Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 2 de julio de 2012

Domino-vobiscum

450. Cuento popular castellano

Era un muchacho que iba buscando donde servir. Y llegó a un pueblo y empezó a ir de puerta en puerta diciendo si necesitaban criado. Llegó a la del señor cura, y le dice el ama:
-¿Qué se te ofrece, muchacho?
-Pues, si necesitan algún criado...
-Pues, espera, muchacho, voy a ver qué dice el señor cura. Salió el señor cura:
-Hola, muchacho, ¿qué se te ofrece?
-Pues, mire usted, señor cura, que si necesita usted algún criado.
-Hombre, sí; necesito un muchacho. A ver si nos entendemos y te quedarás aquí.
Y claro, se entendieron, y le preguntó el señor cura por el nombre.
-Vamos a ver, muchacho, ¿cómo te llamas?
-¡Ay, señor cura, tengo un nombre muy feo! Se va usted a reír de mí.
-Vamos, hombre, será un nombre santo. No hay por qué reírse.
-Sí, señor cura, me da mucha vergüenza.
-¡Vamos, hombre!
-Pues, mire usted, me llamo Dedo-en-el-culo.
-Pues, bien, hombre, bien. No te importe. Ya le dejó el cura, y le coge el ama.
-Vamos a ver, muchacho, ¿cómo te llamas? Pues no está bien que necesite-mos llamarte y no sepamos tu nombre.
-Pues, mire usted, llámeme usted muchacho, o como quiera.
Yo, mi nombre no se lo digo, porque es muy feo, y se va a reír.
-Pero ¡hombre! ¡Reírme de tu nombre!
-Sí, señora, sí.
-¡Vamos, hombre, dilo! ¿Cómo te vamos a hablar entonces?
-Bueno, pues se lo voy a decir. Me llamo Domino-vobiscum.
-Pues, está muy bien, hombre. Y ¿por eso te daba vergüenza?
Después llega la sobrina.
-Oye, muchacho, ¿cómo te llamas?
-Mira, no te lo digo, porque si no, me vas a hacer burla, que mi nombre es muy feo.
-Vamos, hombre, parece mentira,
-No, mujer, no te lo digo. Mi nombre no es para dicho.
-Pero hombre, ¿tan feo va a ser tu nombre? ¿No van a saber tus padres el nombre que te han puesto?
-Bueno, mira, te lo voy a decir. Pero no se lo digas a nadie, ¿eh? Que no lo sepa nadie más que tú.
-Bueno, pues descuida. A nadie se lo diré.
-Pues mira, me llamo Me-pica.
Bueno, pues ya le dejaron solo. Y era un chico muy travieso y muy enredador. Un día le da la tentación de coger al gato, le ató unos papeles al rabo y se lo prendió. Y el gato, al darle el calor, echó a correr por toda la casa y se metió debajo de las camas. Prendió la ropa, y claro, se encendió toda la casa. El señor cura, al ver la fuerza que tomaba el fuego, le dijo al muchacho:
-Sal a la calle y da la voz para que acudan todos los vecinos.
Pero resulta que en el pueblo del muchacho, al agua la llama­ban abundancia, y a la lumbre alegrancias, y el señor cura Cantus­Deus. Y salid el muchacho a la calle y empezó a gritar:
-¡Abundancia, abundancia, que la casa de Cantus-Deus está llena de alegrancias! ¡Abundancia, que la casa de Cantus-Deus está llena de alegrancias!
Claro, y la gente, pues no atendía a esas voces. Pero a fuerza de dar voces y voces, salieron los vecinos y vieron que la casa del señor cura estaba envuelta entre llamas. Ya se aglomeró todo el pueblo a sofocarlo, como es natural, y en el alboroto que se pre­paró, el muchacho se las mijió a su pueblo. Ya una vez sofocado el fuego, cada uno se marchó a su casa, y entonces el señor cura preguntó por el muchacho; pero nadie daba razón de él, y al no parecer, lo olvidaron.
Y ya había pasado mucho tiempo. En las fiestas del pueblo, cuando toda la gente estaba reunida en la iglesia, en misa, entró el muchacho, con todo el cuidado de que no le viera nadie, y se subió a la tribuna y se puso el primerito. Y la sobrina la dio gana de volver la cabeza atrás y le vio al muchacho en la tribuna. Y la dice al ama:
-Ama, ama, ¡Me-pica!
Pero el ama, por no llamar la atención a las demás personas, no la hacía caso. Y la chica, vuelta a mirar atrás y a decir al ama:
-¡Ama, ama, Me-pica!
Y el ama le dice:
-¡Estáte quieta!
Pero la chica no hacía más que mirar atrás y volver al ama otra vez:
-Señora ama, que Me-pica.
-¡Pues, arráscate, indina!
-¡Señora ama, que Me-pica!
-¡Arráscate, puñetera!
Y como la chica no dejaba de mirar atrás, dice el ama:
-Pues ¿qué la pasa a esta chica?
Y miró también atrás a ver lo que era, y se encuentra con que estaba Domino-vobiscum en la tribuna. Entonces se marcha al altar donde estaba el señor cura diciendo misa.
-¡Señor cura, Domino-vobiscum!
Y se vuelve el señor cura a ver quién era. Al ver que era el ama, dice tan serio:
-¡Váyase usted de ahí, tía sinvergüenza! Cuando me toque, ya lo diré.
Y la pobre mujer se marchó avergonzada a su sepultura (pues­to). Y ya llega el momento que le toca decir al señor cura, vol­viéndose a sus feligreses:
-Domino vobiscum.
Pero al ver a Dedo-en-el-culo, que estaba en la tribuna, le grita:
-¡Dedo-en-el-culo! ¡Dedo-en-el-culo!
Y todas las personas que había en la iglesia se echaron la mano al culo; pero había una manca, y claro, la pobre no alcanzaba, y empieza:
-Señor cura, que yo no alcanzo. Señor cura, que yo no alcanzo.
Y claro, menudo jaleo se preparó. Fue el escándalo padre allí en la iglesia. Y entonces el muchacho aprovechó esa ocasión y se las piró sin ser visto. Y terminado ese jaleo, nadie daba razón de él. Y se acaba el cuento.

