Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 8 de enero de 2015

Julia y el topo

A Julia le gustaba la jardinería. De la mañana a la noche, cuidaba sus macizos de rosas, mientras conversaba con el topo. Como este lucía un elegante abrigo negro, Julia le puso por nombre Don Topo. Al topo le gustaba hacer agujeros por todas partes.
Un día, aparecieron dos montículos entre los macizos de flores. Julia estaba muy preocupada. En cuanto vio al topo, le dijo:
-Mi padre está furioso. ¡No caves entre los rosales!
El topo no volvió a atreverse a atacar los rosales. A la mañana siguiente, dos montículos aparecieron justo en mitad del césped.

0.999.1 anonimo cuento - 063

Jorge, el noble caballero

Un soleado día de verano cabalgaba Jorge, el caballero, en busca de un dragón que sembraba el terror en todo el reino. Por donde pasaba, su escudo lanzaba destellos.
Al observar este reflejo, se le ocurrió una idea. Y, acercándose a la cueva del dragón, exclamó:
-¡Dragón, sal a enfrentarte conmigo!
La tierra tembló al salir el dragón escupiendo fuego. Avanzó hacia el caballero. Pero este dirigió hacia los ojos del dragón el rayo de sol que despedía su escudo. El monstruo quedó cegado y Jorge aprovechó para traspasarle la garganta con la lanza. Y así fue como murió el dragón. En cuanto al caballero, fue aclamado como héroe por el pueblo.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Jorge y su flauta

Jorge era cabrero. Todas las mañanas, antes de amanecer, lleva-ba sus cabras desde lo más hondo del valle hasta los pastos de la montaña.
Se pasaba el día silbando. Las cabras lo seguían a todas partes y nunca se perdían.
Un día, su padre le regaló una flauta. Pero no conseguía que sonara bien y, mientras tanto, las cabras se dispersaron.
Se puso entonces a silbar y las cabras volvieron al momento.
Por la noche le contó a su padre lo que le había ocurrido. El padre, sonriendo, le dijo que tuviera paciencia, que tocar un instrumento no era cosa de un día. Desde que lo ha conseguido, las cabras
Jorge era cabrero. Todas las mañanas, antes de lo siguen cuando silba y cuando toca su flautín.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Felipe y el narciso

La noche siguiente, Felipe tuvo otro sueño. Esta vez el narciso, que se había transformado en una princesa, iba a hacerle una visita.
-Ayúdanos -le suplicó la princesa- las malas hierbas crecen y crecen y quieren devorarnos. Ya casi nos asfixian.
-¿Y qué puedo hacer yo? -preguntó Felipe.
-Arrancarlas y tirarlas lejos. ¡Por favor, hazlo pronto!
A la mañana siguiente, Felipe se vistió a toda prisa y se fue a ver al narciso.
La princesa había dicho la verdad. Estaba todo lleno de malas hierbas que agobiaban a los narcisos.
Con mucho cuidado, Felipe cogió una palita y se pasó la mañana limpiando el jardín hasta que no quedó ni una sola mala hierba.
Aquella noche se acostó muy pronto, pues estaba muy cansado, y se durmió en seguida.
Y estaba muy contento de haber salvado a aquellas pequeñas flores.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Espaguetis para cenar

A la familia Cuervo le encantaba cenar lombrices. Un día, en el jardín en que se habían establecido, la cocinera puso a enfriar en el alféizar de la ventana una fuente de espaguetis.
«¡Que lombrices más enormes!» -pensó mamá Cuervo. Y cogió con el pico unos cuantos espaguetis para sus pequeños. Los pajaritos empezaron a dar graznidos de alegría cuando los vieron. Sin embargo, en cuanto los probaron, empezaron a escupir aquellas extrañas lombrices. ¡Sabían a ajo!


0.999.1 anonimo cuento - 063

Escarcha

El invierno es pintor. Le gustan los tonos pastel, los cielos blancos y los soles de un rosa pálido.
Las otras tres estaciones se reparten el resto de los colores y pintan su lienzo con tonos vivos, fuertes, armoniosos. Pero él, siempre tan modesto, pinta con blanco sobre fondo blanco, copos de nieve sobre un sol escarchado, o con color gris sobre fondo crema, árboles desnudos sobre un cielo tímido.
Los colores refulgentes del verano lo cegarían, no podría soportarlos. Tranquiliza, da descanso a nuestros ojos, preparándolos para la gama de colores de la primavera que se acerca.
Por la noche, a la luz de la luna, hace temblar a los árboles, trabaja los campos, las laderas, los valles y esculpe con paciencia el nuevo paisaje.
Por la mañana, al despertar, ya ha decorado todas las ventanas. Ha esparcido flores de escarcha sobre el campo. Los niños, felices, se abrigan para salir a explorar todas estas maravillas.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Eric, el muñeco de nieve

A Eric le gustaba mucho la nieve. Justo cuando había parado de nevar corrió al jardín y se puso a fabricar un gigantesco muñeco de nieve.
Todas las mañanas se levantaba temprano para ver a su muñeco. Un día vio que lloraba y se puso muy triste:
-Dime, ¿qué es lo que te ocurre? -le preguntó.
-Lloro por el sol -respondió el muñeco de nieve. Sus rayos hacen que me derrita y siento que se acerca mi fin.
Eric se quedó muy triste viendo como su muñeco lloraba y lloraba. Y con cada lágrima se hacía más y más pequeño.
Aquella noche, la nieve cayó en abundancia. Al día siguiente, Eric construyó un muñeco de nieve en un lugar al abrigo del sol y así el muñeco vivió mucho más tiempo, hasta el final de las vacaciones.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Eric y el oso blanco

En su cumpleaños, Eric había recibido un bonito regalo de su hermana: un magnífico oso blanco. Durante el día, el oso estaba muy callado, pero cuando llegaba la noche, en el silencio de su cuarto, el oso le contaba los secretos del Ártico, su país de origen.
Una noche, el oso blanco le dijo a Eric:
-Hace tiempo que vivo en tu casa, pero no me das nada de comer. Tengo hambre, ¿sabes?
Eric se preguntaba qué podía darle al oso blanco que le gustara. Entonces, se le ocurrió una idea.
Fue a la cocina sin hacer ruido, abrió el frigorífico, cogió algo de dentro y regresó a su habitación. Aquella noche se comieron entre los dos un riquísimo helado de vainilla.


