Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 17 de mayo de 2014

El zorro y el perro pastor .446

Dice que había un puestero que tenía una gran majada de cabras y había criau un solo perro pastor pa cuidarla. Era mucha hacienda para un solo perro, y además, le daban poca comida al cabrero. Como comía poco y andaba todo el día, corriendo di un lau pal otro para defender del daño la hacienda, el perro 'taba que ya no podía casi sostenerse de flaco. Pero como era tan lial y noble el perro, cuidaba todo el día los animales y nunca le faltaba ninguno.
Había un zorro que siempre andaba por ver si se cazaba algún animalito chico, una cabrilloncita, pero, qué, el perro lo olfatiaba de lejos y lo sacaba corriendo.
Entonce, un día, el zorro ha inventado una picardía. Lu habló de lejo, al perro y le dijo:
-Oigamé, amigo perro, que tengo para usté una buena idea.
-¿Déque se trata? -le ha contestado el perro, gruñendo.
-Usté anda muy flaco. Si sigue así pronto no va a poder salir de las casas y va a perder todas las cabras. A usté le dan muy poco de comer.
Esto le interesó al perro, pero haciendosé el enojado, le ha dicho:
-Pero eso no le importa a usté.
-Sí, amigo perro, me importa porque me da lástima y porque pienso ayudarlo, porque lo veo tan güeno. Yo puedo aconsejarlo pa que le den mejor de comer y lo atiendan lo más bien.
Entonce el perro lo empezó a atender y le ha dicho:
-¿Y qué consejo me puede dar usté que no conoce mi dueño?
-Mire, amigo perro, dejemé cazar un cabrito o una cabrilloncita, y usté corra, y hagasé el que no tiene juerzas, y áhi van a ver que es de flaco que no me puede agarra.
-¡Ah, no, no, yo no le voy a hacer eso a mi dueño!
-Pero, amigo, no siá zonzo, no ve que no se dan cuenta de nada. Yo le voy a guardar a usté una güena parte del animal muerto.
Güeno... Todos los días el zorro li hacía la misma conversación al perro hasta qui al fin lo convenció.
Güeno... Ya le cazó también una cabrita bien gorda. Comió el zorro y le escondió por áhi un güen pedazo pal perro. Cuando volvió a las casas la hacienda, ya vio el dueño que faltaba un animal. Y áhi ha dicho:
-Éste es el zorro que mi ha comíu la cabrita. El pastor 'tá tan flaco que se le cuentan las costillas. Seguro que el pobre nu ha teníu aliento pa correrlo.
Y dice qui áhi ha mandau que le den bien de comer. Li han dau el doble de comida y el perro ha pensau que el zorro li ha dau un güen consejo.
-Güeno... -Al día siguiente li ha dicho el zorro:
-¿Cómo le va yendo, amigo pastor?
-Mejor, mejor, pero hay que tener cuidado.
El zorro ha vuelto a cazar una cabrita y vuelta el patrón a ordenar que le den mejor ración al cabrero. El zorro le guardaba siempre una buena parte al perro.
Güeno... Dice que esa cabrita 'taba muy gorda y li ha dicho el zorro al perro si no le podía dar un poco de vino pa asentar la comida. El pastor le ha dicho que güeno. Ha ido esa noche a la casa, el zorro, y el pastor que li dado vino. Y si ha machado el zorro y ha empezado a cantar. Áhi han venido los otros perros y lu han sacau corriendo al zorro y el pastor también ha teníu que correr, y entre todos lo han muerto al zorro.

Juan Lucero, 60 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1945.

Gran narrador.

Cuento 446. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el peludo y la carreta volcada .311

Andaban de compañeros el zorro y el peludo. Y buscaban alimentos. El peludo sabía que al zorro le gustaban mucho los quesos. Y sabía que venían las carretas a los puertos, a llevar quesos. En esos tiempos eran los campos abiertos y sin caminos y todo se transportaba en carretas. Entonce llevaban quesos, cueros y otras cosas, las carretas a Buenos Aires. Y como les conocía el camino a las carretas, el peludo se fue y esperó que pasara una carreta. Las carretas iban en tropas, ¿no?, de cuatro, cinco, diez carretas. Y esperó que pasara la última. Se puso entre los pastos, bien sobre el camino, y cuando iba a pasar la última carreta, cuando pasaron los bueyes, se le metió bajo la rueda de la carreta, que nadie lo pudiera ver, ¿no? Y la carreta pegó un barquinazo. Y cuando trabó la carreta el quirquincho barquinió la carreta y se cayó un queso. Después que se retiraron las carretas levantó el queso y se lo llevó al compañero. Y bueno... Y así sucesivamente varias veces. El zorro no le quería preguntar porque como él también se las daba de taimado, de que era capaz de conseguir alimento como el compañero, no quería ser menos, tampoco, no le quería preguntar. Hasta que ya le había traído varias veces. Un día a cada uno le tocaba. Un día le tocó al zorro, y le dice:
-Che, hermano, vos que siempre vas a buscar y me traés quesos, ¿dónde conseguís queso?
-Y es fácil -dice. Yo voy y espero las carretas que van a Buenos Aires y después que pasan, a la última me le meto abajo 'e la rueda. Y siempre voltea un queso o dos. Yo voy hacer lo mismo -dice.
Y se va. Se pone en los pastos. Y cuando pasa la carreta se le mete abajo 'e la rueda. Pero como no tiene la misma cáscara del peludo, lo pisó, claro, y lo mató en seguida.