Navas de Oro, Segovia. Un señor de unos 50 años. 9 de abril, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


Dios era un manso cordero...

419. Cuento popular castellano

En una aldea el mayoral mandó al zagal a ir a misa, que era la fiesta grande de la aldea. Y el chico entró en la iglesia a oír misa.
Al llegar la hora del sermón, pues empezó a predicar el párroco un sermón adecuado a que Dios era un manso cordero. Y el za­galillo se fijó en que tenían un cordero manso en el rebaño. Y en la ignorancia, se suponía que Dios era el manso cordero que tenían en su rebaño. Y el cura repetía que Dios era un manso cordero.
Al terminar la misa el zagal salió de la iglesia y volvió a su rebaño. Y le dijo al mayoral:
-¿Sabe usted que tenemos a Dios en el ganao?
-Calla, muchacho, tú ¿qué dices?
-Que sí, señor. Pues, se subió el cura allí en un alto en la iglesia con la camisa puesta encima la chaqueta...
-Pero ¡hombre! ¿Tú sabes lo que dices?
-Sí, señor. Allí mangoneaba y decía que Dios era un manso cordero. Y claro, como le tenemos aquí, pues tenemos a Dios en el ganao.
Luego, a los dos años, el mayoral y el zagal pasaban por pie de la iglesia en tiempo de Cuaresma, y tocaban a la dotrina. Y el mayoral mandó al zagal que se fuera a esaminar para confesarse. Y él fue, y claro, como natural, le preguntó el cura que qué era Dios. Y le contestó que era un camero. Claro, el señor cura le dijo que cómo decía esas cosas, que no pue ser...
-Pues, sí, señor -le dijo el zagal-. ¿Se acuerda usted, hace dos años, que vine a misa a la fiesta grande de la aldea y se subió usted a ese alto que hay en la iglesia con la camisa puesta encima la chaqueta y mangoneaba usted diciendo que Dios era un manso cordero? Pues le teníamos nosotros en el rebaño. Y claro, hace dos años era cordero, y el año pasao cancín. Y este año ¡ya es camero!

