Circunstancias parecidas
a las que provocaron la reacción del patrón Arnau, debieron presentarse en
época indeterminada, en otra nave que cruzaba el Mediterráneo. Una imagen de
Cristo, otra de la Virgen
y una campana, prometió entregar el atribulado marino, si se salvaba, en el
primer puerto donde pudiera recogerse.
La embarcación consiguió
arribar a duras penas al cobijo de una caleta, cerca de Manacor, y a esta
circunstancia debe aquel lugar el nombre de Porto Cristo con que es conocido
desde entonces.
La sagrada figura del
Crucificado, no permaneció en el puerto donde la dejara el agradecido marino,
sino que, trasladada al pueblo de Manacor, fue instalada en su iglesia
principal y acogida con inmenso cariño por todos los vecinos que no dudan un
momento en atestiguar su legendaria llegada.
Fuente: Gabriel Sabrafin
092. anonimo (balear)
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