Rubén Tejeda, 30 años. Villaguay. Entre Ríos, 1970.

Trabajador de campo.

Cuento 311. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el peludo y la carreta volcada .312

Dice que andaban de compañeros el peludo y el zorro.
Y dice que viene una carreta de mercadería. Y el peludo se puso en la huella. Y entonce, se hizo una bolita, y como tiene tanta fuerza, se volcó un poco la mercadería, cayó al suelo y pudieron comer.
Entonce le tocaba al zorro hacer la misma. Y el zorro entonce se puso, claro, y le pasó la rueda por encima, porque no tenía ninguna defensa. Se murió.

Amílcar Aniceto Zapata, 71 años. Estancia Rincón del Vizcaíno. Viale. Entre Ríos, 1970.

Cuento 312. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033


El zorro y el peludo y la apuesta de la enlazada .280

Lu he sentido en los fogones camperos, por áhi, a este cuento.
Dice que el peludo y el zorro siempre son dos enemigos en las cosas de hacer hazañas, ¿no? Siempre quieren tratar de ser uno más que el otro.
Y viene el zorro creyendo que esta vez le iba a ganar al peludo, a desafiarlo, a hacer una enlazada, ¿no? Y él aceptó tranquilamente, dice. Y se prepararon y organizaron a ver cómo iba a ser el asunto. Y dice que cada cual iba una vez, que iban hacer pasar un potro por el lado de la cueva, y el otro enlazaba y se metía a la cueva, adentro, y tenía que, vamos a decir, echar verija para darlo vuelta al potro, ¿no?, y que caiga el potro, y tenerlo. Y el que lo tenía más fácil, ése ganaba. Bueno, así si hicieron las apuestas, y comenzó el asunto.
Primero le tocó, este, enlazar al peludo. Y el zorro era el que tenía qui hacer pasar al potro. Así que fue hasta la manada, hizo cortar uno y lo hizo pasar a toda furia por el lado del peludo que 'taba preparado con el lazo. Entonces el peludo le pone dos o tres rollos al lazo y se lu echó cuando pasó el potro, y lo agarró justito, y se zampó a la cueva inmediatamente, rápido. Y como la cueva del peludo tiene varios recoveco adentro,  vueltas, y es muy honda, es muy fácil de atrancarse adentro, ¿no? Y entonce se afirmó fuerte, y claro, cuando enlazó, pegó el tirón, y el potro cayó, se dio vuelta. Así que lo tumbó no más. Y lo tuvo. Y el asunto es que él cumplió con su cometido, ¿no?
Después, este, sale el peludo, y bueno, le toca al zorro hacer la misma operación. Y... el zorro se prepara su cueva que estaba a unos metros más lejos, y el peludo va y hace cortar otro potro, que pasa a toda furia también por el lado del zorro. Entonce el zorro le echa el lazo también, y también lo enlaza y se ganó a la cueva a hacer lo mismo que hizo el peludo, ¿no? Pero resulta que la cueva del zorro es derecha, no tiene donde calzarse, así que cuanto el lazo se terminó, lo sacó como un tiro de adentro, ¿no? Y entonce el potro iba disparando como una luz. Y el zorro no largaba, pero iba los tumbos. Lo levantaba para arriba y lo tiraba pa abajo. Entonce, dice que el peludo le gritaba di allá lejos, dice:
-¡Eche verija! ¡Eche verija, hermano! -dice.
Y él decía:
-¡No, no, si le voy dando soga, no más! ¡Le voy dando lazo, le voy dando lazo, no más!...

Ronaldo Ellecer Urruti, 35 años. Cañuelas. Buenos Aires, 1969.

Joven estanciero. Como resero ha recorrido toda la pampa de Buenos Aires. Tiene una gran vocación de narrador.

