Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 6 de diciembre de 2013

La gallina y la zorra .95

Ésta que era la gallina y la zorra. Son comagres. La gallina tiene diez hijos. Viene la zorra y le dice:
-Comagre gallina, ¿quere darme uno de mis ahijaditos pa llevarlo a educarlo a la escuela?
-Bueno -le dice la comagre, ya vamos a consultarlo con mi marido.
Viene el gallo y le consulta la gallina el pedido de la zorra. Y le dice el gallo a la zorra:
-Bueno, comagre, llevesé uno de mis hijitos para que lu eduque en la escuela.
Bueno... La zorra agarró un pollito y se va. La 'tán esperando los zorritos. Tenía zorritos chiquitos la zorra. Apenas llega se lo comen al pollito. Y eso jue todos los días.
Bueno... Otra vez la comagre zorra le dice a los zorritos:
-Como 'ta tan bien educadito este pollito vamos a traer otro.
Y volvió a decir a la gallina que quería llevarse otro pollito a la escuela. Y se volvieron a consultar los padres, y le dieron otro. Y así la zorra se llevó nueve pollitos.
A los días vuelve otra vez:
-¿Cómo le va comagre?
-Bien -que le dice-. ¿Y mis hijitos?
-Viera que 'tán adelantaditos. ¿No quere, comagre, darme otro?
-Mire que me quedo sola. No me queda más qui uno.
-Mejor, así 'tán toditos educaditos lo mismo. Así va podere presumire con mis ahijaditos.
La zorra se va con el pollito. Los zorritos la 'tan esperando y se lo comen. A los días vuelve la zorra y le dice a la gallina:
-¡Buen día, comagre! ¿Cómo le va comagre?
-Bien. ¿Y mis hijitos?
-¡Ah, los viera, comagre! ¡Dan gusto de verlos! ¡No los va a conocere!
Entonce le dice la gallina:
-Mire, comagre, ahora vamos a dir a su casa a ver los chicos.
-A eso vengo, comagre, a llevala pa que los vea.
Y le dice al gallo, la gallina, y se va. Allá llega la gallina y se dan un banquete los zorritos.
Y a los días viene la zorra y lu invita al gallo para ver la familia. Y ya el gallo había sabíu por otras bocas que ya li había comíu la zorra los hijos y la mujer, y andaba pensando vengarse.
-Bueno, sigamos la vuella -dice el gallo. Llevemos la viola para cantare un poco antes de llegare.
Llegan a la casa y el gallo se da cuenta que era cierto lo que le habían dicho, porque vio las plumas de su familia cerca de la boca 'e la cueva. Entonce le dice a la zorra:
-Espere, comagre, voy a cantare una tonada. Me voy a subire arriba d' este chañar, así oye mejor la canción.
Y el gallo se subió alto, y ahí vio que venía un hombre con unos galgos, y le dice a la zorra:
-Comagre, mientras yo entono la guitarra, dispare pal lau del Norte que del Sur vienen unos galgos con un cazador.
Y la zorra, asustada, disparó pal Norte y ahí se topó con los galgos que venían de ese tau y la destrozaron.
Y así se salvó el gallo.
Éste es el cuento del gallo, la gallina y la zorra.

Florencia Lucero, 48 años. Potrerillos. Luján, Mendoza, 1951.

La narradora es campesina iletrada. Muy buena narradora.

