88. Cuento popular castellano
Esta era una mujer que tenía muchos
chicos. Y ya iba a tener otro y no sabía quién le sacase de pila. Un día estaba
llorando, triste y acongojada, cuando llegó doña Muerte a ella y la dijo:
-¿Por qué lloras?
-Porque voy a tener un niño y no sé
quién lo saque de pila.
-Pues ande, no se apure -le dijo doña
Muerte, que yo le sacaré de pila.
Se le sacó de pila ella y la dijo que
a los seis años se le llevaría ella para darle estudio. A los seis años volvió,
se le llevó y le dio estudio de médico. Cuando ya era médico, le llamó su
madrina a su casa, y, dándole una botella de medicina, le dijo:
-Toma esta medicina, pues con ésta
curarás todo el que quieras. Al visitar a un enfermo, cuando me veas a los
pies de la cama, dirás que no tiene remedio. Y cuando me veas a la cabecera,
dirás que tiene remedio y le darás un poco de esta medicina.
Le llamaron a una casa y le ofrecieron
mucho dinero por salvar a un enfermo que había. Y al entrar en el cuarto vio a
su madrina a los pies de la cama. Sin embargo, le dijo que tenía remedio, fue
y le dio la medicina y le salvó. Entonces le llamó su madrina a su casa y le
dijo:
-Ya me has hecho una, y a las tres no
te queda salvación.
Le volvieron a llamar a casa de otro
enfermo, y al entrar vio otra vez a su madrina a los pies. No obstante, por no
perder el dinero, le dijo que tenía remedio, y dándole la medicina le salvó a
él también. Y le llamó su madrina a su casa otra vez y le dijo:
-Ya me has hecho dos. A las tres te
mato.
Y le llamaron en ca otro enfermo. Y
esta vez estaba su madrina a la cabecera. Dijo que tenía remedio, y, dándole la
medicina, le curó
Entonces su madrina le llamó otra vez
a su casa y le dice:
-Como ésta, todas. Cuando me veas a
los pies de la cama, di que no tiene remedio, y cuando me veas a la cabecera,
di que sí. Y no olvides que no te queda más que una.
Le llamaron otra vez a casa de otro
enfermo. Y vio a su madrina a los pies de la cama. Pero dijo que tenía
remedio, le dio la medicina y le curó.
Entonces le llamó doña Muerte a su
casa, le metió en un cuarto lleno de velas y le dijo:
-A ver cuála es tu vida.
Él iba contando las más altas:
-¿Es ésta? ¿Es ésta? ¿Es ésta? Hasta
que llegó a las medieras:
-¿Es ésta? ¿Es ésta?
Hasta que llegó ya a las más bajas. Y
dice:
-¿Es ésta, es ésta?
Y nunca llegaba a la que era de él. Y
le dice la madrina:
-Ve a espabilar aquélla que está
acabándose en el rincón. Y al decir él «¿Es ésta?», se acabó la vela, y se
quedó muerto.
Matabuena,
Segovia. Narrador
LXXVI, 27 de marzo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058. Anonimo (Castilla y leon)
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