Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de junio de 2014

El zorro y el suri .333

Que habían ido a una reunión, a la casa de la perdiz, todos los animales. Y el zorro que no pierde tiempo, que tenía gana de comerlo al suri. Que se lamía lo que lo veía tan grandote y gordo.
-Aquí tengo como para tres días de comida -que decía.
Y entonce dice que le dice:
-¡Ay!, cómo quedará mi tío suri de bizarro con unas botas de potro bien paradas y un calzón bombacho.
Y dice que le dice el suri:
-¿Adónde puedo conseguir esas botas?
-Yo puedo fabricarle las botas bien altas -que le dice:
-Y bueno, si me la puedes fabricar, mejor.
-De una canilla de potro que tengo allá, en mi casa, le voy a fabricar las botas.
Y jue y trajo el cuero de las patas del potro, que ya 'taba duro y lo echó al agua. Y mientras tanto se había traído una alezna y un tientito fino para hacer una costura. Y ya iba el zorro y lo sacaba al cuero y lo miraba, y lo estiraba al cuero. Y ya cuanto 'tuvo blandito le pudo hacer las botas al suri. Y ya le puso al haz de las canillas, le cortó a la medida las botas y las cosió bien ajustado. Y cuando tenía las botas puestas, lo puso al sol. Y claro, ya se iba secando el cuero de las botas y el suri ya no se pudo parar más. Y áhi que le decía el zorro:
-¡A ver, tío, po, salga a bailar!
Y qué iba a poder salir si no se podía ni mover.
Y áhi se lo comió el zorro al avestruz sin trabajo ninguno, lo tomó mansito.

Rosa Villagrán de Sánchez, 65 años. Santa María. Catamarca.

La narradora es una lugareña de cierta cultura.

Cuento 333. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033


El zorro y el quirquincho y los socios sembradores .325

El zorro con el quirquincho sembraron a medias.
El zorro quería lo que daba el fruto de arriba. El quirquincho le dijo que bueno, que él se quedaba con el fruto de abajo. Sembró papas el quirquincho y le tocó una buena cosecha, y al zorro nada.
Al otro año le dijo el zorro que lo que daba abajo le tocaba a él. El quirquincho sembró trigo. Y áhi otra vez le tocó buena cosecha, y al zorro nada.
Al otro año cambió de opinión el zorro. Dijo que a él le toca lo de arriba y lo de abajo, y al quirquincho lo del medio. El quirquincho sembró maíz. Y el quirquincho acierta por que el maíz lo que da es en el medio. Y el zorro no cosechó nada otra vez.
Y lo embromó el quirquincho al zorro, por ser de malos tratos.

Yolanda del Carmen Parada, 24 años. Chos Malal. Neuquén, 1960.

La narradora trabaja en el servicio doméstico. 

Aprendió el cuento del padre, Victoriano Parada, de 56 años, de El Cholar, Neuquén.

Cuento 325. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el quirquincho y la guerra .512

Dice que una vez el zorro y el quirquincho, que eran compadres, se hicieron un desafío.
-Compadre, hagamos una guerra. Usté busque sus soldados y yo buscaré los míos -había dicho el zorro.
El quirquincho, ante tal propuesta, se quedó pensativo, pero le acetó.
El zorro que la créia segura a la vitoria, buscó al tigre, al lión y otros feroces animales, mientras tanto el quirquincho se consiguió unos cuantos porongos vacíos, y en ellos metió una enormidá de huanqueros, abejas y avispas, animalitos que simpatizaban del quirquincho y que decidieron ayudarlo.
Salieron a un campo, y ya venía el zorro, con los tigres, leones y otros animales feroces.
Apenas se inició la pelea, el quirquincho les largó un porongo con huanqueros, luego los otros con las abejas y avispas.
El zorro le gritaba al quirquincho:
-Vamos, compadre, a no hacer trampas, a no hacer trampas...
Los huanqueros, abejas y avispas picaron de tal modo a los soldados del zorro y al zorro mismo, que salieron huyendo, y no se les vio el polvo...

Florio Soto, 50 años. Yasyamayo. Tafí. Tucumán, 1951.

Lugareño de cierta cultura. Buen narrador.

