Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

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viernes, 9 de enero de 2015

De como el pastor libero a la mujer del granjero

A través de la ventana del carruaje, el pastor pudo ver a la mujer del granjero y a tres demonios. A ambos lados del camino crecían matorrales de romero y el pastor arrancó una ramita. Lo mismo hizo cuando atravesaron una rosaleda y un campo de lirios. Finalmente, llegaron a un castillo negro, donde la mujer del granjero pasó toda la noche bailando con los demonios.
A la mañana siguiente, el pastor contó al granjero toda la historia y, como prueba, le entregó las ramas que había ido cortando. El granjero pegó a su mujer con las tres ramas y ella lo confesó todo. Una vez, cuando era muy joven, se había negado a bailar con un muchacho del pueblo.
-¡Preferiría bailar con el diablo! -dijo entonces. Y, desde aquel día, los demonios no la habían dejado en paz. Sólo las ramitas recogidas por el pastor habían conseguido devolverle la libertad.


0.999.1 anonimo cuento - 064

De como el lobo se disfrazo de pastor

Un día, un lobo se disfrazó de pastor. Había encontrado una pelliza de piel de carnero y un sombrero. Incluso se había fabricado un cayado con una rama con la que había estado a punto de tropezar en el bosque. De lejos, era fácil confundirlo con cualquiera de los otros pastores.
Así disfrazado, y apoyándose en el cayado con su pata delantera, aquella tarde el lobo consiguió llegar sin ser descubierto hasta el rebaño de ovejas. Pero, en cuanto intentó hablar, su voz lo traicionó.
En lugar de palabras, emitía gruñidos. El mismo lobo quedó asombrado, pues pensaba que, habiendo tomado apariencia de pastor, su voz sería también diferente. La sorpresa le hizo tropezar con el cayado y para el pastor y su perro fue muy sencillo capturarlo y llevarlo muy lejos, a un lugar del que nunca pudiera volver.


0.999.1 anonimo cuento - 064

David y el somormujo

David trepó a un sauce desde cuyas ramas se dominaba el estanque. Era un lugar ideal para zambullirse en el agua.
Estaba pensando en el chapuzón que iba a darse cuando, en la misma rama pero un poco más arriba, distinguió a una extraña criatura. Era un ave dispuesta a zambullirse en el agua.
-¿Quién eres tú? -preguntó David.
-Un somormujo, claro -contestó el ave-pez en tono malhumorado. Me paso día y noche zambulléndome en el agua y ¡no te imaginas lo pesado que es! ¿Crees que podrías sustituirme hoy para que yo pueda descansar un poco?
David asintió encantado. De esta forma se pasó todo el día, hasta que anocheció, zambulléndose en lugar del somormujo.


0.999.1 anonimo cuento - 064

Dani y el delfin

Aquel verano Dani iba a pasar sus vacaciones en la playa. Lo primero que hizo nada más llegar fue desenvolver el nuevo equipo de buceo que le había comprado' su padre: gafas de bucear, aletas... faltaba algo! Se volvió hacia su padre, desilusionado, y preguntó:
-¿Dónde está la botella de oxígeno?
Su padre sonrió y le contestó que todavía era muy pequeño para tener una.
-Pero este año yo quería bucear hasta el fondo, ver los delfines y...
-¿Para qué quieres bajar hasta el fondo? Tendrás que esperar a ser mayor. Además, si quieres ver delfines, allí tienes uno -afirmó el padre de Daniel, apuntando con el dedo hacia el mar.
Había grandes olas y, sobre sus crestas blancas, se veía nadar a un delfín en dirección a la playa. Cuando vio a Daniel, empezó a jugar con él y estuvieron juntos todo el día, hasta que llegó la hora de irse a la cama.


0.999.1 anonimo cuento - 064

Cuantos juguetes!

Elena había ido con su tía a unos grandes almacenes en pleno centro de la ciudad. Había tantos juguetes maravillosos con los que pasar el rato que, en cuanto su tía se dio media vuelta, Elena se escondió en una caja de cartón vacía y esperó allí a que cerraran. Al no aparecer, su pobre tía, muy preocupada, llamó a la policía. Pero no encontraron ni rastro de Elena.
Cuando cerraron los almacenes, salió de su escondite y organizó una merienda de muñecos para todos los juguetes. Tanto se divirtieron que...
Dos horas más tarde, el guarda quedó atónito al encontrar a una niña profundamente dormida en una casa de muñecas.
Telefoneó a la policía y, al poco, Elena dormía pero esta vez en su cama, no sin antes haber recibido una severa reprimenda de su madre.


0.999.1 anonimo cuento - 064

Cuando sea mayor

-Cuando sea mayor seré reina de las nieves -dijo Ana a su amiga Clara. Me casaré con el rey de los hielos y viviré en un castillo tallado en cristal y diamante. Todos mis vestidos serán de un blanco resplandeciente y llevaré abrigos de piel. Iré a todas partes en un trineo adornado con campanillas de oro y, cada vez que tintineen, todos mis súbditos sabrán que estoy cerca.
-¡]a, ja, ja! -se echó a reír Clara. Hará tanto frío que tendrás siempre la nariz colorada y las manos heladas. Yo me casaré con el príncipe de la Primavera y haré que tu reino se derrita.
-No te atreverás -se indignó Ana.
-Claro que sí. Pero te prometo no hacerlo si tú, a cambio, no te casas con el rey de los hielos.
-Si de verdad cumples tu promesa... -concluyó Ana.


0.999.1 anonimo cuento - 064

Cuando el viento se niega a soplar

Cati no tenía colegio aquella tarde y esperaba, impaciente, el momento de salir al campo a volar su cometa. Pero -¡qué mala suerte!- no hacía ni pizca de aire, no se movía ni una rama. El sol brillaba como en pleno verano y no soplaba ni la más leve brisa.
-No vale la pena ponerse triste -le dijo el gorrión para consolarla. Mañana será otro día.
-¿Soplará el viento mañana? -preguntó Cati.
-Con el viento, nunca se sabe -pio el gorrión. Pero tengo la impresión de que mañana sí soplará.


