Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 6 de agosto de 2012

Ratoncito, amigo fiel


La salchicha estaba llorando muy amargada. Y la cancela le pre­guntó:
-¿Por qué lloras tanto, salchicha?
-¿Qué quieres que haga si nuestro fiel amigo, el ratoncito, se ha ahogado?
-Oh, cielos, ¿qué haré yo? Saldré fuera de mis goznes.
Y la cancela salió fuera de sus goznes.
El seto vio a la cancela fuera de sus goznes y le preguntó:
-Cancela, ¿por qué te has salido de tus goznes?
-¿Por qué? Porque el ratoncito, nuestro fiel amigo, se ha ahogado. La salchicha está llorando y yo he salido de mis goz­nes.
El seto se quedó un rato pensando. Después dijo:
-Entonces yo me vendré abajo.
Y, dicho esto, se vino abajo. Justo en aquel momento pasa­ba volando una urraca, que habría querido posarse en el seto. Viéndolo derrumbado en el suelo, comenzó a chillar:
-¿Por qué te has venido abajo precisamente ahora?
-Me he venido abajo porque el ratoncito, nuestro fiel ami­go, se ha ahogado. La salchicha está llorando, la cancela se ha salido de sus goznes y yo me he venido abajo.
La urraca dijo:
-Entonces yo me ataré las patas.
Y se ató las patas con un trozo de cuerda y voló por el bos­que, donde se detuvo en la rama de un árbol.
-Hola, urraca, ¿por qué te has atado las patas? -le pregun­tó el bosque.
-¿Qué otra cosa podía hacer? El ratoncito, nuestro fiel ami­go, se ha ahogado. La salchicha está llorando, la cancela se ha salido de sus goznes, el seto se ha venido abajo, y yo me he ata­do las patas. ¿Y tú qué harás?
-Yo me dejaré caer a tierra del dolor.
Y así fue: árbol tras árbol, el bosque cayó a tierra. Justo en ese momento llegó un ciervo, que se quedó con la boca abierta al ver cómo caían todos los árboles de un bosque tan hermoso.
-Bosque, querido bosque, ¿por qué te dejas caer a tierra?
-¿Y qué otra cosa podía hacer? El ratoncito, nuestro fiel amigo, se ha ahogado. La salchicha está llorando, la cancela se ha salido de sus goznes, el seto se ha venido abajo, la urraca se ha atado las patas y yo me dejo caer a tierra.
-Entonces yo me arrancaré los cuernos.
Y así fue: el ciervo se arrancó los cuernos y los dispersó a pedazos. Después corrió sin saber bien adónde, hasta que llegó a una fuente que le preguntó:
-¿Por qué te has arrancado los cuernos?
-Me he arrancado los cuernos porque el ratoncito, nuestro fiel amigo, se ha ahogado. La salchicha está llorando, la cancela se ha salido de sus goznes, el seto se ha venido abajo, la urraca se ha atado las patas, el bosque se ha dejado caer a tierra y yo me he arrancado los cuernos.
-Entonces yo me convertiré en barro -dijo la fuente.
Y, en efecto, se llenó de barro, justo en el momento en que llegaba la hija de un campesino a buscar agua.
-¿Por qué te has convertido en barro, querida fuente? -pre­guntó la muchacha.
-Porque el ratoncito, nuestro fiel amigo, se ha ahogado. La salchicha está llorando, la cancela se ha salido de sus goznes, el seto se ha venido abajo, la urraca se ha atado las patas, el bos­que se ha dejado caer a tierra, el ciervo se ha arrancado los cuer­nos y yo me he convertido en barro. ¿Y tú qué harás?
-Yo romperé mi cántaro en mil pedazos -respondió la hija del campesino.
Y rompió su tinaja en mil pedazos. Llegó a su casa justo cuando su madre estaba amasando para preparar un postre.
-¿Qué has hecho con el cántaro del agua? -le preguntó a su hija.
-¡Vaya, madre! ¿No te has enterado? El ratoncito, nuestro fiel amigo, se ha ahogado. La salchicha está llorando, la cancela se ha salido de sus goznes, el seto se ha venido abajo, la urraca se ha atado las patas, el bosque se ha dejado caer a tierra, el ciervo se ha arrancado los cuernos, la fuente se ha convertido en barro y yo he roto el cántaro en mil pedazos.
La campesina dijo:
-¿Y yo qué haré? Echaré medio kilo de sal en la masa del postre.
Y, cogiendo el tarro de la sal, lo vació en la masa del postre. De repente, la puerta de la casa se abrió. Era el campesino que volvía de la taberna.
-¿Qué haces, mujer? -le gritó a su esposa. ¡Estás arruinan­do el postre!
-Tengo mis razones, querido esposo, porque el ratoncito, nuestro fiel amigo, se ha ahogado. La salchicha está llorando, la cancela se ha salido de sus goznes, el seto se ha venido abajo, la urraca se ha atado las patas, el bosque se ha dejado caer a tierra, el ciervo se ha arrancado los cuernos, la fuente se ha convertido en barro, nuestra hija ha roto el cántaro en mil pedazos y yo he echado medio kilo de sal en la masa del postre.
-¡Qué triste, querida esposa! ¡Sin duda, sentiremos la falta de nuestro fiel amigo! Pero desesperar no sirve para nada. Voy a construir un nuevo gallinero.
Y se fue al patio y construyó un nuevo gallinero.
Cuando el campesino acabó con su tarea, su mujer comen­zó a preparar un nuevo postre, la hija fue a buscar otro cántaro de agua, de la fuente volvió a manar agua limpia, volvieron a crecer los cuernos del ciervo, en el bosque, en el sitio de los ár­boles caídos, asomaron nuevos brotes, la urraca se desató las pa­tas y voló a gran altura sobre los campos, el seto se puso de pie para retomar su puesto, la cancela volvió a sus goznes y la sal­chicha se enjugó las lágrimas.
Pero nadie olvidó jamás al ratoncito, fiel amigo de todos.

Fuente: Gianni Rodari

144. anonimo (eslovaquia)

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