Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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viernes, 11 de abril de 2014

El perro y la víbora .399

Un peón de la Estancia me contaba que el perro, cuando alguna comida le hace mal, se cura con un yuyito que él conoce. Y me decía que ese remedio se lo enseñó la víbora. La víbora le pidió al perro que le diga cómo se puede curar el dolor de cabeza, porque la víbora sufre grandes dolores de cabeza. Como el perro es tan fiel al hombre, le dijo que cuando sienta ese dolor se cruce por los caminos por donde vea que pasa gente. Pero, claro, es para que la maten. Y la víbora pasa por los caminos y así la ven y la matan, y el perro quedó sabiendo cuál yuyo le hace bien, porque es purgante.

Héctor Maritano, 57 años. San Jenaro Norte. San Jenaro. Santa Fe, 1981.

Cuento 399. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El perro y la víbora .398

Que s'encontró una vez la víbora con el perro. Los dos iban enfermos y se pusieron a conversar. El perro le dijo que sufría mucho del estómago. Entonce la víbora le dijo que comiera un pasto que l'enseñó, y que desde entonce se llama pasto 'e perro. Y que los perros se curan solos, cuando están enfermos, comiendo el pasto.
La víbora le dijo que ella sufría mucho de la cabeza.
-Bueno -le dijo el perro, cuando te duela la cabeza, te atravesás muchas veces por los caminos, hasta que te mejorís.
El perro aprendió a comer el pasto, y con eso se purga; pero a la víbora le fue muy mal. El perro le dio el remedio de atravesarse por los caminos para que así la pudieran matar los hombres, porque el perro es el animal más fiel a su amo.

Juana Burgos, 54 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1939.

Cuento 398. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El perro y la víbora .397

Éste que era un perro y una víbora que se encuentran en un camino. El perro tenía un gran dolor de estómago y la víbora un gran dolor de cabeza. Se saludaron, se contaron sus enfermedades y se pidieron un remedio.
El perro le dijo a la víbora:
-Señora víbora, ¿puede darme un remedio para este gran dolor de estómago que tengo?
Entonces la víbora le dijo:
-Bueno, yo le voy a dar un remedio, pero usté me tiene que dar otro para el dolor de cabeza.
Convinieron en eso y la víbora le dijo:
-Coma de ese pastito verde qui hay en tal parte, y va a sanar -y le mostró cuál era el pastito, que es el que comen los perros cuando 'tan enfermos.
Entonces el perro le dijo:
-Cuando le duela la cabeza, salga al camino, y ande haiga un cruce de camino, tiresé a lo largo y quedesé áhi.
El perro comió el pasto y sanó y les enseñó el remedio a todos los perros. En cambio la víbora, en cuanto se quedó en el cruce del camino, salieron de las dos partes y la mataron. Y ése era el propósito del perro, que es fiel al hombre, y la víbora es una gran enemiga del hombre.

Y pasa por un zapatito roto
para que usté cuente otro.

María del Carmen A. de Allende. El Mollecito. San Martín. San Luis, 1951.

La narradora es Directora de Escuela.

Cuento 397. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El perro pastor y el zorro .449

