Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 30 de noviembre de 2013

El gallo y el zorro .058

Que andaba una vez el zorro por comerseló al gallo. Y el gallo 'taba siempre arriba di un árbol y le decía el zorro que baje a conversar, que cada vez que lo iba a buscar 'taba más arriba. Y que el zorro un día dispuso de comerseló no más al gallo di alguna forma. Y se halla un diario. Y cuando llega abajo 'el monte ande 'taba el gallo, se pone a ler el diario, el zorro. Entonce dice el zorro:
-Éste es un decreto del gobierno que ningún zorro podía comer al gallo ni ningún perro podía matar al zorro, tamién. Todos los animales tienen que ser amigos.
Y ya para todo esto ya se comenzó a bajar el gallo, y que le dice:
A ver, compañero, lealó de nuevo.
Y el zorro lo empezaba a ler otra vez. Y en lo mejor que 'taban lendo vienen unos camperos con unos galgos. Y el gallo ya 'taba bajito. ¡Uf!, el zorro 'taba entusiasmado lendo. Y los galgos cuando lo vieron lo sacaron corriendo, áhi no más. Y que el gallo le dice entonce:
-¡Compañero, lealés el decreto!
¡Y qué les iba a ler si los perros lo llevaban te mato y te mataré!

Venancio Heredia, 22 años. San Francisco. Ayacucho. San Luis, 1951.

Lugareño que ha concurrido a la escuela local. Buen narrador.

Cuento 58. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El gallo y el zorro .048

Se encontraron el zorro y el gallo. El zorro no sabía cómo hacer para agarrarlo. Le preguntó al gallo cómo hacía para dormir, y el gallo le preguntó al zorro cómo hacía él. Y el zorro se acostó, se puso la cabeza entre las patas y cerró los ojos, y dormía. Después se despertó y dijo al gallo:
-Ahora enseñame vos cómo dormís.
El gallo se agachó, puso la cabeza abajo de las alas. Entonces el zorro dio un salto y lo agarró y disparó con el gallo en la boca. Pasó cerquita del dueño del gallo. Y el dueño empezó a gritar y a decir:
-¡Ay, mi gallo! ¡El zorro se lleva mi gallo!
Entonces el gallo le dijo al zorro:
-Decile que no soy más de él, que soy tuyo.
Entonces el zorro, al abrir la boca para hablar, lo dejó escapar, y el gallo disparó.
El zorro dijo:
-¡Pobre mezquino!, quise hablar y tenía la boca llena. El gallo le contestó:
-Y yo era zonzo que quise dormir y no tenía sueño.

Antonio Liboa, 65 años. Rancul. La Pampa, 1955.

Lugareño semiculto. Buen narrador.

Cuento 48. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El gallo y el zorro .041

En una fría mañana de invierno y tentado por el hambre, un zorro madrugador recorría los gallineros y miraba los árboles para divisar las gallinas que dormían en él. De pronto quedó debajo de uno, viendo moverse un gallo. Largo rato aguardó debajo de éste en espera que bajase. Como el gallo no lo hacía, pues éste había notado la presencia del zorro, comenzó a desparramar unos granos de maíz para tentar el estómago del gallo. Aguardó otro rato. Impaciente ya el zorro y ansioso por darle caza, le dice:
-Bajate gallo a comer maíz.
Éste, fingiéndose no oírlo alarga el pescuezo y mirando a lo lejos tratanto de divisar algo a la distancia, se puso a contar:
-Uno, dos, tres...
El zorro no le causó buena gracia esta cuenta y se apuró a preguntarle:
-¿Qué estás viendo, gallo?
Éste, completamente indiferente, comienza de nuevo:
-Uno, dos, tres...
El zorro afligido ya, viendo que nada bueno podía esperar, comenzó a inquietarse y con más fuerza pregunta:
-¿Qué es lo que mirás, gallo?
Éste se mantiene sordo y estirando el pescuezo todo lo que puede dice nuevamente y más alarmado:
-Uno, dos, tres y cuatro con el rabón...
El zorro al oír lo de rabón y por instinto del miedo, bajó la cola y haciendosé el chiquito, olvidándose de la presa codiciada que aguardaba, echó a correr todo lo que pudo. El rabón era nada menos que un perro cazador. El gallo, riendosé de la astucia del zorro, bajó a comer tranquilamente, pensando que él, teniendo una cabecita tan chica, pudo inventar la mentira del rabón para librarse de las garras del zorro.

