104. Cuento popular castellano
Había una vez una niña muy pequeña,
que vivía sola con su abuelita. Llegó el tiempo de la matanza, y la abuela
mandó a la niña al río para que lavara las tripitas del cerdo y hacer luego las
morcillas.
-Mira -le dijo su abuela-; aquí llevas
tantas tripitas (y se las contó); pero ten mucho cuidado no vayas a perder
alguna, porque si pierdas alguna, te pondré un castigo muy fuerte.
Conque va la niña al río a lavar las
tripitas. Y las estaba lavando, cuando de repente sale la Media Carita y le
lleva una tripita y se vuelve a meter en el río. La pobre niña se quedó toda
asustada y se echó a llorar, pensando en el castigo que le iba a poner su
abuela. Y llamaba a voces:
-¡Ay, Media Carita, devuélveme la tripita
que te has llevado, porque si no, mi abuela va a creer que me he distraído en
el río y que he tenido yo la culpa de que se perdiera, y ha dicho que me va a
poner un castigo muy malo si traía alguna de menos!
Entonces la Media Carita ,
viéndola llorar, la dijo:
-Mira, te voy a devolver la tripita;
pero va a ser con la condición de que cuando hagáis las morcillas en tu casa,
tú vas a venir al río y me vas a traer una morcillita para mí. Pero fíjate
bien, que si no me la traes, iré a tu casa y te comeré a ti.
La niña le dijo que bueno, que sí lo
haría, y entonces la
Media Carita le devolvió la tripita. Y ya con la tripita se
volvió la niña a su casa, donde la recibió su abuela, que se puso muy contenta
al ver que no faltaba ninguna tripita.
Conque hicieron las morcillas y las
colgaron. Y ocurrió que la niña no se volvió a acordar de la Media Carita , ni de
la morcilla que le había prometido. Y pasaron así algunos días. Pero una noche
estaba durmiendo la niña en el mismo cuarto de su abuela, cuando ya a medianoche
oyó en la calle una voz muy lejana, que dice:
-¡La Media Carita soy,
y
a la puerta de tu casa estoy!
La niña, toda asustada, se acuerda
entonces de lo que ha prometido y llama a su abuela:
-¡Ay,
abuelita, abuelita,
que
me come la Media Carita !
Pero el demonio de la abuela está
dormida como un tronco y no le hace maldito el caso. Y vuelta otra vez la misma
voz, esta vez más fuerte.
-¡La Media Carita soy,
y
a la puerta de tu cuarto estoy!
-¡Ay,
abuelita, abuelita,
que
me come la Media Carita !
Pero nada, la abuela dormida igual que
antes, y sin hacer caso a la nieta. Y pasa otro rato y la Media Carita va
avanzando hasta los pies de la cama:
-¡La Media Carita soy,
y
a los pies de la cama estoy!
-¡Ay,
abuelita, abuelita,
que
me come la Media Carita !
Y la abuela sin oír. Y la Media Carita , que va
subiendo por la cama:
-¡La,
Media Carita soy,
y
encima de la cama estoy!
-¡Ay,
abuelita, abuelita,
que
me come la Media Carita !
Y entonces fue la Media Carita y abrió
la boca, y¡zas!, se tragó a la niña.
Y colorín, colorao, este cuento se ha
acabao 3.
Madrid,
Madrid.
Recogido
por don Dámaso Alonso, 1929.
058. Anonimo (Castilla y leon)
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