Había una vez un bosque, y
en el bosque había un prado, y en el prado una casita, y en la casita vivía una
cabra con sus cabritas.
Una mañana, la cabra
salió a comprar comida y, mientras salía, dijo:
-¡Niñas, no abráis la
puerta a nadie! ¡Podría entrar un lobo y comeros!
El lobo estaba escuchando
oculto detrás de la ventana y, cuando la cabra se fue, llamó a la puerta
diciendo:
Cabras, mis cabritas,
abrid la puerta ya,
aquí la tenéis, a mamá,
con la leche blanca blanca,
con el agua fresca fresca,
con la hierba verde verde.
-¡Tú no eres nuestra
mamá! Nuestra mamá tiene la voz fina como un cabello. ¡Debes de ser el lobo!
-gritaron las cabritas. Y no abrieron la puerta.
Entonces el lobo se fue a
ver al herrero:
-¡Herrero, herrero, por
favor, límame la lengua, que mi voz debe volverse fina como un cabello!
El herrero limó la lengua
del lobo, y el lobo volvió y llamó de nuevo a la puerta de la casa de las
cabritas:
Cabras, mis cabritas,
abrid la puerta ya,
aquí la tenéis, a mamá,
con la leche blanca blanca,
con el agua fresca fresca,
con la hierba verde verde.
-¡Ésta es la voz de mamá,
fina como un cabello! -exclamaron las cabritas. Y estaban a punto de abrir la
puerta. Pero la menor de todas dijo:
-¡Muéstrame tu pata!
El lobo levantó una de
sus gruesas patas negras a la altura de la ventana y las cabritas gritaron:
-¡Tú no eres nuestra
mamá, debes de ser el lobo! ¡Nuestra mamá tiene las patas blancas como plumas
de oca! y no dejaron entrar al lobo.
Entonces el lobo fue a
ver al tahonero:
-Tahonero, tahonero,
cúbreme de harina las patas, haz que se vuelvan blancas como plumas de oca.
El tahonero cubrió de
harina las patas del lobo, y el lobo volvió y llamó de nuevo a la puerta de la
casa de las cabritas:
Cabras, mis cabritas,
abrid la puerta ya,
aquí la tenéis, a mamá,
con la leche blanca blanca,
con el agua fresca fresca,
con la hierba verde verde.
Y el lobo mostró por la
ventana una de sus patas, toda cubierta de harina.
-Ésta es la voz de mamá,
fina como un cabello, y su pata es blanca como una pluma de oca -exclamaron las
cabritas, y estaban a punto de abrir la puerta.
Pero la menor dijo:
-¡Muéstrame tu cola!
El lobo alzó su cola
larga y peluda hasta la ventana y las cabritas gritaron:
-¡No eres nuestra mamá,
debes de ser el lobo! ¡Nuestra mamá tiene la cola delgada como una espiga de
trigo!
Entonces el lobo fue a
ver al carpintero:
-¡Carpintero, carpintero,
por favor, cepíllame la cola, haz que se vuelva delgada como una espiga de
trigo!
El carpintero cepilló la
cola del lobo, y el lobo volvió de nuevo a llamar a la puerta de la casa de
las cabritas:
Cabras, mis cabritas,
abrid la puerta ya,
aquí la tenéis, a mamá,
con la leche blanca blanca,
con el agua fresca fresca,
con la hierba verde verde.
Y el lobo mostró por la
ventana la pata blanca de harina y la cola cepillada y fina.
-¡Ésta es la voz de
nuestra madre, fina como un cabello, ~ ésta es su pata, blanca como una pluma
de oca, y ésta es su cola, delgada como una espiga de trigo! -exclamaron las
cabritas. Y abrieron la puerta.
El lobo se precipitó
dentro de la casa y devoró a las cabritas, excepto a la menor, que se había
escondido bajo la estufa.
Después de haberse comido
a las cabritas el lobo se fue a beber al río, se tumbó en la orilla y se
durmió.
La cabra volvió a casa,
vio la puerta abierta de par en par y que las cabritas no estaban. Las buscó
desesperadamente por todas partes, llorando:
Cabras, mis cabritas,
abrid la puerta ya,
aquí la tenéis, a mamá,
con la leche blanca blanca,
con el agua fresca fresca,
con la hierba verde verde.
Entonces la cabrita menor
salió de su escondite bajo la estufa p le contó a su madre toda la historia.
La cabra, después de escucharla, se fue hasta el río. El lobo seguía tumbado
durmiendo en la orilla. La cabra se abalanzó sobre él y le abrió la barriga con
sus cuernos. Y de allí salieron, sanas y salvas, todas las cabritas.
143. anonimo (eslovenia)
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