Dolores Celia Alaya, 45 años. Ciudad de Corrientes, 1950.

La narradora, que es directora de escuela, oyó contar este cuento a una mujer del pueblo en El Malezal (Esquina).
Es variante del cuento del nuevo decreto.

Cuento 41. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El diario .070

El gallo estuvo en el dormidero y vino el zorro. Le trajo un diario y le dijo que le mandaba el señor comisario que se baje del árbol para leer. Y el gallo le dijo que no. Que se baje, que le dio la orden el señor comisario. Le dijo el gallito que allí puede leer.
-Bajesé, sí. Así puede leer mejor. Y ademá de eso, esa orden yo traje.
-Que no -dijo el gallo.
-Bajesé a leer -le dijo otra vez el zorro.
El gallito no supo qué decirle y entonces suspiró y miró lejo, un hombre que venía con siete perro. El zorro oyó el suspiro y creyó que habló y le preguntó qué dijo.
-Allí veo un hombre con siete perro, digo no maaaá... -dijo cantando.
-Bueno, tome y lea ligero, y me voy a irme.
En eso se aproximó el hombre y los perros venían ya muy cerca por delante. Vio el zorro y salió a disparar.
Y los perro le estiraron y quedó con la boca abierta y hizo unos zorete.
Le dijo el gallo desde arriba:
Ele 'eicá chupé nde diaaaario (hacele leer a ello el diario) -cantando tre vece.
Depué vino el compadre comadreja y le vio con la boca abierta, mostrando lo diente, y le dijo:
Compadre, no te hagá el gracioso, no te esté riendo. Juntá, juntá tu naco y vamo.

Wenceslada Acevedo, 16 años. Loreto. Corrientes, 1959.

Criada. Muy buena narradora. Es bilingüe guaraní-español. Ha cursado los grados de la escuela primaria.

Cuento 70. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El decreto .062

Es que el zorro llegó un día a un gallinero ande 'taba un gallo, arriba di un árbol, y le dijo que había salíu un decreto que ellos, los zorros, no podían hacer nada a las aves, ni los perros a ellos tampoco. Eso le decía para engañarlo que se bajara y comerlo. Y lo envitaba que se bajara, que él no le podía hacer nada. Y claro, el gallo no le creía. Y tanto le decía el zorro que baje, que al fin el gallo para librarse, ve que viene un hombre del sur, con perros, y le dice:
-Allá viene un jinete con cuatro perros.
Y claro, el zorro ya si asustó y le pregunta que de qué lau viene, y el gallo le dice que viene del norte. Y áhi no más le dice el zorro:
-Hasta luego, ya voy a volver a seguir la conversación.
Y tomó al sur, el zorro, disparando, y áhi se encontró con los perros y el jinete, y ya lo volvieron atrás. Y pasó cerca ande 'taba el gallo y le decía el gallo:
-¡Mostrales el decreto nuevo! ¡Mostrales el decreto nuevo!
Y claro, los perros no le daban tiempo de lerlo, y áhi lo mataron.

Elías Alcaraz, 51 años. Las Lomas Blancas. Ayacucho. San Luis, 1948.

Campesino dedicado a la crianza de ganado. Buen narrador.

