Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 6 de agosto de 2012

Juan y el diablo

Un día le dijo Guaraguao al amigo Juan:
-¿Vamos a volar?
Juan le contestó que él no podía volar, porque no tenía alas. Entonces, Guaraguao, con un puñao de plumas, le hizo unas alas, y salieron volando.
Ya por los aires, va Juan y pregunta:
-¿Y adónde vamos?
-Vamos a la casa del diablo -le contestó Guaraguao.
Cuando llegaron a la casa del diablo, ya era noche cerrada y no les quedó más remedio que pedirle posada para poder dormir un rato.
A media noche, Juan, que dormía con un ojo abierto y los oídos entornados, escuchó una conversación entre el diablo y su mujer. Tanto le inquietó lo que oyó que despertó enseguida al Guaraguao para salir corriendo de ahí.
Los dos abrieron la ventana y se escaparon, pero a medio camino discutieron y se enfadaron, hasta tal punto que el Guaraguao le dijo a Juan que le devolviera las plumas de sus alas.
Juan se las devolvió y se quedó solo en medio de la noche sin poder regresar a su casa. Después de mucho pensar y muerto de frío y cansancio, decidió volver a la casa del diablo, pues es lo único que conocía por ahí cerca.
Llegó, y antes de llamar siquiera a la puerta, el diablo se precipitó sobre él y le metió en un saco que ató con una gruesa cuerda.
El diablo se fue después a buscar leña para encender una gran hoguera donde quemarlo. Pero Juan, al percatarse de que el diablo había salido, comenzó a dar voces y a gritar, diciendo que tenía una sed horrible, que se moría de sed. Tanto gritó y gritó que la mujer del diablo, para que se callara, le hizo un agujerito en el saco y le dio un vaso de agua.
Juan aprovechó entonces el agujerito para agrandarlo hasta que pudo salir enterito por él.
Al verse libre, cogió una cotorra que tenía el diablo y le arrancó algunas de sus plumas para hacerse unas alas y salir volando, pero antes de marcharse, encerró a la mujer del diablo en el saco.
Cuando el diablo regresó, Juan ya estaba bien lejos. Sin saber lo que había pasado, el diablo encendió un gran fuego, echó sobre él el saco y empezó a quemar a su propia mujer.
Pronto se dio cuenta el diablo del engaño y se enfureció tanto que le salió humo por las orejas y juró vengarse de Juan.
Tan furioso estaba que gritó durante varios días:
-¡Me robaste la cotorra y me quemaste a la mujer, pero ya te atraparé!
Desde ese día, el diablo no descansó hasta que consiguió atraparle con sus malas artes, aunque no sin esfuerzos ni burlas.
Una vez en su poder, el diablo meditó lo que haría con Juan. Finalmente, decidió meterlo en un saco, cargarlo con piedras y arrojarlo al mar.
Lo preparó todo con cuidado y, cuando estuvo listo, pidió a cuatro diablejos amigos que lo llevaran hasta el mar para tirarlo en lo más profundo.
Los diablejos cargaban el saco, pero pesaba tanto que tenían que descansar de vez en cuando. En una de las paradas, decidieron entrar los diablejos a una taberna cercana para beber un vaso de vino y reponer fuerzas.
Al darse cuenta Juan de que lo habían dejado solo, intentó romper el saco, pero no pudo. Después, comenzó a gritar para llamar la atención de los que por allí pasaran y, finalmente, se acercó un caminante. Desde el interior del saco, Juan gritaba:
-¡Yo no me caso!... ¡Yo no me caso!... ¡No quiero casarme! Y el caminante preguntó:
-¿Qué es lo que te pasa? ¿Por qué te tienen metido ahí?
-Pues que me quieren casar con la hija del rey, pero es tan fea tan fea que yo no quiero.
El caminante, al escuchar aquello, pensó que a él no le importaría casarse con una mujer fea pero rica, así que desató la cuerda del saco y se metió dentro de él.
-Ata bien la cuerda para que nadie se dé cuenta del cambio -le dijo a Juan.
Juan así lo hizo y, luego, salió corriendo.
Cuando los diablejos regresaron y cargaron el saco, se quedaron muy extrañados al oír una voz que salía gritando:
-¡Sí que me caso, sí que me caso!
Y los diablejos se echaron a reír.
-¿Que tú te casas? Ya verás qué bien vas a estar en el fondo del mar. Y lo arrojaron al fondo del mar.
El diablo, pensando que se había librado definitivamente de Juan, se quedó tranquilo y se dedicó de nuevo a sus negocios.
Un buen día, el diablo necesitó que le hicieran unas grandes cajas de madera y fue a buscar un carpintero. Juan, que se enteró de esto, se disfrazó de carpintero. El diablo no le reconoció porque, además del disfraz, pensaba que Juan estaba muerto. Así acordaron entonces el negocio.
Cuando Juan terminó la primera caja, el diablo estuvo viéndola, pero la cerradura no le convencía, porque le parecía muy débil. Entonces discutieron y acabaron apostando a ver quién tenía razón. Si el diablo conseguía abrir la caja sin llave, el carpintero le regalaría todas las cajas.
Y entonces el diablo se metió dentro de la caja. Juan le cerró y, antes de que el diablo se diera cuenta, Juan clavó la caja con unos enormes clavos, dejándole dentro sin poder salir.
Y así es como el diablo, desde entonces, está metido en una caja y apenas puede hacer una pequeña parte de sus maldades. Y Juan vivió feliz el resto de sus días.

134. anonimo (caribe)

8 comentarios:

  1. Buenos dias
    Unas pocas preguntas es para una tarea
    1 quienes son los personajes
    2 La historia es real o fantastica
    3 El porue de la respuesta
    Gracias

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  2. Buenos dias
    Unas pocas preguntas es para una tarea
    1 quienes son los personajes
    2 La historia es real o fantastica
    3 El porue de la respuesta
    Gracias

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  3. Diablejos
    Diablo
    Guaraguao
    Juan
    Mujer del diablo

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  4. estuvo bn aunque.. no me gusto para nada el nombre Guaraguao

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  5. Leí este cuento en 1996, libro de castellano 2, gracias por publicarlo aquí, desde entonces no lo había leído

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  6. disculpen alguien me podria decir quien es el narrador de la historia por favor

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