108. Cuento popular castellano
Éste era un rey que iba un día de caza
y se encontró en un rosal tres capullitos. Cortó uno, y salió una mujer muy
bella y la dijo:
-¿Te quieres casar conmigo?
-Si me das peine para peinarme, palangana
para lavarme y toalla para secarme, sí.
-No lo tengo -contestó el rey.
-Pues, me vuelvo capullito.
Cortó otro, y salió una mujer mucho
más hermosa. Y la dijo:
-¿Te quieres casar conmigo?
-Si me das peine para peinarme,
palangana para lavarme y toalla para secarme, sí.
-No lo tengo.
-Pues me vuelvo otra vez capullito.
Cortó el otro, y salió una mujer mucho
más hermosa que las otras, con un niño. Y la dijo:
-¿Te quieres casar conmigo?
-Si me das peine para peinarme,
palangana para lavarme y toalla para secarme, sí.
-Voy a casa a por ello -contestó el
rey. Y fue y la colocó en la copa de un árbol y se marchó a su casa.
Pasaba una mora por agua y, viendo que
la mujer se estaba peinando, la dijo:
-¿Quieres que suba a peinarte?
-Bueno.
Subió y, al peinarla, la clavó el
peine en la cabeza. Y se volvió palomita. La mora se quedó en el árbol con el
niño. Viene el rey con el peine, la palangana y la toalla y, al verla, la dijo:
-¿Cómo estás tan negra?
-Porque he estao al sol.
Se la llevó a su casa y se casaron. Pero
todos los días iba la palomita blanca a preguntar por su hijo y decía:
-¿Qué tal sigue mi hijito?
Decía la mora:
-Bien, bien.
Un día el rey lo oyó, echó dos gotitas
de pez en la teja, y al otro día, cuando fue la palomita y se paró, quedó
pegada. Y al cogerla el rey, se volvió una mujer muy hermosa. Se casó con ella.
Vivieron felices. Mataron a la mora, y se quedó con su hijo.
Matabuena,
Segovia. Narrador,
LXXVI, 27 de marzo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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