Al anochecer, cansado de cabalgar,
Salim pensó pasar la noche bajo un árbol y entonces el lorito le dijo:
-¡Entra en esa cueva! ¡Busca tu
suerte!
Obedeció el muchacho y escuchó una
voz lastimera que solicitaba ayuda. Un joven ricamente ataviado aparecía en el
suelo con una herida en el pecho. Salim abrió su saco de viaje, sacó unas
vendas y atendió al herido, que le dijo:
-Esta herida me la ha producido un
hermano mío. Si quiso librarse de mí es porque él anhela el trono que me
corresponde. Pero he logrado huir. Y hubiera muerto de no ser por vos, al que
desde hoy considero mi hermano.
Añadió que su traidor hermano se
llamaba Besalu. Salim le prometió poner todo su empeño en hacerle justicia.
Luego el herido le explicó dónde se hallaba su reino y le entregó unos dados
como señal y se quedó dormido.
Salim, comprobando que el peligro
había pasado, dejó agua y provisiones junto al desterrado y desapareció sin
hacer ruido.
999. Anonimo
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