Nuestro viejo conocido Buffalo
Bill, acababa de cumplir doce años y, buen tirador, ya proveía de carne la mesa
de la familia.
Por entonces, a causa de que en la
nación unos eran partidarios de la esclavitud de los negros y otros no, el
señor Cody, padre de Bill, que defendía a los esclavos, tuvo que esconderse,
pues tenía muchos enemigos.
Como la familia se había quedado en
la miseria, Bill entró a trabajar como "poney-express", especie de
cartero para llevar la correspondencia por parajes solitarios y peligrosos.
-Hijo mío, vas a correr un gran
peligro -le dijo su madre. Sabes que los forajidos y los pieles rojas intentan
apoderarse de las valijas de la correspondencia a lo largo del desierto. Es
misión de hombres endurecidos.
-No ignoro el peligro. Sabré
eludirlo -replicó el muchacho.
Parecía tener ojos en la espalda.
Un sexto sentido parecía avisarle cuando era perseguido. Había aprendido a
dejar pistas falsas y jamás sus enemigos pudieron apresarle.
Fue el más glorioso
"poney-express" de aquellos tristes años.
999. Anonimo
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