La liebre y la tortuga se pusieron de acuerdo
para ir juntas al bosque.
La tortuga se levantó primero y despertó a la
liebre:
-Arriba, amiga, el bosque está lejos, es hora
de que salgamos.
-Ve tú delante -respondió la liebre. Quiero
dormir un poquito más. Total, eres tan lenta que te alcanzaré enseguida.
-Ya veremos, ya veremos -dijo la tortuga y
emprendió la marcha muy despacio.
Ya había llegado a la linde del bosque y la
liebre no aparecía.
Pero en ese momento pasó un pinzón, que gritó:
-Tortuga, ¿te has enterado de lo que ha
ocurrido? Cuando la liebre estaba durmiendo en su madriguera, la sorprendió una
zorra y se la comió. Ya es inútil que la esperes.
-Pobre liebre -dijo la tortuga. Ser veloz no
sirve de nada cuando se tiene el sueño pesado.
149 anonimo (serbia)
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