0.999.1 anonimo cuento - 064

Como curar un catarro

Un cocinero tuvo un día un extraño sueño. Soñó que tenía un cuadro y que el hombre representado en aquel retrato se resfriaba. Le pedía al cocinero que le preparara una bebida caliente y así lo hacía este. Se la ofrecía después al hombre del cuadro, quien, tras beberla, se sentía inmediatamente aliviado.
A la mañana siguiente, el cocinero se despertó en un lamentable estado. Tenía los ojos llorosos, la nariz tapada y tosía.
Se acordó entonces de la bebida del sueño y le rogó a su mujer que se la preparara. Ella hizo lo que le había pedido y llevó a su marido, unos minutos después, una taza de infusión humeante. El cocinero la bebió de un trago, pero no experimentó ninguna mejoría.
-¿Estás segura de haber seguido mis indicaciones al pie de la letra? -preguntó.
-Sí. Por cierto, era una receta de lo más extraña. ¿De dónde la has sacado?
-Soñé con ella anoche.
-¡Cómo puedes hacer caso de los sueños como si fueran reales! Métete ahora mismo en la cama y no te levantes hasta que estés curado.
Y tenía toda la razón.


0.999.1 anonimo cuento - 064

Como aparecieron los petirrojos

Hace muchos años, vivía en un grandioso castillo una hermosa princesa que tenía como animales de compañía dos pajarillos pardos.
Un día, el país de la princesa fue invadido y su castillo sitiado por soldados. Empezaron a disparar flechas que alcanzaron hasta las habitaciones de la princesa. Ella se escondió detrás de un arcón. Tras una reñida batalla, sus tropas dieron buena cuenta del enemigo. Pero uno de ellos se las arregló para disparar dos flechas más antes de huir. Creyendo que no corría ningún peligro, la princesa salió de su escondite y sólo los dos pajarillos vieron, horrorizados, que las flechas iban a herirla en el corazón. Sin dudarlo un segundo, se abalanzaron sobre la princesa y, por evitar que la alcanzaran a ella, los dos cayeron muertos al suelo. Al verlos caídos, con el pecho cubierto de sangre, la princesa se echó a llorar y las lágrimas cayeron sobre los pájaros.
Al contacto de las lágrimas, resucitaron milagrosamente. Pero, a partir de aquel día, todos los pájaros de su especie tienen el pecho rojo y por eso reciben el nombre de petirrojos.


0.999.1 anonimo cuento - 064

Castaño y la col

A Castaño, el conejo, le gustaba contemplar el campo de coles cercano a su casa.
Quizá porque había nacido de la cáscara verde de una castaña y el color de las coles se lo recordaba.
Lo cierto es que Castaño tenía la ilusión de hacerse una pequeña guarida entre las coles. Ya había desbrozado un poco el terreno cuando, de pronto, una col hizo ¡nami y agarró con la boca al pobre conejo. Si no llega a ser porque el dueño del campo pasó por allí, al rato, a cortar la col, Castaño habría pasado el invierno en tan incómodo lugar. La col dejó escapar a Castaño, quien corrió junto a sus papás y recobró la tranquilidad en el bosquecillo de castaños.


0.999.1 anonimo cuento - 064

Carlos el rapido

Carlos tenía la costumbre de ir corriendo a todas partes, de manera que todo el mundo le llamaba Carlos el rápido.
Una noche, soñó que iba corriendo al colegio, como de costumbre, pero que era incapaz de parar.
A la mañana siguiente, la madre de Carlos quedó muy sorprendida al ver que salía de casa a paso normal y le preguntó por qué, de repente, había dejado de correr.
-No he dejado de correr del todo -explicó Carlos. Corro cuando llego tarde y cuando hago deporte. Pero me he dado cuenta de que por ir corriendo me he perdido muchas cosas.
-Me parece una buena idea -exclamó su madre. ¡Por cierto, ve corriendo a comprar el pan o cerrarán la tienda!
-Muy bien, pero no iré corriendo, iré andando -replicó Carlos, con una pícara sonrisa.


0.999.1 anonimo cuento - 064

Bravo por spot!

Spot era el perro de un niño llamado Nacho.
Un día, Nacho tuvo que hacer la compra y se llevó con él a Spot. Lo ató a una farola a la puerta de la tienda.
La calle estaba completamente desierta y Spot fue el único que vio cómo un hombre, en la acera de enfrente, forzaba la ventana de una casa y se colaba dentro.
Spot se puso a ladrar, como enloquecido. Nacho y el dueño de la tienda salieron a ver qué era aquella algarabía.
Desataron a Spot que, en cuanto se vio libre, se abalanzó sobre la acera contraria y siguió ladrando con insistencia, sin dejar de mirar hacia la ventana rota.
Nacho se dio cuenta de que algo extraño ocurría y corrió a la tienda a llamar a la policía.
Al rato, el ladrón estaba ya entre rejas. ¡Bravo por Spot!


0.999.1 anonimo cuento - 064

Ariel la foca

Un día, un gran velero pasó junto al bloque de hielo donde vivía Ariel la foca. Ariel vio que botaban al mar una canoa y, unos minutos más tarde, un hombre apareció en el bloque de hielo con una cámara fotográfica y empezó a fotografiar a las focas.
Ariel nunca lo sabrá pero lo cierto es que, cuando el fotógrafo volvió a su país, reveló la película y utilizó la foto de Ariel para el anuncio de un nuevo detergente llamado «Ariel». Las fotos de Ariel estaban en todas partes: en el autobús, en las estaciones del metro, en los trenes, incluso en la televisión. Ariel se convirtió en una famosa marca de productos de limpieza.