Mota del Marqués, Valladolid. 30 de abril, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)



Desde una abuja

364. Cuento popular castellano

Un pobre andaba pidiendo y llevaba una abuja. Y llegó a una posada y dijo si le daban posada donde descansara esa abuja. Y le dijon:
-Déjela ustez en cualquiera sitio, que ya aparecerá.
Y entonces dijo el pobre que su abuja estaba enseñada a dor­mir en la cresta de un gallo. Y dijo la señora:
-Pues, ahí tengo un gallo.
Y metió la abuja en la cresta del gallo. Y por la mañana ya había perdido la abuja el gallo. Y dijo el pobre que le tenía que dar su abuja. Y entonces dijo la señora:
-Como no le dé el gallo...
Y le dio el gallo. Fue a otra posada, a otro pueblo, a pedir po­sada donde durmiera el gallo. Le dijo la señora que le soltara en el corral. Y dijo el pobre que no, que tenía que dormir en las astas de un toro. Y por la mañana, ya le había matao el toro. Y dijo el pobre:
-¡Que me tiene ustez que dar mi gallo!
-Como no le dé el toro...
Y le dio el toro. Fue a otra posada a otro pueblo y pidió posada donde descansara el toro. Entonces dijo la señora que allí tenía una cuadra donde podía dormir el toro. Y dijo el pobre que no, que tenía que ser orilla de una tapia que se estuviera hundiendo. Fue por la mañana y ya le había matao la tapia. Entonces la dijo que le tenía que dar un toro. Y la mesonera le dijo:
-Como no quiera una hija, de las tres que tengo...
Y el pobre aceptó. Y la metió -una niña muy hermosa que tenía- en su mochila. Pero en un descuido del pobre, fue la me­sonera y sacó a la niña y metió en su lugar una perrita que tenía, muy lagañosa. Llegó el pobre a casa y dijo a su mujer:
-¡Verás qué vida he traído! Desde una abuja fui a un gallo, de un gallo me fui a un toro, desde un toro a una buena mu­chacha.
Y fue a desatar la mochila, y dijo:
-Sal, carita de rosa.
Y salió una perra lagañosa.

Nava de la Asunción, Segovia. Pedro García de Diego. 17 de abril, 1936. Posadero, 75 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)



Del pesebre de mi burra

420. Cuento popular castellano

El patrón de cierto pueblo era San Sebastián. Y iba a ser la función del pueblo y no tenían santo para celebrar la fiesta. Y dijo el señor cura que en su huerta tenía un naranjo y que se podía hacer el santo del naranjo de la huerta. Y como sobró ma­dera, después de hecho el santo; él cura mandó hacer un pesebre para su burra.
Y llegó el día del santo. Y en el sermón el cura predicaba:
-Bendito San Sebastián, del pesebre de mi burra
y del naranjo de mi huerta eres hermano carnal. En el huerto de mi padre, naranjo te conocí. Los milágros que tú hagas me les claven a mí aquí.
Y se señalaba la frente.

Cuéllar, Segovia. 22 de abril, 1936. Labradora de unos 60 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)

