Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 19 de enero de 2015

El zorro y la perdiz .700

Quesque un día se le antojó al zorro aprender a silbar como la perdiz. Y que le pidió a la perdiz que le hiciera el gran favor de enseñarle. Que la perdiz le dijo que se tenía que coser la boca, porque así no podía silbar. El zorro ha consentido porque tenía muchas ganas de aprender a silbar finito. Y claro, el grito d'él es tan guaso, que dice, ¡cuác! ¡cuác!, solamente.
Y ya consintió el zorro, y la perdiz le cosió la boca y le dejó un aujerito chiquito. Que el zorro, en lugar de silbido, que hacía ¡chuz! ¡chuz! ¡chuz!, solamente.
-Ya va dando -que le decía la perdiz. Siga no más probando que ya le va a salir.
Y que el zorro probando el silbido se iba por un caminito. Y claro, que ya se moría di hambre lo que hacía días que no probaba bocáu. Y va se escuende la perdiz entre unos yuyitos, y junto con lo que va llegando el zorro se vuela la perdiz. El zorro se sorprende y abre la boca pa cazarla, y que se le rajó la boca de oreja a oreja. Y ya que se quedó así pal resto de su vida y no aprendió más a silbar el zorro.

Prefiterio Heredia, 54 años. Las Cañas. San Luis, 1949.

Muy buen narrador.

Cuento 700 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la perdiz .699

El zorro tenía envidia lo que la perdiz silbaba tan lindo y él no podía silbar. Por áhi se jue el zorro y se encontró con la perdiz, y le dice:
-¿Sabís que vos silbás muy lindo? Señorita, ¡yo quero que me enseñés a silbar!
Y entonces, la perdiz, muy asustada lo que li hablaba el zorro, le dice:
-Eso será lo de menos, pero hoy no tengo tiempo. Venga mañana a las ocho.
Y jue el zorro, y la perdiz se preparó con una auja con hilo. Y cuando volvió el zorro al otro día le dice:
-Yo le voy a coser bien la boca, y cuando tenga cosida la boca, yo le voy a enseñar lo que tiene que hacer.
Y le cosió la boca. Apenas le dejó un aujerito, que apenas podía resollar. Y le enseñó, y el zorro empezó a silbar.
Entonce le dice la perdiz:
-¡Tá muy bien! Siga no más que ya le va saliendo el silbido. Vayasé por este camino. Cuando vaya por tal parte, usté ya va a silbar mejor que yo.
Y se jue el zorro. Y la perdiz va y se le escondió en la oría del camino, cuando el zorro no la vido. Y cuando llegó al  punto, pegó un volido, la perdiz. Y el zorro pegó un salto y un grito, porque se olvidó que andaba aprendiendo a silbar, y la quiso cazar. Y se le rajó la boca hasta las orejas, y se le acabó el silbido, y no pudo silbar más.

Pedro Álvarez, 69 años. Buena Esperanza. San Luis, 1949.

Peón de campo. Buen narrador.

Cuento 699 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la perdiz .698

Que andaba silbando la perdiz y que lo encontró al zorro, y que la saludó:
-¡Cómo le va comadrita! -que la trataba de comadre. ¿Porqué no me enseña a silbar?
Entonce que le dice ella:
-Bueno, compadre, le voy a enseñar. Ya que me ha pedido le voy a cumplir.
Que la perdiz le tenía miedo y le tenía desconfianza. Y buscó unas raicitas finitas y que con una plumita del ala le cosió la boca. Y cuando le cosió le dijo que aprobara cómo le salía el silbido. Y aprobó el zorro y que le salía como un soplido. Entonce que la perdiz le decía:
-¡Pero, siga, siga ejercitando, ya va a ver que va a silbar bien!
Y seguía aprobando el zorro, y ¡claro! le salía grueso, pero ya se iba pareciendo al silbido. Y que siguió ejercitando. Qu' iba por un caminito, y que la perdiz se escondió, y voló con toda su fuerza, de intento, por sobre la cabeza del zorro. Y el zorro que si olvidó que iba silbando y le tiró el tarascón y se le rajó la boca de oreja a oreja. Y que por un tiempo el zorro no podía comer, y se le pasó la gana de aprender a silbar.

Leoncia de Morán, 46 años. Concarán. San Luis, 1951.

Lugareña. Buena narradora.

