Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 8 de julio de 2012

El gorila astuto


En un pueblecito antiquísimo, perdido en la densa selva, ocurrió algo tan extraño, que admiraría al más escéptico: cómo los vecinos del menciónado pueblo pasaron del proyecto de sacrificar un animal, al de dar muerte a unas personas.
Los hombres del poblado tenían fama bien merecida de excelentes cazadores.
Cierto día, como trofeo de su incursión por el bosque trajeron un gorila pequeño, al que sentenciaron para el banquete común del domingo. En espera de la sentencia, lo encerraron en una casita del país, con sus patas traseras bien ligadas con melongo y sueltas las delanteras para que pudiese comer.
El sábado por la mañana, los cazadores salieron en busca de plátanos, yuca y tomates a sus fincas, distantes buen trecho del poblado. Para mayor, tranquilidad dejaron el cuidado y vigilancia de la tierna víctima en manos de las cinco mujeres más viejas del lugar.
El mono, que no era tonto del todo, cuando se vio libre de los fornidos cazadores, pensó una estratagema, para conseguir la fuga. Con sus largos dedos cogió una caña de bambú de las que, atadas con melongo, aguantaban las cortezas de oyang de la pared. Con sus dientes afilados soltó dos cuerdas de melongo; las ató en los extremos de la caña; en su mitad las separó del bambú con un palito y consiguió formar un nvet rudimentario.
Sin pérdida de tiempo, el astuto animal, con cuatro notas musica-les compuso e interpretó, acto seguido, una canción, cuya letra decía así:

¿E bot e dja di be ke vé?
¿Adónde han ido los de este pueblo?
Toalé toalé to
clo, clo, clo.
¿Be ke vé?
¿Adónde han ido?
Be ke pkweñ bicoan
Han ido a cortar plátanos
e'lig a Nkéng
en el poblado de Nkéng
Toalé toalé to

¿B'adji zá?
¿A quién comen?
B'adji é moan ongom
Comen al pequeño gorila
a'wu Meséng
muerto en Meseng.
Toalé toalé to   
clo, clo, clo.
¡Eh! ¡eh! ¡eh!
¡Eh! ¡eh! ¡eh!
Toalé toalé to              bis

Ndji Biség.       
Consumidor de hígados.
Toalé toalé to

Nto miya.
Limpiador de intestinos.
Toalé toalé to

S'a ma.
A mí no.
Toalé toalé to

Ngam moan nnom.
Tal vez a una viejecita.

Gustó tanto la canción a las viejecitas que rogaron al gorila que se la repitiera.
-No repito mi canción -dijo el animal, si no me dejáis suelto por el pasillo.
Le abrieron la puerta y le permitieron deambular por el lugar solicitado. Nuevamente, entonó allí su canción y otra vez enterneció a las sensibles viejecitas, una de las cuales solicitó otro bis.
-Gustoso accederé a vuestro deseo -respondió el cuadrumano, si me lleváis a la vera del camino que conduce al bosque.
Era tal el hechizo que el canto producía en las viejecitas que presurosas cumplieron la condición.
Por tercera vez, el pequeño gorila pulsó su rústico nvet, y atipló su voz con maestría hasta entonces inusitada.
Aquí era de ver y oír los saltos y gritos de las viejecitas que se confundían con las alegres notas del canto. Otra vez más rogaron y rogaron que el cantor repitiera la opereta.
-Lo haré -replicó él- si me permitís subir a la primera rama de este árbol.
Ellas se lo consintieron, sin caer en la cuenta de que, paso a paso, -iban avanzando hacia la selva virgen, paraje a propósito para el as de los trepadores. En la flexible rama, el pequeño gorila entonó su canción por última vez, pues no dio tiempo a nuevos ruegos, antes, de tres acrobáticos saltos, se internó en el bosque impenetrable y desapareció de la atónita mirada de las burladas viejecitas.
Aun se oían las ramas agitadas por el fugitivo gorila, cuando llegaron los curtidos cazadores abrumados por los plátanos, yuca, tomates, etc...
-¿Dónde está el pequeño gorila? -preguntaron todos a una.
-Se nos escapó -respondió la más vieja de las cinco.
-¿Cómo es posible, si lo dejamos tan seguro y custodiado?
-Entonó una agradable canción -siguió explicando la viejecita y, cada vez que la cantaba, nos iba pidiendo más libertad; que lo alejásemos más de la jaula; hasta que lo pusimos en la rama de ese egombe-gombe, y de ahí se emboscó en -la selva y no pudimos darle alcance.
-¿Qué decía la canción? -preguntó el más bromista de los cazadores.
-La anciana repitió la letra, sin comerse una sílaba.
-Es necesario que la canción se cumpla -decretó el más cruel de los cazadores. Por tanto, tú y tus compinches moriréis en lugar del pequeño gorila y comeremos vuestra carne, aunque no muy tierna, con estos plátanos, yucas y tomates.
Y tal como fuera sentenciado, así lo ejecutaron. Cumpliéndose una vez más la sentencia:
Quien mal anda, mal acaba.

111. anonimo (guinea ecuatorial)

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