Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 1 de julio de 2012

Los huevos fritos

215. Cuento popular castellano

Era un caminante que llegó a casa de un posadero y le pidió de comer. Y el posadero le puso de cenar dos buevos fritos. Y al marcharse, el caminante, distraído, no se acordó de pagar la comida.
El caminante tardó un año en volver por allí. Y al llegar se saludan como buenos amigos. Le pide comida otra vez, y al pa­garle la cuenta de ese mismo día, le dice:
-Oye, ¿no te acuerdas de que te debo dos buevos del año pasado? ¿Cuánto te debo?
-¡Cuidado! -le dice el posadero-. Habrá que sacar la cuenta: esos buevos hubieran podido ser gallinas, y esas gallinas sacar otros buevos...
En fin, le puso una cuenta de quinientas pesetas. Y cuando el caminante se negó a pagarle tal cantidad, le amenazó con llevarle a los tribunales. El caminante, asustado, se sale de allí y se en­cuentra con un pastor.
-¿Que te pasa, hombre, que estás muy asustado? -le dijo el pastor.
-¡Hombre!... ¿Sabe usted lo que me pasa? Hace un año que me comí dos buevos fritos en casa del posadero, y ahora vengo a pagárselos y me pone una cuenta de quinientas pesetas, porque dice que esos buevos hubieran podido ser gallinas, y esas gallinas sacar otros buevos... Y dice que me va a poner la demanda. Y dice el pastor:
-¡Nada! ¡Nada! ¡Que te la ponga! Dime a qué hora es el jui­cio, que yo te defiendo todo lo que sea.
-Pues, mañana a las once te espero.
Al día siguiente el juez, el posadero y el caminante se presen­tan en el juzgado. Dan las once, y no aparece el pastor. Se quedan esperándole, y se presentó a la una menos cuarto, cuando ya iban a cerrar. Entra allí.
-Buenos días.
-Buenos días -contesta el juez. ¿No sabe usted que no son horas de venir, que estaba citado para las once de la mañana?
-Usted me dispense usía, que he estado cociendo una caldera de judías para después de que salga de aquí ir a sembrar.
-¡Hombre, en mi vida había visto otra cosa como ésta! -le dice el juez-. ¡Que las alubias, después de cocidas, vayan a nacer! Y salta el pastor:
-Pues, ¡eso digo yo! ¡Que los buevos, después de fritos, no crían pollos ni gallinas!

Riaza, Segovia. 31 de marzo, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)

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