Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 1 de julio de 2012

La raposa y el sardinero


1. Cuento popular castellano

Éste era un sardinero que venía de Torquemada a Estudillo. Y un día se encontró en medio el monte a la raposa, que estaba en mitá del camino haciendo la muerta. Y dice el sardinero:
-¡Oy, una raposa muerta!
Y la cogió y la echó encima de las banastas. Y la raposa, desde arriba, mientras no se cuidaba el sardinero, empezó a tirar sar­dinas de las banastas hasta que las tiró todas. Y después se tiró a tierra y las recogió orilla de un carrasco. Y pasó por allí el lobo.
-¿Qué haces allí, raposa? -le dice el lobo.
-Mira -dice-, estoy almorzando.
-Pues, me tienes que dar de almorzar a mí.
-Ah, ¿sí? Pues, estas sardinas son mías -dice la raposa.
-Pues, si no me das de almorzar, te como a ti, además de las sardinas. Y, ¿cómo te has arreglao para coger estas sardinas?
-Mira... Haciendo la muerta -dice. Me tumbé en el cami­no cuando pasaba el sardinero; me echó encima de las banastas, se las tiré todas y las he atropao aquí para comerlas. De forma que si quieres almorzar conmigo, mañana tienes que hacer lo mismo tú.
-Bueno -dice el lobo.
Y al día siguiente, en el mismo sitio próximamente, se encon­tró el sardinero con el lobo, que estaba en mitá del camino como si estuviese muerto. Y dice el sardinero:
-Pues, no me fastidias a mí. No va a pasar lo mismo que ayer.
Y sacó la navaja y se puso a quitarle el pellejo. Le quitó el pe­llejo vivo, claro, dejándole con lo de las patas, nada más, y la cabeza, y le dejó allí en el camino medio muerto. Y en el momento en que le dejó el sardinero, echa a correr el lobo, gritando:
-¡Esa maldita raposa! ¡En cuanto la vea, la mato!
Y le gritaba la raposa, desde lejos:
-¡Eh, el de las botas y el sombrero! ¿Qué tal te fue con el sardinero?
-¡No hay más! -vuelve a repetir el lobo. ¡Ande la vea, la mato!
Y la raposa tenía mucha sez; pero de miedo que tenía, antes de ir a beber al río, se metió en un dujo de miel y se revolcó después en un carrasco, y se llenó de hojarascas. Y así bajó a beber agua al río. Y entonces baja el lobo, y le dice la raposa:
-Pero, ¿cómo vienes así?
Y dice el lobo:
-¡Esa maldita raposa que me mandó hacer el muerto para robar las sardinas al sardinero! Y el sardinero, porque estaba es­carmentado de la raposa, me quitó el pellejo. Y tú, ¿quién eres? -le dice el lobo a la raposa.
-Pues, yo soy el hojarasquín del monte -le contestó la ra­posa.
Y colín colorao, este cuento se ha acabao.

Astudillo, Palencia. Narrador LXXXV 1, 13 de mayo, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)


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