Había un hombre de campo que tenía mucha majada di ovejas y chivas. Y había criau un solo perro pastor para que cuidara la majada, que era tan grande. Para pior, al pobre animal le daban muy poco de comer. El pobre pastor iba todo el día di acá pá allá y ya 'taba muy flaco y débil.
Todos los días largaban en la casa la majada. Le daban un poco de comer al pastor y áhi s'iba él tamén.
Un buen día se le presentó el zorro al pastor y lo comenzó a conversar. Y le dijo que él estaba muy flaco porque el amo le daba poco de comer. Que él le podía remediar ese mal si se ponían di acuerdo. Y le dijo que le diera u le vendiera un cordero gordo.
Entonce el pastor le dijo que no, que el patrón era muy serio y que lo iba a embromar a él.
-Pero, hombre -le dice el zorro, di alguna manera los vamos a arreglar. Mirá, ve, vos 'tas demasiado flaco porque no te dan de comer bien. Mirá, yo voy a agarrar un cordero. Vos me vas a correr y ti hacís el que no mi alcanzás, porque 'tás tan flaco, muy débil. Yo me voy a comer la mitada y te voy a guardar la otra mitada pa que te la comás vos. Yo te la voy a dejar en tal parte. ¿Mi oyís, compadre? Áhi no más lu hizo compadre.
Y entonce le dijo al fin el pastor, que andaba con tanto hambre, pues ¡claro!, le dijo, que güeno.
Y así hicieron el trato. Y el compadre zorro li agarraba día por medio un cordero, comía la mitada y lo dejaba escondida la otra mitada para él.
Y así iban pasando los días, y pasaron más de quince días. Entonce echó menos el patrón los corderos, vido que se le 'taban perdiendo los corderos.
Entonce dispuso el patrón de salir él con la majada y ver qué pasaba. Y así transcurrió como veinte días. Y en esos días no pasaba nada, no se le perdía ni un cordero. Un día, cuando la majada hizo rodeo cerca 'e las casas, entonce, ocultandosé llegó el compadre zorro. Y entonce le dice al perro en secreto:
-Compadre, esta noche, cuando si haga la noche, voy a venir para llevar un cordero o un chivo, en fin, lo que venga bien, pero claro, más fácil es un cordero porque no bala. Pero si llega a sentir el patrón, y te da orden de que mi alcancís, entonces vos corrís, cuando él ti anime, te estirás, rodás, te llevás por delante algún monte, en fin, hacés pa que vea que estás débil, que no podís correr, que no me podís agarrar.
A la noche llegó el zorro y cazó un cordero. Y lo sintió al patrón y lo animó al pastor. El pastor salió corriendo y ya pegó una rodada y quedó medio a caballo en una piedra. Y ya quedó estiráu en el suelo. Y el zorro se jue no más con el cordero. Entonce el patrón vio que el perro no tenía juerzas pa disparar. Entonce el patrón ordenó a la familia que le hicieran bastante qué comer al perro y que le dieran todas las mañanas carne y leche. Y entonce dice:
-Parece que el pastor es güeno, pero no tiene aliento pa correr, 'ta muy flaco.
Y así, a los ocho días, ya el pastor si había puesto lindo, gordito. Le daban bien de comer y todavía tenía lo que le dejaba el compadre.
Una noche 'taba garugando y llegó el zorro por detrás de la casa. Y lo encontró al compadre y le dice:
-Áhi tengo -le dice- cerquita un chivo gordo lindo, y como 'ta lloviendo vamos a ir a comer sin miedo.
Y jueron. Después que comieron le dice el zorro al perro:
-¡Puta!, ¡quén pudiera tener un jarro 'e vino para asentar el asado! ¿No tendrá vino tu patrón?
-Sí -le dice, en el sótano tiene dos bodegas, pero la puerta 'tá cerrada y no tenimos por donde entrar.
-Dejá no más -le dice el zorro. Decime adónde es el sótano y yo voy abrir la puerta.
El perro lo llevó y el zorro hizo una cueva en una esquina del sótano y se metió adentro. Y ya le gritó al compadre que se metiera adentro tamén.
-¡No! -le dice el perro. ¡No! ¡No!
-Pero sí, compadre, entre despacito no más. Nu haga ruido, vamos andar sin hacer ruido para que no los sientan.
-A la oría de las bordalesas hay siempre una juente de carrascal para que caiga el vino que cai de las canillas. 'Taban las juentes llenas de vino y áhi se sentaron cada uno a tomar di una juente. Y ya el zorro se puso mamau bastante, se emborrachó, se tomó. El compadre pastor tomaba poco y no quería ponerse en pedo. Y dice el zorro:
-Hombre que se mama, grita.
-No compadre, no vaya a gritar porque los van a sentir.
-Qué no voy a gritar. 'Toy mamau y hay que gritar.
Cuando abrió la boca el zorro para gritar, el pastor salió puerta ajuera y se jue al corral. Y el zorro se quedó adentro meta grito no más.
Y viene el pastor y le dice despacito:
-No grite, compadre, que ahora no va a tener escapatoria.
Y el zorro seguía gritando, mamadazo.
Y el patrón salió los gritos no más lo que óiba gritar el zorro, animando al perro. En eso salió el zorro por el aujero qui había hecho, y claro, ladiandosé borracho, no podía disparar nada.
Y ya el pastor ya llegó y lo agarró tamén, y le dice el zorro:
-Larguemé, compadre, lerguemé que ya no voy a venir a chupar más.
Pero no hubo caso porque en eso llegó el patrón y le pegó unos garrotazos y lo tuvo que matar no más.
Y ya cesó por completo el daño y al pastor le daban mejor de comer.
-¿Han visto? -le dice el patrón a los de la casa- ¿que el pastor, ahora que le dan bien de comer es muy güeno?

Lorenzo Calderón, 80 años. El Durazno Alto. Pringles. San Luis, 1980.

Campesino que ha cursado la escuela primaria.

El cuento del perro pastor y el zorro acumula el motivo del animal que entra a la bodega, y borracho, grita.

