Un pastor tenía un perro, de nombre Bello, que
llevaba muchos años custodiando su rebaño. Era tan buen guardián que el lobo no
podía acercarse ni de día ni de noche. Pero Bello se había hecho viejo, estaba
cojo de una pata y se le habían caído los dientes.
-¿Qué puedo hacer con este perro, viejo, cojo
de una pata y sin dientes? -se dijo en una ocasión el pastor.
Echó a Bello y colocó en su puesto a un perro
más joven. Bello fue a tumbarse detrás del redil: estaba muy triste. Tenía
hambre, porque no le habían dado nada de comer durante todo el día.
Esa noche vino el lobo, pero el perro joven se
había refugiado en su cubil y dormía. Bello quería ahuyentar al lobo, pero se
encontraba demasiado débil, porque no había comido nada y no llegó siquiera a
moverse.
-Ya que no me han dado nada de comer, es justo
que el lobo coma hasta hartarse -se dijo entonces, y no ladró.
A la mañana siguiente, el pastor fue a ordeñar
las ovejas y vio que faltaba una. Comprendió enseguida que se la había llevado
el lobo. Ahora se arrepentía de haber echado al viejo Bello. El pastor volvió a
llamar a su perro tan fiel, le acarició la cabeza y le dio de comer. Bello daba
saltos de alegría y volvió a ocuparse de custodiar las ovejas. Cuando el lobo,
por la noche, volvió, Bello fue enseguida a su encuentro:
-¿Qué buscas aquí?
-Busco una oveja.
-Vete, aquí no hay ovejas para ti.
-Dame una, anda. Y ya que el pastor fue capaz
de echarte, ven conmigo, formemos los dos una sociedad.
-No sería una buena sociedad. Ayer el pastor
me echó y no me dio nada de comer, yo estaba débil y tú pudiste robar una
oveja. Pero hoy me ha pedido que vuelva con él, me ha alimentado y estoy
bastante fuerte como para defender sus ovejas.
-Como quieras -dijo el lobo. En ese caso,
debes batirte en duelo conmigo.
-De acuerdo -dijo Bello. Ve al bosque y
espérame. En cuanto acabe mi trabajo, me reuniré contigo y nos batiremos en
duelo.
El lobo gruñó y corrió al bosque a buscar
amigos que lo ayudasen a luchar con Bello. El oso y la zorra se reunieron con
él.
Pero el viejo Bello no fue solo al bosque.
Llevó consigo al gato y el cerdo.
Al ver a Bello con sus compañeros, el oso y la
zorra se asustaron. Bello se inclinaba continuamente sobre la pata coja y el
oso refunfuñó:
-Mirad, va recogiendo piedras y nos las tirará
a nosotros. El gato meneaba la cola de un lado para el otro y la zorra suspiró:
-Amigos, esto se pone feo. Mirad cómo agita su
sable. Cuando el cerdo gruñó, el oso y la zorra se escondieron delmiedo que
tenían: la zorra, tras un arbusto; el oso, en un árbol. El gato, muy contento
al ver el miedo que provocaban en los amigos del lobo, comenzó a ronronear.
Después, irritado por la maldad del lobo, bufó y resopló como hacen los gatos
enfurecidos:
-¡Bust! ¡Bust!
La zorra, acobardada, creyó que el gato decía:
«¡en el arbusto, en el arbusto!», así que dio un salto y puso pies en polvorosa
sin mirar atrás.
El cerdo hocicaba y decía:
-¡Gramm! ¡Gramm!
El oso imaginó que el cerdo lo estaba buscando
y que decía: «¡en la rama, en la rama!», así que bajó del árbol y siguió a la
carrera el camino de la zorra.
El lobo, al quedarse solo, perdió sus brios y
su valentía y se escapó con sus compañeros.
Así, Bello venció sin luchar y volvió
tranquilo a guardar las ovejas.
143. anonimo (eslovenia)
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