Cuento 280. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el peludo enlazadores .273

El zorro y el peludo salieron al campo, y le dice el zorro:
-Mirá, andamos de a pie y no puede ser. Dos hombres grandes tenemos que agarrar un potro para hacer un caballo -dice.
Entonce dice:
-Pero, precisamos dos.
-¡Ah, no es nada! -dice. Yo agarro el mío y vos elegite el tuyo.
-Sí, cómo no -le dice el zorro, muy activo.
Y se van. Tenían un lazo. Se consiguieron un lazo. Hizo cada uno su cueva. Y el peludo se ató el lazo a la cintura y esperó que se arrimara el potro a la cueva, a una distancia, y cuando pasó el potro que le gustaba a él lo enlazó y se metió a la cueva. Hinchando la cáscara lo tuvo ahí atado hasta que más o menos se ablandó un poco el potro. El zorro le ayudó y lo embozalaron, lo ataron y lo hicieron caballo, ¿no?
Despué le tocaba al zorro agarrar el de él. Y bueno, como vio que era fácil la tarea del peludo, hizo lo mismo. Se ató el lazo a la cintura. Y al potro que le gustaba también a él, lo esperó que se arrimara a la cueva de él, que era distinta a la del peludo, ¿no? Cuando se aprosimó le tiró el tiro 'e lazo. Lo enlazó también y se metió a la cueva. Pero no tuvo la misma suerte, porque el zorro no tiene la habilidá 'el peludo ni la defensa que tiene éste. Entonce lo arrastró por todo el campo, qué sé yo... Hasta que fue el peludo y lo socorrió. Le sacó el lazo y lo defendió, lo socorrió. No se alcanzó a matar. Así el zorro, que es tan autero, fue vencido por el peludo que parece zonzo, pero que tiene unas uñas que, ande se agarra, nu hay quien lo saque, y porque hace una cueva con vueltas, ande se puede agarrar, mientras que el zorro hace una cueva derecha.

Rubén Tejeda, 30 años. Villaguay. Entre Ríos, 1970.

El narrador es trabajador de campo.

Cuento 273. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el peludo enlazadores .291

El zorro y el peludo se desafiaban a cuál sabía enlazar mejor. Entonce el peludo enlazó un cojudo del cogote. Y como el peludo hace la cueva de cuatro güeltas pa todos lados, se metió a la cueva y echó a la cintura. Y el cojudo cayó de espaldas.
Después le tocó al zorro. Enlazó otro cojudo, pero como la cueva del zorro es bajita y derechita, el potro en el tirón lo sacó en el aire. Y el cojudo salió con el zorro a la rastra, y gritaba:
-¡Juac!, ¡Juac!
-¡Asujete, compañero! -le volvía a gritar el peludo.
Y el zorro que 'staba bastante asustado abrochaba el lazo en la cintura, confiaba en que iba a tener más juerza que el cojudo. Por eso lo sacó a la rastra y lo mató.
Y ganó el peludo no más.

Francisco Arbe, 56 años. Esquel. Chubut, 1954.

Comenta el narrador que este cuento era de los que se oían en todos las fogones cuando él era arriero y cruzaba los largos caminos de la Patagonia con tropas de ganado.

Cuento 291. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el peludo enlazadores .290

Una vez el zorro andaba caminando por áhi y lo encontró al peludo y le dice el peludo:
-Che, Juancito, ¿querés que comamos asado?
-Bueno -dice el zorro.
-Entonce andá echame esas yeguas que vienen áhi, que voy a enlazar un padrillo.
Y el zorro fue y echó la manada de yeguas para donde 'taba el peludo. Y el peludo había hecho su cueva, que es con vueltas, y sacó el lazo y enlazó un padrillo grandote. Y el padrillo disparó y áhi le pegó una estirada el peludo, y el padrillo se descogotó. Y áhi la carniaron. Pero el zorro no quiso comer.
-No me gusta esta carne -dice. Es carne muy dura. Yo voy agarrar un animal nuevo, éste es muy duro.
Y el zorro hace su cueva, que es derecha. Entonce venía un potro nuevo y lo enlazó. Y el potro disparó. Y el zorro no podía hacer pie en la cueva, y el potro lo sacó. Pero, ¿qué paso? Que el lazo se lo había atado el zorro a las verijas y di áhi lo arrastraba el potro.
-¡Largalo, Juan! ¡Largalo! -le gritaba el peludo.
Y que lo había estropiado, y le había sacado los pelos de la cola. Y hasta que en un cimbronazo que pegó, zafó el lazo por casualidá. Y áhi el zorro todo golpiado por darselás de valiente se paró como pudo y le dice al peludo:
-Claro, ¡Largalo! ¡Largalo! Y ahora, vos has comido y yo ¡qué mierda voy a comer!
Y así quedó el zorro como que lo largó al potro, porque le decía el peludo, pero fue por casualidá no más.

