Erase un pescador que esperaba
pacientemente que algún incauto pececillo picase en su anzuelo. De pronto
sintió que el corcho se movía y se dijo:
-¡Ya ha picado el incauto!
Tiró de su caña y, coleando
dolorido por estar enganchado al anzuelo apareció el ansiado pescadito.
Iba ya el hombre a meterlo en su
cesta, cuando el pez dijo:
-¿No sientes lástima de mí, que soy
tan chiquitín? ¿Para qué me quieres si no tienes ni para un diente? Echame al
agua y espera un año. Entonces podrás pescarme grande, gordo y hermoso.
El pescador, riendo divertido,
replicó:
-¡Buen orador eres, pececillo! ¿Seguro que te dejarás pescar el año
que viene? Pero el año que viene, amigo mío está muy lejos y ahora te tengo en
la mano. Quédate en mi cesto que, como dice el refrán, "más vale pájaro
en-mano que ciento volando".
999. Anonimo
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