Un perrito tenía la costumbre de dormir a la puerta de la casa de sus amos,
y una noche le sorprendió allí un lobo, que se dispuso a comérselo sin más
ceremonia. El perro dijo:
‑¡Harás mal negocio si me comes ahora, amigo lobo! Mira que dentro de una
semana son las fiestas, y me voy a hinchar de comer y voy a engordar; entonces
seré un buen plato, no ahora, que estoy flaco y casi en ayunas.
El lobo se dejó convencer y quedó en volver a la semana.
Así lo hizo; regresó, y vio con asombro que el perrillo dormía ahora en el
balcón del primer piso, fuera de su alcance.
‑¡Eh, amigo perro ‑exclamó el lobo, que he venido a nuestra cita!
¡Baja para que pueda comerte!
El perro, riéndose, le respondió muy burlón:
‑¡La próxima vez que quieras merendar, no esperes a fiestas!
Y el lobo se fue con el rabo entre las piernas.
999. Anonimo
No hay comentarios:
Publicar un comentario