Cuento 95. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

La gallina con los pollitos y el zorro .97

Una gaína y un gallo tenían cinco poítos. Fue un día el zorro y se los pidió para ahijados. Y entonces se los dieron para ahijados. Y entós un día vino el zorro y le dijo a la comadre:
-Déme, comadre, uno de mis ahijaditos para llevarlo y hacerlo estudiar.
-Bueno, compadre, lleveló.
Lo llevó. Cuando lo llevó allá áhi no más se lo comió. Ande vivía la gaína con el gallo nu había escuela y ande vivía el zorro, sí, según decía él.
Entós volvió otro día, y vino. Dijo:
-Buenos días, comadre.
-Buenos días, compadre.
-¿Qué hace m'hijito?
-Ahi 'tá bien. Ya sabe mucho, ya.
-¿Pórque no me da otro de mis ahijaditos?
-Bueno, compadre, lleveló.
Bueno, lo llevó. Se lo comió otra vez.
Bueno, volvió otro día y dijo:
-Buenos días, comadre.
-Buenos días, compadre.
-¿Quí hace m'hijito?
-Áhi 'tá, muy bien. Ya sabe mucho, ya. Vengo a que me dé otro de mis ahijaditos para llevarlo para hacerlo estudiar.
-Bueno, compadre, lleveló.
Lo llevó. Entós se lo llevó y áhi no más se lo comió. Después, volvió otra vez. Le dijo:
-Buenos días, comadre.
-Buenos días, compadre.
-¿Quí hace m'hijito?
-Áhi 'tá bien. Ya sabe mucho, ya.
-Bueno, 'tá bien.
-Déme otro de mis ahijaditos.
-Lleveló al otro.
Bueno, lo llevó y se lo comió.
Volvió otra vez. Le dijo:
-Buenos días, comadre.
-Buenos días, compadre.
-¿Quí hace m'hijito?
-Muy bien. Ya sabe mucho, ya.
-Vengo a que me dé el otro ahijadito para llevarlo.
-Bueno, compadre, lleveló.
Lo llevó otra vez. Lo llevó allá a la casa 'el zorro y áhi no más lo volvió a comer.
Volvió otra vez, otro día. Le dijo:
-Buenos días, comadre.
-Buenos días. Que mandan a decir sus hijos que vaya para verlos.
-Bueno, voy a ir, entós.
Güeno... ya fue. Y cuando fue a la casa del zorro le dijo:
-¿Adónde 'tán mis hijitos?
-Sus hijitos 'tán para la escuela, comadre.
-Güeno, ¿no quiere que la peine, comadre, hasta que vengan sus hijitos?
Bueno, peinemé.
La agarró, se puso a peinarla, le torció el cogote y se la comió.
Bueno, comió a todos. Volvió otro día.
-Buenos días, compadre -le dice al gallo.
-Buenos días.
-Manda a decir mi comadre y sus hijitos que vaya para verlos.
-¡Ah, no! -le dice el gallo. No puedo, tengo muy muchas cosas que hacer.
El gallo se la malició que lu iba a comer. Se disparó y se subió a un árbol alto y le dijo:
-¡Ah! ¡Cómo se sienten toriar unos perros!
Se disparó áhi no más el zorro y entós él se salvó así. Que lu engañó que toriaban los perros y se disparó el zorro.

Elma Isabel Pérez de Molina, 39 años. La Cumbre de los Comechingones.

Puesto El Paraíso, Chacabuco, San Luis, 1968. Campesina nativa de estas altas mesetas.

Cuento 97. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

La calandria, el casero y el zorro .30

La calandria se llamaba Alejandra. Tenía pichones. Iba el zorro y arañaba el árbol y decía:
-Che, Alejandra, largame un pichón o sinó me subo y te los como a todos.
Bien... La calandria llorando le largó un pichoncito.
Y lo comió el zorro en seguida.
Pero en eso viene el casero y la calandria le cuenta llorando. Entonce el casero le dice:
-No, no siás zonza, el zorro no puede subirse. ¡A qué le hacías caso!
Bien... Viene al otro día el zorro y le pide que le mande un hijo sinó él sube. Y le dice:
-No, no, no. Si vos no podés subirte.
-¡Y cómo no me voy a poder subir! ¿Y quién te ha dicho?
-Alfonso, me dijo.
Alfonso era el casero.
-Ya vas a ver como lo voy a traer a Alfonso aquí.
Bien... Se fue a buscarlo al casero. El casero estaba en un charquito de agua, haciendo con su piquito barro para hacer su casa.
Viene el zorro y lo saluda:
-¿Qué tal Alfonso? ¿Y cómo te va? Y que sé yo...
Y hasta que se arrima cerquita, y en un descuido lo caza. Bueno...
-¡Ahora vas a ver! -le dice, te voy a llevar al frente de Alejandra y te voy a comer para que veas que no seas sinvergüenza, que me has descubierto que no puedo subir a los árboles.
Bien... El casero, lo que iba gritando áhi, los otros lo seguían, los otros caseros, los pájaros, todos asustados, el griterío, ¿no?
Entonces le dice al zorro el casero:
-Deciles que no sean tan cobardes. Si nunca han visto llevar un hombre a la muerte -le dice al zorro.
Y entonce el zorro cré, pues, y abre la boca para decirle a los otros, y entonce se escapa el Alfonso, se sube a un árbol y se salva.