Cuento 512. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el quirquincho y la bodega .429

Diz que había una vez un zorro y un quirquincho que eran compagres. Un día le dice el quirquincho al zorro que él tiene una bodega pa ir a tomar un güen vino. El zorro le pidió que lo lleve. El quirquincho li ha dicho que lo lleva pero que no se vaya a machar. El zorro li ha dicho que le promete que no se va a machar. Y di áhi si han ido.
Han entrao los dos compagres. Han empezao a probar el vino. El quirquincho ha tomao poco, pero el zorro ha tomado mucho y se ha machao y ha pegao un grito.
-No grite, compagre, que lo van a sentir los perros -li ha dicho el quirquincho.
Pero, el zorro ya 'taba muy machao y ha vuelto a gritar. Al tercer grito han sentío los perros y han venido. El quirquincho si ha disparao por el aujero qui han dentrao, pero el zorro como 'taba tan machao no ha encontrao la salida. Y áhi lu han agarrao los perros y lu han muerto.

Juan Ocampo, 18 años. Casa de Piedra. Santa María. Catamarca, 1951.

Campesino. Ha concurrido a los primeros grados de la escuela primaria.

Cuento 429. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el quirquincho sembradores .321

Diz que el zorro tenía un terreno y le ofertaba al quirquincho que siembre al partir. Y el quirquincho ha dicho que bueno. Y entonce le ha dicho el zorro:
-Lo que siembre este año va a ser, lo de ancima de la tierra, para mí, y lo de abajo, para usté.
Y entón el quirquincho ha preferido sembrar papas. Y claro, como han quedau que lo de encima es para el zorro, que sólo le han quedau en el reparto las hojas, al zorro.
Y de ver que perdía, el zorro, al otro año le ha dicho al quirquincho que lo de abajo de la tierra iba a ser para él y lo de arriba iba a ser para el quirquincho.
Y el quirquincho ha preferido sembrar trigo.
Y bueno, en la cosecha le tocó al zorro lo de abajo, las raíces, y todo el grano le resultó para el quirquincho.
Y bueno, el zorro de ver esto -¿Cómo haré?- que decía. Claro, no se remediaba nada. No hallaba qué hacer sembrar ya. Y entonce que dice el zorro:
-Ahora vamos hacer otra siembra. Para mí va a ser lo que den abajo y lo que den arriba, las plantas, y para usté lo que den en el medio.
Y bueno, el quirquincho ha sembrau máiz. Claro, la mazorca se da en el medio de la chacra. Le han quedau al zorro las flores y las raíces, y el quirquincho que era el sembrador, se ha quedau con lo mejor.
Y bueno, se han apartau los socios, y el zorro no ha queríu que sembraran más al partir. Y claro, como el zorro es tan interesau, se quedaba siempre con lo pior.

Clemente Eraso, 46 años. San Antonio del Cajón. Santa María. Catamarca, 1951.

Cuento 321. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el quirquincho sembradores .322

Había una vez un zorro y un quirquincho.
Le dice el zorro al quirquincho:
-Oiga, compadre, ¿por qué no sembramos?
-Bueno...
-Podíamos sembrar papas.
-Bueno, bueno.
-Lo de abajo, para usté, y lo de arriba para mí.
-Bueno, bueno -dice el quirquincho.
Siembran y salen las plantas. Y va el quirquincho y hace la cosecha. Y viene el otro y taban las hojas secas. Y va y dice:
-¡Bah! ¿Y para mí?
-Las hojas li han quedau.
-Y bueno. Ahora lo voy a joder yo a éste -dice el zorro. Vamos a sembrá chacra.
Y bueno, le dice:
-Podemos sembrá chacra. Lo de abajo para mí y lo de arriba para usté.
-Bueno, bueno -dice.
Entonce, viene el quirquincho, y agarra, corta los choclos, los lleva. Y cuando viene el zorro, y va, eran raíces, nada más.
-¡Ah, mi ha jodido de vuelta! -dice. Yo también lo voy a joder ahora. Vamos a sembrar zanahorias, lo de arriba para mí y lo di abajo para usté.
Viene el quirquincho y hace la cosecha de nuevo. Y siempre lu ha jodido él, ¿no?
Hasta que después dice el zorro:
-Bueno, ya no cosechemos más, siempre mi ha jodíu usté.
Y todo eso era porque el zorro que se cre muy sabio no conocía bien las plantas y tenía mala intención para el socio.

