Existió una vez un Rey en un Reino muy lejano. En cierta ocasión, este Rey
se burló de su Hada Madrina, y ésta le castigó de un modo muy divertido: le
hizo crecer las orejas.
¡Era un gran secreto!, el Rey no permitía que nadie le viera las orejas, y
para disimular se peinaba de modo especial. Así que sólo su peluquero estaba en
el secreto; cada mañana, le peinaba con el pelo delante de las enormes orejas,
para que no le vieran sus cortesanos el horrible efecto.
El peluquero había guardado siempre el secreto; ni siquiera se lo había
contado a su mujer. Pero un día no pudo aguantarse más; fue al río, hizo un
agujero en la orilla, metió la cabeza en él y murmuró:
‑¡El Rey tiene orejas de burro!
Inmediatamente se sintió muy aliviado. Pero ¡ay!, al día siguiente, todas
las cañas del cañaveral susurraban con el viento:
«El Rey tiene orejas de burro, el Rey tiene orejas de burro!»
Ni qué decir tiene que el peluquero tuvo que huir del Reino, pues el Rey se
enfadó muchísimo porque ya todos sabían su vergonzoso secreto...
999. Anonimo,
No hay comentarios:
Publicar un comentario