Un burro y un camello
trabajaban para un campesino. Éste era un patrón muy malo porque los hacía
trabajar de la mañana a la noche y nunca les daba bastante de comer.
-No aguanto más -le dijo
un día el burro al camello. Mañana me iré.
-Yo también querría irme
-dijo el camello, pero no sé cómo hacerlo.
-Te daré un buen consejo.
Mañana por la mañana llevaremos al molino unos sacos de trigo. En el camino nos
tumbaremos en el suelo, fingiendo que estamos muertos de cansancio. El
campesino nos golpeará, claro, pero nosotros no haremos ningún movimiento,
diga o haga lo que fuere. Al final nos abandonará, volverá a casa y
aprovecharemos para escaparnos.
-De acuerdo -dijo el
camello. Así lo haremos.
Al día siguiente, el
burro y el camello, como de costumbre, llevaron al molino los sacos de trigo y,
a mitad de camino, se tumbaron en el suelo como si ya no les fuese posible
continuar.
-¡Sois unos gandules!
-dijo el campesino, irritado, y comenzó a darles azotes a los dos.
El burro se quedó
inmóvil, pero el camello no pudo resistir los golpes y se incorporó. El
campesino abandonó al burro, cargó los sacos en la grupa del camello y se
marchó con él. Así, el camello recibió más golpes que el trigo, pero no
conquistó su libertad; al contrario, el campesino le impuso una carga más pesada.
El astuto burro, en cuanto se alejaron el campesino y el camello, se levantó y
huyó por el bosque. Poco después, se encontró con un tigre y le preguntó:
-¿Quién eres tú?
-Soy el tigre y ahora te
comeré.
El burro no se asustó en
absoluto. Sacudió las orejas, meneó la cola y comenzó a rebuznar de tal modo
que fue el tigre el que se asustó y salió pitando.
-¿Quién te persigue? -le
preguntó el lobo.
-No me hagas hablar, me
he encontrado con un animal espantoso. Tiene dos alas en la cabeza y no veas
cómo las sacude. Tiene una cuerda en el trasero con la que quería amarrarme.
Además, ruge tan terriblemente que he preferido escaparme.
El lobo se rió y exclamó:
-Ese animal es un burro.
No debes tenerle miedo. Ven, vamos juntos a atraparlo y prepararemos una buena
cenita para los dos.
El tigre no tenía ninguna
gana de encontrarse con el burro por segunda vez. Para que se armase de valor,
el lobo tuvo que llevarlo atado a una cuerda. Y así iban, el lobo delante y el
tigre detrás. Pero el astuto burro, cuando los vio aparecer, en vez de
asustarse exclamó alegremente:
-Has sido realmente
generoso, querido amigo lobo, al traerme al tigre para cenar. Como recompensa
te daré los huesos. El tigre le gritó entonces al lobo:
-Farsante, traidor,
querías traerme para que este terrible animal me comiese.
Saltó sobre el lobo, le
arrancó la cabeza de una dentellada y huyó a toda prisa. Y nadie lo ha vuelto a
ver jamás por ese bosque.
135. anonimo (kazajstan)
No hay comentarios:
Publicar un comentario