Cuento 698 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la perdiz .697

Le preguntó el zorro a la perdiz que cómo hacía para silbar.
-Mire, señora Perdiz, ¿cómo hace para silbar tan finito? ¡Qué me gusta su silbido!
Porque el zorro abre la boca tan grande que asusta y sólo dice: ¡Cuac!...
-Es muy sencillo -le dice la perdiz. Yo le enseño, si quiere.
-Y ¿cómo?
-Y bueno, le voy a dar unos pespuntes en la boca.
-Y güeno -dice.
Y buscó con qué coser, la perdiz. Y le comenzó a coser la boca al zorro. Y cuando le iba dando los hilvanes, le iba haciendo probar al zorro el grito, hasta que al fin ya le cosió tanto, que le quedó un aujerito en la boca, y le salió finito el grito.
-Ya puede silbar -le dijo.
Y la perdiz le hizo los pespuntes muy cerca de l'orilla de la boca, con la precaución, ¡esta bribona!, de que se le descuesa fácil. Y le dijo al zorro que haga fuerza de silbar hasta que le salga bien. Que vaya por el camino que él andaba siempre silbando.
-Y ¿por qué camino anda siempre usté?
El zorro le hizo seña por el camino que andaba porque ya no podía hablar. Y por áhi se fue silbando el zorro. Y por áhi le salió bastante bien. Y la perdiz fue y le cortó la retirada. Y se le allegó cerquita del sendero que éste iba a pasar. Y al mismo tiempo que iba pasando le pegó un volido de sospresa, y el zorro no pudo con su costumbre de cazar perdices, y hizo el ademán de cazarla. Y áhi se le cortaron todos los puntos y se le rajaron todos los ojales. Y áhi le quedó la boca más grande que ante. Y se le acabó el silbido.

Juan C. Ruarte, 66 años. Villa General Roca. Los Manantiales. Belgrano. San Luis, 1951.

Cuento 697 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la perdiz .694

El zorro quería aprender a silbar como la perdiz. Entonce el zorro no tenía la boca chica. La perdiz le cosió la boca y le enseñaba a chiflar. Y el zorro chiflaba: ¡chus!... ¡chus!... Entonce ha veníu por un camino, el zorro. Ha veníu a deshora de la noche, el zorro, estudiando el chiflido, que él quería aprender. Y que venía dele trote no más. Cuando se le vuela la perdiz di abajo de él. El zorro si asusta, quiere cazar la perdiz y pega un grito ¡cuac!, y se le rajó la boca de oreja a oreja. Y de entonce el zorro tiene rajada la boca hasta los cormillos, y la perdiz jue la que lo sosprendió y l'hizo rajar la boca.

Máximo Reyes, 68 años. Las Cuevas. Tupungato. Mendoza, 1951.


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la perdiz .693

Era la perdiz con el zorro.
-¿Cómo chiflás vos tan bonito? -que le dice el zorro a la perdiz.
El zorro le pidió que l'enseñe a chiflar. La perdiz le tenía miedo que la coma. Pero al fin le dice:
-Bueno, mirá, arrimate acá, a esta taula. Yo te voy a coser la boca pa que chiflés igual que yo.
Le cosió la boca con un tiento. Y empezó el zorro a hacer juerza pa chiflar.
-Seguí chiflando, ya te va a salir como a mí el chiflido. Seguí, seguí chiflando. Sigamos por la vuelta y vos vas probando el chiflido.
Siguieron los dos por la vuella y el zorro iba queriendo sacar un chiflidito.
Quedate un momento, yo voy a seguir adelante -le dice la perdiz.
Bueno, siguió adelante. Después siguió el zorro. Iba dele ensayar el chiflido. Por allá 'tá escondida la perdiz. Cuando llega el zorro, la perdiz pega un volido. La desconoce el zorro y abre la boca para cazarla, y áhi se le raja la boca del todo, y se le acabó el chiflido.
Éste es el cuento de la perdiz y el zorro.

Florencia Lucero, 48 años. Potrerillos. Mendoza, 1951.

Campesina rústica.

Cuento 693 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la chuña .643

Una vez que el zorro s' hizo compadre de la chuña bautizando un cachorrito del zorro. Y la invitó a un banquete su compadre zorro, un domingo. Y el zorro preparó muchos platos, pero en platos playos. Entonce el zorro le dice:
-Sirvasé, comadre Chuña.
Y el zorro comenzó a comer lamiendo con su lengua. Y la chuña clavaba el pico y no levantaba nada. Y entonce viendo la chuña la burla que li había hecho su compadre, ella también lu invita a su casa el próximo domingo. Le sirvió la comida en una botijita de barro de cuello largo. Y no podía comer nada el zorro. Y la chuña con su pico se come toda la comida preparada.
Así, por más vivo y astuto que se cré un ser, hay otro que lo puede reventar.