Jorge Eduardo Busto, 13 años.

Copacabana. Tinogasta. Catamarca, 1970.

En cierto modo, ésta es una variante del cuento tradicional.

Cuento 322. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el quirquincho que salieron a melear .347

Diz que el zorro y el quirquincho han salido a buscar lachiguanas. Y di áhi, en el camino, que han dicho:
-Vamos uno por un lado y otro por otro lado. Se juntaremos luego, cuando alguno encuentre una lachiguana.
Y el quirquincho había pasau adelante y se había prendíu a un palo, y se había colgau como si juera una lachiguana. ¡Y claro!, entre las ramas parecía una lachiguana llenita 'e miel.
Y que ha llegado el zorro y ha visto la lachiguana, y que le ha gritado al quirquincho:
-¡Compañero, aquí está una lachiguana!
Y diz que el zorro áhi agarró un palito y que le hincaba por todas partes, pa ver si estaba mieluda. Y áhi que le ha hincau abajo 'e la cola y que el quirquincho ha hecho aguas mayores y menores. Y diz que el zorro ha dicho:
-Parece muy mieluda esta lachiguana.
Y áhi ha probado. Al principio que se saboriaba crendo que era miel, pero al fin se ha dado cuenta lo que era y ha pensado en vengarse del quirquincho. Se va adelante el zorro y se cuelga, él también. Y áhi que le grita:
-¡Compañero, una lachiguana!...
Y va el quirquincho y lo halla al zorro que se ha colgau. ¡Y claro!, no tenía la forma de lachiguana, ni se parecía. Y di áhi que va y corta un palo, y le tira con todas sus juerzas, mordiendosé, y le pega un palo en las costillas. Y áhi que se ha largau el zorro con las costillas rotas y medio muerto, y que le decía:
-¡No mi haga así, compañero!
Y diz que el quirquincho li ha dicho que estaba crendo que era una lachiguana. Y que casi lo ha muerto.

Miguel Ángel López, 76 años. Tafí del Valle. Tafí. Tucumán, 1951.

Lugareño rústico. Gran narrador.

Cuento 347. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el quirquincho meleros .345

Un quirquincho con un zorro eran compadres. El zorro era bastante pícaro y li hacía muchas picardías al quirquincho. Y el quirquincho dice un día:
-Lo voy a embromar a mi compadre.
El quirquincho lu invita al zorro a las lachiguanas. Y le dice:
-Yo me voy por este camino. Vos andate por el otro. Cuando hallís alguna lachiguana me gritás y yo te voy a gritar a vos cuando halle alguna.
El quirquincho le gana el camino y sigue, se sube arriba di un arbolito y si hace una bolita bien agarrau del árbol. Y llega el zorro con un palito que era un hurgunero, y piensa qu' el quirquincho era lachiguana. Y le pega un grito al compadre. Y el compadre quirquincho no contesta. Y entonce piensa que se la va a comer solo. Y áhi ve cómo lo va a hincar pa comer la miel. Que el quirquincho 'taba con la cabeza arriba y la colita colgando. Y dijo el zorro:
-Esta lachiguana 'tá con la boquita pa abajo.
Lu empezó a tocar por la colita con el palito y sacaba y comía. Y claro, no le gustaba mucho, qu' era la caca del quirquincho. Y determinó seguir viaje. Y se dio cuenta de la picardía, y más allá se colgó él como lachiguana, y va el quirquincho y dice:
-Ve, una lachiguana. La vua bajá.
Y agarra un palo y lo baja di un palo.
Y se van. Y le dice el quirquincho, después:
-Compadre, le vua hacé un regalito. Aquí no más espere, le vuá a trái una bolsa de gallinas.
Se va el quirquincho y trái una bolsa de perros. Y el zorro le dice:
-Soltalas a todas juntas pa divertirme. Vamos ande ha sembrau aquél, áhi 'ta peladito.
Y le suelta en el campo pelau todos los perros. Y lo sacan al compadre zorro te pillo y no te pillo, hasta que el zorro se mete en una cueva. Y áhi se salvó. Y adentro 'taba descansando y coqueando, y prende un cigarrillo. Y los perros 'taban calladitos en la boca de la cueva. Y el zorro se empieza a mirarse el traje y se ve lo pantalones muy sucios y hediondos con el susto, y que decía:
-¡Cómo será de cochina esta cola, ve lo que ha hecho!
Y los perros 'taban sintiendo. Y áhi decía:
-¡Pus! ¡Pus! Cola cochina. Comela caschis. Comela caschis.
Y se pusieron en guardia los perros y asomó la cola ajuera, y lo pillaron de la cola y lo sacaron, y lu hicieron charqui.
Y un día dice el quirquincho:
-Voy a velo a mi compadre quí hace en la cueva.
Y él ya sabía lo qu' iba a pasar. Va y lu encuentra en el sembrau, el esqueleto blanco ya por el sol. Y que lo que le ve los dientes blanquiando le dice:
-Pero, compadre, ¿pórque se ríe tanto?

