Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 2 de agosto de 2012

El hombre, el tigre y la luna .073

Había una vez un hombre que fue a buscar agua al río. Cuando regresó a su casa, se encontró con que el tigre había entrado en ella y estaba allí sentado en el suelo. El hombre, asustado, dio un salto hacia atrás para buscar sus armas, pero el tigre se echó a reír y le dijo:
-No soy tonto, pemón, y como sé que tu poder son tus armas, las he destruido. Así que no las busques.
El hombre vio entonces que el tigre estaba sentado sobre los restos de sus flechas y hachas.
-No temas. Solamente he venido a demostrarte que soy más fuerte y poderoso que tú. Acompáñame.
El animal se puso en pie y salió afuera hasta un matorral cercano. Allí se escondieron. Al cabo de un ratito, escucharon unos aletazos y vieron un paují [1] que venía volando y se posó en lo alto de un árbol.
El tigre trepó silenciosamente por el árbol, cogió al paují por el pescuezo y regresó junto al hombre.
-¿Tú eres capaz de hacer esto? -le preguntó.
-Sin mis flechas o la cerbatana, no -contestó el hombre. Siguieron escondidos y, al poco rato, escucharon ruido de pisadas fuertes. Un tapir [2] se acercaba hasta donde estaban ellos.
De un gran salto, el tigre cayó sobre el animal y le dio un solo zarpazo. El tapir murió, y el tigre lo arrastró hasta el matorral.
-¿Puedes matar a un tapir como yo lo acabo de hacer? -preguntó.
-No -dijo el hombre, sin mis armas no puedo. Entonces fueron a la orilla del río, y el tigre sacó su lengua rosada y comenzó a golpetear el agua. Los peces, atraídos, se acercaron y, de un solo manotazo, el tigre sacó unos cuantos enganchados a sus uñas.
-¿Y esto? -le preguntó.
-Sin mis aparejos, no puedo hacerlo -murmuró el hombre.
El tigre se le quedó mirando y le dijo:
-Bien, ahora te toca a ti, pemón, hacer tres demostraciones de tu habilidad. Si yo no puedo imitarte, seremos amigos, pero si no lo consigues, te devoraré.
El hombre estaba pensando en algo, cuando vio que la luna estaba rodeada de nubes. Le dijo al tigre:
-Mira ahí arriba y espérame aquí, que ya vuelvo.
El tigre, desconfiado, dijo:
-¡Eh!, no me tomes el pelo y huyas, porque te encontraré y te devoraré.
-No te preocupes, que ahora mismo vuelvo.
Se metió en la selva y fue corriendo hasta su casa. Entró y buscó una torta de casabe, que está hecha de almidón de mandioca y es blanca y redonda. Cuando vio que la luna se escondía detrás de las nubes, corrió hacia donde estaba el tigre, le mostró la torta de casabe y le preguntó:
-¿Sabes qué es esto, amigo?
-Pues no -contestó el tigre.
-Mira el cielo, ¡es que no ves que la luna ha desaparecido!
El tigre miró primero donde había estado la luna y, después, la torta.
-¡Ah! ¡Has atrapado la luna! -exclamó.
-Sí -dijo el hombre, y le dio un mordisco al casabe.
El tigre, mirando cómo saboreaba el hombre, dijo:
-Debe de ser sabroso comer luna.
El hombre le dio un pedazo y le dijo:
-Sí que está rica. Come.
Y entre los dos se la comieron entera. El tigre se relamió.
-Qué lástima que se haya acabado -dijo el tigre.
-No importa -dijo el pemón, ahora saldrá otra luna.
-¿Y podré cogerla yo?
-Claro, si haces lo mismo que yo.
-¿Y cómo hiciste?
-Muy sencillo -dijo el hombre. Me subí al árbol más alto y de un salto llegué hasta ella.
Después de que dijera esto, la luna salió de las nubes que la tenían oculta y comenzó a brillar en el cielo.
Apenas la vio el tigre, subió al árbol más alto. Se agazapó y empezó a mirarla, esperando el mejor momento para atraparla y, cuando lo creyó conveniente, dio por fin el gran salto. Pero en lugar de alcanzar la luna, cayó al suelo y se estrelló contra una piedra.
El hombre, entonces, se llevó a su casa el paují, el tapir, el pescado y arrastró también al tigre.

Cuento popular

073. anonimo ( pemón-venezuela-colombia )


[1] Paují: faisán pequeño.
[2] Tapir: mamífero del tamaño de un jabalí, con cuatro dedos en las patas anteriores y tres en las posteriores, y la nariz prolongada en forma de pequeña trompa.