Baldomero Terraza, 73 años. Rawson. Chubut, 1959.

Muy buen narrador. Hombre de campo. Es oriundo de la provincia de Buenos Aires radicado en la Patagonia desde hace muchos años.

Cuento 290. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el peludo enlazadores .289

El peludo dice que le dice al zorro:
-Vamos a jugar una apuesta. A ver quien sujeta el animal que vamos a enlazar. Un animal, uno, cada uno, y vamos a matar.
Y el zorro que es tan compadrito dice que le dice:
-Cómo no, te juego no más.
Bueno... El peludo enlazó una potranca y la hicieron salir puerta afuera del corral. Y al ir a salir el peludo se metió a la cueva, en seguida, y allá la sujetó y la dio vuelta. El peludo tiene mucha fuerza en la cueva, no lo va sacar cualquiera, ¡che!
Y el zorro dice que quiso hacer lo mismo también. También enlazó y se metió a la cueva. Y me lo sacaron a la rastra. Lo hizo pedazo el animal. Claro, no es capaz, no tiene fuerza. El pobre murió.

Apolinario Paileman, 78 años. Conesa. Río Negro, 1971.

El narrador es descendiente de araucanos, pero él se considera muy criollo.

Cuento 289. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el peludo .306

Había un zorro y un peludo. El peludo andaba con mucho hambre, no tenía qué comer. Y divisó que venía un sulqui, y tráiba una bolsa de máiz. Entonce él cavó ligero, en la buella, bien hondito y él se puso abajo. Cuando venía pasando el sulqui, medio hinchó el lomito y se volcó el sulqui pa l'otro lado, pal lau 'e la cueva. Entonces se le reventó la bolsa 'e máiz. Entonces el dueño levantó el sulqui, levantó el máiz, pero quedó mucho máiz tirau. Entonce el quirquinchito se puso a comer.
En eso viene el zorro.
-¿Cómo has hecho -que le dice- pa conseguí tanto máiz?
-Y, venía el sulqui cargau con máiz, hice una cueva, en la huella, me pongo abajo, cuando iba pasando le hinché el lomo y se lo volqué. Y vos que sois más grande, ya va a venir el carnicero, podés hacer lo mismo.
Entonces el zorro hizo lo mismo.
Y viene el carnicero, en una jardinera, y pasó por encima del zorro. Cuando quiso hinchar el lomo lo reventó. Le reventó la cabeza. Quedó muerto por envidioso.

Julián Aguilera, 65 años. Las Barranquitas. Pringles. San Luis, 1971.

El narrador actualiza el cuento al cambiar la carreta antigua por el sulqui y la jardinera, que no responden al efecto de la narración tradicional.