Amílcar Aniceto Zapata, 79 años. Estancia «Don Cristóbal». Nogoyá. Entre Ríos, 1970.

El narrador está afincado en el lugar. Es ganadero. Muy buen narrador.

Excepcionalmente la calandria ocupa el lugar de la paloma del cuento tradicional.

Cuento 30. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

Hojarasquín del monte .105

Diz que el zorro ha andau disparando del tigre por todas las picardías que li ha hecho. Diz que el tigre no ha sabido qui hacer pa matarlo y si ha puesto en un arroyo que tenían que bajar todos los animales a tomar agua. Diz que áhi lu esperaba al zorro. Diz que el zorro ha veníu y de lejo ha visto al overo entre los yuyos y li ha preguntau:
-Agüita, ¿te podré beber?
Nada, el tigre, que nu ha dicho nada.
Ha vuelto a preguntar:
-Agüita, ¿te podré beber?
Nada, el overo.
El zorro ha hecho ademán de irse y ha vuelto a preguntar:
-Agüita, ¿te beberé?
Entonce el tigre ha hecho la voz finita y ha dicho:
-Bebeme no más.
Diz que el zorro que se 'taba yendo, ha dicho:
-¡Agüita qui habla no bebo yo! -y salió disparando.
Diz que el pobre zorro ya se andaba muriendo de sé y no sabía cómo hacer pa bajar al arroyo porque el overo seguía firme no más. Diz que ha teníu una ocurrencia. Si ha revolcau en una lechiguana llenita 'i miel y si ha revolcau desp ué en un montón di hojas secas. Ha saliu el zorro con un traje di hojas, disfrazau, que ni él mismo si ha conocíu.
Diz que el zorro si ha ido con ese traje di hojas y cuando han ido bajando al agua una tropillita di animales, si ha metíu el zorro. Diz que naide lo ha conocido al zorro y todos vían ese animal nunca visto. Áhi el tigre si ha puesto a mirar este bicho raro. Ha tomau agua hasta upilarse, el zorro, y ha ido saliendo con los otros animales, y áhi ha preguntau el tigre:
-¿Cómo se llama ese animalito nuevo?
-Yo soy Hojarasquín del Monte, y ya lo jodí también al tigre y mi upilí di agua -ha dicho.
Áhi lu ha corríu el tigre, pero no lu ha podíu agarrar al señor Hojarasquín del Monte. Otra salvada ha teníu el zorro.

Ismael Iseas, 80 años. Las Chacras. Las Víboras. Anta. Salta, 1952.

Campesino de esta región de los gauchos de Salta, de donde no ha salido nunca. Gran narrador.