0.999.1 anonimo cuento - 063

En el palacio del rey

En la sala de audiencias, Santiago vio a un rey esquelético que consolaba a su hija, también muy delgada.
-¿No tenéis nada que comer? -preguntó.
-No nos queda nada -respondió el rey. Las ratas atacaron la ciudad y, después de comerse todo, se marcharon.
-Pero, ¿no os han dejado nada?
-Sólo tenemos un pollo famélico y un grano de trigo. ¿De qué nos sirven? -se lamentó el rey.
-¡Ordenad que los traigan! -insistió Santiago.
El monarca, extrañado, se apresuró a obedecer. Santiago echó un poco de polvo mágico sobre el pollo y el grano que, al momento, se multiplicaron por diez. Santiago repitió la misma operación, sin descanso, con cada nuevo grano y cada nuevo pollo. Miles de pollos piaban en palacio. Los sacos de trigo se amontonaban unos sobre otros. Santiago había vencido al hambre.
El rey, agradecido, le ofreció a su hija en matrimonio y aquel mismo día se celebraron las fastuosas bodas.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El zorro y las ocas

Un zorro, al cruzar un prado, se topó con un magnífico grupo de ocas. Ya empezaba a relamerse pensando: «Voy a devorarlas todas. Una tras otra. ¡Menudo desayuno!»
Los ocas gritaban de miedo, pero la más joven tomó la palabra:
-Si tenemos que morir, ¡déjanos al menos cantar un último canto de despedida!
-No tengo prisa -aceptó el zorro.
La primera entonó un canto, seguida después por todas las demás a coro. El zorro ignoraba que se trataba de un canto de alerta.
Avisaron así a la granjera, que acudió y echó de allí al zorro.
«La próxima vez -se decía el zorro, sin dejar de correr. No perderé el tiempo y aprovecharé siempre la más pequeña ocasión.»


0.999.1 anonimo cuento - 063

El zorro y la cigüeña

Un día, el zorro invitó a la cigüeña a compartir su comida. Cuando llegó a casa del zorro, este le sirvió en un gran plato una buena ración de carne guisada. Pero, antes de que la cigüeña pudiera probarla, el zorro la había engullido toda.
La cigüeña decidió pagarle con la misma moneda. Preparó un pollo delicioso y lo metió en una botella de cuello largo y estrecho.
-Sírvete, zorro, no te de vergüenza.
El cuello de la botella era tan estrecho que el zorro no pudo meter la cabeza. La cigüeña, por el contrario, gracias a su largo pico, devoró todo cuanto pudo.
-¿No te gusta el pollo, amigo zorro?
-Claro que sí, pero no puedo cogerlo.
-Si me prometes no ser tan glotón como el otro día, te invito también mañana.
Desde entonces, el zorro y la cigüeña suelen comer juntos.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El zorro y el lobo

Un buen día, un lobo, que iba caminando por el bosque, se encontró con un zorro:
-¡No he comido nada desde hace tres días -le dijo- y estoy que me muero de hambre!
-Tú tienes la culpa -contestó el segundo. A mí no me falta nunca la comida. Ayer, sin ir más lejos, me di un festín con un pato bien cebado.
-Pero, ¿de dónde sacaste ese manjar? -preguntó el lobo.
-Me hice el muerto en mitad de un camino. Un granjero que pasaba dijo a su mujer: «¡Qué cola tan espléndida!» Me llevaron a su granja, donde criaban patos. Después de haberme zampado el más rollizo, salí corriendo sin perder un minuto.
El lobo escuchó con atención la estratagema y, unas horas más tarde, esperaba al borde de un camino cuando oyó que se aproximaba un carro. Se tumbó rápidamente, como si estuviera muerto. Pero fue a dar con el mismo granjero, que, al verlo, cogió una escopeta para matarlo.
El lobo todavía está corriendo y, desde aquel día, no se habla con el zorro.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El zorro y el gato

Un día, en el bosque, coincidieron un zorro y un gato.
-¡Hola, raposo! -le dijo el gato. ¿Qué tal estás?
El zorro lo miró de arriba abajo y estuvo un rato pensando si debía o no responder a aquella criatura.
-¿Te atreves a dirigirme la palabra? -exclamó por fin. ¡A mí, al temible zorro, al animal astuto por excelencia! ¡A mí que soy famoso en todo el mundo por mi ingenio! ¡Y tú, un simple gato, te atreves a hablarme!
-Yo, por lo menos, soy capaz de subirme a los árboles y escapar del peligro -maulló el gato.
-Y eso, ¿para qué te sirve? -respondió el zorro en tono irónico.
Entonces, a lo lejos, se oyó ladrar una jauría. El gato se encaramó a un árbol cercano y el zorro salió corriendo.
-Ahora ya conoces la respuesta -contestó el gato al zorro, que corría como alma que lleva el diablo.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El viajero descalzo