Cuento 306. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el peludo .288

También es un cuento gauchito, el del zorro y el peludo.
Bueno... Entonces, el zorro lo buscó pa compadre al peludo. Le dijo:
-Bueno -dice, mire, vamo a ser compadre.
-Bueno -le dice el peludo, cómo no. Vamos a sé compadres.
Y entonces le dice el zorro, le dice, este...
-Bueno -dice, mire cumo vamos a hacer, ya que somos com-padres; a mí me gusta carniar -dice- animales, animales ajenos -dice.
Y el peludo dice:
-A mí también -dice; no me gusta mucho, pero también podría carniar.
Bueno -dice el zorro- usté es un hombre de juerza -dice, y yo no -dice.
Y dice:
-Bueno, mire, vamos hacé un contrato, compadre -dice. Cuando yo mate una res -dice, vamos a comé los dos juntos -dice. Y cuando se termine ésa -le dice al zorro- tiene que matar usté compadre -le dice el peludo.
-Bueno -le dice el zorro, cómo no.
Claro, el peludo sabe que él es ágil. Y el zorro dijo:
-Éste no es ágil.
Bueno... Va ver. Entonce dice el peludo:
-Cómo no.
Bueno...
Entonce agarró, y el peludo dice:
-Bueno compadre -le dice.
Entonces había yeguas alzadas, en un centro, vio. Ahí estaban ellas. Entonce vino el peludo y dice:
-Bueno, compadre, yo voy hacer una cueva pal lau de la aguada. Aquí baja mucha hacienda, en la noche. Hacienda arisca, vio. Yeguada matrera, vio, que bajaba en la noche a tomar agua, a bebé.
Y entonce se puso, se puso ahí el peludo. Y se armó di un lazo, vio. Y, entonces, si armó di un lazo y se lo puso en la cintura. Se lo puso el peludo, en la verija. Bueno, y entonce se ganó al lau de la cueva, vio. Y en la noche dentraron a bajá las yeguas. Y claro, venía el padrillo, vio, que siempre 'tá gordo, y es un animal grande. Y entonce agarró el peludo, cuando 'taba tomando agua, y le encajó el lazo. Cuanto le encajó el lazo se metió a la cueva. Vio, que el peludo en la cueva no lo saca nadie. Porque no lo saca. Es muy fuerzudo. Y se ganó adentro. Claro, se ganó adentro. Cuando el padrillo sintió el lazo, salió disparando a toda furia. ¡Qué!, ande terminó el lazo, ¡qué!, se descogotó. Áhi quedó muerto. Y entonces comieron. Comió el zorro, el compadre, vio. Que eran compadres. Comió y... comió y tuvieron pa una punta 'e días. Cuando ya quedaba poco, entonce le dice el peludo:
-Bueno, compadre -le dice al zorro, ahora le toca a usté compadre.
Y el zorro como había visto que lo hizo tan fácil el peludo, dijo:
-Yo también lo voy hacer -dijo.
Bueno... Y entonce agarró y se puso el lazo en la verija. Ya quedaba poca carne.
-Bueno -dice- esta noche me toca carniar a mí.
Agarró y se puso el lazo en la verija, el zorro. Pero, el zorro es flaco, vio. Y hizo una cueva también áhi, al lau 'e la aguada. Pero derecha, claro, áhi está. Y entonce la hizo al lau 'e la aguada. Y llegaron las yeguadas. Y enlazó una, una yegua... Bué... Y claro, gorda. Que ¡miesca!, cuanto sintió el lazo salió... Y él disparó y se metió en la cueva. Qué, la yegua lo sacó como rata por tirante. Qué lo hizo pedazo. Disparó a la gran puta. Y entonce, claro, como lo hizo pedazo, claro, el peludo, ¡pu!... tenía para comerlo a él. Áhi lo mató, lo jodió. Porque el zorro lo quería matar a él pa comerlo y el peludo lo jodió, lo comió a él. Fue más vivo, claro, lo mató.

Pedro Nievas, 47 años. Ingeniero Jacobacci. 25 de Mayo. Río Negro, 1971.

Campesino dedicado a las tareas ganaderas. Las numerosas muletillas que usa el narrador oscurecen algo el relato escrito, pero no cuando se lo oye, por sus inflexiones de voz muy matizadas.

Cuento 288. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el peludo .285

Salieron en junta el compadre zorro con el compadre peludo. Entonce se encuentran po' áhi. Y dice el zorro:
-¿Qué tal, compadre peludo?
-Bien no más, compadre zorro.
-¿Qué tal se halla para agarrar una yegua?
-Yo me encuentro bien no más, compadre peludo.
-Usté vaiga, usté, 'espacio, y lo echa pal lau de mi casa.
Entonce lo echó a la yegua pal lau de la casa del peludo. Entó lo rodiaron las yeguas. Entó tiró el lazo el compadre peludo y el compadre zorro también. Enlazaron los dos juntos. El compadre peludo se metió en la cueva y el compadre zorro también. El compadre peludo quedó juerte, en la cueva. En cambio al compadre zorro lo sacó de la cueva y lo mató, porque la cueva del zorro es derecha, no es pa sostenerse cuando enlaza. Y áhi le ganó el peludo no más.

Vicente Rivas, 32 años. Catán-Lil. Neuquén, 1960.

El narrador es araucano, de la tribu de Namún Curá. Dice que entiende, pero no habla la lengua indígena. Ha concurrido a la escuela primaria de la tribu. Es semianalfabeto. Conserva rastros del bilingüismo en su expresión oral.