Cuento 105. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 


El zorro, la urpilita y el chuschín .15

Que una urpilita tenía nido en un árbol y ya había sacau pichones. Que don Juan Zorro le quería comer los pichones y que viene y le dice:
-Tirame un pichoncito si no querís que suba y te coma con hijos y todo.
La urpilita se ha asustau muchísimo y li ha tirau un hijito. El zorro se lo ha comíu di un bocao.
La urpilita si ha puesto a llorar desconsoladamente. En eso ha veníu el tío Agustín, el chuschín, y le ha dicho:
-¿Porque lloras urpilita?
La urpilita li ha contao y el tío Agustín li ha dicho:
-Sos inocente, urpila, ¿no vis que es de pícaro que te ha dicho esa mentira? Los zorros no pueden subir a los montes96. Mañana va a volver ese criminal y te va a pedir el otro hijito. Vos decile que suba que no le vas a tirar nada. Que vos sabís que él no puede subir a los montes.
Al otro día ha vuelto el zorro y la urpilita li ha dicho como le aconsejó el chuschín.
Entonce el zorro li ha dicho:
-¿Ah, sí? ¡Bueno! ¿A que eso ti ha dicho el chuschín?
-Sí -ha dicho la urpilita.
Áhi ha salido el zorro a buscar al chuschín. Lo ha pillau descuidado y lo ha cazao. Y lo ha llevao en la boca, mas áhi lu han visto los pájaros y los loros que andaban cerca y si han puesto a gritar:
-¡Don Juan si ha cazao al chuschín! ¡Don Juan lu ha cazau al chuschín! ¡Dejeló al pobre chuschín, don Juan Zorro!
Y áhi el chuschín de vivo li ha dicho que les diga a esos bochincheros:
-¡A ustedes qué les importa!
El zorro ha ido a decir, muy enojado, y en cuantito abrió la boca, ¡qué pucha!, se le voló el chuschín y se salvó.

Miguel Ángel López, 76 años. Tafí del Valle. Tafí. Tucumán, 1951.

Campesino inteligente. Conserva la hidalguía de los viejos criollos. Tiene fama de buen narrador en la comarca.

Cuento 15. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El zorro, la palomita y el casero .28

Una güelta la palomita 'taba en su nido y tenía pichoncitos.
Venía pasando el zorro y la vio en el nido. Áhi no más le dijo que le tire un pichoncito porque si no va a subir al árbol y le va a comer a ella y a los otros pichones.
La palomita le creyó y le tiró un hijito y se puso a llorar.
Al ratito vino el caserito y le pregunta qué le pasa. La palomita le contó y el caserito le dijo:
-Qué tonta que sos palomita, el zorro no puede subir a los árboles. Cuando vuelva y te amenace le tenés que decir que es un mentiroso y que no vuelva más por acá.
Y así jue. Cuando vino el zorro a pedirle otro pichoncito, la palomita lo trató mal y le dijo que era un mentiroso.
-¿Y quién te ha dicho eso de mí?
-El casero me ha dicho.
-Ya va a ver el casero con quién se está metiendo -dijo el zorro y se jue a buscar al pobre caserito.
Lo encontró descuidado y lo cazó, y lo llevaba en la boca. El caserito se puso a gritar a más no poder y se juntaron muchos pájaros y empezaron a decir a los gritos:
-¡Don Juan se lleva al casero! ¡Don Juan, deje al caserito que es amigo de todos!
Entonce el casero le dice al zorro:
-Digalés, don Juan, que a ellos qué les importa, que no se metan en las vidas ajenas.
Entonces el zorro, aturdido con tanto griterío, les dice a los gritones metidos:
-Y a ustedes, ¿qué les importa?
Cuando dijo así abrió la boca y el caserito se voló a un árbol, y de áhi se reía del zorro que se pasó de vivo.

Juana Etcheverría, 70 años. Federal. Entre Ríos, 1956.

Buena narradora. Semiculta.

Cuento 28. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El zorro, la paloma y la caserita .22