Cuento 62. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El decreto .060

Es que el zorro quería cazar el gallo, y es que no podía porque el gallo se subía siempre arriba di un árbol, cuantito lo devisaba al zorro. El zorro inventó llevarle el mensaje al gallo, que él no lo podía comer. Le dijo que había salíu un decreto del gobierno diciendo que los zorros no podían hacerle daño a ninguna ave, ni a gallinas, ni a nada, y que al contrario, las tenían que cuidar. Le dijo que tampoco los perros le podían hacer nada a los zorros, bajo ni nguna forma. Y que se hacía, el zorro, que leía en un papel ese decreto nuevo que había salido. Y entonce le dice el zorro al gallo que se bajara para que anduvieran juntos, de compañeros, que iban a ser muy amigos, y que él lo iba a cuidar para que naide lo ofendiera, ni le hiciera daño.
Tuvieron mucho rato conversando, y el zorro dele decirle al gallo que se baje. Entonce, al final, el gallo le contesta que ya se va a bajar, porque 'taba mirando que venía un campero con unos cuanto perros cazadores. Entonce el zorro le dice que si era cierto que venían, que no lo engañara. Y el gallo le dice:
-No tenga cuidado, señor Zorro, puesto que estamos bajo el decreto del gobierno nada le ha de suceder.
A todo esto llegan los perros, lo ven al zorro y lo sacan corriendo. Y lo empiezan a hacer dar vueltas al zorro alrededor del monte. Y el gallo le gritaba al zorro:
-¡Enseñales el decreto del gobierno! ¡Enseñales el decreto!
Y el zorro le dice:
-¡Qué decreto ni cuatro riales! Éstos no entienden de leyes del gobierno.
Y lo mataron los perros al zorro. Y el gallo se bajó muy contento de haberse salvado.

Marcelino Martínez, 66 años. San Martín. San Luis, 1931.

Modesto hacendado rural. Buen narrador.

Cuento 60. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El cavaran y el pajarito .047

Yo he conocido un pajarito que se llamaba cavarán, que era muy malo, que se comía todos los pajaritos, ése. Y a él nunca lo podían agarrar. Y por áhi, otro pajarito lo agarró de descuido, no sé cómo lo agarró, y entonces le dijo:
-Bueno... Vos estás acostumbrado a comer todos los pajaritos que agarrás. Ahora yo te voy a comer a vos.
Entonces le dijo que sí, pero que antes le iba hacer un pedido. Le dijo:
-Yo te voy hacer un pedido antes que me comás.
Dice:
-¡Sí, cómo no!
-Vos tenés que decir: A un cavarán comí.
Y entonces, cuando dijo: A un cavarán comí, salió volando el cavarán y le dijo al pajarito:
-A otro zonzo, pero no a mí.
Y así se salvó el pícaro cavarán.

Ángel Moyano, 62 años. Estancia San Pedro. Cañuelas. Buenos Aires, 1969.

Peón de campo.
En el cuento hay una confusión entre el alcaraván del cuento español, el ave amiga de la paloma que le aconseja no entregar sus polluelos al lobo, y el caburé de nuestros campos. Seguramente el cuento ha sido narrado por inmigrantes españoles y adaptado por los narradores criollos.

Cuento 47. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El caso del tigre, el zorro y el sapo .109

El sapo se llamaba Bartolo.
El tigre andaba con las intenciones de comerse al zorro, pero no podía conseguir. Un día que lo encuentra en el campo, lo corretió. Y el zorro logró escaparse, meterse en un agujero. Entonces, como el tigre no podía entrar en el agujero para sacar el zorro, le recomienda a Bartolo que se ponga en la puerta, de guardia, cuidandoló para que no se escapara el zorro y venga gente para horadar la roca y poder sacarse el zorro. Y el tigre se fue.
Bueno... Ya cansado el zorro y muerto de hambre, y el sapo también muerto de hambre áhi, porque había hecho mucho tiempo que 'taba áhi de guardia, el zorro pícaro le dice:
-Bartolo, ¿no te estás durmiendo?
El sapo le contesta:
-¡No!
-A ver, para crerte, abrí los ojos grandes.
El sapo abre los ojos grandes, el zorro le tira tierra en los ojos y logra escapar.
Y cuando vuelve el tigre se enoja porque el zorro no está y el pobre Bartolo se estaba limpiando los ojos llenos de tierra.

Abdón Castro Tolay, 67 años. Humahuaca. Jujuy, 1968.