0.999.1 anonimo cuento - 064

Andres en la feria

La abuela de Andrés había pasado con ellos unos días y, antes de irse, le puso a Andrés en la mano un billete de 20 francos.
-No se lo digas a tus padres -le susurró al oído. Siempre dicen que te mimo demasiado.
Aquella misma mañana terminaron de instalar la feria en la plaza del pueblo. Andrés corrió a buscar a su amigo Eduardo y los dos salieron a ver las atracciones. Se divirtieron mucho. Montaron en el tren fantasma, en la noria, en los caballitos y, al volver a casa, se dieron cuenta de que se lo habían gastado casi todo.
Vieron entonces una caseta de tiro con anillas. Andrés compró cinco. No acertó con la primera anilla, tampoco con la segunda, la tercera y la cuarta. Pero con la quinta ganó un precioso frasco de perfume, que le entregó rápidamente el feriante.
-¿Qué vamos a hacer nosotros con un perfume? -preguntó Eduardo.
-Vamos a enviárselo a mi abuela -decidió Andrés. Después de todo, sin ella no lo habríamos pasado hoy tan bien.
Emplearon el dinero que quedaba en comprar unos sellos y le enviaron el perfume a la abuela. Andrés escribió en el paquete las siguientes palabras: «¡No se lo digas a papá ni a mamá, dirían que te mimo demasiado!»


0.999.1 anonimo cuento - 064

Alto! ¿quién va?

-¡Alto! ¿Quién va? -preguntó el centinela del palacio.
-Clara -respondió la niña, a la grupa de un imponente corcel. Pero he olvidado en casa mi invitación para el baile.
-En ese caso, no puedes entrar -contestó el centinela.
En aquel momento, el príncipe en persona salía a buscar a Clara y, al ver lo que ocurría, se irritó mucho contra el centinela.
-Sólo cumplía con su obligación -opinó Clara. Por favor, no os enojéis con él. En vez de castigarlo, deberíais recompensarlo.
Y así fue como el príncipe dio al soldado un anillo de oro y las gracias por cumplir tan concienzudamente con su trabajo.
Y no hace falta decir que, cuando unos años después Clara se casó con el príncipe, se convirtió el la princesa más querida que hubiera gobernado nunca aquel país.

0.999.1 anonimo cuento - 064



Al ladron!

Al asomarse a la ventana, la anciana señora María vio que un vagabundo estaba robando sus manzanas. Abrió de par en par las ventanas y gritó:
-¡Al ladrón!
El hombre salió huyendo y ella lo persiguió hasta la calle, vociferando todo lo fuerte que podía:
-¡Al ladrón!
Todo el mundo echó a correr tras el hombre, pero él fue más rápido.
De pronto, al doblar una esquina, apareció un perrito en medio de la acera y el ladrón tropezó con él. Antes de que pudiera levantarse, ya estaba rodeado por sus perseguidores.
Todos empezaron a hacer carantoñas al perro, que no comprendía lo que allí ocurría. Antes bien, estaba furioso por haber dejado escapar el gato al que perseguía.


0.999.1 anonimo cuento - 064

Una curiosa bandera

Había una vez un rey que poseía cuanto deseaba, lo cual ponía muy difíciles las cosas a su esposa cuando quería hacerle un regalo.
Un día, tuvo una idea genial. Noche tras noche, en cuanto el rey se había acostado, ella se ponía a coser. El día de su cumpleaños, le regaló a su marido la magnífica tela que había bordado con sus propias manos.
-¿Qué es esto? -preguntó él, sorprendido.
-Se me ocurrió una idea -le contestó la reina. Las dos espadas simbolizan tu autoridad. El casco con el penacho, tus hazañas guerreras, y el color del fondo es tan profundo como el amor que siento por ti.
El rey estaba encantado con su regalo. Lo ató a un asta e hizo una bandera para proclamar su poder y la fuerza del amor de la reina.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Tim y tom, los galgos

Tim y Tom eran dos galgos que un día estaban aburridos:
-Vamos a jugar al escondite con Nif-Nif, el conejo -sugirió Tim.
Tom asintió y salieron corriendo. Al llegar a la madriguera, encontraron a sus amigos apesadumbrados.
-Nif-Nif ha desaparecido -explicó la ardilla.
Los dos galgos, muy amigos de resolver enigmas, repartieron a los animales en patrullas encargadas de dar una batida por el campo, en busca del conejo. Después, marcharon en otra dirección, olfateando la tierra para encontrar su rastro. Pero ninguna huella encontraron.
Caía la noche. Tenían que volver a casa.
Al llegar, quedaron asombrados al ver a Nif-Nif que venía a su encuentro. Hecho una bola, se había quedado dormido esperándolos.

0.999.1 anonimo cuento - 063

Soldado, soldado

Érase una vez una joven que se enamoró perdidamente de un soldado. Pero, cuando le pidió que se casara con ella, él respondió que no podía, pues no tenía abrigo. Ella, entonces, le regaló uno.
Volvió a pedirle que se casara con ella. Pero él se excusó diciendo que no tenía calcetines. Entonces, ella le regaló unos.
Una vez más, le hizo la misma pregunta. Esta vez, no tenía sombrero, guantes, pantalones. Y ella le iba regalando lo que le faltaba.
Ahora, el soldado ya estaba bien vestido.
-¡Soldado! ¡Soldado! -le dijo. ¿Te casarás ahora conmigo?
A lo cual el soldado respondió:
-¡No! ¡No puedo casarme contigo! ¡Mi mujer me espera en casa!
Y, dicho esto, se marchó.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Silvia y su nuevo muñeco