Un día, un hombre vio venir por el camino a un viajero descalzo y le preguntó:
-¿Por qué no llevas zapatos?
-No tengo dinero para comprarlos. Pero, por cierto, ¿por qué esta ciudad no tiene nombre? -interrogó él a su vez.
-No nos ponemos de acuerdo -respondió el hombre. Si tienes alguna idea, a cambio te daré unos zapatos.
El viajero reflexionó:
-Llamadla Del Valle. Después de todo, está asentada en el valle, al pie de las colinas.
-Ese nombre le va de maravilla -exclamó el hombre, satisfecho.
-Ahora, dame mis zapatos -le recordó el viajero.
-¿Zapatos? ¿Qué zapatos?
-¿No habíamos hecho un trato? -se extrañó el viajero.
-Al menos, habrás aprendido la lección. Antes de hacer tratos, debes asegurarte de que los haces con gente de fiar -le dijo el tramposo lugareño mientras se alejaba.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El tonelero se casa

Tanto había trabajado el tonelero que se quedó dormido allí mismo y tuvo un sueño que le entristeció profundamente: soñó con una vejez solitaria, sin nadie a su lado.
Al despertarse, corrió a su casa, se puso el traje de los domingos y cortó unas flores blancas para su vecina, una jovencita que siempre le había gustado.
Le preguntó si quería aceptarlo por esposo.
-¡Oh! -dijo ella. ¡Hace un siglo que espero esta pregunta!
Y vivieron siempre felices y en perfecta armonía.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El tonelero obstinado

Hace muchos años, en La Rioja, vivía un tonelero que pasaba el día fabricando toneles. Tanto trabajaba que ya era casi viejo cuando se dio cuenta de que no se había casado. Llamó a su aprendiz y le dijo:
-Escucha, hijo. No he tenido tiempo de buscar mujer. Ve tú a buscarme una.
El aprendiz fue a la ciudad y preguntó a las mujeres casaderas. Todas le contestaron lo mismo:
-Si tu patrón quiere casarse conmigo, ¡que me lo pida él!
El aprendiz volvió a casa de su maestro a transmitirle la respuesta.
-Tiene que existir alguna que quiera casarse conmigo. ¡Vuelve a la ciudad, hijo!
El niño volvió, pero volvió a recibir las mismas respuestas.
-¡Bueno! -dijo el tonelero. ¡Que se queden todas solteras! ¡Y yo tampoco me casaré!
Cuando algo merece la pena, es mejor hacerlo uno mismo.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El sueño de felipe

Una noche, Felipe tuvo un sueño. Soñó que se encontraba en el jardín justo al lado del narciso. La nubecita flotaba allí arriba y le gritó:
-¡Buenos días! ¿Cómo se está, allí en el cielo? -le preguntó Felipe.
-Sube aquí y verás -le respondió la nubecita.
Entonces Felipe subió y subió hasta que llegó a la nube. Desde allí veía claramente todo el pueblo y también su casita.
De pronto, la nube dijo:
-¡No puedo soportar mas tu peso!
Felipe sintió mucho miedo, sintió que se resbalaba de la nube y caía y caía hacia el suelo... Con un sobresalto se despertó, abrió los ojos y se encontró ¡debajo de su cama!


0.999.1 anonimo cuento - 063

El sol bondadoso

Una tarde, estaba el sol preparándose para ir a dormir, cuando vio a tres pájaros llorando.
-¿Por qué lloráis? -se interesó.
-Es la primera vez que volamos y nos hemos perdido. No vivimos muy lejos, pero si tú te acuestas, en la oscuridad, no encontraremos el camino de vuelta a nuestro nido -piaron los tres al mismo tiempo.
El sol estaba muy cansado. Además, sabía que mucha gente se guiaba por él para acostarse todos los días a la misma hora. Pero pensó que esas personas no se enfadarían si, por una vez, se acostaba un poquito más tarde. El tiempo necesario para que los tres pajarillos encontraran su nido.
Aquella tarde, algunas personas más observadoras se asombraron de que el día fuera tan largo. Si hubieran conocido el motivo, les habría sorprendido.

0.999.1 anonimo cuento - 063

El silbato magico

Érase una vez una princesa que poseía un silbato mágico que le había regalado su madrina el hada. Cada vez que lo soplaba, los animales que la oían quedaban inmóviles, como presos por un encantamiento.
Pasaron los años y la princesa se enamoró de un joven pastor, pero su padre, el rey, se opuso al matrimonio a causa de la humilde condición del pretendiente.
-¡Debes casarte con un príncipe! -le decía. Pero ella rechazaba a todos los que venían a pedir su mano.
A punto ya de perder la paciencia, el padre le dijo:
-¡Muy bien! ¡Cásate con quien quieras! Pero con una condición. Deberá cazar para mí mil ciervos.
Cuando el pastor escuchó la noticia, se puso muy triste.
-¡Eso es imposible! -se lamentaba.
Entonces, la princesa le dio su silbato mágico y le dijo que saliera a tocarla por los campos. El pastor sopló y sopló y, en cuanto lo oyeron, los ciervos cayeron bajo el hechizo. Muy pronto, había cazado mil ciervos y entraba con ellos en el patio del castillo.
Al rey seguía sin gustarle tener a un joven tan pobre por yerno, pero el pastor era muy agradable y pronto empezó a tomarle afecto.
La princesa pudo, por fin, casarse con su pastor y fueron siempre muy felices.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El septimo boton

A la mañana siguiente, llevaron a Lilí a un claro del bosque donde, sobre un viejo tronco, tenía su trono el rey de las mariquitas.
Lilí hizo una reverencia.
El rey le preguntó su nombre y si ya volaba.
-Sí, Majestad, ya he aprendido -contestó, mientras atravesaba el claro sin cometer una sola falta de vuelo.
Entonces el rey, con voz solemne, continuó:
-Ya has conseguido tus seis primeros botones.
¡Yo, como regalo, te ofrezco el séptimo para que todos sepan que ya eres una mariquita hecha y derecha!
Lilí no se atrevía ni a respirar. Su corazón casi dejó de latir. Todas las mariquitas presentes en la asamblea aplaudieron y Lilí se puso roja de emoción y de alegría ante tanto honor.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El salero magico