Carlota Aparicio de Colombo, 75 años. Tilcara. Jujuy, 1953.

Cuento 643. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la chuña .827

Que el zorro siempre se la andaba por comer a la chuña y no podía. Que un día se encontraron y el zorro le hizo una apuesta a la chuña a ver quién resistía más con la cabeza abajo 'el agua. Y ya convinieron en que se iban a juntar al otro día en un arroyo y áhi iban a cumplir la apuesta.
Bien de mañanita se juntaron en el lugar qui habían dicho. Nu había salido el sol y l'helada 'taba blanquiando en los yuyos. El zorro 'taba tiritando de frío, pero disimulaba. Y ya dentraron no más al agua y metieron la cabeza. El zorro 'taba soportando sin respirar, mientras tanto la chuña se sacó unas cuantas plumas largas y las plantó en el barro, y ella di un volido se subió a un árbol. Al ratito no más el zorro sacó la cabeza y vio las plumas, y dijo:
-'Tá juerte la chuña -y se metió otra vez.
Al rato volvió a levantar la cabeza y vio que ni se movían las plumas.
-¡Caráfita! -dice, ésta es muy resistente o ya si ha muerto augada.
Y ya salió del todo y le dio un avance, y di un salto la jue a agarrarla, y ¡qué pucha!, se doblaron las plumitas y él se dio un golpe tremendo con una piedra que 'taba áhi.
Entonce la chuña lu habló del árbol ande 'taba, y le dijo qui áhi tenía su castigo por ser tan de malos tratos. Y se voló, y el zorro se quedó duro de frío, mojado y sin desayuno.

Santos Gil, 72 años.

Buen Esperanza. San Luis, 1951.

Cuento 827 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la chuña .824

La apuesta

El zorro y la chuña eran compagres. Un día el zorro la convidó que vayan a bañarse en el río, y se jueron. La chuña sabía que el zorro lo quería comer. Entonce la chuña le dijo al compagre:
-Oiga compagre, ¿hagamos un apuesta?
-Güeno -le dijo el zorro.
-Cuál 'tá más mucho zambullío en el agua.
Se zambulleron. La chuña salió, se sacó una pluma de l'ala y la dejó plantada en el suelo, en medio del agua. Salió y se jue.
El zorro sacó la cabeza, espió, y dijo:
-Áhi no más 'tá mi comagre -y se volvió a zambullir.
Salió otra vez y dijo:
-¡La pucha!, con mi comagre, acaso 'tará muerta.
Se arrimó a verla, sacó la pluma y no 'staba la chuña. Salió del agua, le vio la güella y parecía que ya hacía mucho que se 'bía ido. Se jue a buscarla. Llegó en una casa y preguntó:
-¿No me lo han visto pasar un mozo poncho cari?
-Hace ya como tres días que pasó, me lo trabajó un potrero y se ha ido.
El zorro le dijo:
-Prestemé una piegra pa afilar mi cuchillo.
Lo afiló y se jue. Llegó en otra casa y preguntó:
-¿No me lo han visto pasar un mozo poncho cari?
-Hace ya como dos días que pasó, me lo trabajó un cerco y se ha ido.
El zorro pidió una piegra y afiló el cuchillo y siguió. Llegó en otra casa y preguntó:
-¿No me lo han visto pasar un mozo poncho cari?
-Hace ya como un día que pasó. Me lo trabajó un corral y se jue.
-Entonces prestemé una piegra pa afilar mi cuchillo.
Cuando estuvo afilandoló, se quebró y se jue triste porque ya no tenía cuchillo. Encontró ande durmieron unos carreros, y andaba buscando desperdicios que 'bían botao, cuando encontró un asador de hierro y se jue otra güelta a buscarla a la chuña. Llegó en una casa y preguntó:
-¿No me lo han visto pasar un mozo poncho cari?
-Hace rato que pasó.
-Prestemé una piegrita pa afilar mi cuchillo.
Como la chuña sabía que el zorro venía buscandolá, se allegó a una casa vecina y pidió los perros. Al poco rato llegó el zorro, preguntó del mozo y la chuña estaba escondida. Le echó los perros. Los perros lo corrieron, lo alcanzaron, y lo mataron.

Antonio Cóndori, 49 años.

Malvalai. Anta. Salta, 1951.

