Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 1 de julio de 2012

La joven y la serpiente


61. Cuento popular castellano

Una serpiente que tenía siete cabezas vivía en un campo raso y tenía un pozo donde se metía. Y todos los días la tenían que alimentar con una persona, porque si no, hacía muchos estragos, devorando todo lo que encontraba.
Había un hombre en el pueblo que era el más rico y más prin­cipal, y ése era el que sorteaba para ver quién era el que tenía que ser devorado por la serpiente cada día. Aquel día le tocó a una hija de él. Entregaron a la muchacha a su suerte y la llevaron al campo raso y la dejaron allí para que la devorara la serpiente. Allí la dejaron por el camino aguardando a que viniera la ser­piente.
La hija estaba llorando fuertemente cuando la encontró un joven, y le preguntó que ánde iba. Ella le respondió:
-Pues a presentarme a la serpiente para que me coma. Y el joven la dijo:
-Retírate y vete a tu casa, que yo soy quien he de matar a la serpiente.
Se retiró la joven y se fue para su casa. Y el joven fue adonde estaba la serpiente, aguardó a que saliera del pozo y la mató. Des­pués que la mató, la sacó las siete lenguas y las arrebujó en un papeluco y se las guardó.
Después pasó por allí un arriero con unos burros matones y al ver la serpiente muerta dijo:
-¡Ah, aquí sí que aproveché la ocasión!
Y cortó las siete cabezas de la serpiente y se fue a presentárse­las al padre de la hija, diciendo que él había matado a la serpien­te y libertado a la hija. Pero la hija le dijo a su padre que aquél no era el que la había encontrado en el campo y que le había dicho que se retirara de allí.
Al día siguiente se presentó el primero, el que había matado a la serpiente. Le preguntaron que ánde iba, y él respondió:
-Voy en busca de la hija del rico para casarme con ella.
El rico le dijo que ya le habían presentado las siete cabezas. A eso respondió él que miraran a ver si las cabezas tenían lenguas. Vieron todos que las cabezas no tenían lenguas. Y entonces él sacó el papeluco donde traía arrebujadas las lenguas y se las enseñó, y así se supo que él era el que había matado a la serpiente. Y entonces la hija del rico le reconoció, y se casó él con ella.

Palencia, Palencia.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)



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