Cuento 285. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el peludo .282

Había una vez un zorro y un peludo, los cuales se decían compadres. Eran unos años muy malos que casi no había comida. Llegó un momento de que el zorro, encontrandosé flaco y hambriento le propuso a su compadre el peludo, cazar un animal grande, porque ya no había animales chicos pa comer. Lo cual el peludo le contestó:
-Yo soy lerdo y no puedo alcanzar animales más ligeros que yo.
-Eso no es nada, compadre -le dice el zorro. Yo con mi habilidá y astucia puedo ayudarlo y la vamos a pasar bien. Habiendo potros podemos agarrar algunos.
-¿Cómo podemos hacer, compadre?
-Lo podemos enlazar, compadre. Podemos cavar cada uno una cueva y cuando lo enlacemos nos metemos y hacemos pie. Nos podemos atar el lazo en la cintura, así vamos a poder hacer más fuerza.
-Eso no me parece mala idea, compadre -dijo el peludo. Haremos la prueba.
Los dos hicieron sus cuevas. La cueva del peludo es con curvas. La cueva del zorro es derecha no más. Las cuevas 'taban cerca de una aguada.
El zorro, entonces, fue y buscó y trajo un lazo.
-Le toca a usté primero -le dijo al peludo.
El zorro fue y echó unos potros que llegaban al agua.
El quirquincho se ató el lazo a la cintura. Salió y enlazó un potro y se metió a la cueva. Como el potro venía a la carrera, cuando lo sujetó el peludo, pegó una rodada y se quebró el cogote. Lo carniaron y tuvieron muchos días de carne gorda. Cuando se acabó la carne, el zorro le volvió a decir al peludo que le proponía enlazar un potro.
-Bueno, compadre -le dice el peludo, pero esta vez le toca a usté.
Y el zorro dijo que sí, que esa güelta iba enlazar él. Que él era buen enlazador y que lo iba a sujetar de la cintura y se iba entrar a la cueva para hacer pie. El quirquincho puede hacer pie en su cueva porque tiene vueltas, pero el zorro no puede porque su cueva es derecha.
El zorro se preparó. Se ató el lazo a la cintura y armó el lazo. El peludo arrió los potros cerca de la cueva del zorro. Enlazó el zorro a un potro muy gordo y se metió a la cueva. Pero como la cueva del zorro es derecha, no tenía adonde hacer pie, y salió como bala, y el potro lo arrastró en lo que disparaba. Cuando vio esto el peludo le gritaba:
-¡No le afloje, compadre! ¡No le afloje, compadre!
Y el zorro compadrón decía:
-Le voy dando lazo, compadre...
Pero qué le iba a dar lazo si lo llevaba arrastrando el potro y lo arrastró hasta que lo mató.

José Luis Torino, 41 años. Santa Rosa. Capital. La Pampa, 1964.

Campesino. Ha cursado los grados de la escuela primaria. Es un buen narrador.

Cuento 282. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033


El zorro y el peludo .281

El zorro y el peludo se hicieron socios. Iban a enlazar pa carniar. Se jueron a una laguna. Áhi venían animales al agua. Hicieron trato que s'iban a turnar pa carniar.
Hacen las cuevas de cada uno. El peludo enlaza primero. ¡Una yegua gorda! La enlaza y se mete a la cueva. La yegua da el tirón. Como el peludo no se movió, la yegua se descogotó. Cayó y se descogotó.
Ya tuvieron pa comer más di una semana.
Cuando terminaron la carne, le tocó al zorro. Enlazó una potranca y se metió a la cueva. La potranca dio el tirón y lo saca ¡limpito!, al zorro. En el aire iba el zorro con el lazo atau a la cintura. Claro, lo mató áhi cerca, no más.
Y esto pasó porque la cueva del peludo es con vueltas y áhi se puede afirmar el enlazador. La del zorro es derecha, no se puede hacer pie. Y áhi murió el zorro que no sabe hacer una buena cueva.

Victoriano Frijón, 71 años. Azul. Buenos Aires, 1969.

El narrador ha sido amansador y conoce todos los trabajos de campo.

Cuento 281. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el peludo .279

El zorro y el peludo eran compadres. Se encontraron una güelta. Tenían hambre y tenían que carniar pa comer. Se jueron ande había unas yeguas. Se pusieron di acuerdo pa carniar, una güelta uno, y otra güelta otro. Cavaron cada uno su cueva, pa ganarse áhi, que no lo vean las yeguas.
El peludo si ató el lazo a media espalda, él. Y cuando pasó una yegua la enlazó. Y se ganó en la cueva, el peludo. Como la cueva del peludo es honda y tiene cuervas y todo, y el peludo tiene unas uñas que si agarra con mucha juerza, cuando se mete no lo saca naides. La yegua enlazada disparó. Como no lo pudo sacar al peludo, pegó el tirón y se quebró el cogote, y cayó.
Ahora comieron los dos, el peludo y el zorro. Tuvieron carne unos cuantos días hasta que la terminaron. Cuando la terminaron, el peludo le dijo al zorro:
-Bueno, ahora le toca a usté, compadre.
-'Tá bien, compadre -dijo el zorro.
El zorro, entonce, hizo lo mismo que el peludo. Si ató el lazo a media espalda y se ganó en la cueva. Cuando pasó una yegua la enlazó. Como la cueva del zorro es corta y derecha, la yegua disparó, dio el tirón y lo sacó al zorro. Lo sacó y se lo llevó. Disparó la yegua con el zorro a la rastra. Quién sabe hasta dónde lo arrastró y lo mató.

Antonino Tieri, 72 años. Azul. Buenos Aires, 1969.

Nativo de Azul. Ha trabajado toda su vida de resero y conoce todos los trabajos del campo.

