Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 1 de julio de 2012

Las doce brujas


76. Cuento popular castellano

Un hombre tenía tres hijos. Y tenían un manzano con muchas manzanas, y todas las noches venía un gigante y se las comía. Y ya no sabían qué hacer para matar al gigante. Y el padre les pre­guntó a sus hijos qué debían hacer. Y el mayor dijo que él iría a cuidar el manzano pa que no se comiera las manzanas el gigante.
Y fue el mayor a cuidar el manzano; pero a media noche se durmió, y vino el gigante y comió muchas manzanas. Y otro día cuando despertó, fue a casa y le dijo a su padre que se había que­dao dormido, y que había venido el gigante a comerse las man­zanas como siempre.
Y entonces la segunda noche fue el hijo mediano a cuidar el manzano. Y también se quedó dormido a media noche. Y vino el gigante y comió todo lo que le dio la gana.
Luego el menor, que sólo tenía seis años, le dijo a su padre:
-Padre, deje que yo vaya esta noche a cuidar el manzano, que yo mato al gigante.
El padre le dijo que no podía ser, que era muy jovencito y que el gigante se lo comería a él con las manzanas. Pero el niño estu­vo ensistiendo hasta que el padre se lo permitió. Y cogió el niño un alfiler y se fue a cuidar el manzano. A media noche llegó el gigante. El niño estaba escondido, y cada vez que el gigante iba a coger una manzana, le daba un pinchazo con el alfiler. Y al fin el niño cogió piedras y le mató. Y fue y le dijo a su padre lo que había pasao. Y fueron a ver el manzano y vieron que ya era tarde. Y ya tenían que ir a hacer la vida.
El más pequeño se fue a hacer la vida, andando, andando, por una montaña, y llegó a la casa de las doce brujas, que tenían tres bolas de oro y mucho dinero enterrao. Y María, que era la más joven de las brujas, se hizo amiga del joven porque era cristiana y le dijo dónde estaban las tres bolas de oro y cómo se las podía robar.
Y el primer día se robó una cuando las brujas andaban fuera de casa. Y cuando volvieron, le dijeron a María:
-Nos falta una bola de oro. ¿Dónde está? Tú lo has de saber. Pero ella decía que no sabía nada. Y el niño la había escondi­do donde no la podrían hallar. Y el segundo día se robó la segun­da bola de oro. Y otra vez le preguntaban las brujas a María se sabía quién se había robao la bola, y ella siempre respondía que no sabía nada.
Y al tercer día se robó la tercera bola de oro. Y cuando las brujas volvieron, se pusieron mucho furiosas. Querían matar al niño, y huyó él ande estaba María y la dijo que las brujas le buscaban pa matarle y la dijo que le matara ella misma. Ella no le quiso matar, y él la dijo:
-Pues mátame, o te mato yo a ti.
Y como ella no quiso matarle, él la mató a ella. Y entonces se fue huyendo con sus tres bolas de oro pa su casa.
Las brujas llegaron y hallaron a María muerta, y dijo la bruja mayor:
-Pues, aquí está María muerta. A lo mejor se habrá matao porque se robó las bolas de oro y tenía miedo que se lo descu­briríamos.

Salas de los Infantes, Burgos.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


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