Una vez, el alcalde de un
pueblo se fue al mercado de una ciudad vecina y, a mitad de camino, se encontró
con el diablo.
-¿Puedo viajar con usted?
-preguntó el diablo.
-Sube, amigo diablo
-respondió el alcalde.
Poco después, encontraron
a un viejo que intentaba atrapar en el camino a un cerdo.
-Que el demonio te lleve,
maldito cerdo -gritaba el viejo.
-Muévete, ve a coger tu
jamón -le dijo el alcalde al diablo.
-¿Y por qué? -respondió
el diablo meneando la cabeza. Ese viejo hablaba por hablar.
Siguieron avanzando y, en
un tramo del camino, pasó por delante un chico y estuvieron a punto de
atropellarlo. Su madre lo apartó justo a tiempo y se lo llevó a rastras
mientras gritaba:
-¡Que el demonio te
lleve, por travieso!
-¿Por qué no te llevas a
ese chico, si su madre te lo ofrece? -observó el alcalde para estimular al
diablo.
-¿Y por qué? Su madre
hablaba por hablar -le respondió.
Avanzaron un poco más y
se encontraron con una vieja, a la que el alcalde, en una ocasión, le había
exigido su cabra porque la había sorprendido pastando en el prado del pueblo.
Cuando la mujer lo vio,
se dirigió a él gritando:
-¡Que el demonio te
lleve, alcalde, por pasarte la vida engañando a los pobres!
-En este caso, la vieja
no ha hablado por hablar -le dijo el diablo al alcalde. Lo cogió por el cuello
y se lo llevó al infierno.
Fuente: Gianni Rodari
132. anonimo (suecia)
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