Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 5 de julio de 2012

La cabeza asada

348. Cuento popular castellano

Éste era un amo que tenía tres criaos. Y les daba muy mal de comer. Y ya llegó un día que les dio una cabeza de cordero. Pero la señora le sacó los sesos, la lengua y los ojos para que almor­zase su marido.
Los criados llegaron de la era a almorzar. Y almorzaron unas tristes sopas y la cabeza.
El segundo día volvieron a ponerles las sopas y la cabeza.
-To­dos se miraban unos a otros; pero como el amo estaba delante de ellos cuando almorzaban, no se atrevían a decir nada.
Pero ya llegó el tercer día y en vista de que hicieron igual­mente con ellos, el mayoral les dice:
Mañana, como ocurra esto, vamos a decirle algo si está el amo delante. Yo digo: «Di, calavera sin sesos.» Y tú contestas: «¿Quién te ha sacado los ojos?» Y tú (al otro) contestas: «¿Cómo quieres que te lo diga, si no tiene lengua?»
Al día siguiente, al sacarles otra vez la señora la cabeza de cor­dero, dijeron esas frases. Y el amo, avergonzado con estas frases de los criados, ya no volvió a ponerles la cabeza asada.

Quintanilla de Trigueros, Valladolid.
Señor de unos 50, entrevistado en 11 de mayo, 1936.
Villabrágima, Valladolid.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)

La boda del tío tuturubillo

491. Cuento popular castellano

Éste era un gallo muy guapo y muy bonito que iba a la boda de su tío Tuturubillo. Llevaba mucha hambre, y en el camino se encontró un montón de trigo. No sabía qué hacer, si picar o no, porque decía:
-Si pico, me mancho el pico; y si no pico, me quedo con hambre. Por fin picó, y se manchó el pico. Y dice:
-¿Qué haré yo ahora para ir guapo a la boda del tío Tuturu­billo? ¿Quién me limpiará?
Se encontró una malva y la dice:
-Malva, límpiame el pico, que voy a la boda de mi tío Tutu­rubillo.
-¡No quiero! -le contestó la malva.
Después se encontró a una oveja y la dice:
-Oveja, come la malva, que la malva no ha querido limpiarme el pico, que voy a la boda del tío Tuturubillo.
-¡No quiero! -le respondió (todos le iban respondiendo igual). Se encontró a una zorra.
-Zorra, come a la oveja, porque la oveja no ha querido comer a la malva, porque la malva no ha querido limpiarme el pico, que voy a la boda del tío Tuturubillo.
-¡No quiero!
Se encontró a un lobo:
-Lobo, come a la zorra, porque la zorra no ha querido comer a la oveja, porque la oveja no ha querido comer a la malva, por­que la malva no ha querido limpiarme el pico, que voy a la boda del tío Tuturubillo.
-¡No quiero!
Después se encontró a un burro y le dice:
-Burro, cocea al lobo, porque el lobo no ha querido comer a la zorra, porque la zorra no ha querido comer a la oveja, porque la oveja no ha querido comer a la malva, porque la malva no ha querido limpiarme el pico, que voy a la boda del tío Tuturubillo.
-¡No quiero!
Luego se encontró a un palo.
-Palo, pega al burro, porque el burro no ha querido cocear al lobo, porque el lobo no ha querido comer a la zorra, porque la zorra no ha querido comer a la oveja, porque la oveja no ha querido comer a la malva, porque la malva no ha querido limpiarme el pico, que voy a la boda del tío Tuturubillo.
-¡No quiero!
Después se encontró a una lumbre y la dijo:
-Lumbre, quema al palo, porque el palo no ha querido pegar al burro, porque el burro no ha querido cocear al lobo, porque el lobo no ha querido comer a la zorra, porque la zorra no ha que­rido comer a la oveja, porque la oveja no ha querido comer a la malva, porque la malva no ha querido limpiarme el pico, que voy a la boda del tío Tuturubillo.
-¡No quiero!
Luego se encontró a un cubo de agua.
-Cubo de agua, apaga a la lumbre, porque la lumbre no ha querido quemar al palo, porque el palo no ha querido pegar al burro, porque el burro no ha querido cocear al lobo, porque el lobo no ha querido comer a la zorra, porque la zorra no ha que­rido comer a la oveja, porque la oveja no ha querido comer a la malva, porque la malva no ha querido limpiarme el pico, que voy a la boda del tío Tuturubillo.
-¡No quiero!
Después se encontró a un elefante y le dice:
-Elefante, bebe el cubo de agua, porque el cubo de agua no ha querido apagar a la lumbre, porque la lumbre no ha querido quemar al palo, porque el palo no ha querido pegar al burro, por­que el burro no ha querido cocear al lobo, porque el lobo no ha querido comer a la zorra, porque la zorra no ha querido comer a la oveja, porque la oveja no ha querido comer a la malva, por­que la malva no ha querido limpiarme el pico, que voy a la boda del tío Tuturubillo.
El elefante quería beber el cubo de agua, y el cubo de agua quería apagar a la lumbre, y la lumbre quería quemar al palo, y el palo quería pegar al burro, y el burro quería cocear al lobo, y el lobo quería comer a la zorra, y la zorra quería comer a la oveja, y la oveja quería comer a la malva. Y entonces la malva le limpió el pico al gallo.
Entonces le dice el gallo al elefante:
-Ya que has sido tan buen amigo, irás conmigo a la boda de mi tío Tuturubillo.
Llegaron y llamaron a la puerta. Los dos de la boda respon­dieron por una ventana, y viendo a esos personajes tan elevados, como el elefante, dijeron que no le admitían, ni al gallo ni a él.
Entonces fue el gallo y le dio permiso al elefante para que se co­miera a todos los invitados. Y el gallo y el elefante siguieron ami­gos hasta el fin de sus días.

