ¡Muerda, tío, muerda no más el bastoncito!
Y entonces abrió la boca, el tigre, creyendo lo que le decía el pícaro, y Juan aprovechó para disparar. El tigre lo corrió pero que lo iba a alcanzar. Se metió en un monte el zorro y ahí andaba. Después de unos días, por casualidad se encontró con una pistola vieja, sin gatillo. Se puso la pistola al lado y se recostó a dormir la siesta al pie de un gran árbol.
Ildefonso, que lo andaba siguiendo, se metió en el monte a buscarlo. Ahí lo encontró una siesta en profundo sueño. Llegó muy despacito y tomandoló del cuello le dijo:
-¡Por fin te encuentro, grandísimo bribón!
Y Juan con su característica astucia se incorporó, y sacando la pistola y poniendoselá al pecho al tigre, le dijo:
-Si no me larga lo mato. Ahora soy juez de paz de los zorros. ¡Cómo no se ha enterado de la noticia!
Lo largó el tigre porque se sorprendió de verlo con arma de fuego. Y a las armas de fuego le tiene miedo el tigre. Y se aprovechó el zorro, y fue retrocediendo, apuntandolé siempre, y logró perderse en la espesura del monte, aprovechando la sorpresa del tigre.

Silvano Arístides Hernández, 61 años. Mar del Plata. Buenos Aires, 1958.

Aventura poco difundida.

Cuento 198. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El tigre y el zorro carnean .196

El tigre se llamaba Ildefonso. Adoptó como sobrino al zorro que se llamaba Juan. Andaban juntos. En cierta oportunidad andaban buscando carne. Querían procurarse una res.
Y se fueron a una aguada. Vino la hacienda a beber. El zorro atajó los animales y el tío mató un animal gordo. El tío carnió y comió y al sobrino no le daba nada.
Al fin, lo mandó al zorro con un costillar para que la tía tigra lo prepare, lo ase y lo espere a él.
El zorro llegó a la casa de la tigra y le dijo:
-Tía, dice mi tío que haga este asado y que me dé de comer porque tengo que volver en seguida.
La tía obedeció, hizo el asado y se lo sirvió al zorro. El zorro comió y se escapó.
Llegó el tigre y encontró con que el zorro le había comido el asado. Y como ya le había hecho otras pillerías, salió a buscarlo para castigarlo.
Al domingo siguiente había en la pulpería del pago, carreras y otros juegos. El tigre pensó que iría el zorro y aprovechó para ver si podía cazar al sobrino.
Y allá fue llegando el zorro junto con el peludo y el zorrino.
Pero el zorro, calculando que encontraría al tigre, había hecho una cueva con una entrada ancha y que tenía una salida angosta, una cueva con dos bocas.
Y cuando lo vio el tigre al zorro lo sacó corriendo. El zorro se metió en la cueva y el tigre entró de atrás con toda facilidá, pero se quedó encajado en el medio de la cueva. El zorro salió por la otra boca y se disparó al monte. El tigre salió burlado y Juan se fue de la pulpería, y se metió en el monte porque sabía que el tigre en cuanto saliera de la cueva lo iba a buscar para matarlo.

Silvano Arístides Hernández, 61 años. Mar del Plata. Buenos Aires, 1958.

El narrador es director de escuela jubilado. Oyó los cuentos del zorro a don Apolinario Tapir, viejo peón de estancia, vecino de Castelli, cuando él era niño. Los oyó muchas veces y en diferentes oportunidades a otros peones de campo.
Ésta es una aventura poco conocida del zorro.

Cuento 196. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El tigre y el zorro .211

