Prabhávati era la hija de
Vajranabh, un rey-demonio del sur de la India, de extraordinaria crueldad, que se
hallaba, a la sazón, en guerra con los reinos del norte.
Un día, la princesa
escuchó que sus sirvientas hablaban de un príncipe del ejército enemigo:
Pradyumna, hijo del mismo Krishna. Las mujeres hablaban de sus virtudes
guerreras y de su superioridad en comparación con otros hombres. La muchacha
quedó impresionada por lo que oyó.
Como ya estaba en edad de
contraer matrimonio, su padre quiso buscarle un buen partido entre sus
príncipes aliados; pero Prabhávati se negó a aceptar a ninguno.
En cierta ocasión, se
dirigía a hablar con su padre, cuando escuchó voces en su habitación. Se
escondió tras unas cortinas y pudo oír lo que éste le decía al sabio Narad,
mensajero de los dioses. Su conversación versaba sobre Krishna.
-¿De dónde saca ese
hombre las fuerzas? -quería saber Vajranabh. Mis ejércitos son los mejores
que existen, pero nada pueden contra él.
-El secreto, majestad
-reveló Narad, es que Krishna no es un mero mortal, sino una encarnación del
mismo dios Vishnu. Creedme: debéis desistir de la guerra contra él, pues es
verdaderamente invencible, debido a su condición divina.
-Sea quien fuere, no
cederé ante sus ataques -afirmó el soberano.
Prabhávati, que escuchaba
escondida, supo en aquel momento que Pradyumna, del que tanto había oído hablar,
era hijo del propio Vishnu y decidió que nadie sino él conseguiría su mano.
Pero guardó para sí este propósito pues, al fin y al cabo, Pradyumna era el
hijo del enemigo de su pueblo.
Mientras tanto, Vajranabh
había decidido que era imprescindible hacer algo para salvaguardar su reino.
Se dedicó a severas penitencias para propiciarse al dios Brahma. Éste se
sintió contento con su devoción y le concedió el don que se le pedía: que nadie
pudiese entrar en su ciudad sin su consentimiento, cerrando así definitivamente
el camino a cualquier invasor.
En el instante en que
Krishna supo esto, tuvo que imaginar un plan para convencer a su enemigo.
Decidió mandar a su hijo, junto con algunos comediantes, para que entraran
disfrazados en la ciudad de Vajranabh, con el propósito de acabar con él.
Para convencer a
Pradyumna de que intentase la aventura, le habló de la belleza legendaria de
Prabhávati y, para interesar a Vajranabh en el grupo de actores, se sirvió de
unos cisnes celestia-les, que llevaban y traían mensajes.
Los cisnes llegaron al
palacio de Vajranabh, cuando éste se encon-traba en los jardines, y se
dirigieron a él:
-¡Os saludamos, majestad!
-dijeron-. Verdaderamente es cierto lo que nos habían dicho y vuestra ciudad es
una joya resplandeciente, un paraíso en la tierra.
El rey quedó asombrado de
lo que escuchaba.
-Estoy presenciando una
maravilla -afirmó sorprendido. ¡Cisnes que hablan!
-En un lugar tan
maravilloso como vuestro reino, hasta los seres más necios se vuelven
inteligentes, majestad -fue la respuesta que le dieron los animales.
-Me complace lo que decís
-declaró el rey. Quedad con nosotros, gozad de mis inmensos jardines y haced
las delicias de mi corte con vuestra charla.
Así lo hicieron y pronto
las aves divinas se granjearon el cariño y la admiración de todas las gentes
de palacio. Por fin, tuvieron ocasión de llegar a los aposentos de la
princesa.
-¿Cómo es que vuestra
bella princesa está aún soltera? -preguntaron a una de las sirvientes, en
presencia de Prabhávati.
-Es totalmente por su
gusto -contestó la sirviente. Pretendientes no le han faltado; y todos de muy
buen linaje. Pero nuestra princesa no ha querido ni oír hablar de ellos.
-Entonces -prosiguió uno
de los cisnes- es inútil que yo trate de hablarle del valiente Pradyumna, ¿no
es así?
Al escuchar este nombre
Prabhávati cambió de actitud y se acercó al ave.
-¿Le conoces? -preguntó.
Aunque nunca le he visto, él es mi elegido. Háblame de cómo es y de sus
virtudes.
-Lo haré -aseguró el
cisne. Te contaré mil historias sobre su carácter y sus aventuras. Pero, a
cambio, habrás de hacerme un favor.
-Di -indicó la princesa.
-Cuenta a tu padre las
maravillas que he visto. Quiero hablar con él y que se interese por lo que
tengo que decirle.
-Así lo haré -accedió
Prabhávati-. Ahora, háblame de mi amado.