Pedraza de la Sierra, Segovia. María Pascual. 24 de marzo, 1936. 28 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


La boda del tío periquito

490. Cuento popular castellano

Éste era un gallo que iba a la boda de su tío Periquito. En el camino se encontró un moñigo y dijo:
-¿Picaré o no picaré? Si pico, me mancho el pico, y no puedo ir a la boda de mi tío Periquito.
Como tenía mucha hambre, picó y se manchó el pico. Se en­contró a una malva y la dijo:
-Malva, límpiame el pico, para ir a la boda de mi tío Periquito.
-¡No quiero! -le dijo la malva. Se encontró a una oveja y la dijo:
-Oveja, come a la malva, que la malva no ha querido limpiar­
me el pico, para ir a la boda de mi tío Periquito.
-¡No quiero!
Después se encontró a un lobo y le dijo:
-Lobo, come a la oveja, que la oveja no ha querido comer a la malva, que la malva no ha querido limpiarme el pico para ir a la boda de mi tío Periquito.
-¡No quiero!
Se encontró a un perro y le dijo:
-Perro, mata al lobo, que el lobo no ha querido comer a la oveja, que la oveja no ha querido comer a la malva, que la malva no ha querido limpiarme el pico para ir a la boda de mi tío Periquito.
-¡No quiero!
Se encontró a un palo y le dijo:
-Palo, pega al perro, que el perro no ha querido matar al lobo, que el lobo no ha querido comer a la oveja, que la oveja no ha querido comer a la malva, que la malva no ha querido limpiarme el pico, para ir a la boda de mi tío Periquito.
-¡No quiero!
Se encontró a la lumbre y la dijo:
-Lumbre, quema el palo, que el palo no ha querido pegar al perro, que el perro no ha querido matar al lobo, que el lobo no ha querido comer a la oveja, que la oveja no ha querido comer a la malva, que la malva no ha querido limpiarme el pico, para ir a la boda de mi tío Periquito.
-¡No quiero!
-¡No quiero!
Se encontró al agua y la dijo:
-Agua, apaga la lumbre, que la lumbre no ha querido quemar el palo, que el palo no ha querido pegar al perro, que el perro no ha querido matar al lobo, que el lobo no ha querido comer a la oveja, que la oveja no ha querido comer a la malva, que la malva no ha querido limpiarme el pico para ir a la boda demi tío Periquito.
-¡No quiero!
-Burro, bebe al agua, que el agua no ha querido apagar la lumbre, que la lumbre no ha querido quemar el palo, que el palo no ha querido pegar al perro, que el perro no ha querido matar al lobo, que el lobo no ha querido comer a la oveja, que la oveja no ha querido comer a la malva, que la malva no ha querido lim­piarme el pico, para ir a la boda de mi tío Periquito.

