Todos los años, en primavera, el
pequeño Lluiset subía a la cumbre del Montnegre con su rebaño de vacas. La
flauta del muchacho y los cencerros de los animales, alegraban el espléndido
paisaje.
Una tarde, de repente sobrevino una
tormenta, y Lluiset, ayudado por el perro se apresuró a recoger el rebaño. Pero
los truenos asustaron a las vacas que huyeron despavoridas por los diferentes
senderos de la montaña. Lluiset las llamó desesperadamente, pues eran toda la riqueza
de su familia, pero todo fue en vano.
Al anochecer, desolado, fue a rezar
ante la Virgen de las Nieves, cuya imagen se veneraba en una gruta cercana, y
al terminar su oración, oyó una voz que le decía:
-Sigue el camino iluminado y
encontrarás a todas tus vacas sanas y salvas.
999. Anonimo
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