De esta manera el cisne
consiguió sus fines. Contó a Prabhávati muchos detalles de Pradyumna, que aumentaron
más si cabe el amor que por él sentía la joven y, al mismo tiempo, consiguió
que Vajranabh se interesase por sus historias.
Cuando el monarca
preguntó al cisne por esas maravillas que había visto, el pájaro le describió
paisajes y monumentos y, con gran habilidad, le informó de la existencia de un
grupo de actores que, con su interpretación, hacían las delicias de los mismos
dioses. De inmediato, Vajranabh quiso ser testigo de su arte.
Algunos cisnes regresaron
al norte a llevar la noticia y uno de ellos se encaminó a donde se encontraba
Pradyumna.
-No tengo mucho tiempo,
¡oh, príncipe! -anunció al llegar. Pero he de comunicarte algo que te atañe
directamente. La bella Prabhávati, hija del rey Vajranabh, está enamorada de
ti. Ha rechazado a muchos pretendientes y sólo te aceptará a ti por esposo.
Pradyumna quedó
sorprendido al escuchar esto, pues ya conocía por referencias la belleza de la
princesa.
"Me ha preferido a
mi, al hijo de su enemigo, antes a que todos los príncipes de su raza",
pensó. "En verdad, que es una mujer admirable."
-Cuando regreses a su
lado -ordenó al cisne, di a Prabhávati que ahora sé lo que encierra su corazón
y que no tendrá que aguardar mucho.
Pero quedó preocupado,
pues no conocía aún el plan de su padre para apoderarse del reino de Vajranabh.
Entonces un criado le
indicó que su padre le esperaba para comunicarle algo importante.
En cuanto Pradyumna
estuvo en su presencia, Krishna fue directamente al asunto.
-Hijo, es mi deseo que te
dirijas a la ciudad de Vajranabh y que te unas a Prabhávati, su hija.
Pradyumna quedó
sorprendido por el cariz que tomaban los acontecimientos.
-Pero, padre -preguntó,
¿cómo podré entrar allí sin el permiso de Vajranabh?
-Él desea presenciar la
actuación de un grupo de actores. Marcharás disfrazado, con guerreros de
confianza, y de esta manera lograrás llevar a cabo lo que te ordeno que
hagas.
Los falsos actores
marcharon a otra ciudad, donde actuaron durante varios días. La invitación de
Vajranabh no se hizo esperar mucho.
Mientras tanto, el cisne
informó a Prabhávati de que su amado Pradyumna vendría por ella, para que escaparan
juntos.
Los actores llegaron al
palacio de Vajranabh y actuaron en su presencia, deleitando al rey. Tras la
representación, marcharon a unos aposentos especiales que se habían dispuestos
para ellos.
Pradyumna quiso entonces
asegurarse de que era cierto el amor de Prabhávati y decidió penetrar en sus
habitaciones. Casualmente vio a una sirviente que llevaba una guirnalda de flores
para la princesa. Haciendo uso de los poderes mágicos que le otorgaba el hecho
de ser hijo de un dios, Pradyumna se convirtió en un insecto y voló hasta
esconderse en la guirnalda de flores. De esta manera consiguió entrar en las
habitaciones de Prabhávati.
Allí, la princesa,
aguardaba el primer encuentro con su amado y su ansiedad le hacía hablar
consigo misma.
-¿Cuánto más he de
esperar? -se preguntó-. ¿Es cierto que Pradumna vendrá a desposarse conmigo?
Si no lo hace, si las palabras del cisne no son ciertas, de seguro que moriré
de pesar.
El príncipe tuvo bastante
con lo que había escuchado y, recuperando su forma humana, se presentó ante
la muchacha.
-Amada mía -le dijo, no
necesito más pruebas de tu amor. He venido como te prometí y, si lo deseas,
podemos efectuar aquí mismo nuestra boda.
Prabhávati, llena de
emoción, no fue capaz de hablar y sólo pudo asentir con un movimiento de
cabeza.
Usando el resplandor de
una joya como fuego sagrado, ambos jóvenes llevaron a cabo los ritos que les unían
en matrimonio.
Tras celebrar su noche de
bodas, Pradyumna se convirtió de nuevo en insecto y voló fuera de los
aposentos de su esposa.
Ambos amantes se veían
ahora en secreto, pero la situación no tardó mucho en llegar a una crisis,
pues los ejércitos de Krishna se aproximaron a la ciudad y la cercaron.
Tuvo lugar entonces una
cruenta batalla y Pradyumna, con sus fieles aliados, que seguían haciéndose
pasar por actores, atacó a Vajranabh desde el interior de la ciudad,
determinando así la victoria de los suyos en el combate.
Pradyumna fue el heredero
de Vajranabh en su reino y lo gobernó con justicia durante muchos años, viviendo
feliz al lado de Prabhávati.
(Del Mahâbhârata de Vyâsa)
Fuente: Enrique Gallud Jardiel
004. Anonimo (india),