Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

sábado, 4 de agosto de 2012

El purgatorio de ariant


La cordillera septentrional de Mallorca se rompe a partir del Puig Tomir y desciende a la busca del valle de Pollença. Un po­co más al norte aún y todavía a más de quinientos metros sobre el nivel del mar, las tierras del predio de Ariant, se extienden por lomas y valles hasta asomarse a la barranca que, cortada a pico, se precipita hacia la marina. El paisaje es allí de una esplendo­rosa belleza. El mar, se estrella una y otra vez contra la piedra del acantilado y el rumor del golpeteo, llevado en volandas por el viento, trepa hasta lo alto por las rocas, nido de halcones y, no hace mucho, de buitres y águilas. Coronándolo todo, la piedra ca­liza de la montaña siente lamer su desnudez por el agua de la lluvia y de las torrenteras que le van confiriendo, siglo a siglo, extrañas formas. Es como si los dedos de una gigantesca mano hubieran dejado en la piedra la señal eterna de una rara caricia. Llamas petrificadas tal vez o estilizadas siluetas de espectros de piedra, componen el telón de fondo de este paraje que los viejos conocen con el nombre de Purgatori d'Ariant.
Era allí, donde tenía su palacio la princesa Gulnara. Su fama se extendía a lejanos lugares, de los que llegaban poderosos y ri­cos, atraídos por los míticos encantos de la mujer que sabía amar como ninguna y que, como ninguna, cobraba un elevado precio por su amor. ¡Nunca nadie regresó después de haber amado a Gulnara! Los que no llegaron a gozarla, relataban a su regreso la fastuosidad de las fiestas, la espectral belleza de la princesa. Sólo uno de los invitados llegaba a poseerla, pero satisfecho ya el de­seo de la semi diosa, era convertido por ésta en estatua de piedra ante las sonrisas de sus cortesanas.
Omar, un contrahecho enano, ridículo bufón palaciego, reía también. Pero sus carcajadas eran el único escape de unos incon­fesables sentimientos. Deseaba a su ama como a nadie en el mun­do y en su pequeño y malformado cuerpo se acumulaba una inconte-nible lascivia.
Una noche, enloquecido de celos por los continuos desprecios de la princesa, cuando el palacio de Ariant vivía una de aquellas acos-tumbradas orgías, Omar llevó a cabo su venganza. Pronto, las suntuosas estancias y los frondosos jardines ardían por los cuatro costados, esparciendo el horror y la muerte. Los suspiros entre-cortados de los que se amaban hacía tan sólo un momento, se trocaron en gritos que ahogaba para siempre el estrépito de los muros al desplomarse y el crepitar de los artesonados, cayendo envueltos en enormes llamaradas. Sólo el incendiario enano pa­recía invulnerable corriendo como un loco, buscando a Gulnara en medio de aquel infierno y separando las llamas a golpes de cimitarra. Por un momento se cruzaron sus miradas y al advertir el bufón todo el odio contenido en los ojos de la mujer, gritando como un poseso, cercenó de un tajo su cabeza y huyó, asiendo por la cabellera el macabro trofeo.
Omar corría y corría, apretando contra su pecho deforme la cabeza de Gulnara. A lo lejos el palacio, convertido en una in­mensa antorcha. Una vez más miró trastornado aquellos ojos del color de las esmeraldas. De la hermosa cabellera, sólo unos cha­muscados mechones se mantenían aún; los entreabiertos labios, parecían escupirle una maldición inacabable, Omar aplastó con­tra la suya la entreabierta boca de Gulnara... y prosiguió su alo­cada huída.
Sólo el barranco profundo, oscuro y con el mar al fondo, permitió devolver a la noche su paz, al caer, rodando por él, Omar y la cabeza de Guinara.
Las llamas del incendiado palacio no brillaban ya. En un momento, como tocadas por la mano de un genio, fueron conver­tidas en atormentadas formas petreas que se elevaban hacia el cielo.
Y así, erosionados por el viento y por el agua, a través de los siglos, se conservan hoy todavía en un recóndito lugar de la serranía mallorquina que los ancianos de la comarca conocen aun con el nombre de Purgatori d'Ariant.

Fuentes:
Miguel Bota Totxo: Leyendas y tradiciones de Pollensa.

092. anonimo (balear-mallorca-polleça )

No hay comentarios:

Publicar un comentario