El asna, su hijo y el tigre


Cuento popular

Pues esto era un asna que, cansada del tanto trabajo que le echaban encima y harta del maltrato que le daban -pues tenía todo el lomo lleno de heridas-, resolvió un día escaparse donde nadie pudiera encontrarla. Estaba, además, embarazada, así que encontró unas cuevas en las montañas, donde tenía agua y alimento, y allí se quedó.
Pronto dio a luz a un asnito, al que crió con todo su cariño. Un día, el asnito, pensando que ya estaba mayorcito para buscarse la vida, le dijo a la madre:
-Ea, madre, que ya me voy a recorrer el mundo.
Y ella le respondió:
-Ay, hijo mío, mira que soy anciana...
Pero él seguía empeñado en su aventura y resolvió dejar a la madre y salir a correr tierras.
Cuando, por fin, fue a despedirse, le dijo la madre:
-Mira, hijo, tu gran enemigo es el tigre. Haz lo que quieras, pero trata de no juntarte con él.
-Seguiré tu consejo, mamá -le contestó el asno.
Apenas había caminado un trecho, cuando se encontró con el tío tigre, y este le dijo:
-Grrrr, ¡tengo mucha hambre y te voy a comer!
Y el asno le contestó:
-Pues usted se habrá comido muchos asnos, pero a mí no me come.
-¡Ah! ¿Y eso por qué?
-Porque yo en mi cola tengo un letrero muy especial.
-¡Vaya, eso sí que es curioso! -dijo el tigre. Ya me gustaría verlo. Entonces, el asno le advirtió:
-Debes ponerte detrás de mí y bastante cerca.
Entonces, cuando el asno calculó que tenía al león bien cerca y desprevenido, le dio con todo brío un par de coces y salió en carrera a toda velocidad.
Y este cuento está contao y acabao, para que cuente otro el que está al lao.

073. anonimo (venezuela)

lunes, 28 de mayo de 2012

La que caso con el encanto

Cuento popular

Belén era una muchacha muy agraciada de rostro y de cuerpo que vivía cerca de la laguna de Tacarigua. Un día enfermó con fiebres y en sus delirios hablaba de un hombre de blanco que al pie de la cama le decía:
-Prepárate. Tú te vas conmigo. Nos vamos a casar.
-¿Y adónde me llevarás?
-Vamos a vivir en la laguna.
Semanas después la muchacha se alentó y fue a su primer baile, en las fiestas patronales[1]. Al día siguiente, al salir de la iglesia, sintió frío.
-Ahí está el hombre -le dijo a una amiga-, ahí, entre los árboles.
Pero la amiga nada vio.
Unos días después, una tarde en que hacía mucho calor, Belén y sus amigas fueron a bañarse al pozo del río Capaya, que cae en la laguna de Tacarigua. Se desnudaron y se deslizaron en las aguas verdes y transparentes. Nadaron con el sol caliente brillándoles en el pelo. De repente, Belén desapareció. Fue como un susurro y una sombra debajo del agua. Nada más.
Las muchachas salieron temblando del pozo. Se vistieron a la carrera y con las ropas húmedas llegaron al pueblo:
-Belén desapareció en el pozo. Seguro ha sido el encanto que se la ha llevado.
Nunca más se supo de Belén. La madre recorrió el río y la laguna lanzando sal a las aguas, pidiéndole al encanto que le devolviera a su hija. Pero todo fue en vano.
Meses después corrió una noticia extraordinaria: la madre había recibido carta de Belén. Era un papel verdoso y húmedo, como hecho de algas, pero en el que se leía con claridad. Belén se sentía feliz casada con el encanto. Vivía en el fondo de la laguna en una casa hecha de espumas, cabalgaba sobre guabinas[2] doradas, se sentaba en asientos de culebras enrolladas y mandaba sobre las corrientes y las olas.
Pasó mucho tiempo sin noticias de Belén. Años después, un hermano suyo, pescador de mar, una tarde vio saltar un rojo pargo[3] a la arena de la playa. Corrió y lo mató. Pues bien, cuando abrió el pescado, halló en su vientre un papelito doblado. Y en el papelito decía:
"Belén les manda saludos".