El narrador, nativo de la Quebrada de Humahuaca, gran conocedor de la puna jujeña, donde ha enseñado (maestro intuitivo), y ha realizado una obra extraordinaria. En este momento es intendente del pueblo de Humahuaca.
En otras regiones del país, el centinela que el tigre deja cuidando al zorro es el carancho y no el sapo.


Cuento 109. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El caso del loro, el zorro y el tigre y el decreto .072

Estaba un loro arriba de un árbol cuando llegó don Juan, ¿no?, este picaresco. Este animal se lo quería, este, comer al loro, en una palabra. Entonce mostrandolé un papel, le dice:
-Amigo loro, ¿no vio el decreto?
-¿El decreto? -dice el loro.
-Sí, dice, acá han sacado un decreto en que todos los animalitos del bosque tenemo que quererno, tenemo que amarno. Tenemo que ser hermano, en una palabra. Así que bajesé, leremos el decreto.
Y el loro lo miraba, ya desconfiando, ¿no?, del zorro.
-No, dice, lealó de nuevo.
-Acá, dice, todos los animalitos del bosque tenemo que quererno, tenemo que amarno y ser como hermano.
Y bueno, así 'taban, que sí, que no, cuando en un repente, atrás se sintió un rugido. Claro, miró pa atrás el zorro. ¿Qué era? El tigre que venía despacito, atrás del zorro. ¡Qué! Cuando lo vio al tigre salió como vendiendo almanaque. Claro, imaginesé, usté, ¿no?, el tigre atrás. Y el loro allá arriba, lo miraba al zorro que iba disparando, y le decía:
-¡Muestrelé el decreto, hermano! ¡Muestrelé el decreto!

Antonio Salúm, 31 años. La Paz. Entre Ríos, 1970.

Nativo de la comarca. Tiene gran vocación de narrador y conoce numerosas narraciones populares.
La variante de este cuento está en el cambio de dos de sus personajes.

Cuento 72. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El casero y el zorro .044

Lo encuentra don Juan el zorro al casero. Y lo quería comer, y le dice:
-¿Cómo te va, Alonso? Tenés el mismo traje que tenía tu padre. El mismo traje también lo vestís vos. Qué parecido sos a tu padre, que era mi amigo querido.
Al casero le gustaba mucho que le hablaran del padre que se le había muerto, y se olvidó de las mañas del zorro.
Y le vuelve a decir el zorro:
-Lo único que te falta para parecerte más a tu padre, es hacer unas cerraditas de ojos que él sabía hacer.
Y entonce el casero inocente entró a cerrar los ojos. Y en una de esas que el casero cerraba los ojos, el zorro se abalanzó y lo cazó con la boca. Y partió al trote con el casero en la boca. Cuando lo vieron los otros pájaros empezaron a gritar, y decían:
-¡Don Juan lo lleva a don Alonso! ¡Don Juan lo lleva a don Alonso!
Y entonce le dice el casero:
-Deciles que sos dueño, que ¡qué mierda les importa!
Y el zorro, que iba enojado por el bochinche que hacían los pájaros, aflojó la boca, para decirles eso, y el casero salió volando y se asentó en un árbol. Y el zorro quedó mirando, arrepentido de haberlo atendido al casero.

Santiago Entecho, 80 años. Villaguay. Entre Ríos, 1970.

Hombre de pueblo, semiculto. Buen narrador. Ha olvidado casi todos los cuentos que sabía porque ya no los cuenta.

Cuento 44. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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viernes, 29 de noviembre de 2013

El casero y el zorro .043

El casero 'taba bañandosé en un arroyo. Y en eso llega el zorro.
-¿Ajá! ¡Que 'tás haciendo?
-Y me estoy bañando...
Y quería volar y no podía. 'Taba todo mojado, todas las plumas mojadas, no podía volar. Y entonce dice que le dice el zorro:
-¡Aquí te quería agarrar yo!
Y entonce lo pesca de la cola y lo agarra, ¿no? Y lo llevaba.
-No me apretés tan juerte -le dice el casero.
-No -dijo.
-Llevame -dice el casero- a una parte ande hay sombra, porque si me comés acá te va hacer mal. Mirá que estoy bien gordo, yo.
-Sí, voy ande vos querás.
-Sí, llevame ande hay un árbol lindo, en aquella sombra. Bueno, se van.
Y vienen entonce todos los otros pájaros y dicen, gritando:
-¡Ah! ¡Lo agarraron, lo agarraron a Alonso, después tan arisco que era, tan arisco!
Y entonce que le dice don Alonso, que le dice al zorro:
-Pero, es una vergüenza. Digalé ¡qué les importa! -dice.
Y cuando abrió la boca para decirles qué les importa, le pegó el volido el casero y se le escapó otra vez, porque muchas veces lo había querido cazar el zorro al casero.