[Aquí se interrumpe la relación, como si el narrador hubiese olvidado lo que sigue, y si alguien pregunta:
-Y, ¿el burro?, el narrador contesta:
-Pues, álzale el rabo y bésale el culo.]

Sepúlveda, Segovia. Purificación Revilla. 1 de abril, 1936. 13 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


La boda del tío perico

488. Cuento popular castellano

Ésta era una urraca que iba a la boda de su tío Perico. En el camino se encontró una moñiga llena de granos de trigo. La urraca tenía mucha hambre, porque todavía no había almorzado, y dijo:
-¿Pico, o no pico? Si pico, me mancho el pico; y si no pico, me quedo con hambre.
Fue y picó, y se manchó el pico. Se encontró una malva y la dijo: 
-Malva, límpiame el pico, que voy a la boda de mi tío Perico. La malva la dijo:
-¡No quiero!
Fue un poco más alante y se encontró a una oveja y la dijo:
-Oveja, come a la malva, que la malva no ha querido limpiar­ me el pico, que voy a la boda de mi tío Perico. Y la oveja la dijo:
-¡No quiero!
Un poco más alante, se encontró a una zorra y la dijo:
-Zorra, come a la oveja, que la oveja no ha querido comer a la malva, que la malva no ha querido limpiarme el pico, que voy a la boda de mi tío Perico.
Y la zorra dijo:
-¡No quiero!
Y un poco más alante se encontró a un lobo:
-Lobo, come a la zorra, que la zorra no ha querido comer a la oveja, que la oveja no ha querido comer a la malva, que la malva no ha querido limpiarme el pico, que voy a la boda de mi tío Perico.
Y el lobo la dijo:
-¡No quiero!
Un poco más alante, se encontró a un perro y le dijo:
-Perro, cómete al lobo, que el lobo no ha querido comer a la zorra, que la zorra no ha querido comer a la oveja, que la oveja no ha querido comer a la malva, que la malva no ha querido lim­piarme el pico, que voy a la boda de mi tío Perico.
Y el perro la dijo:
-¡No quiero!
Y un poco más alante, se encontró al palo y le dijo:
-Palo, pega al perro, que el perro no ha querido matar al lobo, que el lobo no ha querido comer a la zorra, que la zorra no ha querido comer a la oveja, que la oveja no ha querido comer a la malva, que la malva no ha querido limpiarme el pico, que voy a la boda de mi tío Perico.
Y el palo la dijo:
-¡No quiero!
Y un poco más alante se encontró a la lumbre y la dijo:
-Lumbre, quema al palo, que el palo no ha querido pegar al perro, que el perro no ha querido matar al lobo, que el lobo no ha querido comer a la zorra, que la zorra no ha querido comer a la oveja, que la oveja no ha querido comer a la malva, que la malva no ha querido limpiarme el pico, que voy a la boda de mi tío Perico.
Y la lumbre la dijo:
-¡No quiero!
Y un poco más alante se encontró al río y le dijo:
-Río, apaga la lumbre, que la lumbre no ha querido quemar al palo, que el palo no ha querido pegar al perro, que el perro no ha querido matar al lobo, que el lobo no ha querido comer a la zorra, que la zorra no ha querido comer a la oveja, que la oveja no ha querido comer a la malva, que la malva no ha querido lim­piarme el pico, que voy a la boda de mi tío Perico.
Y el río la dijo:
-¡No quiero!
Y un poco más alante se encontró al toro y le dijo:
-Toro, bébete el agua, que el agua no ha querido apagar la lumbre, que la lumbre no ha querido quemar al palo, que el palo no ha querido pegar al perro, que el perro no ha querido matar al lobo, que el lobo no ha querido comer a la zorra, que la zorra no ha querido comer a la oveja, que la oveja no ha querido comer a la malva, que la malva no ha querido limpiarme el pico, que voy a la boda de mi tío Perico.
Y el toro la dijo:
-¡No quiero!
Y un poco más alante se encontró al cuchillo y le dijo:
-Cuchillo, mata al toro, que el toro no ha querido beber el agua, que el agua no ha querido apagar la lumbre, que la lumbre no ha querido quemar al palo, que el palo no ha querido pegar al perro, que el perro no ha querido matar al lobo, que el lobo no ha querido comer a la zorra, que la zorra no ha querido comer a la oveja, que la oveja no ha querido comer a la malva, que la malva no ha querido limpiarme el pico, que voy a la boda del tío Perico.
Y el cuchillo la dijo:
-¡Sí quiero!
Y el cuchillo quería matar al toro, y el toro quería beber el río, y el río quería apagar la lumbre, y la lumbre quería quemar a palo, y el palo quería pegar al perro, y el perro quería matar al lobo, y el lobo quería comer a la zorra, y la zorra quería comer a la oveja, y la oveja quería comer a la malva. Y entonces la malva le limpió el pico a la urraca, y la urraca fue a la boda de su tío Perico.

