Una vez, Hermano
Pulgarcito, durante un viaje, se detuvo a pasar la noche en una posada. Como
había muchos viajeros, le tocó compartir habitación con uno de ellos. Pero este
individuo era un ladrón y no tuvo mejor idea que robar la bolsa a Hermano
Pulgarcito en cuanto se hubiese dormido.
Hermano Pulgarcito tenía
los ojos abiertos desde hacía un buen rato y se dio cuenta de las intenciones
del ladrón. Así que allí estaban los dos, cada uno en su cama, en plena noche,
sin pegar ojo. El ladrón esperaba que Hermano Pulgarcito se durmiese para
robarle la bolsa. Hermano Pulgarcito no quería dormirse para no ser víctima del
robo.
Pero, pasados varios
minutos, Hermano Pulgarcito se incorporó y dijo:
-Escucha, hermano ladrón,
sé que no duermes. Quieres robarme el dinero. Y tampoco duermo yo, porque no
quiero que me robes. Así no habrá forma de que duerma ninguno de los dos.
¿Sabes qué te digo? Repartamos el dinero que tengo en la bolsa en cantidades
iguales: así podremos dormir tranquilos.
Hermano Pulgarcito volcó
el dinero en la mesa, le dio la mitad al ladrón, estupefacto, y volvió a
guardar la otra mitad en la bolsa. Después se fue cada uno a su cama y
durmieron, como dos buenos amigos, toda la noche.
144. anonimo (eslovaquia)
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