Cuento 449. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El peludo, el zorro y el avestruz .276

Eran tres compañeros que habían salido a rodar tierra, el peludo, el zorro y el avestruz.
Primeramente, para tener qué comer, el peludo se enterró en una cueva, y hizo echar una cuadrilla de yeguas, y enlazó una. Cuando la enlazó, le gritó:
-¡Lazo güeno, caracú pescuezo!
La mató. Cuando la agarraron, comieron.
Depué, cuando habían pasado otros días y no tenían qué comer, iba un carro con queso. Se puso el peludo debajo 'e la rueda, hinchó el lomo, le hizo pegar un barquinazo y voltió un queso, y comieron.
Después le tocó buscar de comer al zorro. Y quiso hacer la misma prueba del peludo, enlazar una yegua. Y se enlazó de la verija con la presilla y se enterró en una cueva. Hizo echar las yeguas y enlazó una. Y lo sacó la yegua de la cueva, y disparó con él a la rastra. Y l'avestruz lo corría pa atajar las yeguas y entonce le decía:
-¡Tiendalé el poncho, compañero! ¡Tiendalé el poncho, compañero!
Y el peludo como era más lerdo iba más atrás. Y decía:
-Por aquí ha ido mi compañero porque ha ido perdiendo el tabaco.
Y era la bosta del zorro que iba perdiendo porque ya iba medio muerto, los golpes, a la rastra.
El quirquincho, el carumbé, tiene sus uñas como grampas, que lo engrampa en la tierra y es muy difícil sacarlo una vez que dentra adentro 'e la cueva. Y además tiene los anillos que los hincha y si afirma en la cueva. Y el zorro no tiene nada de eso.

Esteban Pérez, 70 años. Viale. Paraná. Entre Ríos, 1970.

Peón de campo y tropero. Buen narrador. Variante del cuento tradicional.

Cuento 276. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El peludo y el zorro y la carreta volcada .313

Una vez venía una tropa de carros. Una tropa de carros que marchaban en esos años cargadas.
El piche y el zorro andaban juntos. Entonces estaban con hambre. Y dice el zorro:
-Che, y ahora ¿qué comemo?
-Mirá -dice el peludo- ahí viene una tropa de carros. Vamos a volcar un carro y vamo ayudarles a cargar y nos van a dar algo que comer.
Áhi, en la güella, claro, el peludo tenía fuerza, y cuando fue a pasar el carro, se puso en la misma güella, y se levantó pa arriba, y lo volcó al carro. Y ellos se presentaron y les ayudaron a recoger y cargar. Qué, los troperos les dejaron quesos, les dejaron masitas, de todo pa que comieran.
Y le dice el piche al zorro:
-Bueno amigo, ahora le toca a usté. Di aquí a unos días, dice, cuando quedemos sin comer, que pase otra tropa, va tener que volcar usté el carro.
-Cómo no -dice el zorro.
Así fue. Se quedaron sin comer, allá, a los varios días, porque tenían de todo, masitas, queso, de todo comían ellos. Cuando ya se quedaron sin nada, le dice:
-Bueno, compañero, áhi viene una tropa. Vamos a ver -dice. Ahora le toca a usté -dice.
Agarra el zorro, hace una cueva en la güella, y cuando iba a pasar el carro se enderieza pa arriba y le pasa el carro por encima. Lo mata al zorro. No tuvo fuerza suficiente para volcarlo.
Bueno, siguió solo el peludo. Siguió viaje el peludo, por áhi caminando.
-A ver -dice-, quí aura no encontraré otro compañero.

Domingo Adelaido Tello, 68 años. Valcheta. Río Negro, 1971.

Cuento 313. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El peludo y el zorro enlazadores .287

El peludo perdió al compañero zorro apretado por un carro y siguió buscando otro compañero.
Por áhi se encuentra otro zorro.
-¡Oh! -dice, hermano, has vivido otra vez.
El zorro dice:
-Éste es seguro qui ha andau con algún compañero mío y lu han muerto. Sí -dice, ¿qué tal?
-Pero, andamos juntos, ¿qué contás? -dice.
-Mirá, che, voy de viaje y no llevamos qué comer -dice el peludo. Tenemos que buscar algo para comer.
-¿Y qué hacemos acá? ¿qué podemos hacer?
-Vamos a pialar -dice. Vamos a pialar.
-Bueno -dice el zorro. ¿Cómo vas hacer?
-Vamos a echar una punta de yeguas al corral y vamos a pialar. A ver quién piala mejor. Y después, la última potranca que quede la vamos a carniar.
-Bueno -dice el zorro.
Y se pusieron a pialar.
Y bueno... Dice:
-Puerta afuera, ¡eh!
-Bueno, puerta afuera.
Y sale una yegua puerta afuera.
Hicieron cueva los dos. El peludo hizo la cueva así, con vueltas, como lo hace, con recovecos. Y el zorro hace la cueva derecha.
Agarra y echa una potranca y la piala, el peludo. La dio contra el suelo. Bué...
-¡Muy bien!, compadre. Me toca a mí -dice el zorro.
Se ató el lazo bien atau a las verijas. Y le echó una yegua puerta afuera. Y la enlazó. Y allá se disparó la yegua con el zorro. Bueno, disparó, se fue. Y lo sigue el peludo al zorro a ver adonde lo iba a dejar. Lo sigue, y lo sigue, y lo sigue... Por allá encuentra la cabeza del zorro, que estaba así, mostrando los dientes. Lo halla y le dice:
-¿Todavía te 'tás riendo? -dice. Después que ti has quedau, te 'tás riendo -dice. Levantate de una vez.
Qué se iba a levantar si el otro 'taba muerto. Y así termina el cuento.