Silvia tenía una muñeca que se llamaba Mimi jugaba con ella todo el día y las dos se querían muchísimo. Un día, sin embargo, Silvia abandonó a Mimi a los pies de la cama.
A Silvia le habían regalado por su cumpleaños un precioso payaso. Llevaba un traje de rombos y tenía la boca pintada de un rojo brillante.
Aquella noche, Silvia durmió con su payasito. Mimi estuvo llorando hasta el amanecer. Poco antes de salir el sol, el payaso se despertó y escuchó un llanto desconsolado. Se deslizó a los pies de la cama y cogió la mano de la muñeca:
-No llores, yo seré tu amigo -susurró.
Al despertar, Silvia encontró a los dos juguetes a los pies de la cama.
-¡Cuánto me alegra que seáis amigos! -exclamó.
Desde aquel día, jugaron siempre juntos los tres. No se separaban nunca.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Sebastian y sus amigos

Sebastián era un zorrito muy parecido a sus demás hermanos. Sin embargo, su comportamiento era muy diferente. Mientras los demás jugaban a pelearse, él prefería el escondite. Cuando salían a cazar, él buscaba a alguien que quisiera jugar a los dados.
Un día, mientras paseaba solitario por la orilla del río, se encontró con unos patitos. Se agarraron a su cola con el pico mientras él nadaba por el agua clara. Después, se subieron a su espalda para montar a caballo. Y Sebastián les dejaba jugar. Después, se encontró con unas ardillitas con las que jugó al potro durante horas.
Poco después, tuvo que volver a casa. Les preguntó a sus nuevos amigos si podía volver al día siguiente. Estos aceptaron encantados y Sebastián nunca más se sintió solo.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Santiago, el perezoso

Santiago era el más perezoso del pueblo. Dormía todo el día junto al fuego. Sólo se despertaba para comer lo que su madre le preparaba y después se dormía otra vez.
Su pobre madre ya no podía más y lo echó de casa, dándole unos panes y unas uvas.
Y Santiago marchó a buscar fortuna a la capital. Por el camino, se encontró con una viejecita hambrienta con la que compartió sus panecillos. En agradecimiento, la viejecita le dio un puñado de polvos mágicos. Cuando echara estos polvos a una persona, esta se haría diez veces más grande.
Santiago emprendió de nuevo su camino y, llegado a la ciudad, preguntó el camino del palacio del rey.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Rosa la pastora

Rosa era pastora. Un día, perdió una de sus ovejas. Para encontarla, anduvo hasta el bosque. Anduvo y anduvo hasta un acantilado y allí se paró, paralizada por el asombro: a su alrededor, brillaban millares de bolitas que despedían rayos de luz.
Cogió una y, al momento, surgieron de la nada un cuervo y una ardilla.
-¿Quién nos llama? -preguntó el cuervo.
-No quería molestaros -respondió Rosa. He perdido una oveja y he venido a buscarla.
-¡Descuidada! ¡Más que descuidada! ¡Ha perdido una oveja! -graznó el cuervo. Pero no te preocupes, la encontraremos.
Al punto, apareció a su lado la oveja perdida. Poco después, Rosa se despertó al calor de un rayo de sol primaveral. ¿Había sido un sueño?


0.999.1 anonimo cuento - 063

Reflejos

Una tarde, al anochecer, estaban dos pajaritos a la orilla de un lago. Miraban, encantados, cómo se iban encendiendo, una a una, las estrellas. De repente, las vieron encenderse también en el lago.
-¡Mira! -gorjeó a su amigo. No son otras estrellas, sino su reflejo en el lago. Mañana, si volamos sobre él, también veremos nuestro reflejo en el agua.
A la mañana siguiente, se divirtieron sobrevolando el lago y contemplán-dose en sus aguas.
Si pasáis cerca de un estanque, mirad el agua y veréis vuestro propio reflejo. Pero no os inclinéis demasiado, de lo contrario os caeréis como le ocurrió a Narciso.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Recogiendo moras...

Isabel y Tomás fueron al bosque a coger moras, pues era la época de fabricar mermelada.
Se divirtieron de lo lindo arrancando las más gordas, las que estaban en lo más alto. Por fin, llenaron la bolsa y regresaron a casa charlando alegremente.
En el camino de vuelta, Tomás probó una mora y otro tanto hizo Isabel. Después otra para cada uno. Y después una tercera. Y así siguieron hasta vaciar la bolsa.
Cuando llegaron a casa, su madre los recibió con una sonrisa:
-¿Os apetece merendar pan con mermelada?
-¡No! ¡Hoy no! ¡Ya tenemos bastante! -confesó Tomás.
Isabel estuvo de acuerdo con él.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Que sere de mayor

«¿Qué seré yo de mayor?»
-pensó Celia un día de abril.
«¿Seré guapa? ¿Rica también?
¡Ojala que sea así!»

«Quizá me case con un rey.
Así, vestida de oro y sedas,
Cubierta de joyas bellas,
Una gran reina seré.
Todo el pueblo admirará
Mi saber y mi majestad.

«O seré pobre quizá
Y, vestida con harapos,
Viviré en una cabaña.
¡Pero si vivo feliz
Eso no me importa nada!»