Pedro Mazzuco, 66 años. Federal, Entre Ríos, 1970.

Lugareño semiculto.

Cuento 43. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El casero y el zorro .042

Éste era el zorro que un día había cazau al casero para comeseló. Y se lo llevaba en la boca. Iba por un camino y los demás pajarito se juntaron y gritaban alrededor del zorro. Que hacían un griterío muy grande, que lo enloquecían al zorro, diciendo:
-¡Pobre don Casero! ¡Pobre don Casero! ¡Tan bueno y tan trabajador, que lo irán a comer! ¡Y el zorro lo lleva! ¡Áhi lo lleva el zorro a don Casero tan bueno y tan amigo qu' es de todos!
Y el zorro iba no más con el caserito en la boca y marchaba por un camino. Y por áhi al casero se le ocurre decíle al zorro, que le dijiera a los demás pajaritos que eran tan entrometido, ¡qué les importa!
Entonce el zorro que 'staba enojado con tanto griterío se paró y les dijo:
-¡Qué les importa! -y abrió la boca tan grande que el caserito salió volando. Y así se salvó el caserito y el zorro se quedó rabiando no más.

Dora Passarella, 28 años. Villaguay. Entre Ríos, 1957.

Nativa de la comarca. Muy buena narradora. Semianalfabeta.

Cuento 42. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

El aguara y el alonsito (el zorro y el hornero) .039

Dice que ante... andaba un aguará... Y dice delante del aguará iba pasando un alonsito... jha jhe'í chupé el aguará (y le dice el aguará):
-Pero yáma nicó reyoguá pavé ndé abuelito, el finádope jha reguatarõ... zambó... jha rembotí-mbotírõ pende resacito... uperõ catú tevé es el reyoguá pait'éva -para adularle- ¿sabé pa? (Pero qué idéntico parecido tené a tu abuelito, el finado, y cuando caminó a saltito, a saltito, y cuando cerró, cerró eso tu ojito, entonce sí que le parecé en todo).
Jha upérõ... é claro qu' el pajarito má cerraba y má abría lo ojito y en una de ésa saltó sobre él el aguará y le agarró... Y le tenía fue en la boca. Y dice que el alonsito le dijiste entonce:
-Aní'pi che yucá güeterí. Jha agha yajháne ya pasá peteĩ gallo renonderupi jha jhe'íne ndéve (No, pué, me vaye a matá todavía. Y ahora iremos por delante de un gallo y entonce te va a decí): ¡Epoí pe alonsítope! Jha entonce decile usté: ¡Nda poichéne! (¡Largale a ese alonsito!) Y entonce contestale usté: ¡No le he de largá!
Y dicen que fueron a pasá por delante del gallo. Y dice que le dijiste el gallo al aguará:
Epoí pe alonsítope!
Y entonce le dijiste el aguará:
Nda poichéne!
Abrió fue la boca el aguará para hablá y salió fue a vuelá el alonsito. Y le bromó el aguará. Y subió en la rama a mirá por él.

Gregorio González, 70 años. Itá Ibaté. General Paz. Corrientes, 1950.

Transcribió el cuento la Sra. Rosa E. Gelardi de Schlomer, directora de escuela. El español del narrador es el de los viejos comarcanos que no han concurrido a la escuela y hablan el guaraní preferentemente. El narrador traduce espontáneamente su guaraní muy hispanizado.
Antes de comenzar el cuento dice el narrador:
-Aicua'á co peteí cuentico ïmá güaréva, la señora (Sé un cuento de antes, la señora).
Quiere decir que lo sabe narrar en guaraní.
-¿Conoce pa la señora el aguará? -agrega para advertir que ese animal es el personaje de su cuento.