De una fanega, medio celemín

370. Cuento popular castellano

Era un matrimonio que no tenían hijos, y el marido era tonto. Un día le mandó la mujer al molino y le dijo:
-A ver cuánto te van a cobrar. Ya sabes que de una fanega, medio celemín.
El pobre tonto, como tenía muy poca memoria, lo iba diciendo por el camino:
-¡Que de una fanega, medio celemín! ¡Que de una fanega, medio celemín!
Se encontró a unos hombres que estaban sembrando unas tie­rras y le dijeron:
-Pero, hombre, ¿qué dices, que de cada fanega que sembre­mos no salga más que medio celemín? No, hombre, no; tienes que decir, que de un grano, que salgan ciento.
Y entonces el pobre hombre iba gritando por el camino:
-¡Que de un grano, que salgan ciento! ¡Que de un grano, que salgan ciento!
Y se encontró entonces a unos hombres que estaban curando la roña a las ovejas. Y le dicen:
-Pero, hombre, ¿qué dices, que de un grano de las ovejas, que salgan ciento? No, hombre, no; tienes que decir, que de uno, no salga ninguno.
Y así el pobre gritando por el camino:
-¡Que de uno, no salga ninguno! ¡Que de uno, no salga ninguno!
Y ya se encontró a unos hombres que se habían metido en un ventisquero de nieve. Y le dicen:
-Pero, hombre, no digas eso. Tienes que decir, que según ha salido uno, que salgan todos.
Y iba el tonto gritando por el camino:
-¡Que según ha salido uno, que salgan todos! ¡Que según ha salido uno, que salgan todos!
Se encontró entonces a unos hombres que habían volcao con un carro y el primero que salió salía con las muelas rotas. Y al oírle decir al tonto "que según ha salido uno, que salgan todos", le dieron una paliza para que se callara.
Ya llegó el tonto al molino y como no se acordaba ya de lo que su mujer le había dicho, empezó a decir:
-¡Que me lo den con hoja! ¡Que me lo den con hoja: Y el moline-ro, que era muy guasón, le dijo:
-Ahí, en el oosque tienes muchas hojas.
El hombre llegó al bosque y como estaban cayendo las hojas de los árboles, estaba el suelo lleno.
Entonces dijo:
-Voy a volcar la harina en el suelo para que se llene bien de hojas y se ponga mi mujer bien contenta.
Después de volcar la harina en el suelo, fue a atar a la burra en un árbol que estaban cortando unos leñadores. Dio un tirón la burra y el árbol cayó y la mató. Fue a coger la harina, vino una bocanada de aire y se llevó a la harina y a las hojas, y el pobre hombre se encontró sin burra y sin harina. Y se puso muy triste pensando que su mujer le iba a dar una paliza.
Tenía el tonto que pasar por la orilla de un río para ir a su casa. Y vio a la luna reflejada en el fondo del agua y se dijo:
-¡Qué queso más hermoso! Voy a entrar a por él. Mi mujer, que la gusta mucho, se pondrá muy contenta y no me pegará.
Se quitó toda la ropa y la dejó a la orilla. Pasaron por allí unos cazadores y se la robaron. Él estuvo un rato afanando por coger la luna creyendo que era el queso; pero viendo que era imposible, fue a salir del agua y se encontró sin la ropa. Entonces empezó a pensar con qué se vestiría. Y había allí un buerto lleno de berzas y con ellas se hizo un traje.
Pero al llegar a su pueblo salieron unos gorrinos hambrientos y se comieron las berzas. Así que no tuvo más remedio que llegar a su casa desnudo, sin harina y sin burra. Y su mujer, cuando lo supo, le dio una monumental paliza para que despabilara.

Pedraza, Segovia. María Pascual. 25 de marzo, 1936. 28 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


¿De ónde viene el ganso?

462. Cuento popular castellano

-¿De ónde viene el ganso?
-De tierra de garbanzo.
-¿Que traes en ese pico?
-Tocino mal cocido.
-¿Quién te lo ha cocido?
-La teja Moraleja.
-¿ónde está la teja Moraleja?
-En el agua está.
-¿ónde está el agua?
-Los bueyes se lo han bebido.
-¿Dónde están los bueyes?
-Arando están.
-¿ónde está lo que han arao?
-Las palomitas lo han esparramao.
-¿Dónde están las palomitas?
-Poniendo huevos.
-¿ónde están los huevos?
-Los frailes se les han comido.
-¿ónde están los frailes? 
-Diciendo misa.
-¿ónde está la misa?
-En ca la tía Basilisa.
-¿ónde está el sermón?
-En ca el tío Simón.
-¡Que salte la pulga, y baile el ratón!

Cuéllar, Segovia. Sabina Sanz. 21 de abril, 1936. 11 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


¿De dónde vino el ganso?