Había una vez un zorro que ya se moría di hambre, y dijo:
-Voy al monte a buscar qué comer -y salió.
-Me comería con mucho gusto una palomita tierna. Para empezar no estaría mal.
Al rato encontró una palomita que daba de comer a sus pichones, y lamiendosé los bigotes se acercó al árbol, y dijo:
-Buenos días, señora Paloma.
-Buenos días -dijo la paloma llena de miedo al ver al zorro tan cerca del nido.
-Hi venido -dijo el zorro- a que me dé uno de sus pichoncitos para almorzar.
-No puedo darle un hijo, señor Zorro -dijo la paloma.
-¡Cómo!, si no me da uno subiré y me comeré los dos.
Entonces la paloma se puso a llorar, creyendo que el zorro se treparía al monte, pero en eso pasó una caserita que llevaba barro para hacer una casita, y al ver llorar a la paloma le pregunta lo que sucedía, y la paloma le dijo lo que le decía el zorro, que le comería los hijos.
-No se aflija -le dijo la caserita, ese canalla no es trepador, y no subirá a su nido.
-¡Maldita entrometida! -dijo el zorro en voz baja. ¡Ya me la pagarás!
La empezó a buscar a la caserita y al fin se fue a esconder cerca de donde sacaba el barro la caserita. La caserita no lo vio y en un descuido la cazó el zorro. La caserita se puso a gritar lo más fuerte que pudo. Así se juntaron muchos pájaros y armaron una gritería de padre y señor mío. El zorro medio se sorprendió y se paró. Entonce aprovechó la caserita y le dijo:
-Vea, señor Zorro, digalé a esa gente que se retire, que nada tienen que ver con nuestros asuntos. Digalés ¡qué les importa, metidos!
Entonces el zorro la agarró con la mano para decirles lo que le decía la caserita, y entonces, cuando jue a hablar, abrió la boca, y la caserita se le escapó y se asentó muy arriba, en un monte alto.
-¡Maldita suerte la mía! -dijo el zorro que ya se moría de hambre.
Entonces todos los pájaros reían y cantaban de alegría de ver cómo la caserita que es tan buena y viva si había librado de este mal bicho que es el zorro.
Y el zorro siguió buscando su presa, tratando de engañar o sosprender a los animales débiles u indefensos.

Cleobulino E. Ojeda, 37 años. Los Tapiales. El Trapiche. Pringles. San Luis, 1948.

Campesino nativo del lugar. Ha cursado la escuela primaria y tiene cierta cultura en su medio.

Cuento 22. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El zorro, la paloma y el chuschín .20

Una vez estaba una palomita haciendo un nidito arriba, en el palo de una parra y en eso viene don Juan el Zorro, y le dice:
-¿Qué está haciendo palomita? Ella miedosa le costestó:
-Estoy por hacer un nidito.
-¿Y por qué lo hace tan alto? No lo haga áhi. Uno, cuando pase, no le va poder dar los buenos días, siquiera. Hagaló más bajito.
Entonces, la palomita llorando, llorando, se puso a hacerlo más abajito, pensando que el zorro la andaba por comer.
Y en eso pasa don José Agustín, el chuschín, y al oírla llorar, le dice:
-¿Por qué está llorando, comadrita?
-Porque ha venido don Juan y me ha dicho que haga más abajito el nidito.
-No, comadre, eso le ha dicho, para que se la coma. No le haga caso, hagaló bien arriba.
La palomita obedeció al compadre y volvió a levantar el nidito.
Cuando pasó el zorro y la vio tan arriba, le preguntó:
-¿Por qué ha hecho tan alto su nido? ¿No quedó el otro día que lo iba hacer más bajito?
-Sí, pero mi compadre don José Agustín me ha dicho que lo haga aquí.
El zorro se fue dijustado pensando que algún día se cobraría la deuda. No pasó mucho y se encontraron con el chuschín en unas basuritas, y fingiendo alegrarse, le dice:
-¡Hola, amigo, cómo le va! -y abrió los brazos como para abrazarlo, y se lo tragó entero.
Quedó el chuschín vivo en la panza del zorro y de allí oyó un cencerro, y le dijo:
-¿Pórque no les pregunta a esos arrieros si llevan queso? Pero fuerte, cosa que oigan. A usté que le gustan tanto los quesos, aproveche.
El zorro que deseaba verdaderamente comer queso, levantó la cabeza y dio un grito:
-Amigos... ¿no llevan que... sos?...
Y entonces aprovechó el chuschín para salirse por la boca del zorro y dejarlo nuevamente burlado.

María Luna de Nieto, 55 años. Carrizal. Famatina. La Rioja, 1950.

Nativa de la región. Ha cursado los grados de la escuela primaria. Buena narradora.