Un tigre iba de viaje. Y él era el tío de los zorros. Entonces se encuentra con un zorro. Dice:
-¿Qué hacés sobrino?
Dice:
-Toy aquí, parado.
-Bueno -dice- vos vas a ir conmigo.
-Bueno -dice el zorro, yo voy a ir con usté.
Siguieron caminando. Y dice el zorro cuando iban ya allá lejos.
-Tío, yo tengo hambre.
-¿Tenés hambre?
-Sí.
-Bueno, mirá, ¿ves aquella punta de yeguas?
-Sí la veo, tío.
-Bueno -dice, traila derecho acá adonde yo 'stoy en estas matas, que yo voy aquí a matar una, de pasada.
Bueno, así fue. Se fue corriendo el zorro y se trajo la punta de yeguas. Y pasa y se salta una potranca. La carnea. Bueno, al zorro mientras carnea le dice:
-Haga juego.
El zorro hacía juego. Y pensaba:
-¿Qué me irá dar mi tío? ¿Qué me irá a dar de comer mi tío ahora, mientras carnia?
Bueno, hizo el juego. Puso un asado, el tigre. Come, come bien. Y el zorro miraba. El zorro miraba y decía:
-¿Y qué me irá dar mi tío?
No lo invitaba a comer. 'Taba con mucho hambre.
Cuando se llena, dice:
-Bueno, mirá -dice, yo voy a dormir la siesta. Y vos -dice- cuidá. Cuando sientas bulla de indio, me avisás. Porque vamos a disparar.
Era la época de los indios, tiempo del malón. Así eran los años del malón porque estos cuentos son de muy adelante, de muy lejos, ¿no? Bueno, el zorro, triste porque no le daba de comer, se agarra, busca una vejiga, la vejiga del animal, que es una cosa que se infla. La infló. Los chicos juegan con la vejiga inflada, la patean como una pelota.
Bueno... Entonces, junta mosca, porque cuando carnean animales se junta mucha mosca. Y juntaba mosca él y la ponía en la vejiga. Busca una cerda del animal, que lleva en la crin o en la cola, y se la ató en la cola del tigre. Y calienta el asador. Dice que el tigre llevaba un asador, lo calienta y se lo pone en la cola, donde tenía las moscas. Y las moscas al sentir eso, empezaron con la revolución que hacen las moscas, ¿vio?, y tantas. Se recuerda el tigre. Le dice el zorro:
-Tío, tío tigre, bulla de indio, tío, bulla de indio.
Y se levanta el tigre y siente ese ruido de las moscas, ¡bu!... ¡bu!... ¡bu!... las moscas, y dispara. Y entonces se queda con la carne, a comer. Come el zorro.
-¿Y qué hago ahora? -dice. Bueno, me voy.
Se va, y en lo que se iba, se encuentra con el tío otra vez. Y le dice el tío:
-¡Ajá!, y vos, ¿qué andas haciendo? Vení para acá.
Bueno. Agarra y se para. Se para y lo agarra y le pone una soga y se lo lleva de tiro.
Y mientras lo llevaba de tiro el tigre, que iba caminando, el zorro iba masticando la soga, porque el zorro es un animal muy vivo, es un animal muy astuto. Entre los animales silvestres es el más astuto el zorro. Y lo llevaba el tigre para darle una paliza. Dice que le iba a dar una paliza porque lo había asustado en esa forma y que no eran los indios sinó que le había llenado la vejiga de moscas. Y claro, el tío venía de vuelta. Claro, se rompió la vejiga y el tío pegó la vuelta, y volvió pa donde tenía el rial con la carne. Y el zorro le masticaba la soga. Y dele masticarle la soga. Bueno... Cuando quiere acordar el tigre le ha masticado la soga. Se le escapa. Dispara el zorro, halla una cueva y se mete a la cueva, y lu agarra, de la cola, el tigre. Lu agarra de la cola, y claro, si lo saca pa ajuera, el tigre tiene una fuerza bárbara. Entonces le dice el zorro:
-Tire, no más, mi tío, que es una ráiz di algarrobo.
Entonces el tigre lo larga. Lo larga y se mete a la cueva. En eso llega volando Pedro. Pedro es un chimango ¿no?
-¡Quío...! ¡Quío!... -decía Pedro.
Volaba y lo llama el tigre:
-Che, vení pa acá.
-Sí, ¿qué le pasa?
-Mirá -dice-, acá adentro hay un preso. Y vos lo tenés que cuidar.
-Sí, cómo no -dice, yo era -dice- guardia cárcel -dice, y cuidaba presos -dice- en la cárcel y nunca se me fue un preso.
¡Cómo no! -dice.
-Yo -dice- voy a buscar el pico pa cavalo y lo voy a sacar.
-Pero ¡cómo no! -le dice- lo voy a cuidar.
-Muy bien, agarreselá.
Y bueno, cuando el zorro venía a salir, el chimango le daba un picotón. Se mandaba pa adentro el zorro, a la cueva. Quería asomarse, lo volvía a picar.
-Vea, amigo -le dice el zorro, yo he estado preso muchas veces. He estau muchas veces preso -y dice, y los guardianes cuando yo 'taba preso -dice, cantaban -dice, y caminaban de un lado para otro -dice, y cantaban y miraban pa arriba, pa todos laus, pero usté -dice, no me deja mover di acá.
-Sí, yo también sé cantar -dice.
Y se pone a cantar ¡píu...! ¡píu...! Levanta la cabeza pa arriba y le ha encajau un puñau di arena en los ojos, el zorro, y se le dispara el preso.
Y cuando volvió el tigre resulta que se encuentra conque no 'taba ni el zorro ni el chimango. El chimango se escapó también.