Roque Guido Tarifa, 23 años, Tucumán, 1951.

Peón de campo. Ha cursado los grados de la escuela primaria.

A este cuento se agrega el motivo del zorro que, refugiado en la cueva, saca la cola sucia hacia afuera y lo matan los perros.

Cuento 345. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el quirquincho meleros .350

Se juntaron el zorro y el quirquincho. Andaban conversando para juntarse y salir a buscar comida.
Un día 'taban sentados a la sombra viendo qué iban hacer, y el zorro, como más activo, propuso que jueran a buscar panales y juntaran miel para comer. Y se pusieron di acuerdo para repartirse entre los dos, todo lo que encontraran.
Iban los dos por un caminito y vieron un panal grandote de lechiguana, colgado. Y áhi dijo el zorro, como pícaro que es:
-¡Mirá, mirá, un panal! Sacalo vos que sos más livianito y que tenís más habilidá.
Entonce el quirquincho quiso sacar el panal y se paró en dos patitas, y tocó el panal para bajarlo. Y áhi las avispas lo agarraron por todas partes y lo picaron por todas las partes blandas que tiene el quirquincho. Se le pusieron como un racimo encima. Bueno... Algo pudieron comer cuando las avispas dejaron abandonado el panal. Claro, comió más el zorro, porque el pobre quirquincho tenía tan hinchada la boca que casi no la podía abrir.
Bueno... El quirquincho no dijo nada, pero empezó a pensar cómo se podía vengar. Entonce le dijo al zorro:
-Me parece que nos va a convenir que cada uno tome un camino distinto. Vos vas por un lado y yo por otro. El primero que encuentre un panal que le grite al otro para sacarlo entre los dos y comer juntos la miel.
-Di acuerdo, di acuerdo. Nos vamos a repartir como buenos compañeros.
El quirquincho salió ligerito, si adelantó por el caminito que iba el zorro, y en un gajo grueso se colgó en tal forma que parecía un panal del lado que venía el zorro.
Cuando el zorro vio de lejo este panal, en seguida pensó que no l'iba a decir nada al compañero y que lu iba a comer solo.
El quirquincho se orinó y también se guanió un poco. Las moscas venieron al olor y se le empezaron a asentar encima. D'e lejo, el zorro se convenció más que era un panal, y que las moscas eran las avispas que revolotiaban alrededor. Entonce el zorro si acercaba y iba diciendo entre dientes, cuando vio que le gotiaba algo:
-¡Un panal! No le guá decir nada a mi compañero. Y ¡qué mieludo que 'tá!
Llegó el zorro y li hace una pichaniada con la cola para espantarle las avispas. No vía bien porque 'taba medio oscuro ande si había metido el quirquincho. Entonce agarró un palito y empezó a pasarle por donde gotiaba, y prueba. No le parecía muy dulce al zorro, esa miel, y li hace una pinchadura al quirquincho en la cola. Entonce l'hizo dos pinchaduras más, el quirquincho no pudo más sufrir la risa y se pegó una carcajada, y se largó del árbol. Entonce le dice al zorro:
-Te jodí, compañero. Te tomastes mis aguas creyendo que eran miel. Eso te pasó por mal compañero.
Y áhi se vengó el quirquincho y se deshizo la sociedá.

José Agustín Quiroga, 61 años. Estancia Grande. La Capital. San Luis, 1967.

El narrador, nativo del lugar, aprendió este cuento de su madre, también nativa del lugar.