0.999.1 anonimo cuento - 063

Por que el diablo es cojo

En algunos países, el martes de carnaval los niños se disfrazan y se montan a caballo unos a otros.
Un día, en Alemania, un diablillo de verdad se coló entre un grupo de niños para participar en sus juegos.
Invitó al pequeño Marcos a subirse a su espalda para dar una vuelta. Lucía observó que tenía pezuñas. Avisó a su hermano, pero este no quiso hacerle caso y salieron corriendo.
Atravesaron el pueblo y Marcos empezó a preocuparse.
-¡Para! -gritó. Pero el diablo siguió su camino.
Marcos estaba aterrorizado. Levantando la cabeza, vio las ramas bajas de unos árboles centenarios.
Arrancó una y se la tiró al diablo a los pies; la rama era tan pesada que el diablo tropezó y cayó. Marcos cogió la rama, le dio otro golpe en el pie y salió corriendo hacia el pueblo. Tanto daño le hizo, que el diablo no pudo perseguirlo. Desde aquel día, el diablo cojea.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Pedro y la bicicleta

Cuando a Pedro le regalaron su primera bicicleta, aprendió a montar en muy poco tiempo. En dos días escasos se había convertido en un experto, ¡tan bien montaba que decidió enseñar a su perro!
Le hizo sentarse en el suelo y le enseñó cómo subir las patas para agarrar el manillar y cómo pedalear con las patas de atrás. El animal parecía muy hábil. Entonces, Pedro lo subió en el sillín pero, en cuanto lo soltó, la bici se torció y el perrito fue a caer sobre un gato, que exclamó:
-¡Se puede saber qué haces!
-Estoy aprendiendo a montar en bicicleta.
-¿Por qué haces eso? ¿Acaso juega Pedro con tu hueso?
-¡No!
-Entonces, ¿por qué tienes tú que aprender a montar en bici?
Como el perro no sabía qué contestar, decidió que esta primera lección sería también la última.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Pablo y valentina

Hoy es el cumpleaños de Valentina y su amigo Pablo lleva semanas ensayando «¡Cumpleaños feliz!» Pero esta mañana, ¡le duele la garganta y está afónico! ¡Qué mala suerte!
Así que se encamina a casa de Valentina con un ramo de flores para explicarle que no puede cantar. De repente, llega su loro volando y va a posarse en el borde de su gorra. Ha oído tantas veces ensayar a su dueño que se sabe de memoría la letra y la música. Por eso, cuando Pablo le da a Valentina su regalo, ¡el pájaro entona la canción de cumpleaños!
¡Fue el cumpleaños más bonito de Valentina!


0.999.1 anonimo cuento - 063

Pablo y la cabra

Un muchacho llamado Pablo salió un día con su cabra a buscar fortuna. Un anciano se unió a ellos por el camino y le pidió a Pablo que le diera una parte de su pobre almuerzo.
-¡Por supuesto! -respondió Pablo.
-Eres un buen chico -aseveró el anciano.
Pronunció una palabras mágicas y, al punto, la cabra se volvió de un color amarillo luminoso, la barba roja y los cuernos a rayas rojas y amarillas.
-¿Es una recompensa? ¡Porque los castigos no me gustan nada! -explicó Pablo.
-Lleva la cabra al castillo, al otro extremo del bosque. Allí, recibirás tu recompensa.
Pablo llevó su original cabra a través del bosque. Y, en la verja del castillo, leyó un cartel: «Quien haga reír a la princesa, se convertirá en su esposo.»
Encaramado sobre la cabra, Pablo atravesó el puente levadizo. La princesa, al verlo, empezó a reír a carcajadas por primera vez en su vida. Por supuesto, era la cabra la que le hacía reír pero, como una princesa no puede casarse con una cabra, fue Pablo, por haber tenido la idea, quien se convirtió en su esposo. Las bodas fueron magníficas.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Otra vez la trompeta…

Tanto gustó la trompeta entre los invitados al baile de disfraces que todos hablaban del enano verde.
La noticia llegó a oídos del rey y la reina, y, cuál no fue la sorpresa del enanito, cuando a los pocos días recibió una invitación para un baile en palacio. Se puso su traje, su sombrero de pluma y se encaminó hacia el palacio. Le hicieron pasar a la sala de audiencias y, allí, el rey le explicó que tendría que tocar la trompeta después de cada baile para anunciar el siguiente.
¡Qué orgulloso estaba el enanito! Y cuando la princesa le pidió que bailara con ella, aceptó encantado.
A su vuelta, contó a sus amigos su aventura y lo afortunado que había sido.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Otra vez el diablo

El diablo no se lo perdonó a Marcos y juró venganza.
A la mañana siguiente, volvió al pueblo calzado con unos zapatos que ocultaban sus pezuñas.
-¡Lucía! -gritó. ¡Ven a jugar! ¡Te llevo a caballo.
Ella saltó sobre su espalda y el diablo emprendió el mismo camino que el día anterior.
De pronto, Lucía tuvo miedo. Le pidió al diablo que parara, pero él continuó. Como Lucía era capaz de arrancar ortigas sin pincharse, cogió un puñado y se lo restregó al diablo por la cara. Este frenó su carrera y empezó a dar alaridos de dolor. Sin parar de rascarse, echó a correr. Nunca volvió a aparecer por el pueblo.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Otra vez el diablillo

Una tarde, Oscar invitó a un amigo a su casa. Había cogido su libro preferido para leerle un cuento, cuando, acompañado del alegre tintineo de su campanilla, apareció otra vez el diablillo.
-Pero, ¿existes de verdad? ¿No eres un sueño?
-Yo hice que tuvieras ese sueño -respondió el duende- para que comprendieras que, aunque los libros son unos amigos estupendos, no valen tanto como las personas. Me alegra que ahora tengas amigos.
Y, con estas palabras, desapareció para siempre.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Marcos y las hormigas

Marcos ensilló una noche su caballo para ir a ver a su abuela. En el lindero del bosque, se encontró con que había un incendio. Las llamas empezaban a extenderse, amenazando un hormiguero que allí había.
Marcos apagó el incendio.
-¡Gracias! -le dijo una hormiga. Como las buenas acciones siempre son recompensadas, también nosotras te ayudaremos algún día.
Al llegar Marcos a casa de su abuela, la encontró muy alterada.
-¡Marcos! -le dijo. ¡Parece increíble! Hace un rato vino un zorro a robar un cordero. Pero, de repente, apareció un ejército de hormigas que le hicieron retroceder. ¡Me dijeron, entonces, que me habían ayudado porque tú acababas de salvarles la vida!
Marcos no volvió a poner en duda el poder de las hormigas, pues su verdadera fuerza nace de la unión entre todas ellas.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Marcelino y la feria