Domingo Adelaido Tello, 68 años. Valcheta. Río Negro, 1971.

Campesino muy conocedor de las tradiciones de su provincia.

Cuento 287. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El peludo y el zorro enlazadores .283

El peludo son compagre con el zorro, pues.
Éste invitaron carniar una yegua.
-Y bueno -que le dijo el peludo al zorro.
-Voy buscar yeguada, compagre. Voy carniar una yegua. Bueno. Trajieron la yeguada 'el cerro.
El peludo 'tá pronto con un lazo.
-Ya 'tá, compagre -le dijo.
Y para al lau la yeguada. Y echa un pial el peludo, y se entra la casa, la cueva. Y mataron la yegua. Y comieron. Después echó yeguas el peludo y enlazó el zorro.
-Ya 'tá, compagre -le dijo el peludo.
Y echa un pial el zorro. Bueno. Enlazó el zorro y disparó la yegua. ¡Caramba!, el zorro no alcanzó agarrarse la casa, no alcanzó entrar, y lo llevó la yegua. Y lo llevó con lazo y todo. Redau él. Y güeno, y le dice el peludo:
-¡Guarda, compagre! -que le dijo.
-Sí, me redé lazo, compagre -que le dijo el zorro.
Se bajó del caballo el peludo y lo sacó al compagre. Y se jue la yegua. Al último no lo carnearon nada.
Y que dijo el peludo:
-Va a ir a bajar la yeguada, yo voy a enlazar.
Y se jue el zorro.
-Pegue un grito, compagre, cuando viene bajando 'el cerro.
Y bajó la yegua. Bueno. Ya pegó el grito el zorro:
-¡Compagre, compagre, allá va la yegua!
Bueno, cuando bajó, pasó. Echó un pial, pues, el peludo y se entró en la casa que va derecho y tiene que doblá, así, una güelta. Y enlazó. Y carnian. Sacan matambre y asau. Un pión tenían que haga asau.
Dijo el zorro:
-Mire, compagre, ¿por qué no me deja sacar una achura 'el gusto mío?
-Güeno -que dijo-, saque no más su gusto, compagre.
Y sacó el zorro. Ya sacó el pecho. Y dice que se jue.
-Ya terminamo el trabajo, compagre, me voy pa mi casa -le dijo el zorro.
Y alzó el asau y se jue.
Llegó a la casa el zorro.
-Acá te mandó un asau mi compagre -dice a la zorra, que pichone, dice que tenía.
Y que le dice la señora:
-Agora a las doce punto, vaya ver si mi compagre va 'tar durmiendo y traiga otro asau.
Y que le dice:
-Güeno, agora me voy.
Y dice que se jue despacito, el zorro. Ya no se veía el peludo, 'taba durmiendo el peludo. Lo sacó mal. Había un perro pastoriando la carne. Cuando llegó a la casa lo corrió el pastor, el perro. Y no volvió más.

José Evaristo Sura, 43 años. Catán-Lil. Neuquén, 1954.

El narrador, indígena, habla el mapuche, su lengua materna. Es analfabeto. El cuento documenta el español que habla un araucano que no ha concurrido a la escuela.