Cuento 350. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el quirquincho meleros .349

El zorro y el quirquincho salieron a meliar. Se separaron y se pusieron di acuerdo que el que encuentre primero miel tenía que llamar al otro para comer los dos.
El quirquincho lo que iba por un caminito pensó que lo iba a joder al zorro, que siempre era mal compañero y li hacía picardías. Entonce se subió en un palo y se hizo rosquita y se quedó colgau como si juera una bala, en el caminito por donde iba a pasar el zorro.
Y ha gritau el quirquincho:
-¡Amigo zorro, amigo Juan, una bala, deviso una bala!
Entonce ha llegado el zorro, ha visto la bala y ha pensado que se la iba a comer solo y que no le iba a dar nada al compañero. Y ha buscado un palito y li ha metido por la cola, por el aujero del quirquincho. El quirquincho ha empezau a largar las aguas menores y el zorro ha créido que era miel. Y después ha largado las aguas mayores. Y el zorro pinchaba con el palito y probaba. Y probaba y probaba y encontraba mal gusto a la miel, y al fin se ha dado cuenta que 'taba probando orines y escremento. Y si ha bajau el quirquincho riendosé del amigo. Entonce ha dicho el zorro:
-Ya mi ha embromau mi amigo quirquincho. Ya lo guá joder yo también.
Y va el zorro y en un palo se enrosca como una lachiguana. Llega el quirquincho y se da cuenta que era el zorro y pega el grito:
-Amigo Juan, ¡una lachiguana, una lachiguana! Ya no más la voy a voltiar -dice, y agarra un palo y pega un garrotazo.
-¡Cuá! -dice el zorro y ha cáido al suelo medio muerto.
Y así lo embromó el quirquincho al zorro.

Ramona Virginia Villafañe de Coronel, 86 años. Catamarca, 1968.

La narradora es una curandera de gran popularidad.

Cuento 349. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el quirquincho los enlazadores .251

Viene y lo pilla el zorro al quirquincho, ¿no? Y le dice:
-Yo te como, hombre. Ve, mirá, si yo mi ando muriendo di hambre.
-No -que le dice el quirquincho- ¿pórque me vas a comer?...
-No -dice, 'toy muerto di hambre.
-No -dice. Vamos allá, a un ciénego. Allá hay animales a elegir. Allá si ha muerto uno, vamos -dice.
Van. Lo ven. Áhi si había muerto un animal. Habían comíu un poco. Poco no más, claro, ya 'taba hediondo eso, ya.
Dice el zorro:
-Miró -que dice-. ¿Qué vamos hacer ahora?
Dice que dice el quirquincho:
-Andá, robate un cuero que hay en tal y tal parte. Ya vamos hacer un lazo, ya vas a ver.
Bueno... Va el zorro y lo roba al cuero y lo trái y se ponen hacer un lazo, ¿sabe? Y entre tanto cáia mucha yeguada chúcara. Habían hecho un lazo hermoso.
-Bueno -dice- ya 'stá el lazo. Mirá -que le dice, cain pocos animales no más, al ciénego, al agua ya -que dice. Mirá, aquel potro lo voy a laciar yo -dice.
Y le pone una trampa, así, ¿sabe? Le pone así entre dos árboles ande pasaban los animales. Y ya los ha hecho echar con el zorro. Y el quirquincho hace una cueva para allá, l'otra para acá, otra para allá, y otra para allá. Así pa todos laus. Se queda adentro teniendo la punta del lazo de la trampa. Bueno...
-Gritá no más, vos -le dice al zorro.
Y les pega un grito el zorro y disparan los animales.
Y venía un potro adelante. Y cái en la armada de la trampa. El quirquincho hace pie adentro 'e la cueva y en el aire lu había descogotau.
Bueno... Había saliu el quirquincho allá.
-Has visto -que le dice-. Vos me querías comer a mí. Áhi tenís carne. Comé todo lo que vos quierás.
Regalón, áhi, dice:
-Ahora 'tá bien. Ya 'toy comiendo.
Dice el quirquincho:
-Ahora te va tocar a vos. Ahora cuando ya sea poco.
-Bueno -dice-. Ahora ya esto ya no sirve.
Bueno... Pone la trampa y se larga el zorro hacer una cueva, derecho, derecho. Y dice:
-Este potro nuevo que va adelante de la tropilla echameló.
Bueno... Viene el quirquincho y le grita di allá. Pega un grito. Y el potro venía adelante y se entra en el lazo y dispara. Y había salíu el zorro como un tiro di adentro. ¡Uf!, y toma huyendo. Y que le gritaba:
-¡Ataje, compadre! ¡Ataje, compadre!
Y el potro había tomau pal campo y viene y agarra una paica, y salta el lazo y corre por áhi y va y lo corta al medio. Y va el quirquincho a buscarlo. Y áhi lu halla compartíu. Que dice:
-Bueno, aquí no te vuelvo a tener más por suerte -que dice el quirquincho.

