Un día un mercader oyó la
historia de Aldar-Kose y de su capa mágica.
-No es difícil engañar a
un idiota. Pero Aldar-Kose, sin duda, no sería capaz de engañarme a mí.
Cuando Aldar-Kose lo
supo, afirmó:
-El mercader tiene razón.
No es difícil engañar a un idiota. Pero yo lograré engañarlo también a él.
Aldar-Kose encontró al
mercader en la estepa.
-Querido mercader, ha
llegado a mis oídos que hace unos días dijisteis algo sobre mí.
-Es verdad -respondió el
mercader. Eres un pícaro conocido. Has engañado a mucha gente, pero conmigo no
podrás. Eso fue lo que dije.
Aldar-Kose rió:
-Probablemente podría
engañaros ahora mismo. Pero no he traído conmigo mi varita tramposa. Prestadme
vuestro caballo, iré a buscarla y os engañaré también a vos.
El mercader prestó el
caballo a Aldar-Kose, quien volvió a su casa a la carrera. Una vez allí, llevó
el caballo al establo, le cortó la cola y rehizo el camino para encontrarse con
el mercader. En el camino, enterró la cola del caballo dejando fuera sólo una
punta de ésta. Una vez con el mercader, se lamentó diciendo:
-Tenéis un caballo mug
rebelde. En cierto momento comenzó a encabritarse, me hizo caer a tierra y se
hundió en el suelo. Le ha quedado fuera solamente un extremo de cola.
El mercader se quedó
estupefacto.
-¿Es posible que haga
ocurrido algo así?
-¡Sin duda! ¡Venid a
verlo! -dijo Aldar-Kose y guió al mercader hasta donde estaba enterrada la
cola.
-Aquí está, ¿lo veis?
Sólo ha quedado fuera la punta de la cola.
El mercader la agarró g
comenzó a tirar.
-No tiréis con tanta fuerza
de la cola -gritó Aldar-Kose. Acabaréis arrancán-dosela.
Pero el mercader siguió
tirando hasta que, en efecto, la sacó del suelo.
-¿Lo veis? ¡Os dije que
le arrancaríais la cola! Ahora ya no podréis desenterrar el caballo -dijo
Aldar-Kose y se fue a su casa.
Así, este mercader
también acabó burlado.
Fuente: Gianni Rodari
136. anonimo (uzbekistan)
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