Domingo Adelaido Tello, 68 años. Valcheta. Río Negro, 1971.

El narrador oyó estos cuentos de niño en Carmen de Patagones a su madre, Mercedes Acevedo, que era cordobesa. Es hombre de campo diestro en todas las tareas tradicionales del ganadero. Tiene escasa cultura pero es inteligente. Goza fama de buen narrador.

Cuento 211. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El tigre y el zorro .203

Pasó esto. Resulta que el tigre lu andaba persiguiendo al zorro porque li había hecho saltar un ojo. El zorro li había hecho muchas malas aiciones al tigre. El tigre lu había sacau corriendo al zorro y éste si había metiu en una cueva. El tigre lu había agarrau de la cola y lo tiró hasta que li arrancó la cola. Entonce el zorro se le jue encima entre el pelo de la cola. El tigre, con la juerza del tirón se había cáido de espalda. Áhi lu había aprovechau el zorro y li había clavau un palo con una punta bárbara y li había sacau un ojo. El tigre había quedau enfermo y tuerto. Ya cuando sanó el tigre lo salió a buscar al zorro. Él buscaba al zorro rabón, claro.
Un día lu encuentra y le dice:
-¡Ah, vos sos -dice- el que mi arruinaste!
-¡No, tío, yo no soy! ¡No, tío, yo no soy!
Porque el tigre era tío del zorro.
-Sos vos. El único rabón qui anda acá sos vos -dice.
-¡No! ¡No! -dice.
Bueno, se dio vuelta y se fue, porque él pensó, dice:
-Si yo me quedo, éste me va matar.
Entonce, dice, él pensó:
-Yo me voy. Y me voy a buscar algo para salvarme yo.
Entonces se fue él. Pegó unos gritos entre el monte. Entonce se vinieron todos los zorros. Como los zorros son todos compadres, dicen:
-¿Qué le pasa, compadre?
-Mire, compadre, es pa hacerles una envitación. Yo tengo una parte que hay mucha uva. Pero yo solo no la voy a comer. No puedo -dice. Las uvas son di una comadreja muy mala y hay que ponerse a salvo en cuanto aparezca.
-Bien -dice. ¡Cómo no! -dice.
-Ahora, con una condición. Yo les voy a dar la uva, pero ustedes tienen que estar ataus de la cola, porque si no, no van a poder comer tranquilos.
Entonce dice:
-¡Sí! ¡Sí! -dice.
Basta que les diera la uva.
El zorro los ató a los compadres muy fuerte del tronco de la cola con un alambre. Bien ataus.
Entró él.
-Pero si yo vengo disparando, porque el dueño de la comadreja me corre, ustedes disparan áhi no más.
Entonce, cuando les dio un poco di uva, se vino zumbando di allá, atrás de él. Todos los zorros dispararon y quedaron todas las colas áhi, ande 'taban atadas. Y dispararon los zorros.
-Ahora sí -dice. Ahora que me encuentre mi tío -dice.
Salió y se fue -dice.
Los otros dispararon.
Y un día, al trote va él pa allá y el tigre venía.
-¡Ep! -dice.
-¡Hola, sobrino! ¿Qué tal?
-No -dice-, 'tá confundiu -dice. 'Tá confundiu -dice.
-¿Por qué? -dice-, si sos vos. Vos sos el único zorro rabón.
-¡No! ¡No! -dice-. Acá habemos muchos rabones -dice.
-Si vos sos el único qui hay -dice.