Todos los años, el mismo día, la feria se instalaba en el pueblo. Cuando las casetas y las atracciones apenas estaban montadas, Marcelino corría hacia la gran noria. Tenía el dinero justo para dar cinco vueltas. Su padre y su madre le habían dado para dos, su tío y su tía para otras dos. Y él siempre se las arreglaba para añadir una.
Este año, sin embargo, había ahorrado más, lo suficiente para dar diez viajes en la noria. Disfrutó mucho de los cinco primeros. En el sexto, empezó a encontrase mal. En el séptimo, se puso verde. En el octavo, estaba enfermo de verdad.
Decidió no dar ninguno más. Cuando el dueño de la noria le preguntó por qué, él sonrió con desgana:
-¡No se debe abusar de lo bueno! ¡Acabo de comprobarlo! -explicó.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Mama gata

Un día, una granjera vio que su gallina había puesto doce huevos. Le dijo que debía incubarlos hasta que salieran los pollitos.
Al cabo de un rato, la gallina estaba aburrida y llamó a la gata:
-¡Estoy harta de estar sentada empollando huevos! Si me sustituyeras, podría ir a estirar las piernas un momento.
-Con mucho gusto -dijo la gata.
La gata se instaló y el calor de su pelaje sustituía al plumaje de la gallina.
En el camino, la gallina se encontró con unas amigas y, a fuerza de cacarear, se olvidó de los huevos. El pelaje del gato, mientras tanto, era tan calentito que muy pronto los huevos se abrieron.
Los pollitos tomaron a la gata por su madre y, donde quiera que iba, ellos la seguían, para asombro de la granjera.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Llega la primavera

A la mañana siguiente, todas las flores empezaron a abrirse. El sol caldeaba la tierra.
-¡Mamá! -gritó Celicia. ¡Vamos a merendar fuera! Me pondré un jersey.
Y así lo hicieron. Cecilia preparó la mesa a la sombra de un viejo roble y merendaron un delicioso chocolate con bizcochos.
-Muy pronto, podremos merendar fuera sin jersey -dijo Cecilia a su madre.
-Claro -respondió esta. Pero habrá que trabajar duro en el jardín. ¿Nos ayudarás este año?
Cecilia estaba encantada. Pudo rastrillar, limpiar los setos, arrancar las malas hierbas. El jardín nunca había estado tan bonito.


0.999.1 anonimo cuento - 063

Luis cambia de casa

Luis era huérfano. Un día, decidió cambiarse de casa. Colocó todo lo que tenía en una carretilla y, empujándola, atravesó el bosque.
-¿Adónde vas? -le preguntó el petirrojo.
-Aún no lo sé -contestó. Pero me he cansado de vivir todo el año en el mismo sitio y me gustaría cambiar de ambiente.
-¿Qué dice? -preguntó el conejo.
-Dice que se marcha porque quiere cambiar de ambiente -le respondió el petirrojo.
-Le echaremos de menos. Nos quedaremos tristes si se va. ¿Qué podemos hacer para que se quede? -murmuró el conejo.
- Luis no había pensado lo unido que estaba a sus amigos. Dejó de empujar la carretilla y reflexionó un momento.
-Si me quedo -dijo, ¿me ayudaréis a pintar mi casa y a desbrozar el jardín?
-¡Sí, claro! ¡Te ayudaremos! -respondieron a coro mil vocecitas de animales.
Así fue como Luis decidió volver a casa y vivió feliz con todos sus amigos los animales.


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Los tres reyes

Aquel año había sido muy duro para la viejecita que vivía en un claro del bosque. Había caído muchísima nieve y no le quedaba casi nada para comer.
Un día, mientras estaba en el bosque, vio tres hombres extrañamente vestidos que se dirigían hacia ella. Asustada, quiso huir, pero los hombres la alcanzaron y le pidieron que les dejara descansar en su casa un momento. La anciana les preparó un poco de té caliente que ellos bebieron con alivio.
-¿Adónde vais? -preguntó ella.
A Belén. Vamos a buscar a un niño recién nacido para llevarle regalos.
La viejecita quiso saber por qué lo hacían.
-Creemos que es el salvador, el hijo de Dios; y nosotros, aunque somos reyes, lo proclamamos nuestro rey.
Los reyes magos abrieron sus cofres y le ofrecieron oro y exquisitos perfumes. La viejecita apenas tuvo tiempo de agradecérselo, puesto que los reyes se pusieron en camino inmediatamente.


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Los tres chivitos

Tres chivos fueron al bosque a comer hojas tiernas. El primero tenía un solo cuerno, el segundo tenía dos y el tercero, tres.
El que no tenía más que un cuerno terminó su comida el primero y volvió a casa. Por el camino, se topó con un lobo.
-¡No me hagas nada! -exclamó. Mi hermano, que tiene dos cuernos, pasará muy pronto... ¡y su carne es mucho más tierna que la mía!
El lobo dejó pasar al primer chivo y se recostó en espera del segundo.
-¡Déjame marchar! -exclamó a su vez el segundo cuando el lobo intentó atacarlo. Mi hermano, que tiene tres cuernos, está a punto de pasar... ¡y su carne es mucho mejor que la mía!
El lobo decidió entonces esperar al tercero, pero, cuando vio sus tres afilados cuernos, dudó antes de atacar. Entonces, el chivo le echó una mirada, embistió y lo lanzó por los aires.
El lobo aterrizó bruscamente y se prometió a sí mismo no ser nunca más un glotón.


