El rey Betor había sido durante su
juventud famoso por su valentía. Pero estaba viejo y enfermo y sus consejeros
le recomendaron que abdicase en su hijo, el príncipe Salim.
El rey habló seriamente con su
hijo:
-Ya ves, tienes que relevarme. Pero
para que te obedezcan, habrás de demostrar que eres el más valiente.
Salim, que no les temía a los
hombres, pues manejaba bien la espada, replicó:
-Está bien, padre.
El rey Betor añadió:
-Te nombraré mi heredero cuando
dentro de cinco días te enfrentes en la plaza con un león. Si vences, serás
rey.
El joven se quedó helado. No les
temía a los hombres, pero sí a las fieras. Aquella noche no pudo dormir. Luego
de pensarlo mucho, se envolvió en su capa de terciopelo oscuro y, con la espada
al cinto, montó a Kerni, su caballo.
-Tenemos que volar -le dijo.
Y emprendió la fuga lanzándose a
galope por el bosque...
999. Anonimo
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