En un lejano reino, los soberanos
tenían un hijo de corta edad. A causa, de sus muchas obligaciones, el rey debía
ausentarse con frecuencia y un malvado criado de palacio aprovechó una de
aquellas ausencias y se apoderó del príncipe. Y lo llevó lejos, a una granja
perdida entre montañas, al cuidado de una mujer que era bruja y practicaba
encantamientos. Y el criado dijo a la bruja:
-Encanta a este niño para que
cuando sea muchacho pueda lograr todo cuanto desee.
Al regresar, el rey creyó que las
fieras habrían devorado a su hijo y culpó a la reina de descuidada y ordenó que
la encerrasen en una de las torres del palacio, a pesar de que ella proclamaba,
llorando, su inocencia.
Al cabo de los años, el criado
regresó a la granja donde había dejado al principito, pues la mujer bruja que
lo cuidaba le había hecho saber que el niño ya tenía poder para convertir sus
deseos en realidad.
El malvado criado pidió al muchacho
que deseara para él un soberbio castillo con muchas habitaciones y un parque de
caza, y el niño lo deseó y como por arte de magia el maldito criado poseyó
aquellos bienes y se hizo rico.
999. Anonimo
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