En un pueblo vivían dos hermanos: un rico granjero y un pobre labrador. Un buen día, el primero mató un cerdo y su hermano le pidió un poco de carne.
-¡Preferiría darle una salchicha al diablo antes que darte nada a ti! -le respondió el malvado hermano.
El labrador se ofreció para llevarle la salchicha al diablo y se puso en camino. De pronto, se dio cuenta de que se había perdido.
-¿Dónde estoy? -murmuró.
-¡En el infierno, claro está! -respondió un demonio surgido de la nada. Y, a cambio de una salchicha, regaló al hermano pobre un salero.
Este volvió a casa y, allí, vio que el salero le proporcionaba comida, dinero, ropa. Y, como era generoso, en el pueblo ya nunca hubo pobres.
-¡Quiero que me devuelvas mi miel! -gruñó el oso.
-¿Tu miel? -preguntó el zorro, extrañado, mientras se relamía.
-¡El barril de miel que me robaste anoche!
-¿Para qué iba yo a robarte la miel?
En aquel mismo momento, una vocecita aguda llegó desde el fondo de la guarida:
-¡Zorro, el niño ha volcado la miel del oso y se ha manchado todo el suelo!
El zorro corrió a su casa y volvió a salir con el tarro de miel en la mano, diciendo:
-¡Era una broma!
El oso le propinó un zarpazo en la nariz. El zorro acabó con un ojo morado.
-¡Era una broma! -explicó el oso, mientras se iba con su tarro de miel.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El rey gloton

Érase una vez un rey al que le gustaba la buena mesa. Un día le sirvió la comida un nuevo pinche. Sobre el fogón había dos fuentes iguales, cada una con su tapa.
-Date prisa -le gritó el jefe.
El muchacho cogió al azar una de ellas para llevársela al rey.
Este último levantó la tapa. El pinche, espantado, comprendió demasiado tarde que se había confundido de fuente. En aquella había seis trozos de chorizo y unos huevos fritos, la comida de los cocineros.
-¿Qué es esto? -preguntó el rey, al que nunca habían servido semejante comida. ¡Huele muy bien!
Y, antes de que el muchacho pudiera impedirlo, el rey se había comido ya el primer chorizo.
-¡Delicioso! -sentenció.
Y a partir de aquel día los huevos fritos con chorizo entraron a formar parte de su menú.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El rey gloton

Érase una vez un rey al que le gustaba la buena mesa. Un día le sirvió la comida un nuevo pinche. Sobre el fogón había dos fuentes iguales, cada una con su tapa.
-Date prisa -le gritó el jefe.
El muchacho cogió al azar una de ellas para llevársela al rey.
Este último levantó la tapa. El pinche, espantado, comprendió demasiado tarde que se había confundido de fuente. En aquella había seis trozos de chorizo y unos huevos fritos, la comida de los cocineros.
-¿Qué es esto? -preguntó el rey, al que nunca habían servido semejante comida. ¡Huele muy bien!
Y, antes de que el muchacho pudiera impedirlo, el rey se había comido ya el primer chorizo.
-¡Delicioso! -sentenció.
Y a partir de aquel día los huevos fritos con chorizo entraron a formar parte de su menú.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El regalo del abuelo

Se acercaba el cumpleaños de Alejandro. Soñaba ya con un regalo: deseaba, ansiaba una navaja como la de su abuelo. No pensaba en otra cosa.
Pero sus padres pensaban que era demasiado pequeño para regalarle un cuchillo. Podía ser peligroso. Alejandro le contó a su abuelo lo que ocurría y este le preguntó:
-¿Para qué necesitas ese cuchillo?
-Para tallar un silbato con una rama de sauce, como los demás niños de mi clase. Todos tienen un silbato.
El abuelo sonrió y cortó una rama de sauce. Le quitó la corteza, talló la madera y fabricó un silbato. Después, cerró con cuidado la navaja y le dio el silbato a su nieto.
Muy pronto aprendió a tocar varias notas con su nuevo silbato y a imitar el canto de los pájaros. Era el regalo más bonito que le habían hecho en toda su vida.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El regalo de mama pata

Mamá pata siempre había vivido en la granja. Quería mucho a los granjeros y a los demás animales. Un día, el viejo perro del pastor le dijo:
-La semana que viene la granjera cumple cincuenta años. Habrá una gran fiesta en la granja y todos los invitados le harán regalos.
-¿Qué vamos a regalarle nosotros? -preguntó la pata.
-¡Es difícil decidirse! -respondió el perro con aire dubitativo.
La pata se alejó pensativa. Todos su hijitos dormían la siesta en un colchón de plumas. Al verlos, se le ocurrió una idea.
Se dirigió hacia la granja contoneándose, cogió un saco y recogió todas las plumas que pudo encontrar. Pidió ayuda a los demás animales. Pronto, el saco estaba lleno de plumón blanco y suave.
Mamá pata hizo un almohadón y lo dejó a la puerta de la granja. Cuando la granjera salió y lo vio se sintió conmovida. Nunca había tenido una almohada tan blandita.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El recital

El primo de la rana Cro-Cro era un famoso concertista de contrabajo. Solía presumir de ello ante sus amigas. Así que, imaginaos lo contenta que se puso cuando el célebre Gustavo Larrana telefoneó para anunciarle su visita.
Cro-Cro invitó a todas sus amigas a conocer a su famoso primo. Y, cuando llegó el gran día, todas lucían sus mejores galas. En la sobremesa, Cro-Cro pidió a su primo que tocara para sus amigas algunos fragmentos escogidos.
-Con mucho gusto -contestó. Pero primero dejadme que os cuente los elogios que me dedicó el rey de España tras mi último recital.
Les refirió todo lo que este último había dicho. Y, después, el rey de los belgas... y el rey de Inglaterra... y el de Noruega. En realidad, tanto tiempo estuvo hablando de lo que cada uno pensaba de sus habilidades; que se había hecho de noche y todos tenían que volver a casa.
Cuando, en otra ocasión, quiso visitar a Cro-Cro, esta le aconsejó que esta vez no fuera tan vanidoso.
¿Sabéis por qué?