Matabuena, Segovia. Juana Gil. 29 de marzo, 1936. 12 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo

058. Anonimo (Castilla y leon)





La boda de san juan bailón

492. Cuento popular castellano

Éste era el pito pitón, que iba a la boda de San Juan Bailón. Y en el camino se encontró a una muñiga llena de granos de trigo y dijo:
-Si pico, me mancho el pico, y si no pico, me quedo con hambre.
Y fue y picó y se manchó el pico. Y viendo que se había man­chado el pico, se puso muy triste. Y fue un poco más alante, y se encontró una malva y la dijo:
-Malva, limpia el pico del pito pitón, que va a la boda de San Juan Bailón.
Y la malva dijo:
-¡No quiero!
Fue un poco más alante y se encontró a una oveja y la dijo:
-Oveja, come la malva, que la malva no quiso limpiar el pico del pito pitón, que va a la boda de San Juan Bailón.
-¡No quiero!
Fue otro poco más alante y se encontró a un lobo y le dijo:
-Lobo, cómete a la oveja, que la oveja no quiso comer la mal­va, que la malva no quiso limpiar el pico del pito pitón, que va a la boda de San Juan Bailón.
-¡No quiero!
Fue otro poco más alante y se encontró a un perro y le dijo:
-Perro, mata al lobo, que el lobo no quiso comer la oveja, que la oveja no quiso comer la malva, que la malva no quiso lim­piar el pico del pito pitón, que va a la boda de San Juan Bailón.
-¡No quiero!
Fue otro poco más alante y se encontró a un palo y le dijo:
-Palo, mata al perro, que el perro no quiso matar al lobo, que el lobo no quiso comer la oveja, que la oveja no quiso comer la malva, que la malva no quiso limpiar el pico del pito pitón, que va a la boda de San Juan Bailón.
-¡No quiero!
Y fue otro poco más alante y se encontró a una lumbre y la dijo:
-Lumbre, quema al palo, que el palo no quiso matar al perro, que el perro no quiso matar al lobo, que el lobo no quiso comer la oveja, que la oveja no quiso comer la malva, que la malva no quiso limpiar el pico del pito pitón, que va a la boda de San Juan Bailón.
-¡No quiero!
Fue otro poco más alante y se encontró a un río.
-Río, apaga la lumbre, que la lumbre no quiere quemar el palo, que el palo no quiso matar al perro, que el perro no quiso matar al lobo, que el lobo no quiso comer la oveja, que la oveja no quiso comer la malva, que la malva no quiso limpiar el pico del pito pitón, que va a la boda de San Juan Bailón.
Y el río dijo:
-¡Sí quiero!

[Y el río quería apagar la lumbre, y la lumbre quería quemar el palo, y el palo quería matar al perro, y el perro quería matar al lobo, y el lobo quería comer la oveja, y la oveja quería comer la malva. Y la malva fue] y le limpió el pico al pito pitón, y se fue a la boda de San Juan Bailón. Colorín, colorado.