Buen narrador. Es colla. No habla quichua, pero su sintaxis es bilingüe. Su apellido es indígena.

Cuento 824 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la chuña .656

El zorro la invitó a la chuña para su cumpleaño, para una comida. El señor zorro la invitó con un manjar, una rica mazamorra, y la sirvió en un plato playo. Y claro, como la chuña es de pico largo y la mazamorra tenía mucho jugo, era toda como jugo, no podía comer. El zorro se servía solo el plato. Comió toda la mazamorra.
Al día siguiente lo invitó la chuña al zorro, que era el cumpliaño de ella. Le sirvió la comida en una vasija de cuello angosto, que ella podía meter el pico y comer. El zorro, como no podía comer nada, se conformaba con lamber la vasija de por fuera. Visto eso, el zorro quiso comer a la comadre chuña y le tiró unos agarrones a la comadre. Entonce la comadre, al ver las intenciones del compadre, que la quería comer, tomó el vuelo y se subió arriba di un árbol.
El zorro la convencía a la comadre que baje, que él hacía bromas no más, pero la comadre le tenía miedo.
Estando la chuña arriba del árbol, divisó que venía un campero con cinco perros, y comenzó a contar:
-Uno, dos, tres, cuatro, cinco...
Y el zorro le pregunta:
-¿Qué cuenta, comadre?
-Cuento los deditos de la pata.
Y volvía a contar la chuña:
-Uno, dos, tres, cuatro, cinco...
-¿Qué cuenta, comadre? -le decía el zorro que 'taba sospechando de la comadre.
-Cuento las uñitas de la pata -decía la chuña.
Así lo tuvo entreteniendo la chuña al zorro. En eso, cuando quiso acordar el zorro, se vio encerrado por los perros y lo mataron, y se salvó la chuña. Al zorro lo embromó la chuña por la mala intención.

Sabino Cárdenas, 65 años. Junín de los Andes. Huiliches. Neuquén, 1960.

Ganadero. Buen narrador. Oyó el cuento a peones del campo.

Al cuento tradicional se agrega el motivo del zorro que quiere cazar por engaño a un ave.

Cuento 657. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la chancha .759

Diz que el zorro ha andao con mucho hambre. Y áhi andao por cazar a varios animales y todos se le disparaban. Y ha llegau a un río y áhi 'taba una chancha con chanchitos. Diz que ya no podía di hambre el zorro y li ha dicho a la chancha que le va comer los hijitos. Y áhi li ha dicho la chancha:
-Sí, señor zorro, usté puede comer mis hijitos, pero los pobrecitos 'tán sin bautizar, y los quisiera bautizar primero.
Diz que el zorro ha dicho que güeno y la chancha li ha dicho qui haga el favor él de bautizarlos y que sea el pagrino. Y áhi ha comenzado a bautizarlos en el río. Diz que los iba hundiendo y sacando del agua, y en una de esas güeltas la chancha lu ha empujau con todas sus juerzas y el zorro ha cáido en el medio 'el río. Diz que lu ha llevau un güen trecho la corriente y por milagro si ha podido agarrar di unas ráices y si ha salvado. La chancha si ha disparau pa las casas y si han salvau los chanchitos.

Manuel Iseas, 80 años.

Las Chacras. Las Víboras. Anta. Salta, 1952.

Cuento 759 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la cigüeña .652

(Delta del Paraná)

El tigre nunca pudo con el zorro. De un modo, de una jorma u otra suerte, se le escapaba siempre cuando lo engromaba, pero otros animales lo engromaban al zorro.
Una güelta, el zorro la envitó a la cigüeña a comer y le sirvió la comida en un sartén. Y claro, el zorro comió todo y la cigüeña picaba y no sacaba nada.
Otra güelta, la cigüeña lo envitó al zorro. En un frasco puso aceitunas. La cigüeña es de pico largo, y claro, metía el pico en el frasco y sacaba las aceitunas. Ella comió todo y el zorro se desesperaba por comer y no podía. Y claro, lo engromó al zorro. Y en esa jorma se desquitó ella.

Alejandro Basaldúa, 56 años. Brazo Largo. Delta del Paraná. Entre Ríos, 1952.

Isleño muy rústico. Pescador y cazador. Analfabeto.