466. Cuento popular castellano

-¿De dónde vino el ganso?
-De la tierra del garbanzo.
-¿Qué trajo en el ala?
-Una cuchillada.
-¿Quién se la dio?
-El rey que pasó.
-¿Cuántos panes hay en el arca? 
-Veinticinco y el quemao.
-¿Hay agua?
-Una jarra.
-¿Hay vino?
-Un cuartillo.
-¿Hay pan?
-Un batán.
-Pasaremos por la Puerta de Alcalá.

Roa, Burgos. María Miravalles. 15 de julio, 1936. 30 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


¿De dónde vienes, ganso? .465

465. Cuento popular castellano

-¿De dónde vienes, ganso?
-De tierra de garbanzo.
-¿Qué traes en el pico?
-Un cuchillito.
-¿Dónde le has afilado?
-En una tejita.
-¿Dónde está la tejita?
-La tiré al agua.
-¿Dónde está el agua?
-La bebieron los bueyes.
-¿Dónde están los bueyes?
-A por leña al monte.
-¿Dónde está la leña?
-La escarbaron las gallinas.
-¿Dónde están las gallinas?
-Poniendo huevos.
-¿Dónde están los huevos?
-Los comieron los ratones.
-¿Dónde están los ratones?
-Escondidos por los rincones.

Urueña, Valladolid. Valentina Obregón. 30 de abril, 1936. 12 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


¿De dónde vienes, ganso? .464

464. Cuento popular castellano

-¿De dónde vienes, ganso?
-De tierra de garbanzo.
-¿Qué traes en el pico?
-Un cuchillito.
-¿Quién te le ha afilado?
-Una tejita.
-¿Dónde está la tejita?
-La tiré al agua.
-¿Dónde está el agua?
-La bebieron los bueyes.
-¿Dónde están los bueyes?
-Por leña al monte.
-¿Dónde está la leña?
-La escarbaron las gallinas.
-¿Dónde están las gallinas?
-Poniendo huevos.
-¿Dónde están los huevos?
-Los comieron los frailes.
-¿Dónde están los frailes?
-Diciendo misa.
-Corre, corre, Mariquita, que te quita la camisa.
-Corre, corre; Maricón, que te quita el camisón.

Mota del Marqués, Valladolid. Tomasa Revuelta. 30 de abril, 1936. 12 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


¿De dónde vienes, ganso? .463

463. Cuento popular castellano

-¿De dónde vienes, ganso?
-De tierra de garbanzos.
-¿Qué traes en el pico?
-Tocino mal cocido.
-¿Quién te lo ha cocido?
-La teja Mariteja.
-¿Dónde está la teja?
-Debajo el agua.
-¿Dónde está el agua?
-Los bueyes se lo beben.
-¿Dónde están los bueyes?
-Arando están.
-¿Dónde está lo que aran?
-Las gallinas lo esparraman.
-¿Dónde están las gallinas?
-Poniendo están.
-¿Dónde está lo que ponen?
-Los curas se lo comen.
-¿Dónde están los curas?
-Diciendo misa están.
-¿Dónde está la misa?
-En ca el tío Tripalisa.
-¿Dónde está el sermón?
-En ca el tío Polisón.
¡Son, son!

Nava de la Asunción, Segovia. Pedro García de Diego. 17 de abril, 1936. Posadero, 75 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


¿De dónde vienes, ganso? .461

461. Cuento popular castellano

-¿De dónde vienes, ganso?
-De tierra de garbanzo.
-¿Qué traes en ese piquito?
-Un cuchillito.
-¿En dónde le has afilao?
-En una tejita.
-¿Y la tejita?
-Al río la he tirao.
-¿Y el río?
-Los bueyes se le han bebido.
-¿Y los bueyes?
-A arar un poquito.
-¿Dónde está lo arado?
-Las gallinas lo han esparramao.
-¿Y las gallinas?
-A poner huevos.
-¿Dónde están los huevos?
-Los frailes se los han comido.
-¿Y los frailes?
-A decir misa.
-¿Dónde está la misa?
-Metida en una camisa.
-¿Dónde está el sermón?
-Envuelto en un camisón.

Peñafiel, Valladolid. Anastasio Martínez Díez. 29 de abril, 1936. 10 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)