-No, no. Ahora va a ver. Yo voy a pegar un grito y van a venir varios.
Pegó un grito y si amontonaron todos los rabones.
-Ahora elija cuál es. A ver, ¿cuál es? ¡A ver!
-¡Ah! -dice el tigre, tiene razón. Nu es usté entonce.
-Bueno -dice el zorro, ¿pánde va? -dice.
-Y, voy pa aquel lau a ver si como algo, qué sé yo.
-Yo lo voy a llevar ande hay mucha comida -dice.
Como el tigre li había hecho tanto lío al zorro, éste lo convida a otro compadre zorro para embromarlo al tigre. Le dice:
-Che, mirá, vamo a llevarlo a éste. Y más adelante hay un jagüel. Lo vamo a llevar allá y lo vamo abrir al pozo -dice- y lo vamo hacer cair -dice. Yo por un lado y vos por otro, y lo vamo hacer caer en el jagüel -dice.
Entonce lo llevaron. Lu hicieron pasar por encima. Cuando quiso acordar, ¡al pozo el tigre!
-Bueno -le dice el zorro al tigre, ahora vas a sufrir vos acá. De comer vas a tener, pero no vas a salir di acá.
El zorro pensó, él debe tener mucha comida. Y le llevaban todos los días la comida, buena carne. Y éste entró flaco al pozo y se empezó a engordar.
El tigre juntó todos los güesos de la carne que traían. Y ponía los güesos así, en la paré del pozo. Empezó a hacer como una escalera. Cuando se quiso acordar el zorro, el tigre andaba afuera. Cuando le vinieron a traile un cuarto de carne, nu estaba más. Y dice:
-¿Qué es eso? ¡Por Dios! ¡Éste nos mata ahora!
Bueno... -dice. Ahora ¿qué hacemos? Tenemos que ganar el monte, nosotros. Y bueno... vamos, yo por acá, vos por allá. Uno por cada lado. Que si andamos juntos...
Salieron, pero por áhi no más lo ven al tigre.
-Allá viene -dice- ¡qué gordo que 'tá! Nu hagas bulla.
El tigre los había oído y como era vivo se larga al suelo y si hace el muerto. Llegaron. El zorro, vivo también, dice:
-Eh, no sé si está muerto éste, pero por las dudas lo voy atar.
Trajo un alambre y lu ató. Y el tigre no se movía. Agarró un palito y lo tocaba en el ojo. El tigre quieto no más.
-¡Nu está muerto, éste, eh! Vamos a dejarlo atau.
Lo dejaron atau. Se fueron.
-Ahora vas a ver -dice- qué cinchada va dejar éste.
Dieron una vuelta y vinieron, y nada.
-Y sigue muerto no más. 'Tá muerto. 'Tá muerto. Vamos a desatarlo.
Lo desataron. Le largaron la cabeza y caiba como muerto. Y se fueron, creyendo que ya 'taban libres del peligro del tigre.
A los pocos días, un baile había. Llegaron. 'Taba sentau tocando la guitarra, el tigre.
Áhi se jueron, convidaron a un zorrino y volvieron. Tocaron las manos. Y el tigre dice:
-A ver quién es.
-Su sobrino, el zorro.
-Digalé que pase.
Viene con otros compadres y un amigo.
-Digalé que pase.
Cuando entraron, se puso en la puerta y dice el tigre:
-¡Ahora me van a pagar todas juntas!
Y áhi el zorrino, que ya venía preparado, le largó el chorro de orines en los ojos y lo dejó ciego al tigre. Y todos dispararon y lo dejaron ciego al tigre para toda la vida.

Argentino Denis, 59 años. Magdalena. Buenos Aires, 1969.