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Los ratones y el saco

Unos ratones se establecieron en el granero de una granja. Se instalaron al lado mismo de un montón de trigo para tener la comida al alcance de la mano.
A veces, claro está, llegaba el granjero con su pala a meter el trigo en sacos. De esta manera, el montón de trigo iba disminuyendo de día en día y los ratones estaban muy preocupados.
Un día, el granjero, con su pala, recogió los últimos granos de trigo, con los ratones y su casa, y los metió en un saco. Los pobres pasaron mucho miedo, pero consiguieron escapar. ¿Cómo? Mañana lo sabréis.


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Los ratones y el gato

Durante años, los ratones han vivido bajo el temor constante a su enemigo, el gato. Por eso, un día celebraron una reunión extraordinaria para buscar una solución al problema. Se discutieron muchos proyectos, pero ninguno era bueno.
Por fin, se levantó un joven ratón y dijo:
-Propongo que le pongamos un cascabel al gato. Cuando se acerque, oiremos el sonido y podremos escapar.
Todos los ratones estuvieron de acuerdo y se aprobó la propuesta por aplastante mayoría.
Entonces fue cuando tomó la palabra un viejo ratón:
-¡Amigos míos! -dijo. Nuestro joven amigo ha tenido una feliz idea. Gracias al cascabel, podremos vivir en paz. Queda, sin embargo, un pequeño problema por resolver: ¿quién le pondrá el cascabel al gato?
Se hizo un silencio absoluto. Unos minutos después, se deshizo la reunión. La idea era muy buena, pero llevarla a cabo era imposible...


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Los paraguas

Llovía muy fuerte, pero Elena y María no soportaban estar más tiempo encerradas en casa. Le pidieron a su madre que las dejara salir.
-Si cogéis los paraguas... -dijo, por fin, la madre.
-¿Por qué se llaman paraguas? -inquirió María.
-Las mujeres -como los gatos- siempre han tenido horror a mojarse. Por eso se pensó, para protegerlas de la lluvia, en hacer impermeables las telas de las sombrillas que utilizaban para protegerse del sol y conservar su piel blanca y suave.
-¡Ah! Bueno, ¿nos vamos? -dijo María.
-Y después, si ya no llueve, guardaré mi paraguas para que me sirva de sombrilla y me proteja del sol. Así siempre tendré la piel blanca y muy suave -concluyó Elena.


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Los pajaros de doña flora

Doña Flora era una encantadora ancianita que vivía desde hacía años con la única compañía de sus dos pájaros favoritos. Un buen día de verano, muy soleado, decidió ir a dar un paseo en su viejo coche.
Cuando lo hubo sacado del garaje, levantó los ojos hacia la ventana y vio a sus dos compañeros alados. Se sintió tan triste de verlos encerrados en un día tan hermoso, que volvió a casa.
-Si me prometéis quedaros en el coche, os llevo a dar un paseo -les dijo.
Los dos pajarillos piaron su promesa y los tres se pusieron en ruta. Pero lo más asombroso es que los pajaritos se portaron tan bien que doña Flora pudo sacarlos de paseo cada vez que salía. Lo cierto es que los dos querían tanto a su amiga que ninguno de ellos intentó nunca escapar.


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Los dos toneles

Había una vez
Dos toneles sin un pelo.
Todo el mundo los miraba
Y se burlaba de ellos.

«Como la gente se ríe
Al vernos a los dos calvos,
¡Comprémonos un sombrero
Y así podremos taparnos!»

Y, dicho y hecho, lo hicieron,
Un sombrero se compraron.
Las gentes, al ver su aspecto,
«¡Están locos!» -murmuraron.


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Los dos hermanos

Érase una vez un hechicero que capturó a dos hermanos. En cuanto intentaban abandonar el barco, se convertían en gaviotas y no recobraban la forma humana hasta que no volvían al barco.
Uno de ellos encontró una forma de escapar del hechicero, explicó a su hermano la idea y nadó hasta la orilla, donde se transformó en gavio ta. Su hermano lo vio volar y llamó al hechicero. Lo entretuvo un buen rato, para darle tiempo a la gaviota de buscar el conjuro en el camarote del hechicero. Encontró el libro, arrancó la página con el pico y salió volando.
El hechicero volvió a su camarote. La gaviota sobrevoló la cubierta y lanzó el papel a los pies de su hermano, que pronunció las palabras mágicas. De esta forma, el hechizo quedó roto.


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Los dos carniceros que se hicieron granjeros

Dos carniceros acababan de comprar una vaca para llevarla al matadero. En el camino, ella les dijo:
-Si me dejáis vivir, os daré todas las noches leche buena y cremosa.
Los carniceros escucharon a la vaca y, noche tras noche, tuvieron leche buena y cremosa. Y la que no consumían, la vendían.
La leche era tan buena que toda la gente del vecindario iba allí a comprarla. Pronto, los dos carniceros se hicieron ricos. Compraron una segunda vaca. Esta daba una leche tan extraordinaria como la de la primera y, así, consiguieron suficiente dinero para comprar una tercera, una cuarta vaca lechera, hasta reunir un rebaño.
Tuvieron que buscar prados para que pastaran las vacas y tan ocupados estaban con su nueva actividad que abandonaron su anterior oficio.


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Los disparates

Dos gatos estaban durmiendo la siesta, cuando vino a despertarlos un ratón:
-No se lo digáis a nadie, pero hoy la granjera va vestida de rojo.
-¿Cómo? -preguntó uno de los gatos.
-Que la granjera se ha hecho daño en un ojo -respondió el otro gato.
Más tarde, acertó a pasar por allí un grupo de gallinas.
-No se lo digáis a nadie -les confió el segundo gato, pero la granjera está muy enferma, se ha herido en un ojo.
La noticia se corrió por toda la granja. Los animales, muy compóngidos, cogieron para ella un ramo de flores, como prueba de amistad.
Vieron entonces a la granjera, vestida con un precioso vestido rojo.
-¡Qué amables! -exclamó. ¡Hacen juego con mi vestido! ¡Qué bonito regalo de cumpleaños!


