Un soldado volvía de la guerra, y como no tenía dinero, le pidió al
zapatero que le regalase unos zapatos.
‑Te los daré ‑dijo el zapatero‑ si el abogado, que es el más roñoso del
pueblo, te regala un traje.
El soldado se fue a ver al abogado y le dijo:
‑¿Sabe Usía de dónde vengo? Pues del infierno, donde he visto un lugar
preparado especialmente para los abogados que no regalan nada a su prójimo.
Y el abogado, que era muy miedoso y supersticioso, dijo:
‑¿Qué quieres que te regale para que veas que yo no soy así?
‑¡Un traje! ‑repuso el soldado.
El abogado le regaló el traje, el zapatero los zapatos para cumplir su
promesa, y el soldado siguió su camino tan contento, con traje y zapatos
nuevos.
999. Anonimo
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