0.999.1 anonimo cuento - 063

El príncipe y el pez

El príncipe Juan fue un día a bañarse a la orilla del lago. En la arena encontró un pez que se debatía por volver al agua. Lo echó rápidamente al lago y el pez despareció.
Mientras el príncipe nadaba, se le cayó el anillo al fondo del lago. Aunque el lago era profundo, era el agua tan transparente que Juan podía ver el anillo desde arriba, pero no podía alcanzarlo.
Salió del agua, muy triste, y se vistió. Sus padres se iban a enfadar cuando se enteraran. El anillo había pertenecido a la familia durante siglos. Y siempre lo había llevado el príncipe.
Ya se alejaba de la orilla, cuando vio, estupefacto, que el pez al que había salvado salía del agua con su anillo.
«Después de todo -parecía decirle el pez, hoy por ti, mañana por mí.»


0.999.1 anonimo cuento - 063

El pollito ingrato

Érase una vez una pareja de viejecitos, que eran muy pobres pero vivían muy felices.
Lo más valioso que tenían era una gallina negra que puso un día un enorme huevo.
Pasó casi un mes hasta que el cascarón se rompió y los viejecitos vieron salir el pollo más grande que habían visto jamás. Le dieron unos granos de trigo y el pollo, después de comérselos rápidamente, se puso a picotear todo lo que encontraba mientras seguía engordando más y más.
El viejo, no pudiendo soportar el espectáculo, corrió a buscar un hacha y le cortó la cabeza. Su mujer lo desplumó y lo asó, pero era tan grande que no pudieron comérselo entre ellos dos solos.
Acudieron los vecinos a comprar una parte de aquel pollo gigante y, así, la pareja sacó suficiente dinero para no volver a pasar necesidad.

0.999.1 anonimo cuento - 063

El pez salvador

El enanito verde estaba sentado con los brazos cruzados y, cuando quería extender uno hacia delante, el otro se desplazaba automáticamente hacia atrás.
Una trucha que nadaba por allí vio al enanito en esta extraña postura y le dijo:
-¿Qué me das si consigo curarte? 
-¿Qué quieres? -preguntó el enano.
-Huevos de hormiga para dos semanas, mi comida preferida -respondió rápidamente.
-¡De acuerdo! -asintió el enanito.
La trucha empezó a nadar en círculo alrededor del enano y le quitó su abrigo. En ese momento, empezó a mover libremente los brazos.
¡El astuto pez había adivinado en seguida que el enanito se había puesto el abrigo sin quitar la percha!


0.999.1 anonimo cuento - 063

El pez dorado

Un día, un pescador atrapó un hermoso pez dorado.
-¡Ay! ¡Pescador! -suplicó este último. Si quisieras soltarme, yo haría realidad todos tus deseos.
El pescador regresó a casa y le contó lo ocurrido a su mujer, que estaba haciendo la colada.
-¡Mira que eres tonto! -gruñó. ¡Vuelve al río y dile que necesito una casa nueva!
El deseo se cumplió. Entonces, la mujer pidió un castillo, después un palacio. Por último, llena de orgullo, quiso apoderarse del castillo que el pez tenía en el fondo del lago. Envió a su marido con este mensaje. Entonces, las aguas se separaron, el pez de oro surgió del río, golpeó con la cola la superficie del agua y desapareció sin decir una palabra.
Al volver, el pescador encontró de nuevo su vieja choza y a su mujer haciendo la colada.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El pescador que pesco una urraca

Una urraca sobrevolaba un arroyo cuando vio flotar en él un objeto rojo. Se abalanzó sobre él, creyendo que se trataba de un delicioso pez.
¡Nada de eso!
Era el corcho de un pescador. De esta manera, la pobre urraca se encontró atrapada en el anzuelo.
El pescador dormitaba en la orilla pero, en cuanto oyó que algo tiraba de la caña, se despertó. Vio entonces al pájaro que se debatía en el externo del hilo y, con cuidado, tiró de él.
La urraca no se movió y el pescador pudo retirar el anzuelo del fondo de su garganta. El pájaro, viéndose libre, escapó a toda prisa y en adelante tuvo cuidado de no volver a morder el anzuelo.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El perro y el jardinero

Un día, estaba un jardinero sacando agua del pozo. Quería regar las semillas que acababa de plantar. Su perrito, que estaba jugando cerca del pozo, se cayó dentro. El jardinero, sin pensarlo un momento, se quitó la ropa y se lanzó a salvarlo. Ya estaban a punto de llegar al borde del pozo, cuando el perrito, asustado, le mordió en la mano.
El jardinero, decepcionado, exclamó:
-¡Qué ingratitud! Te alimento, arriesgo mi vida por salvarte. Y tú... ¿así me lo agradeces?
Nunca debemos morder la mano que nos ha prestado ayuda.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El perro loco

