Dos jóvenes gigantes que
vivían en las inmediaciones de Ciutadella,
pretendían el amor de una muchacha que, con su indecisión, no hacía sino
complicar aún más las cosas a los enamorados. Como no se trataba de resolver
por las malas aquella cuestión amorosa, los dos pretendientes decidieron que su
destreza dirimiría el problema y, de común acuerdo, se impusieron realizar dos
obras descomunales. Uno debía construir, con piedras bien cortadas y carenadas,
un navío volcado y el otro, con las solas fuerzas de sus brazos, perforar
cerca de allí un pozo, en el pétreo suelo de es pla d'es tudons. El que primero terminara su tarea -completando
la estructura de la nave o hallando agua en el fondo del pozo- resultaría el
vencedor de la contienda y se llevaría como premio a la muchacha que,
entretanto, cada noche, repartía por igual sus favores entre los dos
pretendientes, al terminar éstos su jornada.
Dicho y hecho, los dos
mozarrones pusieron manos a las respectivas obras. Uno, abrazado a una
descomunal barrena, empezó a horadar el durísimo suelo. El otro arrancaba piedras
de una cantera cercana y, cargándolas sobre sus hombros, iba engastándolas for-mando
la estructura de aquella extraña nave, con la quilla al aire.
Los trabajos progresaban
día a día. El gigante del pozo había desaparecido ya bajo la superficie del
suelo y seguía perforando la roca viva, con la ilusión puesta en el premio que
le aguardaba. Su rival, cargado con los enormes bloques de piedra, se asomaba
con frecuencia al agujero y comprobaba los progresos de su compañero. Así un
día y otro, sin desfallecer jamás, con renovados ímpetus cada jornada.
En el último viaje,
cargado con la piedra que terminaría su obra, el gigante de la naveta se asomó
para dar la noticia a su adversario. Desde el fondo le llegó la voz agitada del
otro: «No importa que la termines. He ganado yo: ¡acabo de encontrar agua!».
Toda la nobleza que,
hasta entonces, había venido enmarcando el singular desafío, se esfumó en un
segundo. Cegado por los celos, preso de una rabia incontenible, levantó la roca
sobre su cabeza y la precipitó con fuerza al interior del pozo. Un rugido
infernal pareció emerger de las entrañas de la tierra, donde quedó aplastado,
en el fondo de aquel agujero, el gigante que lo había perforado.
Del otro, nadie supo
jamás su paradero.
Ésta es la explicación de
por qué a la Naveta d'es Tudons le falta una piedra
(¿...?). Dicen que está en el fondo del Pou
de sa Barrina, allí cerca, en el predio de Ses Angoixes, pero nadie ha sido capaz de Sacarla.
Fuente: Gabriel Sabrafin
092. anonimo (balear-menorca)
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