Había una vez un rey muy,
pero que muy rico. Un día hizo anunciar, mediante una proclama dirigida a
todos sus súbditos, que quien dijese la mentira más gorda sería premiado con
una manzana de oro. Personas de toda clase y de todos los oficios se presentaron
en el palacio para contarle al rey su propia mentira, pero el rey siempre
meneaba la cabeza diciendo:
-Sí, está bien, pero lo
que cuentas podría ser verdad.
Un día llegó un joven que
llevaba consigo un barrilito.
-Poderoso monarca, he
venido aquí por mis ducados de oro -dijo el joven.
-¿Qué ducados?
-Los que os presté la
semana pasada.
-Pero yo nunca te he
pedido nada en préstamo -exclamó el rey. Es una mentira estupenda.
-Si es estupenda, dame,
pues, la manzana de oro -dijo el joven.
-Espera un momento -dijo
el rey fingiendo hacer memoria. ¡Ahora sí que lo recuerdo!
-Mejor así, noble señor,
devuélveme entonces mi barrilito de ducados.
El rey se dio cuenta de
que había sido burlado. Fue así como el joven tuvo su manzana de oro.
147. anonimo (armenia)
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