Un día, quiso Bernardo ir a buscar a su hermana a la salida del colegio.
-Bueno, ¿si quieres? -le dijo su madre. Pero llévate al perro.
Era un perro pequeño pero tenía una fuerza fuera de lo común. Llegaron a un cruce. De repente, el perro vio a Alicia y empezó a ladrar con furia. Para llegar hasta donde estaba ella, empezó a tirar y a tirar de la correa. Sin quererlo, Bernardo vio que podía con él, que lo arrastraba y cruzaba la calle con el disco rojo.
Se escuchó entonces un chirriar de frenos. Claro está, el perro no se preocupaba de si el semáforo estaba verde o rojo para los peatones.
-Para cruzar -le explicó Alicia- debes esperar a que el muñeco se ponga verde. Mientras esté rojo, no puedes moverte -lo reprendió con severidad.
Desde entonces, el perro mira siempre con cuidado antes de cruzar.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El pergamino

Érase una vez un muchacho que emprendió camino para recorrer el ancho mundo. Su abuela le dio un pergamino, aconsejándole que no lo desenrollara nunca, a menos que antes hubiera intentado hasta lo imposible para resolver sus dificultades.
Era aquella una época de revueltas y desórdenes. El muchacho buscaba trabajo en vano. Cada vez era más pobre y acabó vagabandeando por las calles de una gran ciudad.
Tan mísero era que un día decidió dejar este mundo. Se encaminó hacia el puente más alto, pero, en el momento en que se iba a tirar al agua, le vino a la memoria el pergamino de su abuela.
Como último recurso, lo desenrolló y pudo leer estas palabras: «No dejes que el orgullo se interponga en tu camino. No olvides nunca la casa de tu niñez y recuerda que siempre puedes volver. Allí siempre encontrarás amor.»
El muchacho reflexionó. Bajó del puente y volvió a su casa donde le recibieron con mucho más amor del que esperaba.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El pastor y los lobos

Un día, los lobos asaltaron a un pastor y amenazaron con matarlo, a menos que les indicara el lugar donde escondía sus ovejas.
El pastor confesó que las guardaba en un campo a unos pasos de lobo de allí.
-¿Cuántos? -preguntaron los lobos.
-Dos veces menos de media docena, más media vez más de docena y media. Y, ahora, perdonadme pero tengo prisa.
Y, mientras los lobos se estrujaban el cerebro intentando encontrar respuesta al problema, el viejo pastor corrió a esconder las ovejas en otro sitio.


0.999.1 anonimo cuento - 063

El pajaro que queria ser libre

Un pájaro, aburrido de revolotear día tras día en su jaula, suspiraba por la libertad. No se daba cuenta de que, fuera de ella, no podría sobrevivir, pues el invierno era duro y él venía de países más cálidos.
Un día, la niña que era su dueña cerró mal la puerta de la jaula. El pájaro aprovechó la ocasión y echó a volar por la habitación, ebrio de libertad.
-¡Vuelve ahora mismo a la jaula! -gruñó el aspirador. ¡Ahí corres grave peligro!
Pero el pajarito no quiso saber nada y salió volando hacia el jardín. Estaba a punto de atravesar la ventana, cuando el aspirador se desenchufó por sí mismo, aspiró al atolondrado pájaro y lo metió otra vez en la habitación.
La niña llegó corriendo y metió al pájaro en su jaula, sin imaginarse que el aspirador le había salvado la vida.


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El pajaro exotico

Cuando el tío Ernesto daba de comer a los pájaros, le gustaba ver cómo picoteaban en su mano. Cada vez que iba de paseo, llenaba una cáscara de coco con granos de alpiste o mijo. Cuando llegaba a un parque, se ponía unos granos en la palma de la mano y en una o dos horas los había repartido todos.
Un día, mientras ofrecía a sus amigos los pájaros estas golosinas, se escuchó un rumor de alas y se posó en su mano un extraño pájaro.
-¡Vaya! Tú no eres de aquí, ¿verdad? -le dijo el tío Ernesto.
-¡No, claro que no! -contestó el recién llegado.
-¿Vienes de los trópicos?
-No. Vengo de los bosques nevados que rodean la ciudad -trinó el desconocido. Pero allí nadie va a darnos de comer.
Aquel día, el tío Ernesto decidió que, en adelante, alimentaría también a los pájaros del bosque.


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El padre y sus dos hijas

Un padre tenía dos hijas casadas, la mayor con un jardinero y la pequeña con un alfarero. Después de la boda, las dos se marcharon con sus maridos, dejándo solo a su padre, para seguir a sus maridos.
Al llegar la primavera, este fue a visitar a su hija mayor, que le dijo:
-Padre, somos muy felices, pero aún lo seríamos más si lloviera. La lluvia regaría nuestras plantas.
A la mañana siguiente, el padre fue a ver a su hija pequeña, que le dijo:
-Somos muy felices, padre, y lo seguiremos siendo mientras haga sol, pues seca nuestras vasijas de barro.
-Siento mucho -suspiró el padre- no poder pedir al cielo por tu hermana y por ti: ella desea lluvia y tú quieres sol.
-¡No importa, padre! -respondió la pequeña, sonriendo. No se puede complacer a todos al mismo tiempo.
El padre quedó admirado de la sensatez de su hija.


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El oso y el tonel

Érase una vez un oso que fue a robar miel al panal de las abejas. Se escondió en un tonel, cerca de la colmena, en el preciso momento en que el enjambre echaba a volar, dejando la miel sin vigilancia. El oso sacó rápidamente la cabeza del tonel y vio, junto a la colmena, a otro oso que también sacaba la cabeza de otro tonel.
Los dos osos, al verse sorprendidos en tan ridícula situación, huyeron a toda prisa, con lo cual evitaron que les picaran las abejas guerreras, encargadas de defender la colmena.