Cuento 39. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

Cuento del compadre el zorro .037

Había hace muchos años un zorro que vivía cerca del alonsito. Se hizo compadre del alonsito. Una vez andaba con hambre atrasado el zorro, y se propuso comerlo al compadre alonsito.
Cuando supo el alonsito de las intenciones de su compadre, no se descuidaba un solo momento.
El zorro lo encontró al alonsito cerca de un estero y le dice:
-Acercate, compadre, que te contaré un cuento.
El alonsito se paseaba dando saltitos sin acercarse. Tanto hizo el compadre para cazar al alonsito, que al fin, para engañarlo le dijo:
-Pero, me hacés recordar a tu padre con ese modo de caminar tan compadrito que tené. Yo le conocía mucho a tu padre.
Cuando le habló del padre muerto, el alonsito se acercó, y el zorro de un salto se lo cazó.
Viendosé ya muerto el alonsito, mira hacia el estero y ve dos mujeres lavando ropas, y le dice al compadre zorro:
-Mirá, esas mujeres dirán: ¡El pobre alonsito será muerto! Y vos, compadre, cuando griten, contestale: ¡Qué les importa!
Entonce el alonsito empieza con su ¡Tis, tris! ¡Tis, tris!... gritando fuerte.
Miran las mujeres y dicen:
-¡El pobre alonso será muerto! ¡Lo lleva el zorro en la boca!
Y el zorro enfadado contesta:
-¡Qué les importa!
Al decir esto el compadre abre la boca y el alonsito volando se escapa, salvandosé de la muerte.

Carmen L. F. de Godoy. Arroyo Marote. Curuzú Cuatiá. Corrientes, 1950.

La narradora es directora de escuela. Habla el guaraní de Corrientes. Pronuncia con marcada aspiración las eses finales.

Cuento 37. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

Casos del zorro y del tigre .104

Ande es monte, el tigre diz que había sido el rey de todos los animales. Y tenía un sobrino, que era el zorro, y se llamaba Juan. Y como el tigre era más poderoso, él comía bien y el zorro se moría de hambre.
Y un día el tigre había carniado una ternera linda y tierna y gorda, y entonce había 'tao pasando el zorro. Muerto di hambre el zorro, y lu había visto al tigre, y le dice, le pegó un grito:
-Tío, deme la tripita.
-No, ésa es bombilla pal mate de tu tía tigra -li ha dicho el tigre.
-Deme la pancita.
-No -dice-, ésa es el mate de tu tía tigra.
Entonce el zorro li ha vuelto a pedir:
-Bueno, entonce, siquiera la bostita, deme.
-No, hijo, ésa es yerba de tu tía.
Y no le ha querío dar nada y él había comido lo mejor.
Y después, el zorro se ha desconsolado del todo. Y que ha comido el tigre y si ha dormido el tigre. Y entonce el zorro le agarró la vejiya de la ternera y la había puesto al sol. Y había pillau muchas moscas y guanqueiros, y los había echau adentro. Y entonce empezaron a bramar adentro de la vejiya, los bichos. Y después que le había atado en la punta de la cola al tigre, y recién le había gritau. Lo recuerda, y entonce le dice:
-¡Tío! -que le gritaba, allá vienen unos cazadores. Parece que traen muchos perros.
Y se ha recordao el tigre y ha dicho, asustao:
-¿Son muchos?
-¡Son muchos, muchos! -le ha dicho el zorro, y ha disparao el zorro pa que dispare el tigre.
Y ha disparao el tigre. Y el tigre no se puede dar vuelta, y créia que eran los perros que lo iban corriendo, lo que bramaban las moscas y los guanqueiros en la vejiya. Que de miedo había salíu disparando el tigre y había dejau la ternera. Y entonce si ha vuelto el zorro y ha comíu lo mejor. Cuando ya ha corríu mucho, el tigre, se li ha roto la vejiya y si ha dau cuenta que lo 'staba jodiendo el zorro. Y si ha vuelto y lu ha empezau a buscar. Y ha teníu que conchabar a un animal pa que lo vaya a buscar. Había buscau un carancho nuevo pa que lo pueda buscar. Y lo ha buscau y no ha podido dar con él.
-Bueno -li ha dicho el tigre, yo me voy a hacer el muerto pa que si arrime el zorro. Y vos empezá a llamar a todos los caranchos y a todos los animales. Cuando vea el zorro que todos vienen y crea que m'hi muerto, se va a animar el zorro y va a venir.
Y entonce si había hecho el muerto, el tigre, y se había tirau en el campo limpio. Y empezaron los caranchos a dar vuelta, encima. Y ya si ha dicho por todas partes que si ha muerto el tigre. Y han ido llegando todos los animales. Y ya dice que 'taba llegando el sobrino, porque dice que tenía que ir al velatorio del tío. Y el zorro es muy desconfiau. Dice que despacito se había ido arrimando al tigre muerto. Hasta que se ha arrimau al lao de la cola. En eso, si ha dau cuenta el zorro que el tigre resollaba con disimulo y si hacía el muerto. Entonce ha dicho:
-Todos los dijuntos que yo hi visto si han péido.
Y el tigre que ha hecho juerza y si ha péido. Y áhi ha gritado el zorro:
-Dijunto que se péi no velo yo -y si ha disparau el zorro y hasta el día de hoy no lu han visto más.