Cuento 20. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El zorro, la paloma y el chingolo .23

Ésta era una paloma que tenía dos pichoncitos. El zorro le dijo:
-Dame un pichoncito, si no te mato.
Y la paloma, de miedo, le largó un pichoncito.
Y lloraba todo el día la paloma.
Y viene el compadre chingolo y le dice:
-¿Por qué llorás paloma?
-Porque el zorro me comió un hijito. Yo se lo tiré porque si no se lo daba m' iba a comer a mí y a mi otro hijito. Y ahora va a venir y me va a comer el otro.
-¡No siás zonza! -le dice el chingolo, los zorros no se suben a los árboles.
La paloma lo encontró al zorro y le dijo:
-Mi ha dicho mi compadre chingolo que usté mi ha hecho zonza, que usté no se sube a los árboles.
-¿Quién te ha dicho que yo no me subo a los árboles?
-Mi compadre chingolo.
Y el zorro se fue a buscarlo. Lo encontró al chingolo, y en un descuido lo cazó. Lo llevaba en la boca, y lo vio la paloma, y le dijo:
-Éste no era mi compadre chingolo que me ha dicho que usté no se sube a los árboles.
Y el zorro, ¡nada! Y le vuelve a decir la paloma:
-Me han dicho que usté sabe cantar muy bonito. ¡Cante un cantito! ¡Cante un cantito!
Y el zorro se creyó y cantó:
-¡Guá!... ¡Guá!... ¡Guá!...
Y abrió la boca, y se voló el chingolo. Y así lo salvó la paloma.

Alfredo Barrera, 11 años. Beazley. La Capital. San Luis, 1948.

El niño narrador, nativo del lugar, cursa el último año de la escuela primaria. Aprendió el cuento de la madre.

Cuento 23. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El zorro, la gallina y el gallo .84

El zorro andaba por cazar a una gallina y a un gallo y no sabía cómo hacer.
Un día dispuso entrar en relación con ellos y los invitó a ir a misa. El zorro se consiguió un rosario y un libro de misa y fue y la invitó a la gallina a ir a misa.
-No -le dijo la gallina, usté me va a cazar si voy con usté. Usté es enemigo de las gallinas.
-Pero, no señora, pero usté no sabe que yo mi hi dejado de cazar y que m' hi puesto muy religioso. Ya no hay más animales que maten a los otros que son como hermanos. Vamos a la iglesia para que Dios nos ayude a todos.
Ha oído el gallo y ha venido a ver qué quería el zorro. Y el zorro li ha dicho que los viene a convidar a ir juntos a la misa porque ya 'tán todos los animales como hermanos y tienen que cumplir con la Iglesia y con Dios.
-Vamos juntos, vamos juntos para que vean como mi hi puesto en la religión.
Y si ha creído el gallo y han tomado los tres juntos el camino de la iglesia. El zorro hacía sonar el rosario y abría el libro de misa y si hacía el que rezaba.
A la mitá del camino el zorro ha dicho que 'taba muy cansado, que se sentaran a descansar en la sombrita di un árbol. 'Taban descansando y conversando y el zorro ha empezau a preguntarle  a los compañeros cómo dormían ellos. Los dos han dicho que con la cabeza abajo 'el ala y cerrando los ojos. Y les ha dicho el zorro:
-Yo duermo con la cabeza para atrás y con los ojos abiertos. Me gustaría aprender a dormir como duermen ustedes. Se descansa mejor. ¿A ver cómo se ponen?
Áhi los dos, el gallo y la gallina, que ya si habían tomado confianza, si han puesto con la cabeza abajo 'el ala, como si durmieran. En el mismo momento el zorro ha saltado sobre el gallo y después sobre la gallina, y los ha muerto descogotandolós.
Y así los ha comido a los compañeros que creyeron que ya el zorro era como hermano de ellos.

Sara Albarracín, 24 años. Santa María. Catamarca, 1959.

La narradora ha concurrido a la escuela local. Trabaja como criada.

El motivo de este cuento es de la caza por engaño en la manera de dormir. Es variante del del decreto y el zorro confesor.

