202. Cuento popular castellano
Eran unos jornaleros que tenían tres
hijos. Y estaba el padre a trabajar. Y vinieron los tres chicos de la escuela,
y les dijo la madre:
-Ahora os doy a merendar, y os
marcháis a encontrar a vuestro padre.
Y les dio un cacho de pan y un poco de
miel.
Y fue el mayor y se encontró con la Virgen y la dijo:
-¿Sabe usted por dónde tengo que ir
para buscar a mi padre? Y le dijo:
-¿Me das un cachito de pan para este
niño que llevo? Y la dijo:
-¡Anda! ¡A usted se lo voy a dar!
¡Mejor se lo tiraba a un perro que dárselo a usted!
Y le dijo:
-Pues, vete por ese camino negro,
adelante, adelante...
Y marchó el mayor. Vino el segundo y
se encontró con la Vir gen
y la dijo:
-¿Sabe usted por dónde tengo que ir
para buscar a mi padre? Y le dijo:
-Dame un cachetín de pan para este
niño. Dijo:
-¡No, señora! ¡A usted se lo iba a
dar! ¡Lo tiraba antes de dárselo!
Y le dijo:
-Pues, vete por ese camino negro,
adelante, adelante...
Y vino el pequeño. Y la dijo:
-Señora, ¿sabe usted por dónde tengo
que ir a buscar a mi padre?
Dice:
-¿Me das un cachetín de pan para este
niño que llevo?
Y la dijo:
-Sí, señora; tenga todo. Dijo:
-No, sólo un cacho. Dijo:
-Sí, sí, todo -miel y todo le doy a
usted. Conque fue y se lo cogió. Y le dijo:
-Vete por ese camino blanco, adelante,
adelante, y le encontrarás.
Y cuando se marchaba, le dijo:
-Y toma estas tres bolitas de oro, una
para tu madre, otra para tu padre, y otra para ti.
Cuando se encontró con los hermanos y
se las enseñó, los hermanos se las querían quitar. Y al no dárselas, le
mataron. Y le quitaron las tres bolitas y le enterraron.
Pero allí donde le enterraron nació
una cañaleja. Y un pastor que andaba por allí la cortó y hizo una flauta. Y se
puso a tocar la a ver si sonaba bien. Y al empezarla a tocar, empezó a decir:
-Pastorcito, tú que me cantas, tú que
me suenas, mis hermanos me mataron en las arenas por las tres bolitas de oro
que Nuestra Señora me dio: una pa mi madre, otra pa mi padre y otra para mí.
Y entonces el pastor se fue para el
pueblo y le dijo al juez que mirara lo que le había pasao. Dice:
-He cortao una cañaleja para hacer una
flauta, y va usted a ver lo que dice.
Y empezó a tocarla, y empezó a decir:
-Pastorcito, tú que me cantas, tú que
me suenas, mis hermanos me mataron en las arenas
por las tres bolitas de oro que
Nuestra Señora me dio: una pa mi madre, otra pa mi padre y otra para mí.
Y entonces fue cuando fueron el juez y
el alcalde al sitio donde habían cortao la cañaleja. Y hicieron un hoyo y sacaron
al niño. Pero había sido cosa de la Virgen. No estaba muerto. Y les contó lo que le
había pasao. Y le llevaron para su casa y a los otros los castigaron, y él y
sus padres vivieron felices.
Sieteiglesias,
Valladolid. Narrador
XC, 7 de mayo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
Me encanta haber encontrado este cuento. Mi madre nos lo contaba y cantaba cuando éramos pequeños, puesto que las frases que salían de la flauta tenían musiquilla, y no se me ha olvidado, aunque hablaba del bendito San Juan, no de la Virgen:
ResponderEliminar"Pastorcito, tócame bien
que el hermano mayor me mató
por las tres bolitas de oro
que el bendito San Juan me dió".
mi abuela me lo contaba..en sinaloa méxico..!
ResponderEliminarwue recuerdos....siempre fue mi cuento favorito, me lo contaba mi abuela tal cual...solo que eran niñas no niños...y yo se lo he contado a mis hijos
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