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Los animales y los ladrones

Cierto día, una cabra, un gallo, una gato y un perro decidieron emprender un viaje. Estaba ya anocheciendo cuando encontraron una cabaña en el bosque. Querían pasar allí la noche pero, al mirar por la ventana, la cabra vio a cuatro hombres sentados alrededor de una mesa.
-¡Son ladrones! -susurró.
-¿Qué hacen? -preguntó el gato.
-¡Juegan a las cartas! -contestó la cabra.
Los animales se reunieron para decidir qué debían hacer. Después, la cabra con sus cuernos, dio un topetazo contra el cristal.
-¡Un demonio! -gritaron los ladrones.
El gallo, entonces, cruzó volando la habitación, sopló la lámpara y, cacareando, empezó a picotear a los ladrones en la cabeza.
Los ladrones, aterrorizados, huyeron. Los animales decidieron establecerse en aquel lugar: el gato junto a la chimenea, el perro en la entrada, la cabra cerca del fregadero y el gallo sobre un palo. Y vivieron felices durante muchos años.


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Lili y el accidente

El viernes, Lilí se cayó y se rompió la capita roja.
-No llores -le dijo su padre. Mamá la coserá y ni siquiera notarás el roto.
Lilí fue valiente, no lloró y recibió el quinto botón. Lucía con orgullo su capa y sus botones, pues ninguna mariquita de su edad tenía tantos como ella.
El sábado, salió al campo con su padre a saludar a las flores. Los dos saludaban a todos los insectos con los que se cruzaban. Estos se maravillaban al ver a Lilí y se lo decían a su padre. Él estaba muy orgulloso y esto le valió a Lilí su sexto botón.


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Lili la mariquita

El día en que nació la mariquita hubo gran alegría en la casita roja donde vivían sus padres, que le pusieron por nombre Lilí.
Su madre le cosió una capita roja y le dijo que, si era buena, le cosería encima siete botones negros de adorno.
El lunes, Lilí se portó tan bien con su madre que consiguió el primer botón negro. El martes, secó ella sola todos los cacharros y así recibió el segundo. El miércoles, puso la mesa del desayuno y le dieron el tercero. El cuarto lo consiguió el jueves, por haber volado bien en su primer día de clase.
Ahora, os toca a vosotros adivinar lo que hizo para obtener los tres últimos.


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Leonardo el perezoso

Leonardo el perezoso vivía con su madre, que era muy pobre. No sólo era perezoso, sino que además era vanidoso. Era un chico guapo y odiaba tener que vestir con andrajos.
-¡Madre! -solía preguntar. ¿Puedes darme dinero para comprar ropa?
-¡No seas bobo! -le contestaba su madre. Tenemos el dinero justo para vivir. ¿De dónde quieres que saque dinero para comprarte ropa?
Un día, el tío de Leonardo murió dejándole algún dinero. Fue a la ciudad, compró una camisa y unos preciosos zapatos verdes. El resto del dinero lo gastó en un bonito pantalón rojo.
«¡Qué guapo estoy! -pensaba al volver a casa. Mi madre se sentirá muy orgullosa de su hijo cuando me vea.»
Pero, cuando llegó a casa, su madre se enfadó. Lo agarró por la orejas y le mandó que devolviera aquella ropa.
-¡Y que sepas que el hábito no hace al monje! -le gritaba.
¡Cuánta razón tenía!


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Las tres jovenes casaderas

Había una vez un pastor que quería casarse. Conocía a tres hermanas, a cuál más hermosa, pero le costaba decidirse.
Consultó con su madre, quien le aconsejó que invitara a las tres:
-Invítalas a merendar y, cuando sirvas el queso, observa con atención cómo lo cortan.
El joven escuchó el consejo de su madre. La mayor se comió todo el queso, incluso la corteza. La segunda quitó la corteza, pero tanta prisa se dio que cortó al tiempo una buena parte del queso.
La más pequeña retiró la corteza con cuidado, sin desperdiciar nada de queso. Contó la experiencia a su madre, que le dijo:
-¡Cásate con la tercera!
También esta vez hizo caso a su madre y vivió siempre feliz.


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Las tizas magicas

A Clara le habían regalado, por su cumpleaños, unas preciosas tizas de colores. «Y ahora ¿qué dibujo?» -se preguntaba. Se quedó pensativa mirando fijamente el papel. «¡Ya sé! ¡Un globo! Dibujaré uno de esos globos enormes que sirven para volar por los aires.»
Se puso manos a la obra y dibujó, dentro de la barquilla del globo, un hombre con un catalejo para que pudiera observar la tierra.
Se produjo entonces un suceso extraordinario. La barquilla se despegó de la hoja y el globo se elevó hacia las nubes, mientras el hombrecillo la observaba con su catalejo.


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Las malvadas cornejas

Había una vez siete cornejas que no tenían miedo de nada, ni siquiera del espantapájaros que se agitaba en el campo del tío Mateo. Se burlaban del pobre muñeco de paja. No le hacían ningún caso y, en cuanto el tío Mateo había sembrado el campo y volvía a casa, corrían a darse un festín de semillas.
El tío Mateo tuvo un día una idea luminosa. Fabricó otro espantapájaros igual a él: la misma barba, camisa y pantalón remendados y, por último, un viejo sombrero.
Las cornejas se burlaron de él:
-¡El tío Mateo está loco si cree que nos da miedo este nuevo espanta-pájaros!
Por eso, cuando se abalanzaron sobre las semillas, imaginad su sorpresa al ver que el espantapájaros cobraba vida y corría tras ellas. El tío Mateo, esta vez, había ocupado el lugar de su espantapájaros. Desde aquel día, se mantienen a distancia, pues nunca saben si será el granjero o su espantapájaros.


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