Matabuena, Segovia. Saturnina Gil. 29 de marzo, 1936. 13 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)

La boda de mi tío perico

489. Cuento popular castellano

Éste era un gallo que iba a ir a la boda de su tío Perico. Bueno, fue andando y se encontró una boñiga de un buey. Y la fue a picar, la picó, y se manchó el pico.
-¡Ay, ya no puedo ir a la boda de mi tío Perico, porque me he manchao el pico!
Bueno, fue andando, andando, y encontró una malva.
-Malva, límpiame el pico, que voy a la boda de mi tío Perico.
-¡Anda, no quiero!
Fue andando, andando, y encontró una oveja:
-Oveja, come a malva, porque malva no me quiso limpiar el pico, que voy a la boda de mi tío Perico.
-¡Anda, no quiero!
Fue andando, andando, y encontró a un lobo.
-Lobo, como a oveja, porque oveja no quiso comer a malva, porque malva no me quiso limpiar el pico, que voy a la boda de mi tío Perico.
-¡Anda, no quiero!
Fue andando, andando, y encontró un palo.
-Palo, pega a lobo, porque lobo no quiso comer a oveja, por­que oveja no quiso comer a malva, porque malva no quiso limpiar­me el pico, que voy a la boda de mi tío Perico.
-¡Anda, no quiero!
Fue andando, andando, y encontró a lumbre:
-Lumbre, quema a palo, porqué palo no quiso pegar a lobo, porque lobo no quiso comer a oveja, porque oveja no quiso co­mer a malva, porque malva no me quiso limpiar el pico, que voy a la boda de mi tío Perico.
-¡Anda, no quiero!
Fue andando, andando, y encontró a un río.
-Río, apaga lumbre, porque lumbre no quiso quemar a palo, porque palo no quiso. pegar a lobo, porque lobo no quiso comer a oveja, porque oveja no quiso cómer a malva, porque malva no me quiso limpiar el pico, que voy a la boda de mi tío Perico.
-¡Anda, no quiero!
Fue andando, andando, y encontró a un burro...

[Y pregunta alguno:
-Y, ¿el burro? Y el narrador contesta:
-¡Álzale el rabo, y bésale el culo!]

Astudillo, Palencia. Señorita de Ercilla. 14 de mayo, 1936. Unos 60 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)

La bendición de los estudiantes

456. Cuento popular castellano

Eran cuatro estudiantes que salieron de camino, y llegaron a una fonda con bastantes ganas de cenar. Y dijeron a la dueña de la fonda que les pusiera comida. Tan pobremente se hallaba la fonda que no había más que tres buevos para cenar cuatro indi­viduos. Les sirvió la cena, y después de reunidos los cuatró en la mesa, dijo a uno de ellos:
-Echar la bendición.
Mas ninguno se atrevía por la poca cena que había. Ya dijeron que la echara el más viejo, el que dijo:
-En el nombre del Padre...
Pilló un buevo y se arreó con él. Fue el siguiente y dijo, con su cubierto en la mano:
-Del Hijo...
Y pilló él otro buevo. Y como el último que lo había se los cuatro se vía quedar sin cena, echó mano a su cubierto, y le dijo al que seguía:
-Si coges el Espíritu Santo, ¡te acribillo!

Aldeonsancho, Segovia. Juan Pascual Alonso. 23 de abril, 1936.    
Dulzainero, 55 años (entrevistado en Cuéllar, Segovia).

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)