Eulogio Tejada, 68 años. Villa Unión. General Lavalle. La Rioja, 1968.

Campesino rústico. Es un gran narrador.

Cuento 251. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el quirquincho enlazadores .238

Una vez han hecho una apuesta don Juan el Zorro y don Martín el Quirquincho a ver cuál era más gaucho para enlazar y voltiar un potro. Se han ido ande tenían que bajar al agua los potros chúcaros de los cerros. Son malísimos. Cada uno tenía un buen lazo, los dos apostadores. Han cavado una cueva, cada uno, para poder sujetar. El quirquincho hace la cueva con quencos, pero además tiene unas uñas que cuando se entierran un poquito no lo sacan ni a la cincha del caballo. El zorro hace una cuevita así, derecha. Mejor dicho, ni sabe hacer cueva porque es tan haragán que siempre se mete en las cuevas ajenas, pero es tan palangana que siempre cré que nadie le gana a ser el gaucho más gaucho del campo.
Llegó un potro. El zorro ardiloso le dice al quirquincho:
-A usté le toca, cumpa.
Tiró el lazo el quirquincho, lu enlazó y se metió en la cueva. El potro pegó un brinco, cayó antarca y se descogotó. Tuvieron comida para unos días y cuando la acabaron, le dice el quirquincho al zorro:
-Ahora le toca a usté, cumpa.
Llegó el potro, tiró el lazo el zorro y lu enlazó. Pegó un brinco el animal y lo sacó como un tiro y se lo llevó ramiando hasta que quedó hecho una bolsa 'i güesos.
Cuando lo ramiaba el potro, el quirquincho le gritaba:
-¡Sujete, compadre! ¡Haga pie, cumpa!
El zorro compadrón, medio muerto, le decía:
-¡Voy dando lazo, cumpa! ¡Voy dando la...! -qué, ya ni podía hablar.

Antenor Sánchez, 73 años. Chicoana. Salta, 1954.

Cuento 238. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033


El zorro y el quirquincho enlazadores .253

Se encontró Juan del Campo, el zorro, con don Agapito, el quirquincho. Se desafiaron, en el mesmo momento, a enlazar. Jueron a un ojo di agua ande venían a beber los potros chúcaros. Y se prepararon. Cada uno cavó su cueva como saben hacerla. Güeno, el zorro ni sabe hacer cueva. Naide le conoce la cueva, se dentra a las ajenas, a las vizcacheras, cuasi siempre.
Ya devisaron que venían los potros. El zorro, bicho ardiloso, le dice:
-Compagre, ¡tire! ¡Tire al más gordo! Yo me'toy atando las apargatas.
Hizo silvar el lazo en el aire don Agapito y enlazó un potro. Si atracó en la cueva, lu hizo hocicar, y quedó con el espinazo quebrau, el bravo.
Ya cuando han pasau unos días, le tocó a don Juan. El palangana hizo lo mesmo. Cuando se quiso atracar al hoyito sin firmeza qui había hecho, disparó el animal enfurecido, lo sacó como un chijete en el lazo que si había amarrau a la centura, y lo mató. Quedó coloriando no más el pastizal puande lu arrastraba. Esu es porque el zorro cre que es más que todos los animales, y ya se ve qui hasta el quirquincho lo jode. El quirquincho, cuando alcanza a agarrarse en la cueva, sólo muerto lo sacan, mas don Juan no le reconoce los méritos a naide.

Ambrosio del Carmen Soria, 71 años. San Agustín. San Juan, 1947.

El narrador dice que todos los criollos saben el cuento que es muy antiguo. Él oyó éste y otros en las paradas, cuando era arriero.