Cuento 283. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El peludo y el zorro .314

El peludo y el zorro andaban juntos y andaban con hambre. Iban por un camino. Y en eso ven una tropa de carros cargados que venían. Eran de esos carros antiguos que iban con comida de toda clase. Entonce le dice el peludo al zorro:
-Vea, compadre, yo me voy a poner en la güella y voy a hinchar el lomo cuando me pase la rueda del carro, y cuando vuelque el carro vamos a tener comida para varios días.
-Muy bien, compadre, después yo voy hacer lo mismo.
El peludo se enterró en la güella y cuando pasó el primer carro, no más, hinchó el lomo abajo de la rueda. Se ladió el carro y volcó. Y claro, saltaron quesos, vicios, de todo el cargamento se desparramó. Y mientras los troperos trabajaban de arreglar el carro y las mulas, entre las matas, el zorro y el peludo sacaron provisiones y escondieron entre las matas.
Siguió la tropa y ellos tuvieron para comer varios días. Cuando quedaron sin nada, el zorro le dice al peludo:
-Compadre, ahora me toca a mí.
-¡Cómo no!, compadre -le dice el peludo.
Y cuando vieron que venía otra tropa de carros, el zorro hizo un pocito en la cueva y se acomodó. Cuando le pasó la rueda por encima quiso hinchar el lomo, y claro, lo reventó áhi no más. Y si acabó el zorro.

Francisco Linares, 73 años. Viedma (Hogar de ancianos). Río Negro, 1971.

El narrador trabajó toda su vida en las estancias de la Patagonia. Oyó este cuento junto al fogón.

Cuento 314. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El peludo y el zorro .278

Un peludo y un zorro hicieron una apuesta, mejor dicho, una trampa que se quisieron hacer los dos.
Resulta de que había una gran abundancia de pasto. Se morían muy pocos animales y no tenían qué comer, ni el peludo ni el zorro.
Se encuentran por ahí, empiezan a conversar de esas dificultades, y el peludo le dice al zorro:
-Yo me animaría a enlazar una yegua si usté me acerca la manada.
-¿Y cómo va hacer para tenerla?
-Ésa es cuestión mía.
Bueno... El zorro hace correr unas yeguas que pasen cerca de la cueva donde vive el peludo. Éste, que tiene el lazo preparado, a la pasada enlaza una yegua. Si había atado antes el lazo a media espalda. Se mete dentro de la cueva. Cuando se termina el lazo, la yegua se quiebra el pescuezo porque al peludo es imposible sacarlo de su cueva. Y tuvieron carne para comer durante una temporada.
Pero se terminó la yegüita que habían comido y entonce le tocaba al zorro, ahora, a su vez, enlazar una. Fue el peludo, echó la manada y el zorro enlazó una yegua a la pasada. Quiso hacer lo mismo que el peludo. Se metió a la cueva. Pero cuando se terminó el lazo y vino el tirón, salió como corcho de botella, de la cueva, el zorro. Y cuando iba la yegua disparando y llevandoló a la rastra, se encontró con el peludo, que lo encontró, y que le preguntó:
-Pero, ¿qué hace, amigo?
-Voy dando lazo, compañero -dijo.
Y lo mató la yegua, por cierto.

Marcos Aguirre, 58 años. Azul. Buenos Aires, 1969.

Dice el narrador: Este cuento lo oí en Salto Argentino hace 15 años, en una estancia que se llama Los Álamos. Lo contó un mensual de esa estancia que se llama Carlos Carraza y tendría unos 18 años.

Cuento 278. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El pajarito desagradecido .400

Había un pajarito que 'taba muerto de frío, y ya casi muerto, arriba de un árbol. Y había un burro abajo que 'taba comiendo pasto. Y en el suelo el burro había bosteado, y ya por morirse, cayó el pajarito sobre la bosta caliente del burro. Y lo que cayó entre la bosta caliente cobró vida. Y entonce entró a comer los granitos de maíz y algunas semillas que había de desperdicio en la bosta del burro. Y vivió así el pajarito. Y una vez que se encontró con vida subió de nuevo al árbol y empezó a cantar victoria que se había salvado y despreciaba al burro, que porque era tan burro. Entonce le dice el burro el refrán:
-No cantés victoria después de haberte salvado en mi bosta.
Y así le dio una leición al desagradecido y orgulloso. Aquí que es tan frío y mueren muchos pajaritos en el invierno.

Baldomero Terraza, 73 años. Rawson. Chubut, 1959.

Muy buen narrador.

Cuento 400. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El ñandu y la garrapata .492

Una vez el ñandú le invitó a la garrapata a jugar una carrera hasta onde 'taba un mortero. La garrapata le aceptó por tres cigarros.
La garrapata se prendió por las plumas de atrás del ñandú y dijo:
-¡Vamos, compadre!
El ñandú, confiado, salió a las gambetas, hasta que llegó al mortero y se iba a sentar cuando sintió que la garrapata le decía:
-¡Guarda, compadre, que me aplasta! ¿No ve que llegué primero?
Y dicen que el ñandú le pagó los tres cigarros.

Clementina Soto, 42 años. Barranqueras. San Fernando. Chaco, 1950.

Lugareña semiculta.