Cuento 652. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la cigüeña .655

Un día la envitó el zorro a la cigüeña a comer a su casa. El zorro hizo una especie de tortilla en un sartén grande, muy finita y deshecha. Entonce el zorro le decía:
-¡Sirvasé, comadre! ¡Sirvasé, comadre!
La cigüeña picaba con su pico largo y no levantaba nada. Pero el zorro, con la lengua y el hocico levantaba y comía bien. Después, claro, se separaron. Terminaron el almuerzo y cada cual se jue a su casa. Claro, el único qui había comido era el zorro.
Un día la cigüeña lo invitó al zorro a comer a su casa. Entonce preparó mazamorra con leche, de comida, y la puso adentro de una botella, y la sirvió así. Entoncé la cigüeña le decía al zorro:
-¡Sirvasé, compadre! ¡Sirvasé, compadre!
Y el zorro quería comer y no podía. Y lambía el pico de la botella y no podía comer. Y la cigüeña, como tiene el pico largo, metía el pico y sacaba y comía. Y así se vengó del zorro.

Antonino Tieri, 72 años. Azul. Buenos Aires, 1969.

El narrador, nativo de Azul, ha sido resero y puestero y conoce todos los trabajos del campo.

Oyó el cuento en los fogones de reseros.

Cuento 655. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la cigüeña .654

El zorro invitó a la amiga cigüeña a comer a su casa. Le preguntó qué comida deseaba comer. La cigüeña le dijo que le gustaba mucho la mazamorra. El zorro preparó una mazamorra muy deshecha, casi toda era jugo.
Llegó la cigüeña y le sirvió la comida en una piedra lisa. Él comía a más y mejor, pero la cigüeña sólo pudo levantar dos o tres granitos de mazamorra.
Después lo invitó la cigüeña. Preparó también una rica maza-morra. Y la sirvió en una botella.
La cigüeña comió hasta llenarse y el pobre zorro miraba, y de vez en cuando pasaba la lengua por donde se corría algún poquito de jugo, al sacar la comida la cigüeña.
En esa forma quedaron a mano y ninguno dijo nada.

Silvano Arístides Hernández, 61 años. Mar del Plata. Buenos Aires, 1958.

El narrador es Director de Escuela.

Oyó este cuento desde niño a campesinos de la Provincia.

Cuento 654. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la cigüeña .653

Éste era un zorro que envitó a la cigüeña para un gran banquete al otro día. Al otro día vino la cigüeña y el zorro pícaro si había alzáu un montón de garras secas y duras. Bueno... Cuando vino la cigüeña él trajo las garras a la mesa y las puso y le dijo:
-¡Sirvasé doña Cigüeña!
Y el zorro masticaba y comía las garras muy gustoso y la pobre cigüeña como no tiene dientes como pa masticá no hacía más que mirar y probar algunos requechitos que de la boca del zorro caían. Bueno... Después de haber terminado el banquete la cigüeña se iba ir, entonce le preguntó el zorro:
-¿Le gustó, doña Cigüeña? ¿'Taba rica la comida?
-Sí, sí, dijo la cigüeña -ni aunque d' esto ella ni había comido.
Y entonce le dijo al zorro:
-Bueno, don Juan Zorro, usté queda envitado para el domingo en mi casa. Vamo a hacer un mediodía.
Y entonce la cigüeña se jue por áhi y se consiguió do botella de miel. Y entonce llegó el domingo y vino el zorro. Y entonce la cigüeña lo envitó que juese a la mesa. Y entonce puso la do botella de miel. Y le decía al zorro:
-¡Sirvasé, don Juan! ¡Sirvasé!
-Sí, sí -decía el zorro y miraba no más.
Y la cigüeña comía muy cómoda. Como tiene pico largo, metía el pico en la botella y comía. Y el zorro que nu hacía má que lamber alguna gotas que caían del pico 'e la cigüeña. Y bueno, despué de terminada la comida, el zorro se despidió de la cigüeña. Y la cigüeña le preguntó:
-¿Qué tal le pareció la comida de la fiesta?
-¡Linda! ¡Linda! ¡Todo, todo muy lindo!
Y anque el zorro no había comido nada.
Y entonce el zorro se fue de cabeza muy gacha. Vio que la cigüeña era un desquite que hacía.

Dora Passarella, 28 años. Villaguay. Entre Ríos, 1957.