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El oso y el leñador

Un leñador fue un día al bosque para cortar un poco de leña. Como tenía hambre, encendió una fogata para preparar unas salchichas que su mujer le había dado.
De pronto, escuchó un terrible rugido y vio salir de la espesura a un oso que se aprestaba a atacarle. Entonces, el leñador le ofreció tranquilamente las salchichas.
-Parecen buenas -le dijo el oso. Me gustaría comerlas, pero son muy pocas...
El leñador le señaló entonces una liebre que había por allí cerca y el oso, lanzándose sobre ella, la mató inmediatamente.
-Y ahora, quiero que la conviertas en salchichas -le ordenó al leñador.
-Lo primero, necesitamos una hoguera muy grande -respondió el leñador y, cogiendo su hacha, hizo un profundo corte en un árbol vecino y le dijo al oso que metiera allí su pata. El oso, confiado, obedeció sin sospechar nada. El leñador, entonces, empujó el tronco con todas sus fuerzas hasta que la pata del oso quedó aprisionada.
El leñador, sin entretenerse más, salió corriendo para su casa, más rápido que el rayo.


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El molinero y su gato

Los ratoncitos viajaron con el trigo en un carro hasta el molino. El molinero metió los sacos en el molino y, después, se fue a dormir. Unos minutos más tarde, estaba profundamente dormido y se enfureció enormente cuando su gato vino a despertarlo.
-¿Qué pasa? -refunfuñó.
El gato maullaba mirando el granero. El molinero saltó de la cama y fue a inspeccionar el granero, donde le sorprendió ver que el último saco se movía.
-¡Caramba! ¡Un saco mágico! -maulló el gato.
-Vamos a ver qué ocurre -gruñó el molinero a su gato. Quédate aquí, voy a buscar mi escopeta.
Los ratones, aterrorizados, luchaban por salir, moviendo el saco.


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El molinero que llego a ser rey

El hijo de un pobre molinero iba de camino a la ciudad cuando se cruzó con una hormiga, un águila y un león, que se disputaban un queso. El joven sacó un cuchillo y lo dividió en tres partes iguales. La hormiga, a cambio, le dio una de sus patas, el águila una de sus plumas y el león tres pelos de su melena. Cada uno le explicó para qué podían servirle.
El joven les dio las gracias y prosiguió su camino. Cuando llegó a la ciudad, se enteró de que un ogro había raptado a la hija del rey. Quien fuera capaz de liberarla se convertiría en su esposo y futuro rey.
Recordando entonces los regalos que le habían hecho los animales, se metió en la boca la pata de hormiga y, al momento, se volvió muy pequeño, minúsculo. Cogió entonces la pluma del águila y pudo volar hasta el castillo del ogro., Cuando llegó, puso sobre su brazo los tres pelos de la melena del león y adquirió la fuerza de tres leones. Su fuerza le permitió liberar a la princesa, que se enamoró de él a primera vista.


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El lobo y los cabritillos

Un día, la cabra salió de casa a hacer la compra, no sin antes recomendar a sus pequeños:
-¡No abráis a nadie!
Pero un lobo, que estaba al acecho, escuchó estas palabras. Corrió a la carnicería, robó una piel de cabra, se la puso y volvió a la casa de los cabritillos. Llamó a la puerta y susurró:
-Soy mamá... Dejadme entrar.
Pero los pequeños habían reconocido su voz y no le abrieron.
Corrió entonces a la tienda y robó un huevo. Se lo comió y su voz se hizo más suave. Después, robó un poco de harina y se blanqueó el hocico.
Volvió a la casita. Al oír una voz suave, al ver aquella cabeza blanca, los pequeños creyeron que se trataba de su madre. Por suerte, en el mismo instante en que abrían la puerta, llegó su verdadera madre. En cuanto vio al lobo, bajó la cabeza, embistió y le dio un impresionante topetazo.


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El leon que fumaba

Aquel circo se sentía orgulloso de su león. Realizaba todo tipo de habilidades y había conseguido gran popularidad.
Un día, encontró tabaco y una pipa. La llenó, como había visto hacer a los hombres, y la encendió.
En unos segundos, todo el aire se llenó de humo y, en esto, pasó un domador con una escalera, seguido de otro que llevaba un cubo de agua.
-¿Adónde vais tan deprisa? -preguntó el león.
-Se ha declarado un fuego aquí cerca -contestaron.
-¡No hay tal fuego! -se admiró el león. Soy yo que estoy fumando.
-Los leones no deben fumar -replicaron.
-Sin embargo, los hombres fuman -objetó el león.
-¡Los que son tontos, quizá! -argumentó el domador. ¡Pero tú no eres un tonto!
El león reflexionó. Tiró su pipa y nunca más se le vio fumando.


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El leon enamorado

Érase un león que se enamoró de la hija de un leñador. Pero este se negó a entregar a su hija a tan peligroso animal.
El león, despechado, amenazó al leñador y a su mujer, que vivían aterrorizados. Finalmente, el león tomó la palabra:
-Nos honra tu petición, pero nuestra hija es frágil. Podrías herirla al demostrarle tu afecto. Si consintieras que te quitáramos las garras y los dientes, aceptaríamos.
El león estaba tan enamorado que aceptó. Cuando volvió sin uñas ni dientes, el leñador, más tranquilo, lo cazó.
Si tú fueras león, ¿habrías caído en la trampa del leñador?