La beata y los tres novios

273. Cuento popular castellano

Había en un pueblo una beata que tenía engañados a tres es­tudiantes. A los tres les había dado palabra de casamiento. Para ello iban todas las noches a su casa a horas distintas, pues así los citaba ella, para que no se encontraran.
Ya llegó un día en que uno de ellos la dijo:
-Mira, yo quería casarme contigo.
-Sí -dijo ella; pero antes quiero probarte si eres o no va­liente. Para ello quiero que la Noche de los Santos vayas a la igle­sia y te escondas debajo el tumbo y estés allí toda la noche. A ver si tienes valor para hacerlo.
-¡Bah! ¡Vaya una cosa! Si no es mas que eso, chica, me pa­rece que no hay ningún inconveniente.
Después vino el otro estudiante. Y en las conversaciones que tuvieron, también la dijo que quería casarse con ella. Entonces ella le dijo que antes de casarse con ella, tenía que probarle si era o no valiente.
-Y ¿qué quieres con eso?
-Nada. Mira. Quiero que la Noche de los Santos vayas a la iglesia y con dos velas encendidas te pongas delante del tumbo toda la noche.
-Si no es más que eso, ¡bah!, iré allí esa noche.
Después que se marchó éste, vino el otro estudiante y tam­bién la dijo que quería casarse con ella. A éste le dijo lo mismo, que antes quería probarle si era cobarde o valiente; que para ello tenía que ir el Día de los Santos por la noche con unas ca­denas grandes, subirse a la torre y después bajar arrastrando las cadenas y diciendo: «Yo soy el diablo, que voy a por el que está debajo el tumbo y el que lo está alumbrando.»
-¡Bah, si no es más que eso, no tengo inconveniente! Esa no­che voy. Verás como voy.
Para ello les dijo que habían de ir el uno a las nueve, el se­gundo a las nueve y media, y el otro a las diez.
Llegada esa noche, cada uno fue a ocupar su puesto: el pri­mero, a las nueve, se colocó debajo el tumbo; el segundo, a las nueve y media, con las dos velas encendidas, se puso frente al tumbo; y el tercero, con las cadenas, se subió a la torre. A poco de subir, comenzó a bajar arrastrando las cadenas -¡rar, rar!-, y diciendo :
-Yo soy el diablo, que voy a por el que está debajo el tumbo y el que lo está alumbrando.
Así llegó hasta la iglesia y dirigiéndose al tumbo volvió a arrastrar las cadenas, diciendo:
-Yo soy el diablo, que voy a por el que está debajo el tum­bo y el que lo está alumbrando.
Como éste se acercara ya, el de debajo el tumbo, con el mie­do que tenía, salió de debajo el tumbo. El de las velas, que le ve salir, tira las velas y echa a correr también para la calle. El de las cadenas, que ve que sale uno de debajo el tumbo y que otro viene hacia él, tira las cadenas y también ése echa a correr.
Cada uno se escapa para su casa sin que se conocieran. Del susto que recibieron, tuvieron que estar ocho días en cama. El día que se vieron juntos, se preguntaban el uno al otro:
-¿Dónde has andada, que no te hemos visto?
-He estao en la cama y no me habéis ido a ver.
-Pues, yo también he estao en la cama -dijo el otro. Si supieras lo que me ha pasao.
-¿Qué te ha pasao, hombre, qué te ha pasao?
-Que fui una noche ande la beata y me dijo que si me quería casar con ella, que tenía que ir a la iglesia el Día de los Santos y metérme debajo el tumbo.
-De modo que tú eras -le dijo el otro- el que estabas de­bajo el tumbo. Pues yo era el que estaba con las velas encendidas. Y dijo el otro:
-Pues yo era el que bajaba por las escaleras arrastrando -las cadenas y diciendo que era el diablo. También a mí me dijo esa tía que fuera. ¡Hay que armársela! ¡Hay que armarla una!
Para ello acordaron escribirla una carta que quería Jesucris­to, con San Pedro y San Juan, ir a su casa; que preparara cena. La mandaron la carta, y ella preparó la cena. Ellos se disfraza­ron de Jesucristo, San Pedro y San Juan y fueron allá. Llamaron.
-¿Quién? -respondió ella.
-Somos Jesucristo, San Pedro y San Juan, que venimos a cenar contigo.
Les abrió la puerta.
-Entren, entren ustedes.
Subieron a su casa, les puso la cena y cenaron. Después de cenar dijo el que hacía de Jesucristo:
-A ésta hay que beatificarla esta noche.
-¡Por Dios! -dijo ella, no me merezco yo tanto, señor Je­sucristo.
-Sí, hay que hacerlo. Y para ello que la coja Juan a las cos­tillas.
La levantaron las sayas y la pegaron una azotina que la deja­ron rendida.
Y una vez así, cogieron y se marcharon. Ya se vengaron de lo que había hecho con ellos.

