Una vez, un ladrón se
metió en un huerto donde crecían repollos, nabos, zanahorias y muchas
hortalizas más. El ladrón iba arrancando todo lo que encontraba a su paso y
guardaba parte de lo robado en un saco, parte dentro de su camisa. Cuando menos
se lo esperaba, apareció el jardinero, que lo cogió por el cuello y le gritó:
-¿Qué estás buscando
aquí? ¿Y cómo has entrado?
-¿Que cómo he entrado?
-preguntó el ladrón asustado. Sólo te puedo decir que de repente me encontré
aquí. A mediodía se levantó un viento terrible y me trajo volando.
-¿Y quién ha arrancado
todas esas hortalizas?
-Yo, yo las he arrancado,
pero ha sido contra mi voluntad, créeme. El viento me llevaba de un lado para
el otro; yo intentaba sujetarme a algo, pero me resultó imposible.
-Vale, pero ¿quién te ha
metido las hortalizas en el saco y dentro de tu camisa?
-Es lo que me estaba
preguntando antes de que llegases -respondió el ladrón. Pero por más que
pensaba y pensaba, me he roto la cabeza pensando, no he llegado a ninguna
conclusión.
El cuento no da más
detalles sobre el resto de la conversación. Probable-mente el jardinero se
sirvió de su vara para hacer que el ladronzuelo recuperase la memoria.
133. anonimo (turquia)
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