Hace mucho, mucho tiempo,
una mujer se encontraba tejiendo un tapiz junto a la ventana. Movía la
lanzadera de derecha a izquierda, después sujetaba el hilo con la boca y
volvía a mover la lanzadera en el mismo sentido, una vez más de derecha a izquierda.
Pasó un viejo, de quien nadie sabía de dónde venía. Tenía una gran barba
blanca. Se detuvo un momento a mirar a la tejedora y, al fin, le dijo:
-¿Por qué sujetas el hilo
con la boca, en vez de pasar la lanzadera una vez de derecha a izquierda y
otra vez de izquierda a derecha?
La tejedora intentó hacer
lo que le decía el viejo. La lanzadera iba hacia delante y hacia atrás y el
trabajo resultaba más rápido.
El viejo siguió su camino
q vio a un campesino que estaba arando. Araba un surco y, una vez en el extremo
del campo, carga a cuestas el arado y volvía al principio, desde donde comenzaba
a arar un nuevo surco. El viejo se detuvo a mirarlo y, finalmente, le dijo:
-Oye, cuando estás en el
extremo del campo, ¿por qué no haces que el caballo gire y aras un nuevo surco
mientras vuelves al principio?
El campesino intentó
hacer lo que decía el viejo. Araba un surco al ir y otro surco al volver, y así
el trabajo resultaba más rápido.
Al día siguiente, el
viejo volvió a pasar por el mismo camino y vio, con satisfacción, cómo araba el
campesino.
-¿Quién te ha enseñado a
arar tan bien? -preguntó el viejo.
-¿Por qué me lo
preguntas, si fuiste tú mismo, anoche, cuando pasaste por aquí?
El viejo sonrió y dijo:
-Estupendo. Y ahora te
digo que un día trabajarás y todo el año de comer tendrás.
Después el viejo pasó
bajo la ventana de la tejedora, se detuvo un momento viendo con qué rapidez se
movía la lanzadera y le preguntó:
-¿Quién te ha enseñado a
tejer tan bien?
-Nadie, lo he aprendido
sola -respondió la tejedora, sin mirarlo siquiera a la cara.
Al viejo se le
ensombreció el rostro, meneó la cabeza y dijo:
-Entonces te digo que
todo un año trabajarás y más de un tapete no tejerás.
Y se marchó.
152. anonimo (bulgaria)
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