Peñaranda de Duero, Burgos. Amalio Hernán.
16 de julio, 1936. Sastre, 60 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)






La ballena es una albarda

289. Cuento popular castellano

En un pueblo, que se cría entre barrancos y hondonadas, esta­ban en la recolección de mieses. Era un día del mes de julio. Ha­bían terminado de comer y todos tenían sus bestias sin atalajes y les tenían tirados por el suelo de cualquier manera. En esto se preparó un nublado de carázter feo, y se enredó a llover de una manera espampanante, que no los dio lugar a recoger los aparejos de sus caballerías. Y como fue tanta la abundancia de agua que cayó, arrastró albardas y toda clase de aparejos que había tirados por el suelo al río de Cega.
Y hubo una persona que vio bajar un bulto por el agua. Y tan torpe era el infeliz que empezó a decir en altas voces:
-¡Rico Rebollo, que viene la ballena!
Salió todo el vecindario con escopetas y bayonetas antiguas y chuzos que gastaban los guardas, para matar al monstruo que bajaba por la corriente del río. A puro de tiros y estocadas que die­ron al bulto que tanto asombro les causaba, salían unos trapos encarnados de su fondo, por lo cual decían:
-¡Ya es nuestra, que ya echa sangre!
Por fin se quedó detenida en el tronco de una verguera hasta terminarse la fuerza del andaluvio de agua. Por lo cual, después de tanta fatiga y tantos trabajos vino resultando que era una al­barda que había arrastrado el agua de lo alto de las cumbres.

Aldeonsancho, Segovia. Juan Pascual Alonso. 23 de abril, 1936.    
Dulzainero, 55 años (entrevistado en Cuéllar, Segovia).

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)











La apuesta del pastelero .438

438. Cuento popular castellano

Llegaron dos estudiantes a un pueblo en ocasión que se cele­braba allí una fiesta. Como no llevaban dinero, no sabían cómo arreglarse para comer. Por fin entraron en una pastelería que había en la plaza y le dijeron al pastelero que les asara un cuarto de cordero para comer. Uno de los estudiantes le dijo al pastelero:
-¿Quiere ustez que hagamos una apuesta?
-Hombre, ustez dirá -contestó el pastelero.
Y el estudiante le dijo entonces:
-¿Quiere ustez que apostemos el cuarto que vamos a comer a que no está ustez todo el tiempo que dure el asarse diciendo su nombre sin pararse?
Aceptó el arreglo el pastelero. Se llamaba Sinforiano, y tenía que estar diciendo sin cesar, «Sinforiano, Sinforiano, Sinforiano», y así hasta terminar de asar el cuarto.
Como era el día de la fiesta del pueblo, la mayor parte de los vecinos estaban en misa, incluso la mujer y los hijos del pastelero. Uno de los estudiantes se quedó en casa para ver si no se paraba el pastelero de repetir su nombre, mientras el otro se fue a la iglesia y dio un recorrido por todo el templo, diciendo:
-¡Un padrenuestro y una avemaría por el pastelero de la pla­za, que se ha vuelto loco!
Al oírlo la mujer y los hijos del pastelero, que se encontraban allí, se levantaron precipitadamente a ver qué le ocurría a su padre. Al entrar en casa le oyeron que estaba diciendo sin cesar:
-Sinforiano, Sinforiano, Sinforiano...
La mujer y las hijas creyeron que era cierto lo que había dicho el estudiante en la iglesia, y la mujer empezó a gritar:
-¡Hijo mío! ¿Qué te pasa? ¿Qué te pasa, hijo mío? Y los hijos gritaban:
-¡Ay, nuestro padre, que está loco! ¡Que está loco!
El pastelero, como no podía dejar de hablar, pues no les contestaba. Pero como la madre estaba tan asustada, creyendo él que la iba a dar algo, por fin dejó de decir su nombre y la dijo:
-¡Calla la boca! ¡Por ti he perdido un cuarto de asao!

Peñafiel, Valladolid. Mariano Ruiz Salinero
28 de abril, 1936. Dulzainero, 58 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)