Cuento 84. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El zorro, el tigre y el carancho .145

Juancito el zorro andaba flaco y hambriento y resolvió quedarse en la casa del tío tigre y de la tía tigra a fin de suplir sus necesidades. Lo tenían de pión de mano, pero eran muy mezquinos los tíos y le daban muy poco o nada de comer. El zorro les hacía las mil y una picardías para poder comer algo.
Un día, el tío y el sobrino salieron a cazar. Se pusieron cerca de una represa adonde tenían que bajar a beber todos los animales. El zorro se subió a un algarrobo muy alto y el tigre se escondió al pie del árbol. En una de ésas Juancito empezó a ver los animales que llegaban y a decir:
-Allá viene una majada de capones gordos con un capón regordo de puntero.
-Dejalos pasar, Juancito, ésa es carne con lana, no me gusta.
-Allá viene una tropa de novillos lustrosos de gordos con un toro de pella a la punta, que viene bramando y echando tierra.
-Dejalos pasar, Juancito, esa carne con aspas no me gusta.
-Allá viene una tropilla de yeguarizos con un potro tordillo a la cabeza, con l'anca partida de gorda.
-Esa carne me gusta. Bajate, Juancito, para que ayudís y tené cuidado que no te vean.
El tigre esperó los animales, y en cuanto llegó el potro que venía muy ufano con su tropilla, lo saltó y lo desnuncó. Las yeguas si alzaron y el tigre empezó a carniar. Iba carniando y comiendo lo más gordito. El zorro le ayudaba, pero el tigre no le dejaba tocar nada. El zorro estaba muerto de hambre y le empezó a pedir lo pior de la res a ver si le daba:
-Deme los ojos, tío tigre.
-No, ésos son para cuentas del rosario de tu tía tigra.
-Deme la panza.
-No, ésa es para mate de tu tía tigra.
-Deme el ocote grueso.
-No, ése es para bombilla de tu tía tigra.
-Deme el guano, que es para botarlo, entonce.
-No, ése es para yerba de tu tía tigra.
Entonce el tigre agarra la vejiga, que ya la iba a botar, y se la da, como una burla.
Bueno, Juancito se puso a soplar la vejiga y cuando la tuvo bien soplada y seca la llenó de moscardones. El pobre estaba que le silbaba la panza di hambre y jurando vengarse del tío tacaño.
Al fin el tigre sacó un costillar entero, lindísimo, y le dice a Juancito que se lo lleve a la tía para que lo espere con un lindo asado, y él se tira a descansar un rato, y a cuidar lo que quedaba de la carniada.
Juancito espera un rato y cuando ve que el tigre si ha dormido, despacito li ata la vejiga en la cola. Agarra el costillar al hombro, y de la distancia, le grita al tigre:
-¡Tío, tío, áhi viene un cazador con una tropilla de perros! ¡Dispare! Ya vienen cerquita.
El tigre, medio dormido, da un salto y le pregunta de qué lado vienen. El zorro le señala con la mano, y el tigre echa a disparar para el lado contrario, y lo que oye el barullo de los moscardones en la vejiga, cree que ya lo van alcanzando. Y se metió en los montes y siguió a todo lo que da.
El zorro siguió con el costillar, muy tranquilo. Llegó a la casa y le entregó el asado a la tigra, y le dice:
-Manda a decir mi tío tigre que ase muy bien este asado, que lo comamos y después durmamos juntos.
-¡Eso ha dicho tu tío! -dice la tigra, desconfiada.
-Eso ha dicho, y usté sabrá si va obedecer o no las órdenes de su esposo.
-Bueno, si eso manda, se hará -contestó la tigra.
Ya cuando estuvo el asado, doradito y chorriando grasa, se lo comieron. El zorro comió hasta que le quedó la panza dura. Más tarde se fueron a dormir.
El zorro, que estaba con sus picardías, se levantó muy temprano y se fue a echar a un pajonal que había cerquita de las casas.
El tigre disparó por el monte hasta que ya muy lejos una rama le rompió la vejiga y se dio cuenta de la mala jugada del zorro. Áhi no más se volvió.