Jesús Perea, 50 años. Cafayate. Aimará. Salta, 1954.

Campesino de la zona rural de la ciudad de Cafayate. La preferencia por los tiempos verbales compuestos que se observa desde Tucumán hacia el Norte se comprueba en este cuento.

Cuento 104. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

Agüita, ¿te dejás beber? .139

El zorro ya no tenía ande ir que el tigre no lo persiguiera. Había una sola parte pa ir a tomar agua y áhi siempre bajaba Juan con desconfianza. Había una seca muy grande y nu había otra parte pa ir. Como el tigre sabía esto, jue y se metió entre los yuyos y esperó que viniera Juan. Al rato no más llegó Juan. De lejo le pareció ver el bulto overo del tigre, pero no 'taba seguro, Entonce, de lejito no más dice:
-Agüita, ¿te dejás beber?
Y repitió tres veces, pero el tigre 'taba calladito. Entós es que dice el zorro:
-Pero, ¡ve!, que todos los días me contesta y agora no dice nada, esta agua. Agora me voy a dir sin beber.
Entonce aflautando la voz, es que dice el tigre:
-¡Bebeme no más! ¡Bebeme no más!
-Agüita qui habla no bebo yo -dice el zorro, y disparó.
El tigre lo sacó corriendo di atrás, pero, ¡qué!, ni lo vido porque se perdió entre el monte.

Juan Lucero, 65 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1950.

Cuento 139. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 030 

Agüita, ¿te beberé? .127

Es que el tigre, como no lo podía pillar al zorro, resolvió esconderse ande tenía que venir a tomar agua. Había una seca muy grande y áhi era la única parte ande había un ojo di agua.
Y es que viene el zorro y como es tan astuto venía escuchando. Y ya oyó un ruidito de las hojas secas y se dio cuenta qui áhi 'taba el tigre. Y es que dice, de lejito no más:
-Agüita, ¿te beberé?
Nada el tigre. Y vuelve a decir el zorro:
-Agüita, ¿te beberé?
Y ya lo vio al tigre y vuelve a decir, ya más fuerte:
-Agüita, ¿te beberé?
Ya no había podido sufrir el tigre y le dice, con rabia:
-¡Bebeme!
-¡Agua qui habla no bebo yo! -dice el zorro, y que sale corriendo. Si ha disparau.
Es que ha saltau el tigre, pero ya no le vio ni el polvo. Más rabia tenía y lo siguió persiguiendo.

María Adela Oviedo de Nieva, 68 años. Santa Rosa. Tinogasta. Catamarca, 1970.

Cuento 127. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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