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El leñador y las tres hachas

Estaba un leñador cortando árboles al borde de un lago. Como el día llegaba a su fin, estaba tan cansado que se le escapó el hacha de las manos y fue a caer en el lago.
-Y ahora ¿cómo voy a vivir sin hacha? -gemía el pobre leñador.
-¡Aquí me tienes! -respondió una ondina, saliendo del agua. Y le lanzó un hacha de plata, de excelente calidad.
-¡Pero no es la mía! -exclamó el leñador.
-¿Y esta? -preguntó la ondina tirando sobre la orilla, esta vez, un hacha de oro.
-¡Tampoco! -insistió.
Entonces la ondina le tiró su verdadera hacha.
-¡Esa sí es mi hacha! -exclamó, maravillado.
-¡Eres un hombre honrado! -concluyó la ondina. Puedes quedarte con las tres.


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El ladron de miel

Un cazador estaba un día en el bosque, acechando una pieza, cuando se cruzó con él un oso de aspecto contrariado.
-¿Qué te ocurre? -preguntó el cazador.
-Esta noche, alguien me ha robado la miel y no sé qué hacer -contestó el oso, enojado.
-Si quieres, podemos seguir las huellas del ladrón y ver a dónde nos llevan -le propuso el cazador.
El oso asintió y, siguiendo el rastro, llegaron a la madriguera del zorro.
-¡Zorrito! -gritó el cazador. ¡Por favor, sal un momento!


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El hombre que tenia dos esposas

Hace muchísimo tiempo, los hombres tenían varias esposas. Un hombre que empezaba a hacerse viejo tomó, un día, dos esposas.
La primera era joven y alocada. Soñaba con que su marido fuera tan joven como ella. Por las noches, le peinaba y le arrancaba las canas.
La segunda era mayor, pero igual de atolondrada. Le encantaba el pelo gris de su marido que le hacía parecer tan mayor como ella. Por eso, todas las mañanas le cepillaba el pelo y le quitaba algún cabello negro.
El hombre estaba encantado con las atenciones de sus mujeres. Sin embargo, una mañana, comprobó que estaba calvo. Esto terminó con sus amores.
No pudo evitar el pensar que dos esposas son demasiado, porque «quien mucho abarca, poco aprieta».


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El pulpo oscar

El pulpo Oscar era un futbolista entusiasta. Le encantaba correr por el campo y, como tenía ocho putas, constituía una auténtica amenaza para el equipo rival. Hoy se celebraba un partido muy importante y él jugaba con el número once.
Oscar empezó a prepararse. Estiró un tentáculo y se puso la primera bota, luego se puso la segunda. Cuando se puso la tercera, el público ya había empezado a reunirse junto al mar para ver el encuentro y cantaba una canción en su honor. Oscar e puso la cuarta bota sintiéndose en plena forma. Al ponerse la quinta oyó al público hacer la ola y animarlo a voz en grito. Pero cuanta más prisa quería darse, más tardaba. En cuanto tuvo puesta la sexta bota, empezó a calentar. A continuación se puso la séptima: ya estaba casi listo. Y, por fin, la última de todas: ¡la octava bota! Oscar e estaba poniendo muy nervioso y tardaba siglos en atarse los cordones.
Por fin terminó y acudió a su puesto. Pero el árbitro le dijo:
-Lo siento, Oscar, llegas tarde.
El partido ha terminado, el silbato ha sonado ya.
Nadie ha marcado gol y el público se ha ido a casa.


0.999.1 anonimo cuento - 061

El hombre del globo

Recordad... Clara había dibujado un hombrecillo en un globo que había echado a volar, a través de la ventana abierta.
El globo ascendía. El hombre, mientras tanto, examinaba la tierra con su catalejo cuando, de pronto, divisó una casita deshabitada. La hiedra cubría las paredes y las flores del jardín lanzaban sobre ella destellos de color.
El lugar era tan atractivo que el tripulante del globo decidió aterrizar allí.
La casa y el jardín lo atraían tanto que decidió quedarse. Desde entonces, visita a Clara en sueños para transmitirle la magia de aquel lugar.


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El herrero y el caballero

Un día, un caballero fue a ver a un pobre herrero para encargarle mil herraduras.
El caballero quedó contento con el trabajo del herrero y cargó las herraduras en un carro enganchado a su caballo.
-¡Tu dinero! -dijo con tono burlón al herrero, que esperaba el pago de su trabajo. Pero, en vez de salario, el desgraciado no recibió más que estiércol de caballo.
Una vieja hechicera, que había presenciado la escena, se compadeció del pobre herrero y profirió dos conjuros.
El caballero se alejaba ya cuando su caballo hizo un extraño. Él cayó al suelo y murió allí mismo.
El herrero no vio nada. Recogió el estiércol y lo puso al pie de un árbol. El árbol se abrió por la mitad y de él surgió un torrente de monedas de oro que se amontonaron a sus pies.
El herrero pudo salir de su miseria y ayudar con su fortuna a otros tan pobres como él lo había sido.


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El hada y el carpintero

En un pueblecito escondido, vivía un carpintero muy hábil y trabajador. Después de haber fabricado muebles para todos los habitantes, como ya no necesitaban más, decidió establecerse en otro lugar.
Llegó a un espeso bosque y se puso a buscar un lugar donde pasar la noche. De repente, frente a él, aparecieron un hada y doce duendecillos. El hada les hizo una señal y sacaron de sus bolsas sierras y martillos. En pocos minutos, el carpintero tenía a su disposición una cama, una mesa y una silla tan bien hechas que no parecían de verdad.
La preocupación que le oprimía desde que dejó su casa desapareció como por arte de magia y empezó a examinar los muebles con gran atención. Aquella misma noche, regresó a su pueblo y se puso en seguida manos a la obra. Fabricó mesas, sillas y camas como las que había visto hacer a los duendes. Tan perfecto era su trabajo, que sus convecinos quedaron atónitos y en adelante no dejaron de encargarle nuevos muebles.


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