Pedrito Globoso era
huérfano. No tenía padre ni madre, y ni siquiera un amigo.
Un buen día decidió salir
a correr mundo con la esperanza de encontrar compañía. Después de mucho
caminar, se encontró con un ratón.
-¡Buenos días, Pedrito
Globoso! ¡Llévame contigo!
-¿Y tú quién eres?
-Soy el ratón Royendo.
-¡Vale! ¡Ven, pues!
Así, Pedrito Globoso y el
ratón Royendo caminaron, caminaron, caminaron, hasta que se encontraron con
una rana.
-¡Buenos días a los dos!
¡Llevadme con vosotros! ¡Vosotros sois dos y yo estoy sola!
-Pero ¿tú quién eres?
-Soy la rana Gragrina.
-¡Vale! ¡Ven, pues!
Y así, Pedrito Globoso,
el ratón Royendo y la rana Gragrina cami-naron, caminaron, caminaron juntos
hasta que se encontraron con una serpiente.
-¡Buenos días a todos
vosotros! ¿Puedo acompañaros? Cuantos más seamos más contentos estaremos.
-Pero ¿tú quién eres?
-Soy la serpiente
Rozalinda.
-¡Vale! ¡Ven, pues!
Y así, Pedrito Globoso,
el ratón Royendo, la rana Gragrina y la serpiente Rozalinda siguieron caminando
hasta que se encontraron con un lebrato.
-¡Buenos días a todos!
Dejadme ir con vosotros. ¡Estoy tan solo!
-Pero ¿tú quién eres?
-Soy Juanito Raudopié.
-¡Vale! ¡Ven, pues!
Y así, Pedrito Globoso
continuó caminando seguido por el ratón Royendo, por la rana Gragrina, por la
serpiente Rozalinda y por el lebrato Juanito Raudopié, hasta que se
encontraron con una zorra.
-¡Buenos días a todos!
¿Puedo ir con vosotros? ¡Juntos estaremos más contentos!
-Pero ¿tú quién eres?
-Soy la señora Zorra.
-¡Vale! ¡Ven, pues!
Así, Pedrito Globoso
continuó caminando junto al ratón Royendo, la rana Gragrina, la serpiente
Rozalinda, el lebrato Juanito Raudopié, la señora Zorra, hasta que se
encontraron con un lobo gris.
-¡Buenos días a todos!
¿Puedo ir con vosotros? Al menos tendré con quién compartir mis presas.
-Pero ¿tú quién eres?
-Soy Lobo Gris, el
cazador.
-¡Vale! ¡Ven, pues!
Y así, Pedrito Globoso
continuó caminando junto al ratón Royen-do, la rana Gragrina, la serpiente
Rozalinda, el lebrato Juanito Rau-dopié, la señora Zorra y el Lobo Gris, hasta
que se encontraron con un oso.
-¡Buenos días a todos!
Llevadme a mí también con vosotros, y así ya no pasaréis miedo al andar por el
bosque.
-Pero ¿tú quién eres?
-Soy el Gran Oso Gruñón.
Así, Pedrito Globoso
continuó caminando junto al ratón Royendo, la rana Gragrina, la serpiente
Rozalinda, el lebrato Juanito Raudopié, la señora Zorra, el Lobo Gris y el Gran
Oso Gruñón, hasta que llegaron a unas montañas áridas y desnudas. En estas montañas
avistaron una casita donde la
Bruja de la Sel va
estaba preparando una fiesta de bodas.
-¡Montémosle un
espectáculo! -dijo Pedrito Globoso a sus compa-ñeros-. ¡Hagamos un poco de
música!
¡Y, astros del cielo,
vaya si la hicieron! Pedrito Globoso comenzó a hincharse y a soplar, el ratón
Royendo a chillar, la rana Gragrina a croar, la serpiente Rozalinda a
deslizarse sobre la hierba como un arco rozando las cuerdas de un violín, el
lebrato Juanito Raudopié a saltar y a girar vertiginosa-mente alrededor, la
señora Zorra a cantar con su voz en falsete, el Lobo Gris a bramar y ulular, y
el Gran Oso Gruñón a aullar y gruñir. Era tal la bulla que toda la selva
retumbaba. Los invitados a la boda, reunidos en la casita, se alarmaron, y
Pedrito Globoso tanto se hinchó que acabó estallando. Sus compañeros comenzaron
a reír, y rieron tanto que los invitados a la boda huyeron despavoridos, y la
bruja con ellos. Entonces los músicos entraron en la casita y se sentaron en
torno a la mesa llena de comida. Y para transformar aquello en un verdadero
banquete de bodas, el lobo se casó con la zorra, y al oso le tocó acompañar a
la esposa.
Y, por lo que sabemos, el
lobo y la zorra aún viven juntos en aquella casita.
Fuente: Gianni Rodari
143. anonimo (eslovenia)
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