073. anonimo (venezuela)

[1] Fiestas patronales: Fiestas que se celebran en el interior de Venezuela en honor a los santos patronos de cada pueblo.
[2] Guabina: Pez voraz de ríos y lagunas, con grandes escamas argentadas, orilladas de verde.
[3] Pargo: Hermoso pez de tonos rojos, rosados y anaranjados. El pargo es uno de los pescados de mayor demanda en Venezuela.

martes, 15 de mayo de 2012

El hombre, el tigre y la luna (1)

El hombre fue al río a buscar agua en una calabaza. Cuando regresó a su casa, se encontró con el tigre que había penetrado y estaba allí dentro, sentado en el suelo.
El hombre, pensando defenderse, dio un salto hacia el sitio en que guardaba sus armas para coger la flecha.
El tigre se puso a reír y dijo:
  No soy tonto, Pemón. Sé que debes tu poder a las armas que posees, por eso te las he destruido.
El hombre vio entonces que el tigre estaba sentado sobre los restos de sus flechas y sus hachas destrozadas.
-He venido -siguió diciendo el tigre  a demos­trarte que soy más poderoso que tú.
El animal se puso en pie y salió afuera, conduciendo al hombre hasta un matorral cer­cano. Allí se escondieron.
Al cabo de un rato, escu­charon aletazos y vieron un paují[1] que vino volando y se posó en lo alto de un árbol.
El tigre se trepó al árbol silenciosamente; cogió al pau­jí por el pescuezo y regresó junto al hombre.
  ¿Eres capaz de hacer eso? -le preguntó.
-Sin flechas, o sin cer­batanas, no puedo hacerlo -contestó el hombre.
Siguieron escondidos. Al poco tiempo, vieron moverse el monte y escucharon un rui­do de pisadas. Una danta[2] apa­reció, caminando en línea rec­ta hacia ellos.
El tigre dio un gran sal­to y cayó sobre la danta. De un solo zarpazo la dejó y lue­go la arrastró hacia el matorral.
¿Puedes matar una danta de la manera como yo he matado ésta? -preguntó al hombre.
-No dijo éste; sin armas no puedo hacerlo.
Entoces se fueron a la orilla del río.
El tigre comenzó a gol­petear sobre el agua con su lengua rosada.
Atraídos, los peces, se acercaron. Cuando fue tiempo, de un solo manotazo el tigre sacó fuera uno de ellos, enganchado en sus uñas.
-Sin los aparejos necesarios, eso tampoco lo puedo hacer -murmuró el hombre.
El tigre se quedó mirándolo, y luego dijo:
-Ahora te toca a tí, Pemón, ejecutar también tres hazañas. Si yo no puedo imitarte, quedaremos amigos, pero si las llevo a cabo, entonces te devoraré.
La luna estaba en el cielo rodeada de nubes, el hombre la miro y dijo después al tigre:
-Aguárdame aquí, Kaikusé; ya vuelvo.
El tigre, desconfiado, gruñó:
-No pretendas huir, porque si lo haces, te buscaré y cuando te haya encontrado, te daré muerte.
-No tengas cuidado -dijo el hombre y se fue.
Se metió entre la selva, y cuando estuvo fuera del alcance de la vista de la fiera, dio un rodeo y regresó a su casa por la parte posterior. Entró y buscó una torta de casabe[3]. Luego miró al cielo y cuando vio que la luna se escondía detrás de una nube, volvió donde estaba Kaikusé, a quien mostró la torta de casabe, preguntándole:
-¿Sabes qué es esto, amigo Kaikusé?
-No sé -contestó el tigre.
Pemón dijo:
-Mira el cielo. ¿No ves que la luna ha desaparecido?
La fiera miró al cielo y seguidamente a la torta de casabe.
-¡Ah! ¡Has cogido la luna! -exclamó.
-Sí -dijo el hombre, y empezó a comer casabe.
El tigre, mirando el gusto con que Pemón comía, dijo:
-Debe ser sabroso comer la luna.
El hombre le dio lo que quedaba de la torta de casabe al animal, diciendo:
-Sí, es bueno; come.
En un momento el tigre devoró todo el casabe y se quedó relamiéndose.
-Es lástima que se haya acabado -murmuró.
-No importa -dijo Pemón. Ahora saldrá otra luna.
¿Y podré cogerla yo?
-Naturalmente, de la misma manera que yo cogía la mía.
-¿Y cómo hiciste para darle alcance?
-Muy sencillo -explicó el hombre-. Me subí a los copos de un árbol y de un salto me llegué hasta ella.
La luna salió de las nubes en que se había ocultado y comenzó de nuevo a correr por el cielo.
Apenas la vio el tigre, fue rápido y se subió al árbol más alto. Allí se agazapó y, mirando fijamente al rostro para afinar la puntería, dio al fin el gran salto, pero no alcanzó la luna, sino que se vino de cabeza y se estrelló en el suelo contra una piedra.
El hombre llevó a su casa el pescado y el paují, y arrastró hasta ella también al tigre y la danta.

Cuento popular

073. anonimo (venezuela)

[1] Paují: Ave gallinácea del tamaño de un pavo (voz quichua).
[2] Danta:
[3] Casabe: Nombre que se da en Cuba a un pez del mar de las Antillas que tiene unos dos centímetros de largo, que es de color amarillento y afecta la forma de media luna.