Cuento 279. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033


El zorro y el peludo .277

El que lo redotó al zorro fue el peludo. Hay que conocer cómo le ganó.
El zorro espiaba a un peludo que tenía su cueva y en la puerta de la cueva una perdiz había hecho nido en unas pajas. Gué... Se alimentaba el peludo de los güevos que ponía la perdiz. Le comía los güevitos. El zorro no podía pescar esa comida. El peludo agarraba los güevos y se metía en la cueva. El zorro lo miraba de lejo no más.
Un día, el zorro se atrevió a meterse en la cueva cuando vio que el peludo había llevado tres güevos. Se entró y le preguntó el peludo qué hacía. El peludo se puso molesto. Abrió la cáscara de un güevo y se quedó mirandoló sin contestarle al zorro. El zorro le pidió que le diera de esos güevitos. El peludo saca dos con el hocico y deja uno. Se los tira al zorro a los dos. En agradecimiento lo invita a ser compañeros, a salir a buscar otros animales más grandes para alimentarse. El zorro lleva las de perder, pero piensa aprovecharse del quirquincho o comerlo cuando pueda. El quirquincho sabe y le tiene miedo que lo coma. Inventa una cosa muy linda. Le propone este negocio, el peludo al zorro, de carniar una yegua. El zorro le contesta en qué forma. El peludo más astuto le esplica:
Yo la vuá enlazar y me voy a meter en la cueva. Y va a disparar la yegua y se va descogotar.
Al peludo, cuando se mete en la cueva, no lo saca nadie. Abre la cáscara adentro y no lo pueden mover pa atrás, ni pa adelante. No puede dir pa atrás aunque lo tiren a la cincha de un caballo. Ya sabe. Y con la cáscara corta a las víboras por el medio, tiene mucha juerza.
Y así lo hizo. Cavó su cuevita. Preparó el lazo y el zorro l'echó una yegua. La enlazó y se metió en la cueva y el yeguarizo disparó y se descogotó. Carniaron y comieron. Y después le tocó al zorro. Y le dijo el quirquincho:
-Le toca a usté, amigo.
El zorro hizo la misma operación. Cavó su cueva y preparó el lazo. Y se ató la punta a las verijas pa sujetar mejor. Y el quirquincho l'echó una yegua. El zorro l'enlazó y se metió en la cueva. Y lo sacó a la rastra la yegua al zorro y lo mató. Y el peludo le dijo:
-¡Aquí la pagaste, don Juan!
Y se libró el peludo del zorro para siempre.

Felipe Lasarte, 62 años. Bahía Blanca. Buenos Aires, 1957.

Oyó contar este cuento muchas veces en Rauch cuando era resero. Es un campesino rústico. Muy buen narrador.

Cuento 277. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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El zorro y el peludo .272

Era en el tiempo que el peludo, para comer, enlazaba potros. 'Taba gordo el peludo y el zorro le tenía envidia de ver cómo andaba.
Una güelta, el zorro, al ver al peludo que comía siempre carne gorda de potro, le pregunta:
-¿Y cómo hacés vo para agarrar los potro?
Entonce le dice el peludo:
-Es muy fácil. Vo prepará tu cueva y te conseguí un buen lazo. Te poné en la puerta de la cueva. Cuando pase los potros le tirá el lazo, enlazá uno y te meté en la cueva.
Güeno, se pusieron de compañero para conseguir carne para lo do. Entonce lo do hicieron la cueva. El zorro hace la cueva derecha, pero el peludo la hace con vuelta, que se puede sostener si se agarra de las vueltas, que hace.
Le tocó de hacer la primera prueba al peludo. El peludo enlazó un potro, se metió en la cueva, lo sujetó y el potro pegó una estirada y cayó al suelo y se descogotó. Entonce tuvieron carne para unos día.
Cuando terminaba la carne le tocaba al zorro.
Y entonce llegó el día que le tocó al zorro. El zorro enlazó el potro y se entró en la cueva, pero como la cueva era derecha,  no se podía sostener en nada, y el potro lo sacó a la rastra y casi lo mató. Quedó el zorro tirado y el potro disparó con el lazo. Entonce el quirquincho decía:
-No ve, me matan el compañero. Pero si Juan no sabe enlazar, no sabe, cómo se va a defender.
Jue el peludo y lo atendió al zorro y lo trajo. Entonce volvió a enlazar un potro y se metió en la cueva y se afirmó en los recovecos de la cueva. Y mató el potro y comieron.
Cuando se acabó la carne el zorro dijo que le tocaba a él y que él sabía enlazar bien.
-Güeno, yo sé enlazar bien como vo y voy a enlazar también.
Entonce le dio rabia al peludo y entonce le dice, para joderlo:
-Güeno, yo voy a echar la tropilla y vo vas a enlazar. Hacé bien la cueva. Pero te tenés que atar el lazo del cogote. Atate bien el lazo del cogote y entrate a la cueva.
Claro, el peludo lo quería joder al zorro por eso le decía que hiciera así.
Entonce el zorro se ató la punta del lazo del cogote. Cuando enlazó el potro lo sacó arrastrando y lo augó al zorro. Y ahí se acabó.