Cuento 492. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El mono y el caraya y la guerra .529

El carayá é mono grande, é el gorila, y siempre quiere dominá al mono, que é chico.
Andaban mal el mono y el carayá. Discutieron lo do y firmaron una guerra.
El carayá formó la tropa con todo lo bicho feroce del monte, el onza, el tigre, el león, el zorro y todo lo bicho má malo y juerte.
El mono formó la tropa de él con bicho chico, pero todo como avispa, bicho que tenía flecha. Avispa de toda clase y hormiga de toda clase, como la hormiga negra, que le dicen. Y son todo bravo.
Y se atropellaron. Lo bicho feroce venían muy enojado, pero lo bicho chico venían volando y otro caminando que no se veían, por el suelo. Y se atropellaron, y lo bicho chico se le prendieron a lo grande por toda parte, por lo ojo, la boca, la cola, y lo grande no podían hacé nada. Entonce salieron disparando lo bicho grande muerto de dolor. Y se revolcaban y echaban al agua esto bicho feroce porque lo chico lo picaba por toda parte. Lo vencieron no má.
Entonce ganó el mono que é chico con la tropa de lo bicho má chico y perdieron los animales feroce que era la tropa del carayá.

Paulino Silvano Olivera, 59 años. Eldorado. Misiones, 1961.

Nativo de la región. Buen narrador.

Cuento 529. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El medio pollo .385

Eran dos viejitas comadres. Echaron una gallinita con trece huevos. Nacieron doce pollitas y un pollito. Se repartieron las pollitas y partieron por la mitá el pollito. Una viejita comió su mitá; la otra la curó y se crió un lindo medio pollo, y así lo llamaron.
Medio Pollo era muy cariñoso y un día le dijo a la mamita que iba a salir a buscar trabajo para ayudarla porque ella era muy pobre. La viejita le echó la bendición y le hizo muchas recomendaciones.
Iba por el camino, Medio Pollo, saltando en una patita y le salieron el zorro, el león y el tigre, y le dijeron que los lleve sinó lo comen. Medio Pollo les dijo que se entren por su culito y se tapen con un palito. Y ellos se entraron. Más adelante encontró un río y no lo podía bandiar. El río le dijo que lo lleve y el Medio Pollo lo tomó. Iba muy panzón el Medio Pollo.
Medio Pollo llegó a la casa del Rey y pidió trabajo. Cuando el Rey vio este animal tan raro dijo que debía ser brujo y que lo echen al gallinero para que lo maten los gallos. Áhi soltó el zorro. El zorro liquidó a todas las aves. Al otro día el Rey mandó que lo echen al corral de las vacas. El Medio Pollo largó el león. El león liquidó a todos los vacunos. Al otro día, muy enojado el Rey mandó que lo echen al corral de los potros. El Medio Pollo largó el tigre. El tigre liquidó a todos los potros. El Rey, más enojado mandó que lo quemen al Medio Pollo en un horno. Cuando lo echaren al horno ardiendo, el Medio Pollo largó el río. El río inundó todo y se llevó al Rey y a toda su gente.
El Medio Pollo quedó muy rico en el palacio del Rey y mandó a traer a su mamita y áhi vivió muchos años. Los amigos animales se despidieron, se fueron al campo, y le dijeron a Medio Pollo que cuando los necesitara los llamara.
Y así si acaba el cuento de Medio Pollo.

Héctor Maritano, 57 años. San Jenaro Norte. San Jenaro, Santa Fe, 1961.

Estanciero. Buen narrador.

Cuento 385. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

0.015.1 anonimo (argentina) - 033

El medio pollo .384

Ésta era una viejita muy pobre que tenía una sola gallinita. La gallinita le ponía todos los días un huevito. Con mucho sacrificio juntó 13 huevitos y se jue a ver otra viejita que tenía una gallina clueca. Le echaron los güevos y quedaron que lo que sacara iba a ser a media. Y las viejitas dijieron:

Padre mío, San Salvador,
que salgan todas pollitas y un solo cantor.

