Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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sábado, 4 de agosto de 2012

Los tres ahmed de valldemossa


Nadie creía en Valldemossa que los moros se atreverían a organizar en el pueblo una de sus acostumbradas piraterías tan frecuentes en las zonas costeras de Mallorca, Lo abrupto del te­rreno que desde el mar lleva hasta la villa, daba a sus habitan­tes la seguridad de estar bien defendidos y de ser prácticamente inaccesibles.
Sin embargo aquel sábado, primero de Octubre de 1552, cuando los valldemosines se hallaban casi todos en la ciudad ven­diendo el producto de sus campos, diez galeotas desembarcaron a cuatrocientos turcos en la Cala d'en Claret. Inmediatamente ini­ciaron la escalada por los difíciles senderos de la barranca, dis­puestos a hacer presa en el indefenso pueblo del que esperaban retornar con el producto de un cuantioso botín. Les guiaba un renegado conocido como Pedro el Valenciano que, por haber vi­vido muchos años en la Cartuja, era buen conocedor de los ata­jos que desde la marina llevaban a Valldemossa.
El tropel de piratas no pasó inadvertido a los centinelas de las torres, en lo alto del acantilado, y dieron aviso al pueblo sin pérdida de tiempo. Las campanas tocaron a rebato y Raimundo Gual, capitán de la villa por aquellas fechas, logró al fin reclutar una reducida hueste de treinta y seis hombres con la que se apres­tó a enfrentarse, en desigual combate, a los atacantes. Precavido Gual y buen conocedor del terreno, emboscó a su tropa en un di­fícil paso y dejó ir confiadamente a los piratas, esperando aco­meterles a su regreso. Cuando volvían éstos, después de haber corrido la villa, cargados con el botín y con más de cuatrocientos prisioneros -mujeres y niños en su mayoría- Raimundo Gual les dejó adentrarse en aquel desfiladero y arrementió contra ellos con sus treinta y seis valldemosines, sonando estrepitosamente el tambor y a los gritos de iDios y Santa María! Cargados como iban los turcos y creyéndose atacados por una numerosa hueste, bus­caron la salvación en la desbandada y se precipitaron alocada­mente por aquellos riscos. Algunos plantaron batalla a los cris­tianos pero se vieron arollados por éstos, al ver que estaban lu­chando por aquellos rehenes, amigos, vecinos o familiares.
Setenta y dos cabezas cortaron los de Valldemossa, diecisie­te piratas fueron hechos prisioneros y unos pocos, con su guía Pedro el Valenciano, alcanzaron a reembarcarse en sus naves; el resto, la mayoría de ellos, se despeñaron por la barranca en su alocada huída, en el sitio que se conoce aún hoy como Es pas d'es moros. El capitán Gual -es tradición que ningún valldemo­sín ha caído jamás en un hecho de armas- no perdió a ninguno de sus hombres que, aunque heridos casi todos, se alzaron con una clamorosa victoria.
Fue ésta una de las pocas ocasiones en las que la villa ma­llorquina vio turbada su acostumbrada paz por una invasión de piratas y una de las pocas, también, en que los valldemosines tuvieron la ocasión de apoderarse de algunos esclavos moros que, andando el tiempo, originaron las tres leyendas que, todavía hoy, se cuentan en el pueblo y forman parte de su folklore.
Ahmed es el protagonista de las tres historias. Ahmed es al­go así como el gentilicio que servía a los mallorquines para nom­brar a todo aquel esclavo sarraceno, cautivo en una tierra que los amets poblaron durante muchos años y por la que sentían una in­teresada añoranza.
  
Fuente: Gabriel Sabrafin

092. anonimo (balear-mallorca-valldemossa)

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