Juan Mansilla, 50 años. San Jenaro Norte. Estancia La Lolilla. San Jerónimo. Santa Fe, 1961.

Cuento 272. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El zorro y el peludo .259

Hicieron una apuesta el zorro con el peludo, que tenían que enlazar un potro y lo voltiaban. Y le dijo el zorro que él también se animaba. El zorro hizo una cueva que tenían que pasar los animales por áhi. Y es claro, el peludo hace la cueva para un lado y para otro, así. Y trajo una soga.
Cuando pasaba un animal por áhi lo enlazaba el peludo. Y enlazaba con la soga atada a media espalda y se iba a afirmar al fondo de la cueva. Cuando pasaban los animales cerca, y cuando pegaban la estirada se quebraba el cogote y caía muerto el potro. Andaba muy bien y tuvieron carne por un tiempo.
Y entonces ya era el tiempo que le tocaba al zorro.
-Yo también voy a hacer lo mismo -dice.
El zorro hace la cueva derecha, ¿no? Y el zorro hizo una cueva derecha como él sabía no más. Pasaban los animales al agua. La pasada era muy cerca y a él no le hacían juicio lo que veían al zorro. Y pasaba un potro y áhi lo enlazó el zorro. ¡La gran siete!, y el potro lo sacó como chicharra en el aire. Claro, estaba la cueva derecha, lo sacó el potro de un tirón al zorro. También se había atado el lazo a media espalda. Iba en el aire, el pobre zorro.
Más allá había un palo con una horqueta y se encaja áhi. Cayó el potro muerto y el peludo lo siguió al rastro y va y lo encuentra arriba del palo al compañero, y le dice:
-¿Qué le pasa, compañero?
-Pero aquí estoy. Aquí recién puedo hacer pie, que me ganó la estirada.
Al peludo le costó mucho agarrar al compañero y hacerlo bajar de allá arriba.
Y el potro ya, como quedó muerto, tuvieron comida para varios días.
-No quiero tener más tratos -dijo el zorro.
Y dejaron de tener trato para enlazar.

Delfín Prado, 75 años. Cortaderas. Chacabuco. San Luis, 1968.

Campesino analfabeto, pero inteligente. Muy buen narrador.

Cuento 259. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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El zorro y el pastor .448

Que el zorro andaba por comer un corderito di una majada que tenía corderos muy gordos, pero que no tenía forma di hacerlo porque la cuidaba un pastor muy bravo. Que todos los días lu hablaba al pastor pero de lejito no más. Lo saludaba, le preguntaba por su salú y por su trabajo, hasta que así se jue haciendo amigo del pastor. Al fin el perro se creyó en la amistá del zorro y s'hicieron amigos. Y entonce lo empezó a convidar a que se comieran entre los dos un cordero. El perro al principio no quería por nada. El zorro seguía todos los días haciendolé la misma conversación.
-No -decía el perro, el dueño es muy malo y me va a matar.
-No se va dar cuenta, tiene muchos corderos -le decía el zorro. Puede creer que se ha perdido en el campo.
Bueno, al fin lo convenció el zorro al pastor. Quedaron en que el pastor iba a poner el cordero y que el zorro iba a tráir el vino.
Un día, eligieron el corderito más gordo. Lo carniaron entre los dos y se pusieron a comer y a tomar vino. El perro le decía al zorro que estuviera calladito para que no los descubrieran, pero el zorro se chupó y comenzó a gritar.
-Callate, hombre -le decía el pastor, ahorita van a oír de las casas y nos van a hacer matar con los perros.
-Y el hombre que se chupa, ¿no grita? -le contestaba el zorro y volvía a gritar.
Y el pastor se moría di apuro porque los iban a descubrir. El zorro seguía gritando, golpiandosé la boca y andaba las ladiadas como los borrachos. Ya cuando vido el pastor que no lo podía aplacar al zorro se disparó y se jue con la majada. Al ratito no más llegaron los perros de las casas y lu hicieron pedazo al zorro, junto al cordero asáu y a la damajuana con vino. Y así terminó la farra que de tanto tiempo venía preparando el zorro, claro, porque se chumó.

Lucinda Páez de Vilches, 42 años. La Esquina. El Morro. Pederne-ra. San Luis.

Lugareña que ha concurrido a la escuela primaria.

Cuento 448. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033