Cuento 653. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y la bandurria .657

El zorro y la bandurria eran compadres.
Un día, el zorro la invitó a almorzar a su casa, a la bandurria. Cuando llegó a la casa, le pone el zorro en un plato una sopa de arroz, espesa. La bandurria quería comer, le gustaba, le gustaba mucho, pero con el pico largo que tiene no podía alzar nada. Y resulta que el zorro comía, debe, y comía y comía, y se comió todo. Al fin al cabo se comió toda la comida él. Y el pajarraco los pisotones y no podía comer. Y no comió nada.
Entonce al otro día se quiso vengar. Lo invitó la bandurria a comer al zorro. El zorro se encontró que la bandurria le sirvió la comida en una botella.
-Bueno, sírvase, compadre -le dice.
El zorro quería comer y no podía. Le buscaba por todos lados, pero no había caso. La bandurria entraba el pico y comía. El caso es que comió toda la comida y el zorro se quedó lambiendo porque no podía comer. Y entonce le dice la bandurria:
-Qué le parece, compadre, quedamos a mano, ¿no?

Carmelo Crespo, 68 años. Villa Llanquín. Pilcaniyeu. Río Negro, 1971.

Peón de campo. Buen narrador.

Cuento 658. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y el yacare .769

Dicen que una güelta un zorro quería cruzar un arroyo, y se valió de un yacaré que estaba enamorado de su hermana.
-¿Queré cruzarme el arroyo, cuñao? -le dijo el zorro.
-¡Cómo no, subí en el lomo! ¿Y qué me hizo decir tu hermana?
-Que sos un lindo mozo de ojos grandes y brillantes -le contestó el zorro.
Cuando estaban por el medio del arroyo, volvió a preguntá el yacaré:
-¿Qué me hizo decir tu hermana?
-Que sos buen cantor y bailarín de primera.
El yacaré estaba muy contento.
Después que pasaron el arroyo, le preguntó de nuevo el yacaré:
-¿Qué me hizo decir tu hermana?
El zorro ya se encontraba fuera de peligro y le contestó:
-Que sos un sa perö galleta (ojo pelado como galleta).
Añá yacaré cué, consentido!

Carlos Ojeda, 42 años. Barranqueras. San Fernando. Chaco, 1950.

El narrador es bilingüe guaraní-español.

El personaje invariable del cuento tradicional es el mono, no el zorro.

Cuento 769 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y el tigre .632

Una vez el zorro le dice al tigre:
-Yo te hago una apuesta, de que te gano a peliar.
-Qué me vas a ganar vos, si yo estoy hecho a matar toros y perros, y hasta la gente me tiene miedo -contestó el tigre.
-Bueno, vení mañana aquí y peliemos. Vas a ver que te gano.
El tigre se jue riendosé. Entonces el zorro se ha ido donde estaban durmiendo dos pumas y ha empezado a tirarles piedras. Entonces un puma le dice al otro:
-Vos no me dejás dormir apedriandomé.
Y el otro le dice:
Vos sos el que me tirás piedras a mí y te hacés el dormido.
Así han seguido discutiendo hasta que se han agarrado a peliar y los dos han quedado muertos. Al otro día cuando vino el tigre para la pelea con el zorro, lo ha encontrao al lado de los pumas muertos y le dice al zorro:
-¿Y estos pumas que están muertos?
Y el zorro le dice:
-Entre los dos me han querido matar y no hi tenido más remedio que matarlos a ellos, y igual te voy a hacer a vos.
Entonces el tigre se ha asustao y salió disparando y diciendo:
-No me matés, seamos más bien amigos.
Y el zorro corría detrás del tigre diciéndole:
-Parate, parate, peliemos si sos tan bravo como decís.
Y de rato en rato se reía y le tiraba piedras. Y el tigre más disparaba.

Silverio Alvarado, 69 años. Barrios. Yavi. Jujuy, 1953.

Comerciante. Hombre de cierta cultura en este lejano lugar de la Provincia.

Cuento 632. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y el quirquincho .679

Estaba el quirquincho tocando su quena en la puerta 'e su casa, cuando redepente se aparece el Cacho, el zorro, y antes qu' el quirquincho pueda disparar, lo agarra y le dice:
-Si no querís que te coma, enseñame a tocar la quena.
-Bueno, te voy a enseñar, pero vos tenís la boca grande y no vas a poder. Te tengo que coser, recién vas a poder.
Entonces el quirquincho ha hecho con sus pelos un hilo y le ha cosido la boca al zorro, y le ha dicho:
-Volvé mañana, y te voy a dar mi quena pa que toquís como yo.
Pero el zorro, cuando ha vuelto al otro día, no lo ha encontrado al quirquincho, y le gritaba en la puerta de su cueva:
-Descoseme, hermanito, descoseme la boca para tomar agüita siquiera.
Y el quirquincho di adentro le contestó:
-No te descoso nada, embromate por zonzo.
Y el zorro si ha muerto di hambre.