Llegó el tigre a las casas y preguntó por Juan.
-Por áhi ha de andar -le dice la tigra.
Le contó la tigra lo que había sucedido para cumplir las órdenes de él, y el tigre, que venía enojado se puso furioso, y le dice:
-¡Caracho!, ¡ya me embromó otra vez este canalla de Juan! Ya no más lo salgo a buscar para matarlo.
Lo salió a buscar a Juan el tigre y lo encuentra durmiendo en el pajonal. El tigre se fue allegando despacito, y sin que lo siente el zorro agarró unas pajitas y le comenzó a pasar por las narices. El zorro estaba dormido, y creyendo que eran moscas, dice:
-¡Qué moscas de miércoles, éstas, ya me están embromando! Dejante que anoche no he dormido, no me dejan de fastidiar ahora, que tengo que andar huyendo de mi tío. Moscas de miés chica, dejante que por dormir con mi tía no he pegado los ojos, ahora 'tán fregando.
Abrió los ojos el zorro y casi se murió de susto al encontrarse con el tigre en persona y furioso. Y lo encara, para agarrarlo, y le dice:
-Así te quería pillar, cachafaz, trompeta, ya no más te voy a matar.
El zorro alcanzó a dar un salto y se metió en una cueva que tenía a unos pasos. Lo soltó el tigre y metió la mano en la cueva, y lo alcanzó a agarrar de una pata al zorro. Entonce el zorro le dice:
-¡Tire, tire, tío tigre, que ha agarrau una ráiz!
El tigre le creyó, y lo largó. Entonce le dice el zorro:
-Qui había sido zonzo, tío; era mi pata la que había agarrau. ¡Pucha qui había sido zonzo!
-¡Ya vas a ver, bribón, ya te voy a sacar de la cueva!
Empezó el tigre a cavar, pero, ¡qué!, las uñas del tigre no son para eso. Iba pasando en ese momento un carancho y lo llama:
-Venga, amigo, cuidemé este preso hasta que yo venga con una pala para sacarlo, y con un cuchillo para degollarlo, por pícaro. No se mueva de aquí porque sinó lo voy a matar a usté también.
Se va el tigre y se queda el carancho cuidando al zorro. Al rato no más el zorro lo comienza a conversar al carancho. El zorro es tan pícaro que se quiere aprovechar del carancho que es tan sencillo y sin malicia.
Ya había conversado un largo rato y le dice el zorro:
-Che, ¿por qué no jugamos a algo para pasar el rato hasta que me mate el tío tigre?
-Bueno, ¿y a qué vamos a jugar?
-Vamos a jugar a quién pueda abrir más grande los ojos y resistir más tiempo. Así, mirá cómo me tenís que mirar.
-Bueno, ya está -le dice el carancho.
Y le tocó a él primero. El carancho se puso a mirar fijo con los ojos bien abiertos. Áhi no más el zorro le zampó un montón de tierra. Lo dejó ciego al carancho, aletiando en el suelo, y él salió disparando, patitas pa qué te quiero. Al rato se compuso el carancho y se voló lejos de miedo del tigre. Cuando volvió éste no encontró ni rastros del preso ni del centinela. Áhi volvió a jurar que lo iba a seguir buscando hasta que lo encuentre al zorro. Y lo siguió buscando. Y lo anda buscando hasta ahora.

Luis Gerónimo Lucero. Nogolí (Hipólito Yrigoyen). Belgrano. San Luis, 1944.

Director de escuela jubilado. Lucero, como colaborador de la encuesta del magisterio de 1921, remitió un gran número de cuentos. Tenía aptitudes sobresalientes de narrador. A los cuentos que él oyó desde la infancia en su comarca rural, sumó los que le narraron en los distintos lugares en los cuales residió temporariamente como director de una escuela ambulante. Los cuentos que consigno en esta recopilación me fueron narrados por él, de viva voz. Cuando escribía, su prosa se recargaba de expresiones vulgares y artificiosas y su estilo perdía la espontaneidad del narrador popular. Ha muerto hace algunos años.

Cuento 145. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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