Y así nacieron doce pollitas y un solo pollito. Se repartieron seis pollitas para cada una. Al pollito lo partieron por la mitá. La viejita de la clueca se lo comió. La viejita de los güevitos la curó a su mitá; se crió muy bien y éste jue el Medio Pollo. Así lo llamaron.
Medio Pollo era muy cariñoso con la viejita y viendo su pobreza le dijo un día:
-Mamita, me voy a ir a rodar tierra, voy a trabajar y le voy a trair mucha plata.
-Adónde va a ir, m'hijito, usté, indefenso, me lo van a matar por áhi.
-No crea, mamita, yo soy fuerte y me voy a defender.
La viejita le echó la bendición y Medio Pollo salió los saltitos como él sabía caminar.
Al poco andar encontró un zorro que le dijo:
-¿Adónde vas, Medio Pollo?
-Voy a rodar tierra y a ganar una platita pa mi mamita que es muy pobre -le dijo.
-Llevame, entonce, si no te como.
-Bueno, entrate por mi culito y trancate con un palito.
Y siguió con el zorro adentro. Más adelante le salió el lión y le dijo:
-¿Adónde vas, Medio Pollo?
-Voy a rodar tierra y a ganar una platita pa mi mamita que es muy pobre -le dijo.
-Llevame, entonce, si no te como.
-Bueno, entrate por mi culito y trancate con un palito.
Y siguió Medio Pollo con el zorro y el lión adentro. Más adelante le salió el tigre y le dijo:
-¿Adónde vas, Medio Pollo?
-Voy a rodar tierra y a ganar una platita pa mi mamita que es muy pobre -le dijo.
-Llevame, entonce, si no te como.
-Bueno, entrate por mi culito y trancate con un palito. Y siguió Medio Pollo con el zorro, el lión y el tigre adentro. Más adelante lo atajó un río crecido y le dijo:
-¿Adónde vas, Medio Pollo?
-Voy a rodar tierra y a ganar una platita pa mi mamita que es muy pobre.
-Llevame, entonce, si no te augo.
-Bueno, entrate por mi culito y trancate con un palito.
Y siguió el Medio Pollo con todos estos compañeros en la pancita.
Llegó al palacio del Rey y pidió trabajo. El Rey, al ver este animalito tan raro le tuvo lástima y mandó que lo echaran a la troja de máiz. El Medio Pollo que era muy comilón se tragó todo el máiz. Cuando se enteró el Rey se enojó muchísimo y mandó que lo echaran, esa noche, al gallinero para que lo mataran los otros gallos. Al ver el Medio Pollo que todos se le venían encima para picarlo, les largó el zorro que los liquidó a todos. Al otro día, el Rey, más enojado mandó que lo echaran al corral de las vacas para que lo mataran a cornazos. Al ver el Medio Pollo que los toros y las vacas lo atropellaban, les largó el lión que los mató a todos. El Rey, enfurecido cuando se enteró, mandó que echaran a Medio Pollo al corral de los potros. Áhi les largó el tigre que mató y comió toda la tropilla.
-Este animal es brujo -dijo el Rey, hay que quemarlo. Y mandó a encender el horno.
Cuando el horno estuvo ardiendo, lo echaron áhi al Medio Pollo.
El Medio Pollo largó el río que inundó el palacio y los campos vecinos. El Rey y toda su gente huyeron y lo dejaron a Medio Pollo dueño del palacio y de grandes riquezas. Mandó a buscar a su mamita y áhi vivieron muchos años.

Y fue por un caminito
y volvió por otro
para que usté me cuente otro.

Antonio Tieri, 72 años. Estancia. Azul. Buenos Aires, 1969.

Cuento 384. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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El medio pollo .383