Silverio Alvarado, 69 años. Barrios. Yavi. Jujuy, 1953.

Lugareño con cierta cultura dentro de su medio.

Barrio es un caserío de pastores.

Variante del cuento tradicional.

Cuento 679. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y el quirquincho .833

Diz que el zorro con el quirquincho se envitaron para ir al sur, a Buenos Aires, de compañeros, y salieron ya. Y ande se les hizo noche trataron de dormir. Y el quirquincho hizo una cuevita, y juntó pasto, porque ellos hacen así, y se acostó. Porque era tiempo de helada. Y el zorro se acostó así no más, que él no tenía más amparo que las pajas. Él se burlaba del quirquincho y él se quería hacerse el valiente, que el frío nada le hacía. Y áhi jugaron quién resistía más el frío. Ya cuando ha estado una buena parte de la noche que el quirquincho, con mucho frío le dice al zorro:
-Compañero... chirinchón... -que así le hacía la voz, le tiritaba.
Y el zorro decía:
-Man... chirín... señor -que el zorro trataba de hacer fuerza con la voz porque ya no daba más de frío.
Y más luego, cuando jue más tarde, le hacía la misma pregunta:
-Compañero... chirinchón...
Y áhi le contestaba el zorro con menos juerza:
-Man... chirín... señor...
Y a la madrugada que ya se moría de frío el quirquincho, ya lo volvió a hablar al compañero, ya cerca del día:
-Compañero... chirinchón...
Y el zorro que ya 'taba con las carretillas agarradas y le contestaba que cuasi no se óiba:
-Man... chirín... señor...
Así que cuando amaneció le volvío a preguntar y no hubo quien contestara. Perdió el zorro, y se murió de frío.

Felipe Lescano, 73 años.

Media Flor. Santiago del Estero, 1951.

Cuento 833 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y el quirquincho .832

El zorro y el quirquincho que han ido de compañeros. Iban pa Buenos Aires a buscar trabajo, como mucha gente se acompañan y se van. Diz que era tiempo de invierno. Qui hacía mucho frío y que helaba. Y cuando iban le pregunta el quirquincho al zorro.
-Y vos, que llevás de avío.
-Yo, nadita -que le dice. ¿Y vos?
-Yo nadita.
-Y esta noche, ¿cómo iremos a dormir? -le dice el zorro.
-A mí no me va hacer frío -dice el quirquincho.
-Nai, ni a mí tampoco -que dice el zorro.
Cuando ha llegado la noche se buscan un lugar para dormir. El quirquincho busca unos pastitos y cava un poco y áhi arregla su camita. Y el zorro que se acuesta a campo no más, sin tender nada, diciendo que a él no le va hacer frío.
Y ya heló, y ha hecho mucho frío. Y el quirquincho le ha estado preguntando al zorro si tenía frío, y claro, que los dos han tenido frío, y casi no podían hablar, pero el zorro siempre se hacía el juerte, y decía que no.
-Amigo... ¿Chirinchón? (si le hacía frío).
-Mana... michirón, señor... (que no le hacía frío) -decía el zorro.
A la media noche que otra vez le pregunta el quirquincho:
-Compañero... ¿chirinchón?
-Mana... michirón... señor... -decía.
Que cerca del amanecer le vuelve a preguntar el quirquincho si le hacía frío, y ya agatitas que le decía:
-Mana... michirín... señor... -con la voz delgadita, finita, que ya se estaba muriendo de frío.
Y ya cuando se ha levantado el quirquincho lo ha encontrao empalizau, ya. Ya muerto, el corajudo que no iba a tener frío. Ya murió áhi, por compadrón y palangana.

Dominga Lescano, 48 años.

Quimilar. Ambargasta. Ojo de Agua. Santiago del Estero, 1951.

Quimilar: Población rural.