Cuento 253. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el quirquincho enlazadores .248

Éste que era un Rey que vivía en medio de una selva en su palacio y que tenía un caballo de siete colores. Que el caballo se le había disparado de la noche a la mañana y no podía conseguir quien lo pillara. Entonce que echa proclamas diciendo: «Quien pille el caballo de siete colores se casa con mi hija».
Eso había oído el zorro, que se llamaba Juan, y no hallaba qui hacer. Un día que lo encuentra al quirquincho que se llamaba José y le dice:
-Hola, José, ¿qué hacís?
-Aquí 'stoy buscando qué comer -le dice el quirquincho.
-Che -que le dice el zorro, dice el Rey que quien pille al potro de siete colores se casará con su hija. ¡Caramba! ¿Qué no ti animás, vos, che?
-Yo tal vez lo vuá pillar -que contesta el quirquincho.
Y entonce se va corriendo el zorro y le dice al Rey que el quirquincho ha dicho que va a pillar el potro de siete colores.
Entonce el Rey le dice que vaya a llamar al quirquincho. Y se va el zorro y lo llama. Cuando viene el quirquincho que le dice el Rey:
-¿Quesque usté ha dicho que va a pillar el potro de siete colores?
Y el pobre José, asustado, le dice:
-No, señor, yo nu hi dicho nada.
-Amigo -le dice el Rey, palabra de Rey no puede faltar, haiga dicho u nu haiga dicho, unté me va tráir el potro. Así que elija un cuero, haga un lazo y dentro de quince días me trái el potro, que si no, lo hago matar.
Entonce el quirquincho eligió el cuero y si había ido hacer su lazo. Por áhi, un día, está de llegada el zorro y le dice:
-¿Quí hace, amigo José?
-Aquí 'stoy jodido. Yo no sé qué desgraciao ha 'ido a decir al Rey que mi animo a pillar el caballo de siete colores. ¡Carajo!
-¿Y aura qué va hacer? -dice el Juan.
-Aura vuá hacer mi lazo viendo, viendo mi colita, y vuá pillar el potro.
Entonce Juan dice:
-Yo también vuá hacer el mío.
Y si había ido a pedir cuero y empieza a hacer su lazo, viendo, viendo su cola. Cuando terminan los dos, se van y empiezan a cavar una cueva al lado de la sonda de bajada del potro, uno de cada lao. El zorro que había cavao una cueva derecha no más como es su cueva, en cambio el quirquincho había cavao con vueltas como es la cueva que hace él. Entonces que dice el quirquincho que él iba a enlazar primero, y el zorro no quiere, y dice que él es primero. El quirquincho lo deja. Y ven que ya venía el potro y se aprontan. El zorro si había atado el lazo por media panza, y cuando llega el potro, lo enlaza y el potro lo saca como escupida. Claro, como la cueva era derecha, no se podía afirmar en nada. Y cuando ve que el potro lo lleva a la rastra, empieza a gritar:
-¡Ayudemé, amigo quirquincho! ¡Ayudemé!
¡Qué lo podía ayudar el quirquincho si el caballo lo llevó al campo!
El quirquincho espera unos días que venga el potro, pero como no vuelve se va y le avisa al Rey que el potro no baja, y que cré que el zorro lo ha enlazao porque ha óido unos gritos, y el Rey dice:
-Seguro que el bárbaro de Juan si ha hecho matar con el potro, porque ha pedío cuero para hacer un lazo.
Le 'bía dado cinco días más de tregua en ese tiempo, y había venío el potro, pero muy cosquilloso, y tráia, en la punta 'el lazo, un pedazo del cuero del zorro. Eso era señal que lu había muerto por los campos.
Le tocó al quirquincho enlazar el potro, entonce. El quirquincho se preparó. Había atao su lazo en una ráiz del árbol por bajo la tierra, y lo 'bía enlazao. Y en el primer tirón cayó al suelo el potro, y grita al Rey que vengan a poner el bozal.
El quirquincho se afirmó en las güeltas de su cueva, y cuando si agarra con las uñas que tiene, no lo mueve naide.
Ya vinieron y lo llevaron al potro de siete colores y lo atan en el bramadero, y se casa, con l' hija 'el Rey, el quirquincho.
Hacen una gran fiesta y bailan tres días y tres noches.
Ya también m'hi cansao de bailar y por eso hi acabao mis ojotas.

Y ha pasao por un zapato roto
pa qui usté cuente otro.