Ésta era una viejita muy pobre que tenía un solo pollito. Un día, la viejita no tenía carne, ni qué comer, y le cortó una patita al pollito y se la comió. Otro día que también tenía mucho hambre, le cortó una alita y se la comió. El pollito pensó que así iba a morir muy pronto y se disparó, se fue. Al tercer día cuando la viejita lo quiso agarrar para sacarle otra presa no lo encontró más.
El Medio Pollo agarró un camino y se fue sin rumbo. Cuando ya iba muy lejo, se encontró con un zorro. Y el zorro le dijo:
-Ahora te voy a comer.
-No, zorro -le dijo, ¡qué me vas a comer si soy un pobre Medio Pollo! ¡Dejame! ¿No te da lástima de verme así?
-Bueno, andate -le dijo el zorro.
-¿No querís que vamos juntos?
-Bueno -le dijo el zorro.
Entonce el Medio Pollo abrió grande el pico, lo tragó y se puso una estaquita. Y siguió.
Ya lejo, encontró un zorrino.
-Ahora te voy a comer -le dijo, el zorrino.
-No, zorrino -le dijo el Medio Pollo. ¡Qué me vas a comer si soy flaco, y Medio Pollo!
-Bueno, entonce te dejo.
-¿No querís que vamos juntos?
Bueno... El Medio Pollo se sacó la estaquita, lo tragó, se volvió a poner la estaquita y siguió su camino. Cuando ya había andado un buen rato, encontró un lión, y le dijo:
-Medio Pollo, te tengo que comer.
El Medio Pollo se asustó y le dijo:
-¡No, tío lión, no me coma, sea bueno! ¿No quiere que corramos una carrera?
-Bueno -dijo el lión y corrieron una carrera.
El lión se cansó. El Medio Pollo era ligerísimo.
-¿No quiere que vamos juntos? -le dijo el Medio Pollo.
-Bueno -dijo el lión.
El Medio Pollo se sacó la estaquita, se lo tragó y se fue. Más allá se encontró con un tigre y le dijo:
-Ahora te voy a comer.
-¡No, tío tigre, no me coma! Yo soy un Medio Pollo pelau, flaco, que no le alcanzo ni para un bocau, dejemé. ¿No quiere que corramos una carrera?
El tigre le tuvo lástima, y le dijo que bueno. Y corrieron la carrera. Como el Medio Pollo era muy ligero, el tigre se cansó, y se sentó a la orilla del camino. El Medio Pollo le dijo que si no quería que fueran lejo, juntos. El tigre le dijo que bueno. El Medio Pollo se sacó la estaquita, y se lo tragó y siguió su camino. Después encontró un río que venía muy crecido. Quería pasar, pero no podía. Ponía la patita y se la llevaba l'agua, ponía la alita y se la llevaba l'agua, ponía el piquito y se lo llevaba l'agua. Después que estuvo pensando mucho rato, sacó la estaquita y se lo tragó a todo el río y quedó el río completamente seco. Y se fue.
Iba muy lejo, y andaban por ahí los niños de un rey con la mamá, y lo vieron y dijeron los chicos:
-Mire, mamá. ¡Qué bichito bonito!
Y corrieron, lo agarraron, y lo llevaron a las casas, y se lo enseñaron al Rey. Y dice el Rey:
-Vayan a tirarlo al gallinero, este bicho parece de brujería porque anda en la mitá de un pollo no más.
En el gallinero había muchísimas gallinas y lo picaban al Medio Pollo lo que lo vían feo y raro. Tarde de la noche, dice el Medio Pollo:
-Zorro, ¿querís comer gallinas gordas?
-Bueno -le dice el zorro.
Se sacó la estaquita, salió el zorro y se comió las gallinas. Al otro día se levantó el Rey enojadísimo, quejandosé que el Medio Pollo se había comido las gallinas, y mandó que lo echaran ande 'staban pollitos chicos. Los pollitos también lo picaban. Entonce le habló al chiñe:
-Chiñe ¿querís pollitos gordos?
-Bueno -dijo el chiñe.
Y el Medio Pollo lo largó. El chiñe se comió todos los pollos. El Rey se levantó más enojado todavía, diciendo que de dónde sacaban ese animal tan dañino.
-Botelón afuera -dijo.
Pero los chicos le tuvieron mucha lástima y lo echaron al corral de las vacas. Las vacas ya lo mataban a pisotones, y tarde de la noche, el Medio Pollo se enojó y largó al lión.
-Tío lión, ¿quiere comer vacas gordas? -le dijo.
-Bueno -le contestó el lión.
-Ahí las tiene.
Y el lión comenzó a matar vacas gordas, hasta que no dejó ninguna. Al otro día el Rey se levantó más enojado que nunca preguntando quién había echado ese animal tan perjudicial, al corral de las vacas. Como Medio Pollo quedaba solo en el corral, los chicos no creían que él era el perjudicante, y lo defendían, y decían que cómo iba hacer ese perjuicio ese animalito inválido y tan chico. Entonce el Rey mandó que lo echaran al corral de las yeguas para que lo mataran. Ya el Medio Pollo tenía miedo con todos los potros que se le venían encima, y tarde de la noche le dijo al tigre:
-Tío tigre, ¿quiere comer yeguas gordas?
-Bueno -le dijo el tigre.
Y ahí no más se sacó la estaquita y lo largó al tigre al corral. El tigre mató a todas las yeguas y a los potros. Cuando amaneció, encontró el Rey que el Medio Pollo le había comido todos los animales. Entonce, enojadísimo, mandó a los sirvientes a que acarriaran leña y calentaran los hornos. Ya los hornos estuvieron colorados que daba miedo, y lo arriaron al Medio Pollo. Desde lejos no más se le venían quemando las plumitas. Cuando lo echaron y le cerraron la puerta, el Medio Pollo se acordó del río, se sacó la estaquita y lo comenzó a largar al río. El río que era grandísimo apagó el fuego, se llevó los hornos y el palacio del Rey, con Rey y toda la gente que tenía. Y así se salvó el Medio Pollo tantas veces de la muerte.

Y yo salgo por un puente,
y dejo un zapatito roto,
para que usté me cuente otro.

Ofelia Griselda Guevara, 13 años. Beazley. La Capital. San Luis, 1945.

Aprendió el cuento de la abuela «que sabía muchos cuentos antiguos». Tiene grandes condiciones de narradora, caso excepcional entre niños de su edad.

Cuento 383. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini

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