El narrador declara haber olvidado muchos cuentos del zorro y el tigre que se contaban en Magdalena porque ya no los cuenta. Cuando trabajaba como resero, en los descansos y sobre todo en las noches alrededor del fogón, todos los compañeros tenían que contar un cuento mientras se asaba la carne y se calentaba el agua para el mate. Los narradores del viejo Pago de la Magdalena se lucían siempre. Él se contaba entre los buenos, pero su enfermedad lo alejó del trabajo y le produjo pérdida de memoria.
El cuento es una variante del cuento común en la que se mezclan motivos tradicionales y nuevos motivos.

Cuento 203. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El tigre y el zorro .200

Se encontraron el tigre y el zorro. Y el tigre que siempre lo andaba buscando al zorro pa matarlo, le dice:
-¡Así te quería agarrar!
Y estaban a la orilla de un arroyo y habían llegao unos yeguarizos a tomar agua, y le dice el zorro:
-Mire, tío, ya que está acá, ¿por qué no caza esa potranca tan gorda?
Y la vio el tigre y ahí no más la cazó. Y se puso a carniar el tigre y el zorro le ayudaba. Y el tigre carniaba y comía y no le daba nada al zorro. Y claro, el zorro ya se moría de hambre y le pedía:
-Tío, ¿me va dar alguna achura? ¿Me da una paleta?
-¡No! -le dice el tigre.
-¿Me da un cuarto?
-¡No!
-Entonce, ¿me da el corazón?
-¡No!, es pa tu tía.
-Por último, ¿me da la vejiga?
-Eso sí te viá dar.
Y se la dio. Como era tiempo 'e verano, el zorro la hizo secar y la sopló, y le metió unas toscas adentro. Y áhi la tenía.
El tigre comió y le dice al zorro que se suba a un árbol pa cuidar si viene alguien, que él va a dormir un rato. Y el zorro se subió al árbol. Y ya cuando el tigre se durmió, se bajó muy despacito y le ató la vejiga en la cola . Se volvió a subir, y de arriba le dice:
-¡Tío!, ¡tío!, ¡dispierte, que vienen unos hombres con perros, lo andan buscando! Vienen derecho pa este lao.
Y el tigre se despertó, y él lo que movió la cola con las piedras, creyó que era el ruido de los perros que venían y salió corriendo. Y claro, mientra más corría más cerca sentía los perros que ya lo cazaban.
Entonce el zorro se quedó dueño de toda la carne. Se bajó y comió. Y agarró un buen pedazo de asado y se jue a la casa de la tigra. Y le dio la carne y le dijo que el tío lo mandaba pa que la asaran y comieran juntos. Y que él se quedara áhi a dormir. Y le dijo que él no podía por eso dir a su casa.
-¿Y ande vas a dormir? Dormí en el galpón.
-No, me van a decir Juan del galpón.
-Dormí a los pieses míos, entonce.
-No, me van a decir Juan de los pieses.
-Dormí al costao, entonce.
-No, me van a decir Juan del costao.
Y entonce, ¿ande querés dormir?
-En las verijas, áhi tengo que dormir por orden de mi tío.
Y entonce el zorro durmió con la tía.
Al otro día, el tigre se cansó de correr, y en eso se vio la vejiga, y se volvió. Se dio cuenta que era el zorro que se la había colgao y ya dijo que lo iba a matar. Y llegó a la casa y el zorro salió disparando. La tigra le contó lo que había pasado, y el tigre se puso muy enojado. Y no sabía cómo hacer para matarlo. Entonces le dice a la tigra que se va hacer el muerto.
Y se hizo el muerto. Y ya avisaron a todos los animales que el tigre había muerto. Y le avisaron al sobrino, claro. Y vino el zorro y lo vio al tigre que 'taba tirao en el suelo. Y claro, empezó a desconfiar. Y entonce dice:
-A todos los muertos que yo he visto, se han tirao un pedo.
Y áhi el tigre si ha tirao esa palabra no más; se le escapó no más esa palabra.
-Muerto que se pe no velo yo -dice el zorro, y se disparó tamién.
El tigre lo andaba buscando otra vez por todos lados, pero no lo podía agarrar.

Pascasio Castro, 70 años. Los Toldos. General Viamonte. Buenos Aires, 1960.

Nativo del lugar. Buen narrador. Iletrado, pero inteligente.

Cuento 200. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030