Victoria López, 35 años. Ovejería. Santa María. Catamarca, 1952.

La narradora, colla, es pastora en esta pequeña y solitaria meseta situada a 4500 m de altura, rodeada por altas cumbres nevadas. Usa ojotas, la primitiva sandalia de cuero de los indígenas de la Puna, y amplias faldas superpuestas, de telas burdas de lana, tejidas en los telares domésticos. Es el traje típico de la colla de la Puna, que en la actualidad va desapareciendo.

El cuento tradicional argentino tiene una desusada amplitud en boca de esta narradora semianalfabeta, pero inteligente. Es una variante curiosa en la que entran personajes como el Rey y el caballito de siete colores del cuento tradicional.

Cuento 248. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el quirquincho enlazadores .247

Dice que había una vez un quirquincho que era muy güen enlazador. Eran compagres con el zorro. Un día lo invita el quirquincho al zorro a descogotar potros. Y el zorro le dice:
-Cómo no, compagre. Vamos no más.
Y si habían ido cerca di una laguna. Áhi cáian las manadas de potros a tomar agua. Y güeno, si habían preparau una cueva cada uno. La cueva del quirquincho es llena de quencos y la del zorro es derecha.
Y ya se prepararon para enlazar. Y que ya venía la manada, y al primer potro que llega lo enlaza el quirquincho. Se metió en la cueva, hizo pie, y lo descogotó al potro. Después le tocó al que seguía, al zorro. El zorro se ató el lazo en la cintura, enlazó el potro y se metió en la cueva, pero, como es derecha, no tenía ande hacer pie, así que el potro lo sacó di un golpe y lo llevaba ramiando pal campo. Y el quirquincho le gritaba:
-¡Sujete, compagre, sujete!
Y el zorro pa no dar su brazo a torcer le decía:
-¡Voy dando lazo, voy dando lazo, compagre!
Qué iba dar lazo, el zorro compadrón, si no se podía sacar el lazo 'e la cintura, que ningún enlazador si ata así.
Y el potro lo mató no más.

Adán Brizuela, 64 años. Casa de Piedra. Santa María. Catamarca, 1951.

Campesino. Buen narrador.

Cuento 247. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el quirquincho enlazadores .246

Diz que hacen una apuesta el zorro con el quirquincho. La apuesta era que iban a enlazar un potro pa almorzar ellos. Que un día le tocaba a uno y otro día le tocaba al otro. Y luego ya han dicho ánde iban a hacer carne, éstos. Era en una aguada ande caiban los animales al agua. Y bueno, que va el quirquincho y va y cava la cueva con quencos, con vueltas, como la hace él a su cueva, y había hecho bien la trinchera. Y el zorro ha ido, ha cavau su cueva derecho no más. Así es la cueva del zorro.
Y luego ya tocó el día que le tocó al quirquincho. Y bueno, ya enlazó el potro y se metió en la cueva, con la presilla del lazo bien agarrada a la cintura. Y al quirquincho no lo mueve naide cuando se mete en su cueva. Y claro, el potro ha pegau l'estirada, y de una vez no más lo ha descogotau. Y claro, ya almorzaron, ya tuvieron carne a rodo.
Y al otro día le tocaba al zorro Juan. Y él ha sabíu estar viendo al compañero, y ha dicho:
-¡Bah! ¡Pero esto había síu una cosa fácil! Yo lo voy a hacer mejor.
Y hizo lo mismo, claro. Y bueno, cuando vinieron los potros al agua, enlazó un potro y se metió en la cueva. Que si había atau bien seguro el lazo en la cintura. Y que el potro disparó y  que lo sacó al zorro de la cueva como una escupida, y que el zorro iba los gritos no más.
Y entós que le dice el quirquincho:
-¡Qué le pasa compañero!
Y el zorro que le dice:
-Le voy dando lazo, le voy dando lazo...
Y al último, cuando ya iba cuasi muerto, que ya decía muy tiple:
-Lo estoy sujetando, lo estoy sujetando...
Y al fin ya no se le oyeba lo que decía. ¡Puánde, qué iba a sujetar un potro el zorro! Y el potro lo mató no más.

Clemente Eraso, 46 años. San Antonio del Cajón. Santa María. Catamarca, 1951.

Campesino rústico pero inteligente y muy buen narrador.

Cuento 246. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033