Cuento 832 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y el quirquincho .822

Los huevos de avestruz

El zorro y el quirquincho eran compadres. El zorro era muy flojo y el quirquincho muy guapo. El zorro se quería aprovechar siempre del trabajo del quirquincho, pero el quirquincho se había dado cuenta y lo embromaba al compadre que se pasaba de vivo.
Cierta vez el quirquincho lo invita al zorro a buscar chañar. Cuando llegaron adonde 'taban los chañares cargados de fruta, el zorro se quedó atrás. El quirquincho juntó mucha fruta y la trae. El zorro no había juntado nada y le pregunta al quirquincho cómo podía hacer para llevar algún poco de chañar a su casa. Entonces le dice:
-Vea, compadre, es muy fácil. Mire, vaya a aquel chañar, pongasé lejito, y venga con toda la furia y pegue con la cabeza en el tronco del árbol. Áhi van a caer los chañares a montones. Así hago yo.
Fue el zorro, y se vino corriendo de lejos y pegó un topetazo con la cabeza en el tronco del árbol de chañar. Casi se volcó los sesos. Cayó al suelo medio desmayado. Cuando se compuso, vio en el suelo una frutita, y la alzó diciendo:
-Basta para mis hijitos.
Se juntó con el quirquincho y se volvieron juntos, pero el quirquincho no le aflojó nada de su cosecha.
Otra vez se convidaron para salir a buscar huevos de avestruz. Llegaron a un lugar donde andaban muchos avestruces. El quirquincho empezó a buscar las nidadas y el zorro se quedó atrás, haciéndose el cansado. Al rato volvió el quirquincho con varios huevos de avestruz y el zorro le pregunta que cómo puede hacer para encontrar algunos huevos. Entonce le dice el quirquincho de pícaro:
-Vea compadre, es muy fácil. Vayasé y donde encuentre un avestruz sigaló hasta que empiece a perder los huevos y usté los va recogiendo. En cuanto vea una cosa algo redonda, parecida a esto, levantelá no más, porque esos son los huevos. El zorro fue y empezó a seguir al primer avestruz que encontró. Como era tan flojo, se empezó a cansar en seguida no más. En eso que iba, tropezó con una piedra blanca y redonda, y áhi la levantó pensando que era un huevo de avestruz. Al rato volvió a tropezar con otra y hizo lo mismo, la levantó. Entonces dijo:
-Basta para mis hijitos -y se volvió.
Se juntó con el quirquincho y se volvieron a las casas, cada uno con su cosecha de huevos. El quirquincho vio que lo que había recogido el zorro eran piedras, pero no le dijo nada.
Los hijitos del quirquincho se dieron un banquete con los huevos de avestruz.
El zorro le dio a la zorra los huevos que él había encontrado. La zorra los puso a hervir. Los cocinó un día entero, pero no se ablandaban. No sabían qué les pasaba a estos huevos que eran tan duros, hasta que al fin se dieron cuenta que eran piedras y que el quirquincho lo había embromado al compadre zorro tan flojo y que se cree tan vivo.

Juan Ferreira, 50 años.

Los Puestos. Chacabuco. San Luis, 1958.

Modesto ganadero. Buen narrador.

Variante. El relato amalgama los motivos de dos cuentos: La cosecha del chañar y Los huevos de piedra.

Cuento 822 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


0.015.1 anonimo (argentina) - 048

El zorro y el jote .836

Dice que un día di una gran nevada, se encontraron en la sierra, un zorro y un jote. Y el zorro no sabía cómo hacer pa comerse al jote, y el jote tamién andaba con hambre. Áhi si han puesto a conversar y qui hacen un trato, a ver cuál es el que resiste más la nieve.
-Mire, amigo -que li ha dicho el jote, que yo soy muy guapo pa resistir el frío.
-Si usté es guapo, yo soy guapazo -qui ha dicho el zorro.
Y si han puesto frente a frente, en una piedra. Cáiba la nieve y le refalaba por las plumas al jote y si le quedaban algunos copitos, se sacudía con disimulo. Dormía en una pata y la cambiaba, cuando se le helaba la ponía abajo 'el ala y la calentaba. Claro, si el jote es animal de dormir en las cumbres, y no li hace nada el frío. Pero el zorro, que es tan palangana, qué iba a resistir. Toda la nieve se amontonaba encima y ya se moría de frío, porque es animal de cueva.
Bueno, el jote lo llamó como a la media noche:
-Amigo, ¿cómo le va yendo con la nieve?
-Lindo no más -contestó el zorro con la voz medio temblando por el frío.
A la madrugada lo volvió a llamar:
-Amigo, ¿cómo le va con el frío?
-Linlinlindo -contestó con la voz muy temblona, y casi sin aliento.
Y ya cuando empezó a despuntar el sol lo volvió a llamar el jote:
-¡Amigo!, ¿cómo ha amanecíu?
Y ya el zorro no contestó. Si había muerto. Entonce se lo comió el jote.

Juan Lucero, 65 años.

El Durazno. San Luis, 1950.

Cuento 836 Fuente: Berta Elena Vidal de Battini


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